TEMA : “UNA SOCIEDAD CON EL EVANGELIO EN
SU ALMA”
FECHA: HOMILÍA / DOMINGO XXII° / SEPTIEMBRE / 2024
Celebrando nuestra Santa Misa
correspondiente al Domingo Vigésimo Segundo del tiempo común del Año Litúrgico,
iniciamos el Mes de Septiembre, en el cual, desde hace varios años celebramos
el Mes de la Biblia. De modo especial, rezaremos cada día a la Virgen Patronal
de la Parroquia y de la Ciudad de Valparaíso, por las necesidades espirituales
y materiales del Chile empobrecido y violentado en una espiral que se inició
por la implementación de leyes nacidas de un espíritu manifiestamente
anticristiano.
Dice un antiguo refrán que “la
mentira tiene piernas cortas”, por lo que que se descubre con prontitud, tal como por
ejemplo lo hemos visto en las noticias donde abundan los fraudes, colusiones, y
una violencia que parece incontrolable.
En ocasiones, cuando hablan de
los males nuestros mayores -a quienes seguimos en sus años de modo irremediable-
suelen repetir otro refrán ante un mal mayor inesperado: “! Esto es acabo de
mundo!”. En realidad, qué podríamos decir si vemos que el bien se muestra
como el mal y el mal como el bien, pues madres que eliminan a sus hijos, padres
que olvidan a sus hijos, hijos que se colocan de acuerdo para eliminar a su
padre, hijo que roba el celular de su madre para enviar wasap pidiendo dinero,
jóvenes que consumen droga y alcohol llegando a ser el país con mayor consumo
en América del sur.
Percibimos cotidianamente las consecuencias
de erigir una sociedad que se levanta de espaldas a Dios, no sólo con el barniz
del indiferentismo sino ya -a rostro descubierto- de explicita aversión contra
todo lo que tenga que ver con Dios.
La pregunta que escuchamos en la
primera lectura del libro del Deuteronomio devela la sabiduría de quienes se
sabían elegidos y beneficiados por el Señor al decir: “¿Hay alguna Nación
tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor nuestro Dios
siempre que le invocamos?” (Deuteronomio IV, 7).
A lo largo de nuestra vida, hemos
experimentado de muchas maneras cómo el Señor ha cuidado de nosotros. Lo ha
hecho de manera paternal, por lo que, con su grandeza, su iniciativa, y su
bondad ha cubierto de cada uno de nuestros pasos. Se ha presentado previniendo
nuestras caídas y levantándonos en medio de los tiempos recios de la duda, la
incertidumbre y la persecución. No ha desatendido ninguna de nuestras plegarias,
particularmente cuando nuestros proyectos parecían derrumbarse, verificando lo que sentencia el Salmo XV en este día: “Con
menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen al Señor Dios” (Salmo XV,
4).
Los que confían en el Señor habitualmente
tenderán a estar en sintonía fina con los preceptos de Dios. Quien teme al
Señor andará por el “carril” de la voluntad de Dios, evitando descarrilar por
un camino distinto. ¡Todos sábenos a qué lleva avanzar por carriles propios!
Es lo que pretendieron hacer quienes
en la antigüedad alzaron una torre en Babel que fuese rival de Dios. Pretérita es
la audacia humana de prescindir de los dictámenes del Señor para cada uno y
nuestra sociedad, constatando que el podemos “por un tiempo alzar un mundo
sin Dios, pero ese mundo pronto se vuelca contra el hombre”.
Si miramos a uno y otro lado de
nuestra sociedad verificamos la sabiduría de las Palabras del Papa que vino de
un lugar lejano. Sin duda, son muchos los signos de indignidad que constatamos
en la sociedad nuestra en la actualidad.
Hace unos días hubo un dirigente
local que sostenía que no había hecho nada malo, ni había robado y que tenía
las manos limpias. Mas, la Sagrada Escritura invita no sólo a evitar hacer lo
malo sino a positivamente hacer el bien, por lo que la actitud de sólo no hacer
el mal es objetivamente una actitud mediocre, que esteriliza el bien. Por
tanto, aplicado este principio a la vida publica ocasiona el incumplimiento del
bien debido que extiende la miseria. No hacer el bien debido a quien
corresponde es hurtar con guante blanco, con el agravante que no se nota el mal
cometido con un bien debido no realizado. Es lo que ha pasado en nuestra ciudad
de Valparaíso: La inacción evidente de las autoridades comunales ha ocasionado
un creciente empobrecimiento local y una migración de empresas y familias desde
hace ocho años, al punto de ser una ciudad que ha perdido parte importante de
su población.
El Evangelio de hoy nos invita a
purificar nuestros corazones, pues el Él recibimos la gracia de Dios y en ese
corazón pueden despertar los malos sentimientos que se exteriorizan en las
acciones desordenadas descritas por el Señor: “Del interior del corazón de
los hombres, salen las intenciones malas” (San Marcos
VII, 21).
¿Cuáles son?: “Fornicaciones,
robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia,
injuria, insolencia, insensatez…Todas estas perversidades salen del interior (del
corazón) y contaminan al hombre” (San Marcos VII, 21).
No basta con el hecho de promover
una debida ecología respecto de la naturaleza que no puede ser tratada de cualquier
manera y con ligereza, además, y, sobre todo, urge promover una “ecología
moral” en la vida de los creyentes insertos en la sociedad.
Sólo de esta manera, quienes temen
a Dios, reconocen su soberanía y supremacía sobre todas las cosas, recibirán la
bendición del Señor a lo largo de su vida y servirán más eficazmente orden a la
edificación de la ciudad (sociedad) donde Dios impere, lo que traerá un clima
de paz cívica, de honradez en las costumbres, de progreso espiritual y
material, que tan necesario resulta a la hora presente en nuestra deprimida
ciudad.
Con frecuencia hemos dicho que
los santos son los mejores constructores de la sociedad, por lo que todo lo que
apunte a fortalecer la vida espiritual, a estrechar los vínculos religiosos, a
acrecentar la caridad fraterna, más allá de un espíritu altruista espurio,
tenderá al crecimiento y progreso de nuestra comunidad. Recordemos las palabras
de Apóstol Santiago que hemos escuchado: “La religión pura e intachable ante
Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y
conservarse incontaminado del mundo” (Santiago I, 27).
Al inicio del Mes de la Patrona de nuestra Parroquia, la Virgen de las Mercedes de Puerto Claro, presente en nuestra ciudad de Valparaíso desde el Siglo XVI, y alzado como Patrona de Valparaíso, imploramos nos obtenga del Cielo la gracia de fidelidad a Dios con el fin de poder servir mas y mejor a quienes mas lo necesiten a lo largo del Gran Mes de Nuestra Patria donde celebramos nuestra Primera Independencia Nacional. ¡Que Viva Cristo Rey!
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