TEMA
: “EN EL ALMA FLAMEE NUESTRO EMBLEMA PATRIO”.
FECHA: HOMILÍA BENDICIÓN DE
BANDERA SEPTIEMBRE / 2021
Iniciado este Mes, hemos visto cómo de manera creciente las
astas de los edificios y casas se han vestido con la bandera nacional,
saludando con ello el mes dedicado a destacar la identidad y el orgullo de
pertenencia a nuestra Patria.
El amor profesado hacia ella nace del amor querido por hacia
nuestros padres, por ello el Catecismo de la Iglesia recuerda que “el amor y el servicio de la Patria forman
parte del deber de gratitud y del orden de la caridad” (número 2239). “Si el catolicismo fuese enemigo de Patria, dejaría de ser la
religión divina” (San Pío X, Homilía
canonización Juana de Arco).
La bendición de una bandera es una práctica admitida y
recomendada por la Iglesia, en virtud del deseo de honrar lo que dice relación
con la obra de Dios.
“Dios que has hecho de todas las naciones un solo pueblo
consagrado a Ti”.
“haz que bajo tu protección, obtengan con tu gracia el bien de
la Patria”
Enseña la historia de que emperador Constantino tuvo una visión
el día de la batalla del puente Milvio el día 28 de octubre del 312. Fue el
inicio de su conversión pues junto a sus tropas vio a Cristo que le dijo alzase
la bandera donde aparecían las dos primeras letras del santo nombre del Señor Jesús.
Percibió con claridad la voz del cielo que dijo: “con este signo vencerás” (in hoc signo vinces). Este
emblema posteriormente se llamaría “crismón”,
siendo el primer monograma de Jesús.
La liturgia de bendición de una bandera tuvo su propagación
cuando el Papa León III el día 14 de Diciembre del 800 entregó un estandarte a
Carlomagno reconociéndolo como defensor de la Iglesia.
Bendición bandera del El Cid, Óleo de Fray Pedro Subercasseaux 1916 |
La liturgia de bendición de una bandera implica un acto de
alabanza a Dios y una oración para recibir su gracia, por ello, imploramos y bendecimos.
Nuestra bandera no es movida por el viento sino por el aliento
de cada hijo de la patria que cumple con su deber Las virtudes del Cid
enciendan en nuestros alumnos el amor a la justicia, el valor, el patriotismo,
la piedad, la excelencia y la fe. Tengamos presente que la educación recibida
ha sido una gracia enorme, particularmente en este tiempo de pandemia, que
obliga al esfuerzo sostenido de quien asume lo recibido como un regalo del
Cielo que implica una no menor responsabilidad. Así lo describe aquel gran
hombre de la Madre Patria: “a todos
alcanza honra por el que a buena hora nació” responsabilidad de dar razón
con las acciones del bien recibido.
Nuestra bandera tiene tres colores, que sintetizan lo que
representan de nuestra Patria.
Azul: Evoca las dos realidades que de norte a sur acompañan día a día
a cada hijo de esta tierra, y que saluda nuestro himno: “El cielo azulado” y el “mar
que tranquilo nos baña”. Al mirarlos ambos parecen evocar un horizonte que
no parece tener fin. Esa grandeza, que sorprende y sobrecoge, recuerda el
carácter trascendente de la vida de cada
persona en cuya alma, desde el bautismo se encierra un principio de eternidad
cuya realidad ya puede como saborearse aquí en la tierra, particularmente
cuando recibimos la santa eucaristía, tal como dijo –la mejor hija de la
Patria- como es Santa Teresa de Los Andes, el día de su Primera Comunión: “Recibí un trozo del cielo, un anticipo del
cielo” (11 Septiembre 1910).
Liturgia/Bautismo Valparaíso 2021 |
El mar y cielo azulado nos invitan al unísono a valorar el
carácter trascendente de toda vida humana, cuya vocación definitiva es ser “ciudadanos del cielo”, para lo cual, la
pertenencia a la patria que no es elegida al momento de venir al mundo,
constituye una exhortación a elegir el camino que conduce hacia aquella Patria
que no perece porque es para siempre. En la patria actual somos peregrinos, en
la Patria futura, ciudadanos para siempre.
Ahora bien, mientras menos tiempo pasamos en un lugar más ligeros,
simples, y estables son los medios que usamos para permanecer en el…No es lo
mismo dormir en un campamento por unos días que hacerlo en nuestro dormitorio. Si
se trata no ya de una realidad que dura un tiempo, sea breve o extenso, sino
derechamente que es para siempre,
Así, entonces, la vida que trasciende, y que nos recuerdan el
cielo y mar nuestro, no admite improvisación sino que exige una prioritaria dedicación,
aplicando el primero de los preceptos del Decálogo dado por Dios a Moisés en lo
alto del monte Sinaí: “Amarás a Dios
sobre todas las cosas”.
Campaña del Sagrado Corazón 2021
El rojo: La liturgia reserva este color para la celebración de sus mártires y del Espíritu Santo. Evoca aquel fuego que se posó sobre los apóstoles el día de pentecostés, el que les permitió cambiar el espíritu de incertidumbre, de duda y de temor, por la fuerza recibida de cada uno de los siete dones dados por el Espíritu Santo por el cual cumpliría fielmente el mandato de Jesús. “Id al mundo entero anunciando todo lo que yo les he enseñado y bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (San Mateo, XXVIII,
La fidelidad llevada al extremo de “dar la vida por los suyos”, implica que el martirio no es
consecuencia del ciego impulso de una pasión desbocada o de un sentimiento cuya
fragilidad parece depender de las ganas del momento, sino que responde a una voluntad aquilatada
por una vida jalonada en la virtud y santidad. La Vida Eterna es un don que no
admite una negligente improvisación.
La sangre de los mártires no se desparrama sino que se derrama,
puesto que, no es una vida que se pierde
sino que se ofrece, una vida que no se roba sino que se regala en vistas a la obtención
de un bien no sólo mayor sino definitivo.
Santa Misa Colegio Reñaca 2021 |
El espíritu de sacrificio debe manifestarse como parte de un
verdadero amor a la Patria, el cual, es por extensión parte del cuarto de los mandamientos
de la Ley de dios que exhorta a “honrar al padre y la madre”. Nuestros padres
nos legaron un vida inscrita en este territorio del que somos herederos y
responsables, de una cultura de la que formamos parte y estamos llamados a
enriquecer con creatividad.
Como precepto que es no es una realidad facultativa, que dependa de la buena intención de un momento, sino que ha de cumplirse con total fidelidad sabiendo que Dios ha prometido “largos días de vida” a quien se dedica a cuidar a sus padres, y en consecuencia, a la Patria.
El blanco : Denota pulcritud, pureza, limpieza. Para nosotros es una
invitación a cumplir las palabras del primer sermón dado por Jesús cuando nos
dijo: “Bienaventurados los limpios de
corazón porque verán a Dios”. La voluntad de Dios se descubre por medio de
un corazón limpio, en tanto que la turbiedad del pecado imposibilita hacer lo
que Dios nos pide, pudiendo avanzar con dificultare y temor, lo cual conlleva
un acrecentado espíritu de duda y crispación, que parecen caracterizar nuestros
tiempos.
Colegio Mckay Santa Misa Chile |
Los actos de corrupción que se descubren en todo ámbito de
nuestra sociedad, tienen su origen en la falta de rectitud de intención.
Nuestra intención es recta cuando Cristo es el fin y el motivo central de todas
nuestras acciones. La pureza de
intención es verdadera presencia de Dios quien, en Jesucristo está en medio de
nuestras acciones, lo cual, debe ser lo
más evidente y transparente aplicando el antiguo refrán romano: “la esposa del cesar no sólo debe serlo,
sino parecerlo”.
Recordemos que la virtud e integridad de cada una de nuestras
acciones y palabras deben ser capaces de
aprobar la auditoria de nuestra
conciencia, que como voz interior de Dios nos permite descubrir si cumplimos su
voluntad.
Para ello, buscar hacer el bien por amor a Dios, evitando que
prime la búsqueda del lucimiento, la buena fama y la estima sobre el hacer las
cosas para mayor gloria de Dios. Dice Jesús: “guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres con el fin de que os vean, de
otro modo no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos”
(San Mateo).
Hasta lo que aparentemente es muy noble, bueno y “santo” puede corroer la falta de una recta intención. Por esto, es necesario examinar con frecuencia la razón por el cual actuamos de determinada manera, resultando fundamental detenerse en la mirada de Dios y no en la de los demás ni siquiera en la de uno mismo. Actualmente diversas técnicas de “autoayuda” y “reflexiones” se anteponen hasta el punto de hacer casi inexistente la mirada de Dios respecto de nuestras obras e intenciones.
Cada vez que consideremos el color blanco de nuestro emblema
patrio hemos de recordar la necesidad de tener a nivel personal y social un
cuidado especial sobre las reales motivaciones que subyacen en nuestro obrar,
pero también, en lo que uno desea, pues la medida que Jesús exige incluye lo
que muchas veces permanece oculto en el corazón. La rectitud de intención procura responder no
a lo que yo quiero, a los otros quieren,
sino a lo que Dios quiere. Al fin de nuestro paso por el mundo Jesús no
considerará si fuimos del selecto
estamento de los “lideres”, si
éramos parte de los “influencer”, si
participamos del grupo de los “populares”,
sólo verá la rectitud de intención, la alba santidad de cada corazón, de
cada alma.
¡Que Viva Cristo Rey!
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