domingo, 7 de julio de 2024

 TEMA  : “RECONOCER A LA VIRGEN CON EL CULTO SAGRADO”

FECHA: DÍA PRIMERO NOVENA VIRGEN DEL CARMEN  /  2024

Considerar la vida humana nos lleva a tomar su existencia, grandeza y misión desde su origen por medio de un crecimiento interrumpido. Como toda analogía o comparación es limitada, aquí aplicamos el desarrollo de una persona con el crecimiento del amor hacia la Virgen que tenemos, cuya presencia despunta ya de manera “incoada” en el Antiguo Testamento.

Como la semilla crece y se desarrolla, nuestra devoción a la Virgen en la Iglesia sólo puede tender a crecer, a expandirse con el fin de descubrir de qué manera la Virgen ha sido puesta como “medianera universal de toda gracia”, por lo que en la medida que nuestro amor a Cristo crezca, así lo hará el que tributemos a la Virgen Madre.

Encontramos en la Santa Biblia, en el Antiguo Testamento tres textos que hacen mención tácitamente a la Madre de Jesucristo, recordando que estos sólo pueden ser interpretados desde la persona de Cristo, el Mesías anunciado. Por tanto, los tres textos que descubrimos no sólo apuntan al advenimiento mesiánico sino a la figura de la Virgen María.

Génesis III,9-15: “El Señor Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Ella te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Este es el primer texto que anuncia la figura de la Virgen María, lo cual vemos tan fielmente representada en la imagen patronal de nuestra Parroquia que veneramos.

 A los pies de la Virgen se representa a la serpiente con una manzana en su boca, imagen del demonio y el pecado que son vencidos definitivamente por Jesús, nacido de una mujer, que es virgen y madre.

Esta imagen nos coloca claramente ante la grandeza del papel que la Virgen tendrá en el misterio de la salvación, el cual, no puede comprenderse en toda su realidad prescindiendo de la figura maternal e intercesora de María Santísima.

Su pureza, su fidelidad, y entereza desde el primer anuncio de la salvación ya aparece perfilada, para ser luego, nítidamente revelada -dada a conocer- por San Juan en el Apocalipsis, donde “el dragón se detiene delante de la mujer que iba a dar a luz (XII,4).

Isaías VII, 14: “El Señor mismo les dará esta señal: Una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Enmanuel”. Aquí Dios señala claramente que la salvación del pueblo no vendrá por los poderes de los hombres, por las capacidades de los hombres sino por exclusiva y excepcional intervención de Dios.

Siempre recordamos aquella oración: “Purísima debía ser la que llevara en sus entrañas al autor de la salvación del mundo”.  Si vemos a Dios como el alfarero que moldeo el mundo, e hizo al hombre a su imagen y semejanza, con cuánta mayor atención y pulcritud formaría el corazón de nuestra Madre Santísima. Por ello, el Salvador vendrá al mundo por medio de su Madre que es ajena a todo pecado personal, lejana a todo el mal producto del pecado original.

En este texto vemos la intervención de la Virgen en la salvación del mundo, lo que la coloca en un lugar muy especial, como ha de ser el culto “especial”, denominado de “hiperdulía” que significa reconocer y honrar lo que de Dios hay de modo especial -sólo- en la Virgen María, pues sólo Ella seria reconocida como la Madre de Dios pues fue elegida y constituida como la portadora del autor de la salvación del mundo.

De ninguna otra persona refiere la Santa Biblia que María fue Madre, solo de Jesús se refiere, por lo que podemos pensar con qué finura Nuestro Señor preparó el corazón de la Virgen, adornándolo con los mayores dones y revistiéndole de todas las virtudes que a lo largo de sus años la Virgen en todo momento vivió de manera sublime, puesto que su alma fue preservada del pecado original, por lo que fue llamada “llena de gracia”.

El Sínodo Vaticano II, en du Constitución Lumen Gentium señaló a este respecto: “Este culto aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo Encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente” (número 66).

Miqueas V, 1-5: “Y, tú, Belén de Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti nacerá el que debe gobernar Israel”. Finalmente, el tercer texto que hoy consideramos del Antiguo Testamento, en esta novena a la Virgen del Carmen, nos recuerda lo escrito por el profeta Miqueas. La Virgen da a luz a quien será luz de las naciones, por tanto, el acto de reconocer al Señor ira de la mano con el de reconocer a su Madre, lo cual, llena de alegría a Jesús que en todo momento mira con agrado que su Madre, que lo cobijo en su vientre virginal, sea reconocida por la grandeza de su fe y de su corazón.

El Profeta Miqueas nos recuerda que Jesús nacerá de una mujer, la cual ha sido elegida por el amor gratuito y libre de Dios. Desde la antigua y pequeña localidad de Belén nacerá Jesús, el Hijo Unigénito del Padre Dios. Con esto, María Santísima es parte fundamental del camino de la Redención del hombre.

No se puede separar a Jesús, el Mesías esperado, de quien es su Madre, por tanto, no se puede ser verdadero -en cuanto a plenitud- discípulo del Señor, sin acoger y profesar un cariño especial por maría como Madre nuestra.

Los tres textos que hemos tomado del Antiguo Testamento son figuras y esbozos de la María Santísima, formando parte del trazo que Dios Padre ha dado para ofrecer la salvación del mundo, en la cual, la Virgen es figura anunciada en el Antiguo Testamento, y Medianera de las gracias del Nuevo Testamento hasta nuestros días.

Un Padre de la Iglesia escribió al respecto: “Aprende del profeta mismo ¿cómo ha podido suceder esto.? ¿Será quizá la ley de la naturaleza? De ninguna manera, responde el profeta. He aquí que una Virgen, replica el profeta. ¡Oh evento admirable: ¡Una Virgen llega a ser Madre permaneciendo Virgen! Convenía, en efecto, que El que hacía su ingreso en la vida humana para la salvación de los hombres tomase origen de una integridad absoluta y entregada a Él sin reserva alguna” (San Gregorio de Nisa, In Diem natalem Christi, 1136).

¡Que Viva Cristo Rey! ¡Virgen del Carmen Reina de Chile, salva a tu pueblo que clama a Ti”.


















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