martes, 20 de diciembre de 2022

TEMA  :  “LA CASA SEGURA DE DIOS EN EL HOMBRE Y EL MUNDO”

FECHA: HOMILIA SOLEMNIDAD INMACULADA CONCEPCIÓN 2022

1). El amor con aroma al hogar.

“Es en nuestra Madre del Cielo donde está asegurada la habitación de Dios en el hombre y en el mundo” (Joseph Ratzinger). Una vez que la Virgen María da su aceptación a la invitación que Dios le hizo en la voz del arcángel Gabriel,  y el Verbo asume la condición humana, la vida de cada persona y de la sociedad que ella constituye, tiene un origen, un caminar y un destino que sólo puede encontrar su plenitud y sentido más profundo si se vive y reconoce como partícipe de la vida de Divina.

Por iniciativa libre de nuestro Dios, que dejando de lado lo que le pertenecía por su condición divina –poder, sabiduría, eternidad- asume la realidad humana, cada uno de nosotros esta llamado a Salvando la limitación de una comparación, imaginemos que vamos como de viaje al lugar más caro y exótico, y dejamos en casa –voluntariamente- toda tarjeta, celular vestimenta adecuada, y nos “vamos a la aventura” como suelen decir los jóvenes, Por cierto, en casa tenemos los bienes seguros pero si estamos de viaje quedamos vulnerables a cualquier peligro o imprevisto.

Dios vino a la “aventura” de salvar al mundo entero, para lo cual se desprendió de su honor y poder que le correspondía (por ser Dios)…No deja de ser Dios pero fue hombre verdadero con todas las limitaciones que conocemos. Por ello, en el Gólgota dijo: “Si es posible pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. De los millares de ángeles sólo uno de ellos habría sido suficiente  para evitar la cárcel, la tortura, la crucifixión y muerte.

El amor hacia nosotros es tan grande en el Corazón de Jesús, que al decir: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los suyos”, lo que dice y hace lo señala y realizada por cada uno como si fuésemos “únicos”. Sin duda, es un amor de predilección que está dado por la gratuidad de Dios.


Porque es el Señor quien coloca su mirada es que podemos saber que su amor no ha necesitado de determinados  atributos ni ha  supuesto tales aptitudes, toda vez que es Él quien puede perfeccionar y elevar nuestra naturaleza.

 

Nuestra Madre del Cielo fue puesta como ícono de un hogar seguro, al cual podemos regresar en todo evento y en todo horario. Como suele pasar en la vida familiar, estando la Madre en la casa siempre el hogar  suele salir a flote aún en momentos que debe enfrentar las mayores crisis y tormentas. Todo retorna a la normalidad cuando la madre ocupa el lugar signado por Dios en la sociedad: Si la familia es la célula, la madre es su núcleo, por lo que ha de ser reconocida por cada uno de sus hijos.

Para tal efecto Jesús en sus palabras testamentarias pronunciadas en el Calvario dijo: “¡Hijo, he ahí a tu Madre!”, por lo que desde ese momento María fue recibida, honrada, y venerada por cada creyente, siendo una ilusión pretender honrar al hijo olvidando hacerlo a su madre. ¡No es auténticamente cristiano quien no es mariano!

En este hermoso día de la Inmaculada Concepción, comenzamos un mes completo de preparación para una sencilla pero significativa ceremonia de coronación de la Virgen. Quienes hoy reciben a Jesús Sacramentado por Primera vez, y sus familias, hoy contemplan la imagen que evoca la advocación más antigua de la Virgen Santísima en esta ciudad, por lo que decir María es decir Valparaíso.


El dulce y sereno rostro que contemplamos, evidencia de su profunda oración, fue el que la Virgen quiso mostrar a una ciudad que antes de ser llamada como evocadora del Paraíso sería reconocida como “Nuestra Señora de las Mercedes de Puerto Claro”. De ello, han transcurrido cuatro siglos constituyendo un patrimonio espiritual único, del cual hace más de un siglo somos en este balcón de la fe sus  testigos y garantes.

En un mes más una hermosa corona será puesta sobre la cabeza de nuestra imagen patronal, pues será reconocida como Reina porque es Madre del Hijo de Dios y  Rey del Universo, por quien “fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, visibles e invisibles, Tronos, dominaciones, Principados, Potestades”

De manera explícita el arcángel dijo a la Virgen aquel día de la Anunciación: “Tu hijo será grande, se llamará Hijo del Altísimo, Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.


Si como hija de Dios –la Virgen- fue constituida Reina, como hija de la Iglesia es parte principal que sobresale y reina como Madre y Maestra: Considerando como ha de haber preparado aquella alma  Dios mismo,  que sería  la Madre del hijo unigénito, revestida de tantas virtudes que como un destello no ha dejado de iluminar a generación tras generación, pues lo que de Dios es nunca se extingue.

La seguridad de encontrar a Dios y su verdad sólo se tiene al descubrir la obra magna de la creación  hecha en el corazón de la Virgen Santísima, llamada Bienaventurada por la grandeza de sus virtudes, por la pureza de sus acciones, y por el poder de su intercesión.  En todos los siglos nada más limpio; en todo lugar nada más pleno; en toda generación nada más santo; en todo desafío nada más virtuoso. Invocando a nuestra Madre del Cielo la presencia de Dios está garantizada, alejándose todo es incertidumbre y mendicidad de las verdaderas inherentes a nuestra fe: ¡No somos mendigos de verdades! ¡Hemos de  ser testigos de certezas!

¡Pues Que Viva Cristo Rey!



Actividades Parroquiales Diciembre 2022