TEMA : “RECONOCER A LA VIRGEN CON EL CULTO SAGRADO”
FECHA: DÍA PRIMERO NOVENA VIRGEN DEL CARMEN / 2024
Considerar la vida humana nos
lleva a tomar su existencia, grandeza y misión desde su origen por medio de un
crecimiento interrumpido. Como toda analogía o comparación es limitada, aquí
aplicamos el desarrollo de una persona con el crecimiento del amor hacia la
Virgen que tenemos, cuya presencia despunta ya de manera “incoada” en el
Antiguo Testamento.
Como la semilla crece y se
desarrolla, nuestra devoción a la Virgen en la Iglesia sólo puede tender a
crecer, a expandirse con el fin de descubrir de qué manera la Virgen ha sido
puesta como “medianera universal de toda gracia”, por lo que en la
medida que nuestro amor a Cristo crezca, así lo hará el que tributemos a la
Virgen Madre.
Encontramos en la Santa Biblia,
en el Antiguo Testamento tres textos que hacen mención tácitamente a la Madre
de Jesucristo, recordando que estos sólo pueden ser interpretados desde la
persona de Cristo, el Mesías anunciado. Por tanto, los tres textos que
descubrimos no sólo apuntan al advenimiento mesiánico sino a la figura de la
Virgen María.
Génesis III,9-15: “El
Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita seas entre todos
los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás
sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad
entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Ella te aplastará la cabeza y
tú le acecharás el talón”. Este es el primer texto que anuncia la figura de
la Virgen María, lo cual vemos tan fielmente representada en la imagen patronal
de nuestra Parroquia que veneramos.
A los pies de la Virgen se representa a la
serpiente con una manzana en su boca, imagen del demonio y el pecado que son
vencidos definitivamente por Jesús, nacido de una mujer, que es virgen y madre.
Esta imagen nos coloca claramente
ante la grandeza del papel que la Virgen tendrá en el misterio de la salvación,
el cual, no puede comprenderse en toda su realidad prescindiendo de la figura maternal
e intercesora de María Santísima.
Su pureza, su fidelidad, y entereza
desde el primer anuncio de la salvación ya aparece perfilada, para ser luego,
nítidamente revelada -dada a conocer- por San Juan en el Apocalipsis, donde “el
dragón se detiene delante de la mujer que iba a dar a luz” (XII,4).
Isaías VII, 14: “El
Señor mismo les dará esta señal: Una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a
quien pondrá por nombre Enmanuel”. Aquí Dios señala claramente que la
salvación del pueblo no vendrá por los poderes de los hombres, por las
capacidades de los hombres sino por exclusiva y excepcional intervención de
Dios.
Siempre recordamos aquella oración:
“Purísima debía ser la que llevara en sus entrañas al autor de la salvación
del mundo”. Si vemos a Dios como el
alfarero que moldeo el mundo, e hizo al hombre a su imagen y semejanza, con
cuánta mayor atención y pulcritud formaría el corazón de nuestra Madre
Santísima. Por ello, el Salvador vendrá al mundo por medio de su Madre que es
ajena a todo pecado personal, lejana a todo el mal producto del pecado
original.
En este texto vemos la intervención
de la Virgen en la salvación del mundo, lo que la coloca en un lugar muy
especial, como ha de ser el culto “especial”, denominado de “hiperdulía”
que significa reconocer y honrar lo que de Dios hay de modo especial -sólo- en
la Virgen María, pues sólo Ella seria reconocida como la Madre de Dios pues fue
elegida y constituida como la portadora del autor de la salvación del mundo.
De ninguna otra persona refiere
la Santa Biblia que María fue Madre, solo de Jesús se refiere, por lo que
podemos pensar con qué finura Nuestro Señor preparó el corazón de la Virgen,
adornándolo con los mayores dones y revistiéndole de todas las virtudes que a
lo largo de sus años la Virgen en todo momento vivió de manera sublime, puesto que
su alma fue preservada del pecado original, por lo que fue llamada “llena de
gracia”.
El Sínodo Vaticano II, en du
Constitución Lumen Gentium señaló a este respecto: “Este culto aunque del
todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al
Verbo Encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece
muy poderosamente” (número 66).
Miqueas V, 1-5: “Y,
tú, Belén de Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti nacerá el que
debe gobernar Israel”. Finalmente, el tercer texto que hoy consideramos del
Antiguo Testamento, en esta novena a la Virgen del Carmen, nos recuerda lo
escrito por el profeta Miqueas. La Virgen da a luz a quien será luz de las
naciones, por tanto, el acto de reconocer al Señor ira de la mano con el de
reconocer a su Madre, lo cual, llena de alegría a Jesús que en todo momento
mira con agrado que su Madre, que lo cobijo en su vientre virginal, sea
reconocida por la grandeza de su fe y de su corazón.
El Profeta Miqueas nos recuerda
que Jesús nacerá de una mujer, la cual ha sido elegida por el amor gratuito y
libre de Dios. Desde la antigua y pequeña localidad de Belén nacerá Jesús, el
Hijo Unigénito del Padre Dios. Con esto, María Santísima es parte fundamental
del camino de la Redención del hombre.
No se puede separar a Jesús, el Mesías
esperado, de quien es su Madre, por tanto, no se puede ser verdadero -en cuanto
a plenitud- discípulo del Señor, sin acoger y profesar un cariño especial por
maría como Madre nuestra.
Los tres textos que hemos tomado
del Antiguo Testamento son figuras y esbozos de la María Santísima, formando
parte del trazo que Dios Padre ha dado para ofrecer la salvación del
mundo, en la cual, la Virgen es figura anunciada en el Antiguo Testamento, y Medianera
de las gracias del Nuevo Testamento hasta nuestros días.
Un Padre de la Iglesia escribió
al respecto: “Aprende del profeta mismo ¿cómo ha podido suceder esto.? ¿Será
quizá la ley de la naturaleza? De ninguna manera, responde el profeta. He aquí
que una Virgen, replica el profeta. ¡Oh evento admirable: ¡Una Virgen llega a
ser Madre permaneciendo Virgen! Convenía, en efecto, que El que hacía su
ingreso en la vida humana para la salvación de los hombres tomase origen de una
integridad absoluta y entregada a Él sin reserva alguna” (San
Gregorio de Nisa, In Diem natalem Christi, 1136).
¡Que Viva Cristo Rey! ¡Virgen del
Carmen Reina de Chile, salva a tu pueblo que clama a Ti”.
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