TEMA : “NO VAYAS TRAS TUS PASIONES, REFRENA TUS
DESEOS”.
FECHA: MES DE MARIA /
VIRTUD DE LA TEMPLANZA / AÑO 2021
Es
un hábito, es decir, una conducta reiterada y asumida, que “modera”
el deseo de los diversos placeres, procurando el buen uso de los bienes
creados.
Apunta
esta virtud a dar cumplimento, desde Dios,
de lo indicado al comienzo de la revelación: “Creced y multiplicados” y luego: “Dominad la tierra y sometedla”, lo que implica que si fuimos
creados luego del resto de la naturaleza estamos invitados a cuidarla
diligentemente.
Como
virtud, la templanza faculta a tomar “las
riendas” de nuestros gustos y deseos. En el Antiguo Testamento se nos dice:
“No vayas detrás de las pasiones, tus
deseos refrena” (Sabiduría XVIII.30).
La templanza nos asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos.
En
todo orden de cosas se requiere la moderación de los sentidos, en nuestras mascotas
el instinto tiene la última palabra en su actuar, pero, en el hombre no pueden tener el punto final respecto
de lo que debemos hacer. Nuestra vida no puede ser como la de un trompo que gira por la fuerza centrífuga
y en el piso se mueve por la fuerza de gravedad.
Las
diversas pasiones que toda persona posee, pueden y deben ser encaminadas
mediante el ejercicio de la virtudes, especialmente de la templanza cuando se trata
de los deseos, por ejemplo, el de comer,
de beber, de divertirse, o de hacer deporte. Puedo ser aficionado al deporte
pero si quiero ser bueno debo regular tempranamente su ejercicio. En el plano
alimenticio no podemos liberar la pasión de comer y desatar los nudos de los
que nos gusta, por ejemplo, comiendo sólo un determinado alimento, pues
finalmente enfermaríamos.
Algo
semejante pasa con nuestra alma. Por ello, si queremos forjar el carácter y
fortalecer la voluntad hay que recurrir a la gracia, la cual supone y perfecciona la naturaleza. Debemos
pedir a Dios la perseverancia en el ejercicio de la fortaleza puesto que una de
las debilidades más características en la formación de nuestra Patria, radica en el “espíritu consentidor” que busca satisfacer ilimitadamente lo que
uno se vio privado, no exigiendo esfuerzo ni dedicación alguna en la vida cotidiana.
En la base de pretender una vida de derechos sin deberes está la falta del
ejercicio de la virtud de la templanza.
En
la actualidad, se quiere todo fácil e inmediato, y bien sabemos que ni en la
naturaleza ni en la vida espiritual es buena la bipolaridad. La virtud no ha de
ser vista como un muro sino –más bien-
como un camino que encauza y regula nuestro avance, por lo que podemos gozar de
los bienes dados por Dios de modo ordenado sin desviarnos del fin que es
alcanzar la felicidad en una vida santa, iniciada aquí y que tendrá su plenitud
en la Vida Eterna.
Solemos
valorar a las personas cuando tienen un “señorío”, que no es otra cosa que
aquella capacidad de una regulación en su vida que les faculta para enfrentar
imprevistos y dificultades por una parte, como también –la ausencia de
templanza lleva a una vida cuyos excesos de toda índole afectan la vida, y
hasta la salud.
La
virtud de la templanza implica poseer un autodominio, al que la Biblia nos
invita: “Por lo mismo, poned todo empeño
en unir a su fe una vida honrada; a la vida honrada, el conocimiento; al
conocimiento, el dominio de sí mismo;
al dominio de sí mismo, la paciencia; a la paciencia, la religiosidad sincera;
a la religiosidad sincera, el aprecio fraterno; y al aprecio fraterno, el amor.
Pues si poseéis todas estas cosas, no quedaréis inactivos ni estériles en orden
al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2
San Pedro I, 5-7).
Templanza y trabajo: Un
medio que resulta muy eficaz para la vivencia de la virtud de la templanza lo
constituye el mundo del trabajo, incluido –por cierto- el ámbito de la
educación, dónde la relación interpersonal nos ofrece muchas oportunidades para
regular nuestros deseos en beneficio del prójimo. Decía San Juan Bosco que “la templanza y el trabajo son los mejores
custodios de la virtud”.
Templanza y caridad: La
voluntaria moderación ante un placer puede subliminarse
si de aquella privación somos capaces de
ir en auxilio de quien lo necesita. Una voluntaria privación que se ofrece
constituye una verdadera liberación de aquellas pasiones y deseos que en
ocasiones desean mantener esclava nuestra voluntad. Los diversos voluntariados
existentes en la década del setenta y ochenta en Chile, que abarcaron múltiples
campos, se caracterizaron por tener gran eficacia a la hora de servir porque
subyacía la convicción que uno se privaba de algo propio, legítimo en bien de
quienes con urgencia lo requerían. El individualismo de una sociedad pagana ha
terminado con muchos voluntariados
porque resulta casi imposible que del desenfreno moral lleno en la vida
personal tenga como fruto el bien de los que están a su alrededor.
Templanza y disciplina: No
menor resulta el mundo donde la disciplina se vive como camino progresivo de
formación. Habitualmente la familia es la primera fuente educativa donde se
aprenden distintas normas disciplinares que resultan necesarios para la vida al
interior del hogar, por ello los padres
de familia no pueden abstraerse de aplicar en justicia, con prudencia, con
templanza, la disciplina en casa, lo cual,
no puede dejar de implementarse –sin grave daño al no hacerlo- en bien
de quienes están formándose. Por esto, el mundo de la educación o invita a
vivir positivamente la virtud de la templanza o termina esterilizando todo proceso formativo, no hay posibilidad
intermedia en este ámbito.
Nuestra
Madre del Cielo, resulta imposible no verla como dueña de sí misma, con pleno
señorío en cada uno de sus actos. Por esto,
la denominamos “Nuestra Señora”. Etimológicamente “señorío” proviene de “Dominus”, que es el nombre con el cual reconocemos
el poder de Dios mismo, de tal manera que, asociada la Virgen Madre al misterio
de la redención desde el primer instante de la Encarnación del Verbo, puede y ha de ser reconocido su señorío bajo
el nombre de Nuestra Señora, y por la huella de Dios –el Señor- en todas sus
palabras y en cada una de sus acciones.
Imploremos
al Señor Jesús poder participar de cada una de las virtudes cardinales
(morales) en este Mes de María, puesto que,
en la oración de inicio hemos dicho que
“el mejor regalo de tus hijos son las virtudes”, una de la cuales es la de
la templanza que hoy hemos recordado.
Los
Invito en este noveno día del Bendito Mes de María a hacer oración: ¡Señor,
concédeme la gracia de cdrecer cada dia a tu lado; envíame a tu santo nEspíritu
para que mis efuerzos cotiodianos me lleven a ser mejor cristiano, a no dejarme
llevare por lo negarivo, a que me venzan los caprichos y los deseos mundanos, a
tomar aquello que no es agradablke a Dios! ¡Concédeme la gracia Señor, de
dominar mis impulsos y ser siempre dieño de mi no dejándome vencer por las
acechanzas del demonio! ¿Envíame, Señor, a tu Santo Espíritu para que sea
siempre consecuente con mis pensamientos, palabras y acciones! ¡No permitas,
Señor, que vaya siempre justificando mis actos y dando falsos pretextos cuando
he hecho mal las osas o no simplemente no he actuado bien! ¡No permitas que mi
voluntad venza por ello ayúdame, Señor,
a hacer la voluntad de tu Padre!
¡Concédeme
Señor, la humildad para darme a los demás, para que sea consiente de mi
pequeñez, de mis debilidades, de mi necesidad de Ti! ¡Dame el don del respeto
al prójimo para valorarlo y no juzgarlo! ¿Permíteme tener siempre una
conciencia recta que no navegue entre las olas del qué dirán! ¡Ayúdame
a comprender al prójimo, al que más cerca tengo, y dame la sabiduría para saber
orientarle siempre en sus necesidades! ¡Concédeme la gracia de saber
sacrificarme y mortificarme por Ti y por el prójimo! ¡Borra de mi corazón la
soberbia y el egoísmo, mis comodidades, mis autosuficiencias, mi utilitario, mi
permisividad, mi tibieza porque quiere acercarme más a Ti! ¡Ayúdame, Señor, a
mantenerme siempre firme en mis principios y a controlar impere lo que pienso,
lo que digo y lo que hago por mi propio bien y para honrarte a Ti y a los
demás! ¡Bendíceme, Espíritu Santo, con esta valiosa virtud!
¡Que
Viva Cristo Rey!
No hay comentarios:
Publicar un comentario