TEMA : “MIL
AÑOS EN TU PRESENCIA SON UN AYER QUE PASÓ” (Salmo LXXXIX, 4).
FECHA: LITURGIA EXEQUIAL DOÑA LUCÍA HIRIART RODRÍGUEZ DE
PINOCHET 2021
Queridos
hermanos. Lucía, Augusto Osvaldo, Verónica, Marco Antonio y Jacqueline.
1.
“La
vida fue dada para buscar a Dios”.
“E irán los justos a la Vida Eterna”.
Con estas palabras Jesús culmina sus palabras al momento de invitar a vivir la
caridad fraterna. Son las enseñanzas basilares que el catecismo refiere a la
vocación de todo bautizado: “Ser
ciudadano del cielo” (Filipenses III, 20).
Para
alcanzar esa meta de santidad –querida por Dios- hemos de procurar en todo
momento “buscar su rostro” como reza
el Salmo (XXV, 8) para
lo cual, entendemos que no hay una edad, ni una etapa o una función ideal, sino que es una búsqueda
que va de la mano con cada una de las jornadas de vida que el Buen Dios nos
concede en la ilimitada generosidad de su gracia.
En
ocasiones, pensamos que si hubiésemos vivido décadas atrás, en otros lugares,
si entonces, andaríamos tras los pasos
de Jesús, mas como creyentes asumimos
que son estos los tiempos propicios, desplegados
por Jesucristo, para la búsqueda
incansable de una vida donde las palabras y acciones vayan de la mano no como
desconocidas, sino como parte de una vida que porque no ha dejado de buscar, no
deja de encontrar.
La
vida de doña Lucía Hiriart de Pinochet, ex Primera Dama de la Nación, desde su
inicio estuvo marcada por esa inquietud propia del creyente, que ante la persona
de Cristo sabe que debe o seguirlo en toda circunstancia y tiempo o abandonarlo
y enfrentar su libérrima voluntad. El carácter absoluto que entraña nuestra condición
de “Dei Capax” implica
finalmente, una opción que da sentido a
toda nuestra la vida. Ahí subyace la fantasía y novedad, donde descubrimos que
Dios no cansa ni se cansa.
Por
esto, quien verdaderamente procura buscar a Dios y le encuentra, le parece que
el tiempo es breve, que toda una vida es corta, cuando se plantea desde que los
años cumplidos aquí son un trampolín para la eternidad. Nuevamente nos ilumina
la Santa Biblia: “Mil años en tu
presencia, Señor, son un ayer que pasó” (Salmo
LXXXIX, 4).
MISA EXEQUIAL PARQUE
DEL RECUERDO SANTIAGO DICIEMBRE 2021
Sin
duda, la receta de una “eterna
juventud” está en procurar vivir en amistad con Dios, en sintonía fina con
cada uno de sus preceptos, procurando
que los impulsos del corazón y las razones de nuestra mente, palpiten y discurran en los del Sagrado Corazón
de Jesús que dijo: “Aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas” (San
Mateo XI, 29).
Sorpresa
tuve el día de mi último cumpleaños cuando recibí un llamado de saludo e invitación
de doña Lucia a celebrar la Santa Misa de Campaña en su hogar. Luego de largos
meses de confinamiento a causa de la pandemia ella asistió y participó en la Eucaristía,
recibiendo –a la vez- el sacramento de
la extremaunción. Estaba muy feliz de poder comulgar nuevamente, centrando su
mirada atenta en el recuerdo de cada uno de sus descendientes. Me sorprendió su
espíritu joven y alegre a pesar de tener dificultades para desplazarse,
aplicando a sus pasos el antiguo refrán italiano que me sea permitido citar: “Chi va piano, va sano, chi va sano, va
lontano” (Quien va despacio, va seguro; quien va seguro, va lejos”.
Como
creyentes que somos, asumimos que cada
día de nuestra vida está contado por Dios, quien nos creó, nos encamina con su
gracia, y nos convoca en el momento de mejor disposición de nuestra alma,
particularmente esto se aplica a quien fue reconocida devota del Sagrado
Corazón y cobijada bajo el manto protector de la Santísima Virgen con el uso de
su escapulario y rezo frecuente del Santo Rosario.
2. “La muerte
fue dada para encontrar a Dios”.
La
muerte para un creyente, implica una ganancia. En toda época las almas amigas
de Dios al momento de partir de este mundo lo han hecho con mirada limpia,
serena, en paz y con un grado no menor de felicidad, puesto que, como buscaron con ahínco cumplir el programa
de vida que Dios les entregó, el hecho de partir, es asumido como el momento de llegar. ¡Quién
mejor que los santos perciben lo que enseña la Sagrada Escritura!: “Mejor es un día en tus atrios, que mil
fuera de ellos” (Salmo LXXXIV, 10).
El
Evangelio nos presenta a Jesús que invita a la bienaventuranza a cuantos han sido fieles en el cumplimiento
de sus designios. Para ello, la “carta de presentación” ante el juicio
definitivo son el cumplimiento de las obras de misericordia espirituales y
corporales: “Lo que hicisteis con el más
pequeño de ellos a mi lo hicisteis”.
Actualmente
para ingresar a cualquier lugar público se toma la temperatura con un termómetro
digital, de modo semejante, para entrar en el Cielo se medirá la “temperatura” de la caridad referida no
sólo a los que más necesitan sino a lo que mejor requieren que es el don de la
fe en la persona de Cristo.
Sabemos
que el amor a Dios es prioridad permanente en la vida de los mejores hijos de
la Iglesia, entre los que rezamos estén nuestros seres queridos que han partido,
especialmente doña Lucía Hiriart y su recordado esposo, con quien compartió de
manera perseverante durante 63 años el voto hecho ante el Buen Dios el día de
su santo matrimonio. Por esto, recordamos las palabras dirigidas a su esposa
por el soldado más antiguo del mundo al
dejar las filas tras sesenta y cinco años
en su institución: “a mi querida
esposa, vayan mis cariñosos sentimientos de amor y gratitud porque ha sido para mí fuente inagotable de apoyo y comprensión,
en estos 55 años de caminar juntos y sin desmayo, siempre he visto la compañera
abnegada, a veces heroica, porque en todos los imperativos que exige la dura
vida de las armas en ella he visto la verdadera mujer del soldado, valiente y
abnegada”.
Tal
compromiso y dedicación no se detuvo en los suyos, sino que además se expandió
al resto de la sociedad impulsada por el ejemplo de vida creyente de don Mario
Hiriart, un familiar cercano reconocido por la Iglesia como venerable que
escribió: “El sentido de nuestra vida es
el amor, mediante el amor y para el amor”.
PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ DIOCESIS DE VALPARAÍSO CHILE |
Durante
años impulsó, como Primera Dama de la Nación, la creación y perfeccionamiento
de sinnúmero de obras de beneficencia como son la Corporación Nacional del
Cáncer, el Comité de Jardines Infantiles y Navidad que atendía a niños en edad
preescolar, y CEMA Chile apoyando los centros de madres extendidos a lo largo
de todo chile donde cien mil voluntarias fueron receptivas de una prolija
formación, se transformaron en sujeto de servicio y transformación en su entorno, aplicando el
conocido refrán: “una mano lava la otra”.
En
la última oportunidad que celebré Misa en su hogar hace poco, conversando sobre
lo que significó aquella obra, recordaba
cómo hubo localidades donde determinados oficios lograron que la dueña de casa,
contribuyera con su propio sustento a
remar junto al de su cónyuge en el mantenimiento del hogar. Una obra de
promoción de la mujer y madre encomiable e imitable especialmente para nuestros
días marcados por la superficialidad, la violencia y el egoísmo.
Así
fue como las manualidades, que para unos
puede constituir un hobby, en aquel
tiempo se transformó en sustento real para las familias, gracias a una
labor hecha con el amor de mujer lleno
de creatividad, dedicación, y constancia.
Nuestra
partida de este mundo, para transitar hacia lo que es definitivo no admite
improvisación, pues, asumimos que se
muere como se vive: ¡Tal vida, tal muerte!
Por
esto, Jesús hoy nos dice que la carta de presentación para quien llega a
las puertas del cielo, son las obras de bien realizadas en el nombre de
Jesucristo, en cada una de las modalidades descritas por Jesús y en infinitud
de otras que nacen de colocarse tras sus pasos, recordando que lo hecho por
cada uno de los más necesitados, el Señor lo asume como algo personal: “a mí me lo hicisteis”.
Como
hija, hermana, esposa, madre, abuela y bisabuela, encontramos que doña Lucia
Hiriart de Pinochet procuró permear cada etapa y época de su vida con el
imperativo de seguir los pasos de Jesús, en oportunidades, con el gozo de la misión cumplida, en otras
con la incertidumbre y temor ante la maldad, de una injusta persecución e
ingratitud, en la que no estuvo exenta esa firmeza propia de la mujer de esta
tierra bendita en los mil días de tinieblas que no fue óbice para que aquella
sonrisa tan característica desde su juventud se mantuviese inalterable hasta
sus últimos días, pues su confianza la tenía puesta en el Señor.
La
Primera lectura proclamada hoy nos hablaba de las palabras de una mujer y madre
que valientemente enfrenta a los poderes de su tiempo. ¿De dónde saca esa
fuerza interior? Nada mejor que citar el consabido Boceto a una Madre escrito
por un obispo chileno: “Hay una mujer que
tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la
incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que siendo vigorosa se
estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la
bravura del león”
(Mons. Ramón Ángel Jara 28 abril 1888).
PADRE JAIME HERRERA GONZALEZ / PADRE RAÚL HASBUN ZAROR |
3.
“La
eternidad fue dada para poseer a Dios”.
Si
miramos a Jesús en lo alto de la Cruz, nos relata el evangelista San Juan que la
Santísima Virgen “estaba de pie junto a la cruz” (San
Juan XIX, 25-27),
enseñando a cada uno de los discípulos, que a esa hora a la distancia miraban
los acontecimientos del Gólgota, que cumpliría plenamente el mandato dado por
nuestro Señor momentos antes de expirar: “Madre,
ahí tienes a tu hijo”…por lo que el discípulo que estaba ahí diligentemente “la recibió en su hogar”, en su vida y
corazón.
En
la segunda lectura el apóstol San Pablo en el Nuevo Testamento, compara la vida
del creyente como una carrera, donde
nos esforzamos por avanzar para alcanzar un premio, que no es una medalla dada
por otros, ni se detiene en el solo logro de un vencimiento personal, sino que
tiende a estar con Dios. En la última olimpiada desarrollada en Japón, una conocida deportista cayó en medio de la carrera. Más, con diligencia se sobrepuso
logrando sobrepasar a otras trece corredoras, alcanzando el primer lugar.
Muchas
veces en la vida podemos tener la tentación
ante una dificultad de quedarnos inmóviles en medio del problema, o de
paralogizarnos en la búsqueda de posibles culpables de nuestra desventura o por
ira golpear y destruir lo que es nuestro entorno. Al mirar la caída de esa
deportista habría sido comprensible condolerse con ella y aceptar que se quedara
tendida a causa del dolor, más se puso de pie, salió adelante, y llegó a la
meta en primer lugar.
Hermanos:
Queridos jóvenes y niños, tanto la deportista citada y aquella por quien hoy
rezamos esta Santa Misa, nos enseñan que cuando tenemos claro hacia dónde hay
que llegar, que es la meta del creyente llamado a la resurrección, entonces la
vida se puede asumir con esperanza, con alegría y con una capacidad de enfrentar
dificultades que para un incrédulo es
sorprendente, pero para para el que coloca su vida en Jesús, entiende que sólo Él es “Camino, Verdad y Vida.
Seguir
sus pasos nos lleva a vivir largos años, seguir sus camino nos lleva a aquel
lugar que “ni ojo ha visto, ni oído a
escuchado, ni mente ha llegado a imaginar lo que Dios tiene preparado para
quienes le son fieles” (1 Corintios II, 9).
Por
esta razón, imploramos por intercesión de nuestra Madre del Cielo por el
descanso eterno del alma de doña Lucía Hiriart de Pinochet, Ex Primera Dama de la Nación, que pueda, en
virtud del sufragio de nuestra Santa Misa, escuchar la voz del mismo Señor, y ver el
santo rostro de Jesús, que a cada alma bienaventurada le dice al llegar al
puerto claro de la salvación: “¡Venid
Bendito de mi Padre al lugar preparado para ti desde toda la eternidad”
¡Que Viva Cristo Rey!
Amén.
CEMENTERIO PARQUE DEL RECUERDO EN SANTIAGO DE CHILE
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