TEMA : “LA MAGNANIMIDAD PROPIA DEL CATÓLICO”.
FECHA:
HOMILIA DOMINGO VII° / TIEMPO COMÚN
/ AÑO 2022
Durante
el tiempo litúrgico que estamos celebrando, ya a dos semanas del inicio de la
Santa Cuaresma, el Evangelio de cada semana nos ha ido dando el perfil que
implica el seguimiento de Jesús, con el fin de tener un aroma de Cristo. Por
esto, la Iglesia permanentemente recuerda al cristiano que debe ser “sal de la tierra y luz del mundo”, según
lo cual, su rostro, su aroma y su sabor
son los llamados a mover el mundo hacia Dios pero no como acontece en la
actualidad donde el secularismo pretende que sea el mundo el que mueva la Iglesia,
presentándola muchas veces como limosnera de verdades.
Sacerdote Jaime Herrera Chile |
Una
de las verdades basilares que ha enseñado la Iglesia en dos milenios, es la
novedad que Cristo nos revela en el evangelio de este domingo, el cual, leemos
desde nuestra vocación a la cristificación,
a la vivencia del amor de Cristo como miembro estable de nuestra vida y no como
aquel peregrino que viene y se va. ¡Estamos llamados de vestirnos de Cristo! No
podemos disfrazarnos de Cristo como
lo propicia el liberacionisnmo herético
al interior de la Iglesia y el progresismo
globalista fuera de Ella.
Ayer
como hoy, el perdón, la gracia y la conversión son el punto central del anuncio
de Jesús ante una cultura que sólo llegaba a la bondad de morigerar la venganza
ante las ofensas hechas, con leyes como la del Talión. En el presente una
sociedad sin Dios sólo puede esgrimir “ni
perdón ni olvido” ante las ofensas hechas, no buscando ya “equiparar” el mal hecho sino
aumentándolo con la espiral de la venganza. ¿No suena extraño hoy como entonces
el acto de colocar la otra mejilla?
Estuve
pensando respecto de cuál sería la ofensa más grave que me significaría un
golpe en la cara…que nunca he recibido ni tampoco he dado en toda mi vida. Un puño cerrado suele ser signo evidente de agresividad y mezquindad,
pero, golpeando en el rostro, puede causar un daño desastroso como lo vemos en
peleas de boxeo. Sin tener el carácter de la fuerza bruta de un combo en el
rostro, lo que habitualmente denominamos “bofetada”
reviste un gran dolor algo exento de las consecuencias físicas como las del
puño en el rostro. Cuando algo nos molesta, y lo despreciamos o depreciamos,
hacemos un gesto displicente, carente de mayor fuerza como es un combo y del
dolor de una bofetada, pero que silenciosamente encierra molestia, menosprecio
y un desdén que puede ser signo de mayor rencor y desprecio.
Esto
lo decimos porque en tiempo de Jesús la legislación judía contenía una sanción
para el que golpeaba con la palma el rostro de una persona, pero aumentaba el castigo
pecuniariamente para quien lo hacía con el dorso de su mano, pues se consideraba
una flagrante humillación, tenida como ofensa mayor que cualquier otro golpe. Así, leemos en un texto semita de la antigüedad donde se
establece que “quien da una bofetada a su
prójimo, debe pagar una multa de cien monedas de plata (unos mil dólares de
hoy), si
le da un “revés”, debe pagar cuatrocientas monedas de plata (unos cuatro mil
dólares)” (Mishná de Yehudah
Hanasi, Siglo III d.C).
Parroquia Puerto Claro 2022 |
Esto
sólo un creyente, comprometido con Jesucristo,
se atreve a decirlo, con la radicalidad de incluir –además- en la
expresión “debita” o “deuda” no solo las ofensas y pecados
sino todo lo que tenemos y somos: La fe, la vida (salud, alimento, bienes), la
gracia, y la redención. ¿Acaso no somos deudores de todo hacia nuestro Dios? ¿Qué
tenemos que nos haya sido dado por Dios?
El
segundo ejemplo “práctico” de caridad que señala Jesús es “a quien tome tu vestimenta dale también tu capa”. No era por
entonces tan fácil tener ropa como hoy lo puede ser para muchas personas, pues
la vestimenta común incluía una túnica y una “capa” que hacía las veces de
frazada para quienes vivían como indigentes.
Ser
generosos con quien incluso se apoderaba de lo que era necesario constituía otro
modo de vivir el mandato de Jesús, y lo contemporáneamente fue enseñado por San
Alberto Hurtado en orden a dar “hasta que
duela”, lo que implicaba más de lo que sobra, más de lo que tenemos hasta
llegar al límite de lo que nos es necesario.
Para
vivir esa perspectiva como católicos es necesaria la fe puesto que no bastan
los entusiasmos ni los buenos deseos, ni las todas las fraternidades. La
tibieza de la fe lleva a la tibieza espiritual que repercute en el enfriamiento
y hasta la congelación de la caridad
fraterna. (La mezquindad es por falta de fe).
Padre Jaime Herrera Febrero 2022 |
El
tercer ejemplo dado por Jesús: “A todo el
que te pida da, y al que tome lo tuyo no se lo reclames” (versículo
30). Resulta sorprendente escuchar estas
líneas en este tiempo donde el individualismo, el empoderamiento, y los
denominados derechos sociales campean como virtudes que el progresismo endiosa
como antaño se hizo con el sol, los gatos o con un simple becerro de oro.
El
Señor en las bienaventuranzas nos entregó los grandes lineamientos, a lo cual el
evangelio de este día coloca medidas muy exactas, que puestas por el Señor
resultan definitivas, absolutas y permanentes…Como lo que mide la temperatura
es preciso lo son –ahora- las palabras del Señor: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a
los que os maldigan, orad por quien os difame, presenta la otra mejilla, no
niegues tu túnica, da a quien te pida, no reclames lo que es tuyo”.
Si
duda que al escuchar cada bienaventuranza la semana pasada todos estábamos de
acuerdo, pero las ocho grandezas de la caridad que acabamos de recordar pueden
hacer remover nuestras seguridades respecto de una lógica alzada por el mundo,
ya por largo tiempo, donde no es el amor a Dios lo que prima, ni es prioritario
–por tanto- aquello que ha salido de sus manos, incluido lo hecho a su imagen y
semejanza.
Hoy
sabemos que una regla tiene medida y que el tiempo tiene duración, más el amor de Dios y el amor en Dios no es medible porque es eterno. Por ello, reiteramos la
pregunta: ¿Cuál es la medida del amor?
Respondiendo: ¡El amor sin medida!
Con el riesgo de ser considerados “extraños”, “añejos” y hasta “hostiles” a los criterios secularizados, los creyentes católicos no podemos pretender ser tenidos como algo distinto a un “signo de contradicción”, como fue anunciado por el anciano Simeón a la Santísima Virgen respecto de su Hijo y Dios.
Bendición de Novios Chile 2022
El
navegar mar adentro y en medio de tempestades es propio de quienes se esfuerzan
por ser fieles al Señor puesto que han descubierto –por la gracia que viene de
lo alto- que fuera de Jesucristo no hay salvación posible, por lo que solo
asumiendo su lógica, que para el mundo resulta locura y necedad, podemos vivir
plena e intensamente nuestra vocación a la santidad a la que está llamado cada
bautizado.
La
“lógica” católica es capaz de
transformar todo a su alrededor tal como lo vemos en la vida de los santos y
mártires que, como los mejores hijos de la Iglesia, son ejemplo y medio para
quien –con determinada determinación-
opta por la persona de Jesucristo, sabiendo que no solo ha sido llamado, ni ha
visto el rostro del Señor, sino que Aquel que murió y resucito, que vive para
siempre, lo hace en nuestra alma, de manera particular cuando comulgamos bien
dispuestos.
Por
eso, aquello que Cristo asumió está llano a redimir posibilitando que lo que
los ojos del mundo es imposible, la gracia que viene de lo alto lo permite. De
ahí el tenor de sus palabras que hacen que el creyente pueda convertir lo
impuesto en servicio, realizando libremente aquello que incluso no se le ha
pedido. (La magnanimidad es la dimensión del amor que va más allá de lo exigido).
El
acto de pedir a Dios que nos perdone de todo lo adeudado hacia Él nos hace
tener presente que la Virgen María se une a nosotros cada vez que repetimos esta plegaria, porque siendo Ella carente de
todo pecado y de toda ofensa a Dios, también, implora por los múltiples bienes
recibidos: La vida, haber sido elegida para ser la Madre de Dios, el haber recibido el
privilegio único de estar preservada del pecado original, el que su cuerpo no
haya conocido la corrupción de la carne siendo instantáneamente asunta al
Cielo.
La
humildad de nuestra Madre Santísima le hacía repetir con insistencia esta
plegaria que Jesús enseñó, y sin duda,
ocuparía un tiempo importante en medio de la espera de la venida del
Espíritu Santo en el Cenáculo. Imploremos que nuestro corazón crezca como el de
la Virgen María.
¡Que
Viva Cristo Rey!
Aniversario Matrimonial Febrero |