TEMA :
“LOS NIÑOS Y JÓVENES NO PUEDEN ESPERAR”.
FECHA: CHARLA CONSEJO DE PROFESORES SAINT PETER’S SCHOOL /
AGOSTO DEL 2022.
“La educación es tomar a la persona equipándola para
vivir la vida en su integridad”. Esta frase del
querido Papa Emérito Benedicto XVI
pronunciada en un colegio de Londres nos hace considerar un camino algo
desconocido en nuestro tiempo: “el
retorno a lo esencial”. Las puertas abiertas de nuestro Colegio invitan a
quienes ingresan por ella a sumergirse en un camino ya centenario. Nadie ingresa
obligado, sino que los padres de familia y los alumnos voluntariamente optan por formar parte de la
novedad de lo que permanece, y es basilar.
JAIME HERRERA SACERDOTE PORTEÑO |
La
exacerbada oferta de novedades dadas en el ámbito de la educación en el presente, no parece nutrir convenientemente en toda su
profundidad las necesidades que tiene la persona, cuya alma es única,
irrepetible e inmortal. Resulta evidente
que a pesar de las múltiples posibilidades tecnológicas y el acceso ilimitado a
los medios de información, se constatan –en la vida cotidiana- realidades
que a esta hora son indiscutibles, como
por ejemplo, que en amplios segmentos juveniles, no comprenden lo que se lee;
la ausencia de libros en los hogares (Valparaíso con 300.000 habitantes no alcanza
a tener tres librerías, lo cual, en el
plano de especialización resulta paupérrima en el ámbito de la historia, la filosofía
y la teología.
Siguiendo
con la definición del venerado Pontífice emérito educar implica “equipar” a la persona, es decir,
revestirla de las capacidades suficientes que le permitan defenderse de lo que constituye
una amenaza y de contar con las herramientas imprescindibles para desplegar los
talentos que se poseen, y están dados para ser puestos en beneficio del prójimo.
Desde la fe sabemos que todo don de Dios implica una misión, que toda capacidad
recibida conlleva una responsabilidad y un deber del que se dará cuenta
estricta.
La
educación encierra una riqueza insospechada en bien de la sociedad, por lo que
–en gran medida- lo que favorezca una buena formación repercutirá en un
bienestar en el conjunto de la sociedad, y lo que sea una carencia implicará
una pobreza integral, es decir, una carencia
manifestada en muchos ámbitos, entre otros, a nivel espiritual, moral, cultural,
y económico.
VIRGEN DE PUERTO CLARO VALPARÍSO |
Colocar
la primacía de Dios en el mundo de la educación´ no es otra cosa que la
búsqueda, el encuentro y, el reconocimiento del Reinado Social de Cristo
al que con insistencia invitó en todo su pontificado aquel Papa venido de un
lugar lejano: “Abrid las puertas a
Cristo”, tal como lo señaló vivamente en su primera homilía (22
de Octubre de 1978), reiterándolo –luego- en
su primera encíclica Redemptor Hominis (4
de Marzo de 1979).
Aunque
dramático resulta oportuno recordar lo vivido por un grupo de 46 jóvenes que
mal implementados murieron congelados en los faldeos del Volcán Antuco en Abril
del año 2005. En aquella ocasión, No bastó el entusiasmo, ni el
acondicionamiento físico, ni la camaradería entre ellos, para evitar el drama
vivido, lo cual, se habría evitado en parte si hubiesen llevado la vestimenta
adecuada. Igual realidad podríamos encontrar si un joven decide practicar buzo
o surf…aunque sepa nadar, use aletas, y gafas de buceo, si no usa un traje
térmico padecerá de hipotermia. Entonces
el denominado “equipamiento” puede
ser decisivo para zanjar una sobrevivencia, pues hablamos de algo “esencial” y decisivo,
de muerte y de vida, toda vez que nadie está “medio muerto” o “medio vivo”.
El
mundo de la educación tiene que dar respuesta a no sólo “como” se vive sino a si
acaso hay verdadera vida, de tal manera que quien participa en este camino no cumple
una profesión más entre otras, ni desarrolla un trabajo más, sino que responde
a una vocación tan noble como exigente.
Siguiendo
la enseñanza de Benedicto XVI habla de impartir una educación “integral”, por lo que se han de incluir
las diversas dimensiones que tiene el hombre creado por Dios a su imagen y
semejanza, lo que sin ser “idéntico”
implica una participación real y misteriosa de la vida divina. Ser “semejante” no es ser igual, por lo que
Dios ha querido dejar su huella divina en cada persona. El hecho de poseer un
alma espiritual e inmortal nos abre la perspectiva del universo del mundo de la
educación que se interrelaciona de
manera ordenada, gradual, y oportuna.
Entonces,
ver la educación como un “equipamiento” que busca formar a las
nuevas generaciones de manera verdaderamente “integral” exige que las diversas disciplinas y áreas de la
educación avancen al “unísono” en toda etapa de formación, desde Play Group
hasta el Cuarto Año de Enseñanza Media.
HNO. MURILLO (CISTER) & PADRE HERRERA |
El
reconocimiento de la dimensión trascendente de la persona humana nos lleva a asumir
el desafío de permear cada eslabón de la escala educativa, donde la vinculación
entre la creatura y su Creador ocupe un ámbito específico e insustituible.
Celebrando
la memoria litúrgica en este día –de nuestro Consejo de Profesores- a San Bernardo de Claraval no podemos olvidar
sus enseñanzas a este respecto: “El amor
para ser verdadero ha de ser ordenado”, es decir, reconocer la primacía del
afecto, del pensamiento y del obrar a Jesucristo, quien es la Palabra
pronunciada de manera definitiva desde cielo a la tierra, y es el Único que da
respuesta a todas las inquietudes y preguntas de todo el mundo y de cada persona, en el pasado, en el presente y en el
porvenir.
Insertos
en la celebración del Mes de la Caridad Fraterna, el Santo Evangelio proclamado
nos coloca en el momento donde un sabio semita de acerca a Jesús para consultar
respecto de cuál era el precepto más importante de la Ley de Dios. Vemos que el
Señor responde: “El primero es: amar a
Dios sobre todas las cosas con toda el alma, con todo el corazón y con todo nuestro
ser”…añadiendo de inmediato: “Y el segundo
es semejante a este: Amarás al prójimo como a ti mismo”. Por tanto, la
semejanza con la que el Génesis refiere la unión de Dios con el hombre al
momento de crearlo, se proyecta en la
vida del hombre por medio del seguimiento de la voluntad de Dios en el
cumplimiento de cada uno de sus preceptos, particularmente amando al prójimo “como Jesús lo hizo”. La medida del amor
no la constituyen los gustos, ni las opciones, ni las capacidades, la regla por
la que seremos medidos al fin de nuestros días es la persona divina y humana de
Jesucristo, reflejado en quienes son parte de nuestro prójimo, los cercanos e inmediatos en el hogar, en el
trabajo, es decir, en nuestro Colegio.
Esa
es la clave descubierta por San Alberto Hurtado Cruchaga para “equipar integralmente” en el ámbito de
la educación a las nóveles generaciones, las cuales, a lo largo de sus años de
escolaridad podrán necesitar y agradecer
múltiples “implementos” entre los
cuales, la vinculación con Dios por medio del ser religioso, es a la vez, necesidad y urgencia. Parafraseando el mensaje
de Su Santidad Juan Pablo II en nuestra Patria: “Los pobres no pueden esperar”,
hoy añadiremos: “Los niños y jóvenes no
pueden esperar”. ¡Que Viva Cristo Rey!
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