lunes, 2 de septiembre de 2024

 

TEMA  :    “UNA SOCIEDAD CON EL EVANGELIO EN SU ALMA”

FECHA: HOMILÍA / DOMINGO XXII°  / SEPTIEMBRE / 2024

Celebrando nuestra Santa Misa correspondiente al Domingo Vigésimo Segundo del tiempo común del Año Litúrgico, iniciamos el Mes de Septiembre, en el cual, desde hace varios años celebramos el Mes de la Biblia. De modo especial, rezaremos cada día a la Virgen Patronal de la Parroquia y de la Ciudad de Valparaíso, por las necesidades espirituales y materiales del Chile empobrecido y violentado en una espiral que se inició por la implementación de leyes nacidas de un espíritu manifiestamente anticristiano.

Dice un antiguo refrán que “la mentira tiene piernas cortas”, por lo que que  se descubre con prontitud, tal como por ejemplo lo hemos visto en las noticias donde abundan los fraudes, colusiones, y una violencia que parece incontrolable.

En ocasiones, cuando hablan de los males nuestros mayores -a quienes seguimos en sus años de modo irremediable- suelen repetir otro refrán ante un mal mayor inesperado: “! Esto es acabo de mundo!”. En realidad, qué podríamos decir si vemos que el bien se muestra como el mal y el mal como el bien, pues madres que eliminan a sus hijos, padres que olvidan a sus hijos, hijos que se colocan de acuerdo para eliminar a su padre, hijo que roba el celular de su madre para enviar wasap pidiendo dinero, jóvenes que consumen droga y alcohol llegando a ser el país con mayor consumo en América del sur.

Percibimos cotidianamente las consecuencias de erigir una sociedad que se levanta de espaldas a Dios, no sólo con el barniz del indiferentismo sino ya -a rostro descubierto- de explicita aversión contra todo lo que tenga que ver con Dios.

La pregunta que escuchamos en la primera lectura del libro del Deuteronomio devela la sabiduría de quienes se sabían elegidos y beneficiados por el Señor al decir: “¿Hay alguna Nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor nuestro Dios siempre que le invocamos?” (Deuteronomio IV, 7).

 

A lo largo de nuestra vida, hemos experimentado de muchas maneras cómo el Señor ha cuidado de nosotros. Lo ha hecho de manera paternal, por lo que, con su grandeza, su iniciativa, y su bondad ha cubierto de cada uno de nuestros pasos. Se ha presentado previniendo nuestras caídas y levantándonos en medio de los tiempos recios de la duda, la incertidumbre y la persecución. No ha desatendido ninguna de nuestras plegarias, particularmente cuando nuestros proyectos parecían derrumbarse, verificando  lo que sentencia el Salmo XV en este día: “Con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen al Señor Dios” (Salmo XV, 4).

Los que confían en el Señor habitualmente tenderán a estar en sintonía fina con los preceptos de Dios. Quien teme al Señor andará por el “carril” de la voluntad de Dios, evitando descarrilar por un camino distinto. ¡Todos sábenos a qué lleva avanzar por carriles propios!

Es lo que pretendieron hacer quienes en la antigüedad alzaron una torre en Babel que fuese rival de Dios. Pretérita es la audacia humana de prescindir de los dictámenes del Señor para cada uno y nuestra sociedad, constatando que el podemos “por un tiempo alzar un mundo sin Dios, pero ese mundo pronto se vuelca contra el hombre”.

Si miramos a uno y otro lado de nuestra sociedad verificamos la sabiduría de las Palabras del Papa que vino de un lugar lejano. Sin duda, son muchos los signos de indignidad que constatamos en la sociedad nuestra en la actualidad.

Hace unos días hubo un dirigente local que sostenía que no había hecho nada malo, ni había robado y que tenía las manos limpias. Mas, la Sagrada Escritura invita no sólo a evitar hacer lo malo sino a positivamente hacer el bien, por lo que la actitud de sólo no hacer el mal es objetivamente una actitud mediocre, que esteriliza el bien. Por tanto, aplicado este principio a la vida publica ocasiona el incumplimiento del bien debido que extiende la miseria. No hacer el bien debido a quien corresponde es hurtar con guante blanco, con el agravante que no se nota el mal cometido con un bien debido no realizado. Es lo que ha pasado en nuestra ciudad de Valparaíso: La inacción evidente de las autoridades comunales ha ocasionado un creciente empobrecimiento local y una migración de empresas y familias desde hace ocho años, al punto de ser una ciudad que ha perdido parte importante de su población.

El Evangelio de hoy nos invita a purificar nuestros corazones, pues el Él recibimos la gracia de Dios y en ese corazón pueden despertar los malos sentimientos que se exteriorizan en las acciones desordenadas descritas por el Señor: “Del interior del corazón de los hombres, salen las intenciones malas” (San Marcos VII, 21).

¿Cuáles son?: “Fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez…Todas estas perversidades salen del interior (del corazón) y contaminan al hombre” (San Marcos VII, 21).

No basta con el hecho de promover una debida ecología respecto de la naturaleza que no puede ser tratada de cualquier manera y con ligereza, además, y, sobre todo, urge promover una “ecología moral” en la vida de los creyentes insertos en la sociedad.

Sólo de esta manera, quienes temen a Dios, reconocen su soberanía y supremacía sobre todas las cosas, recibirán la bendición del Señor a lo largo de su vida y servirán más eficazmente orden a la edificación de la ciudad (sociedad) donde Dios impere, lo que traerá un clima de paz cívica, de honradez en las costumbres, de progreso espiritual y material, que tan necesario resulta a la hora presente en nuestra deprimida ciudad.

Con frecuencia hemos dicho que los santos son los mejores constructores de la sociedad, por lo que todo lo que apunte a fortalecer la vida espiritual, a estrechar los vínculos religiosos, a acrecentar la caridad fraterna, más allá de un espíritu altruista espurio, tenderá al crecimiento y progreso de nuestra comunidad. Recordemos las palabras de Apóstol Santiago que hemos escuchado: “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo” (Santiago I, 27).

Al inicio del Mes de la Patrona de nuestra Parroquia, la Virgen de las Mercedes de Puerto Claro, presente en nuestra ciudad de Valparaíso desde el Siglo XVI, y alzado como Patrona de Valparaíso, imploramos nos obtenga del Cielo la gracia de fidelidad a Dios con el fin de poder servir mas y mejor a quienes mas lo necesiten a lo largo del Gran Mes de Nuestra Patria donde celebramos nuestra Primera Independencia Nacional. ¡Que Viva Cristo Rey!












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