TEMA : “LA
VIRGEN MARÍA COMO TRONO DE SABIDURÍA”.
FECHA: DON
DE SABIDURÍA /
MES DE MARÍA / AÑO
2021.
Durante este Mes de María
estamos viendo cómo el Espíritu Santo vivió en el corazón de la Virgen. Una antigua
letanía la reconoce como “Trono de Sabiduría”,
pues al haber sido constituida como “llena
de gracia” su corazón estuvo permanentemente “dichoso” y “realizado” en el
amor de Dios.
Sabemos que uno de los síntomas de la gripe
suele ser la pérdida del sentido del gusto. Si uno carece de ese “sabor” es muy posible que prefiera prescindir
de comer porque no le encuentra mayor sentido el hacerlo; si uno tiene no “ganas” de estar en un lugar o se
margina o se retira prontamente de ese espacio. Si no está a gusto mejor no
estar. Dios conocedor de nuestra naturaleza sabe que el “gusto” o “sabor”
contribuyen para ser perseverantes, en previsión a ello, envía al Espíritu
Santo con el don de sabiduría que
permite gustar respecto de lo que a Dios refiere, a nivel personal y en medio
de la vida de la sociedad.
MES DE LA VIRGEN MARIA AÑO 2021 |
Las palabras que la
Virgen María pronunció y que conocemos como El Magníficat muestran el gozo que
había en su alma al experimentar el amor de Dios que inunda todo su ser,
permitiendo lo que hoy llamaríamos como su “realización”
en todo ámbito.
Dijo la Virgen María: “Mi alma se alegra en Dios mi salvador
porque ha mirado la humildad de su sierva, desde ahora me felicitaran todas las
generaciones porque ha hecho obras grandes en mi”. Un canto nacido de la caridad,
de la esperanza y de la fe, las
cuales, se expresan por una alegría por
vivir, que no está supeditada a las circunstancias favorables sino que hunde su
raíz en experimentar vivamente el amor de Dios en su vida, lo cual, no quedó encerrado en el ámbito individual
sino que se mostró como ícono hacia todos los que estuvieron con ella en
momentos de gozo como en la celebración de las bodas en Cana de Galilea, de incertidumbre
en medio de predicación publica o de
dolor como lo0 estuvo junto al misterio de la Cruz.
El don de sabiduría no es una ayuda “eventual” o pasajera, sino que es una
gracia permanente recibida en el sacramento de la confirmación por medio de la
cual, se adquiere un gusto especial en
vistas al amor de Dios en nuestra vida por lo que nos permite vivir más
intensamente, más gustosamente, sin ese espíritu abúlico y melancólico que
suele caracterizar al progresista
liberal.
Un católico que vive
en el don de sabiduría puede permear
todas sus actividades con una pasión, con una entereza y una perseverancia
sorprendente, porque no responde al solo ejercicio de determinadas virtudes
humanas, sino que devienen directamente como obra de Dios realizada en el
Espíritu Santo.
SANTA MISA MES DE MARIA REÑACA |
Lo que aplicable al
ámbito personal lo es –también- al de la vida en sociedad. Por ello, las
virtudes públicas pueden verse fortalecidas gracias a que cada creyente que ha recibido
el don del Espíritu Santo puede contagiar de ese “sabor” las diversas realidades temporales y contingentes,
incluidas aquellas donde las particulares circunstancias las parezcan tener más
encriptadas como es hoy el mundo de la vida pública o política donde en los
últimos dos años se ha experimentado una violencia antihumana y anticristiana,
con la quema de miles de fuentes de trabajo, de numerosos templos, de decenas
de hogares, y hasta de personas vivas
tal como aconteció con un matrimonio de ancianos en la región de la Araucanía.
Nuestra oración se ve
fortalecida por el don de la sabiduría,
por medio de la cual, podemos mantenernos constantes y confiados en la promesa
hecha por nuestro Señor Jesucristo en orden a que todo lo que imploremos con fe
en Su nombre nos será concedido. Un católico que cree en Dios y sui Iglesia
siempre permanece atento y presto, en todo momento es “pro activo” en lo que se
refiere a cumplir la voluntad de Dios como un verdadero apóstol, donde los
tiempos recios son percibidos como los
tiempos más favorables para la virtud y para crecimiento en la santidad.
Extendámoslo bien:
¡Todo lo que refiere a Dios no cansa ni aburre! En cambio, es la ausencia de una verdadera y autentica vida cristiana
lo que corroe y confiere al alma un espíritu abúlico lleno de pereza y hastío, por
lo que el desencanto de muchos cristianos de nuestro tiempo, encaminado al
extremo de la apostasía, no subyace de
modo exclusivo en las faltas ajenas sino que, más bien, se deben en la mayoría de los casos, a la
carencia del don de sabiduría, puesto
que no se le pide a Dios que haga morada de la sabiduría en nuestras almas,
como el dulce huésped del alma, y como
sí lo es, de modo singular, el corazón de Nuestra Madre Santísima: ¡Trono de la
Sabiduría!
¡Que Viva Cristo Rey!
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