TEMA : “
PRIORIDAD PATERNA EN ETAPA PRE-ESCOLAR”.
FECHA:
CHARLA CONSEJO PROFESORES STPETERS JUNIO 2023
Aquello que para nosotros
al pasar por la biblioteca es un trozo de pasto sintético y un árbol de
cholguan para un niño de pre-básica puede ser un mundo que le invita a la
aventura y nuevo aprendizaje. Personalmente, agradezco a mi abuelo que me
dejaba usar unos metros del jardín para hacer una ciudad diseñada que varias
veces se inundó, podía pasar horas entretenido en ello.
Sin duda, si esos metros
cuadrados se comparten con pares de similar edad aquella entretención y
aprendizaje tiene un efecto multiplicador, por lo que se aprende mucho mejor e
integralmente si subsiste la realidad de la vinculación hacia los demás. Cómo
cambia aquel niño que sale de su casa e ingresa al colegio por primera vez. La posibilidad
de compartir, jugar, moverse, aprender
idioma, y rezar abre una puerta que permite ampliar más diligentemente
el grado de conocimiento y madurez de un niño en etapa preescolar.
Cuando Jesús dice: “Dejad que los niños vengan a mí” se refería
a que no sólo lo conocieran y vieran como un personaje conocido de la época,
sino fundamentalmente lo hacía para bendecirlos, con lo cual, les daba desde
ese momento participación de su gracia, de su vida. Si nos ubicamos en el siglo
primero de la era cristiana, en Israel, los niños casi no tenían existencia
jurídica, y en muchos lugares del Oriente Antiguo (Babilonia) eran tenidos como
“un producto del ámbito de la esclavitud”, como señala Daniel Justel en
su libro “Infancia y legalidad en el próximo
Oriente Antiguo durante el bronce (1500-1100 AC)”.
Hay una novedad, una
originalidad que evidencia lo sublime de la enseñanza de Jesús al momento de
invitar a los niños a participar de sus enseñanzas, no dejándolos marginados a
una condición de meros espectadores, por el contrario, desde ese momento
ocuparán un papel importante que alcanzará su cumbre al momento que el Señor Jesús
ingresa a la ciudad de Jerusalén.
Leemos que en ese momento
unos niños tomaron la iniciativa de trenzar unas palmas y luego, lanzaban vivas de reconocimiento hacia Jesús,
lo cual hasta ese momento, no lo habían hecho de manera pública los Apóstoles,
sino que se habían quedado con el fiel testimonio a orillas del Cafarnaúm en
palabras de San Pedro: “Tú eres el Hijo
del Dios Vivo”.
Pero, ahora, la
característica espontaneidad de los niños sumada a una mayor libertad de
algunos falsos respetos humanos, les hizo –por la asistencia del Espíritu
Santo- desde aquella bendición hecha por el Señor previamente, dar un público
reconocimiento que por entonces requería de un no menor espíritu de fortaleza
toda vez que la animadversión del mundo semita farisaico era feroz hacia la
persona de Jesús y sus discípulos. Quien se colocaba junto a Cristo podía ser
tratado como lo era el Señor.
Las expresiones hechas
por los niños de Jerusalén marcan la importancia que ocupan en el plan de
salvación de Dios en la persona de Jesucristo, pues la primera de ellas “Hosanna” significa una invocación hecha
a la misericordia de Dios que salva, lo cual se describe en el libro del
Apocalipsis al recordar que ante la presencia del Señor permanecían los
vestidos de blanco que alababan al Cordero. Esto demuestra el lugar de privilegio
que tienen los pequeños en el Corazón de Jesús, lo cual ha de reconocerse en el
proyecto de la salvación.
Según esto, especial
delicadeza ha de colocarse a la hora de formar a los niños, por ello, las
palabras, las actividades, y los signos son distintos a medida que van creciendo
y madurando.
La Iglesia en toda época
ha destacado el papel insustituible de la familia como base de la sociedad y,
en consecuencia, centro de toda la
educación, en cada una de sus etapas, puesto que no es el alcanzar una
determinada edad el punto final de la
misión de los padres a la hora de educar a sus hijos.
La presencia de los
padres en los primeros años de formación resulta aún decisiva. En una Carta Encíclica muy
elocuente escrita para la familia, el Papa Pío
XI señalo: “El bien de la prole no
acaba con la procreación; es necesario que a esta deba añadirse un segundo
bien, que consiste en la debida educación de la misma. Porque
insuficientemente, en verdad, hubiera Dios provisto, sapientísimo, a los hijos,
más aun, a todo el género humano, si además no hubiese encomendado el derecho y
la obligación de educar a quienes dio el derecho y la potestad de engendrar. Porque a nadie se le oculta que
la prole no se basta ni se puede proveer a sí misma, no ya en las cosas
pertenecientes a la vida natural, pero mucho menos en todo cuanto pertenece al
orden sobrenatural, sino que durante muchos años, necesita el auxilio de la
instrucción y de la educación de los demás.
Y
está bien claro, según lo exigen Dios y la naturaleza, que este derecho y
obligación de educar a la prole pertenece, en primer lugar, a quienes con la
generación incoaron la obra de la naturaleza, estándoles prohibido el exponer
la obra comenzada a una segura ruina, dejándola imperfecta” (Casti Connubii, 31
Diciembre 1930, número 8).
Nadie puede pretender
apoderase del derecho de los padres de
familia de educar a sus hijos, la
sociedad organizada a través del Estado ha de estar al servicio de la familia,
al servicio de los padres, y no puede pretender sustituir inconsultamente en
materia grave como es la formación valórica, espiritual, moral de los hijos,
menos aun con la implementación de
ideologías que promuevan conductas que se oponen a lo que las familias desean
para sus hijos, particularmente en la etapa pre-escolar.
El denominado
proyecto ESI (Educación Sexual Integral)
olvida que son los padres los que mejor conocen la madurez y afectividad de sus
hijos, por lo que un niño necesita en su etapa pre-escolar de la cercanía de
sus padres al momento de tratar aquello que se refiere al proyecto que Dios
tiene para cada niño. La dimensión “integral”
implica incluir la realidad trascendente de la persona, por lo que incluirá temas como santa pureza,
virginidad, complementariedad de un hombre y una mujer, espíritu de sacrificio, penitencia,
vida ascética, y fidelidad.
Sin duda son realidades
ajenas a la temática actual de muchas personas, pero son parte determinante en
la correcta formación de una persona desde su primera infancia hacía de
madurez. Los valores en la formación no pueden ser vasallos de las modas ni las
encuestas. Lo que vale, ¡vale! independiente
de cuántos y cuándo están de acuerdo.
Los padres de familia han
de invocar al Espíritu Santo que les conceda los dones de consejo y conocimiento
al momento de formar a sus hijos. En primer lugar, el don de consejo permite intuir concreta y diligentemente lo que
conviene hacer en orden al fin sobrenatural. Si hay un bien deseable para un
niño más allá de la salud, más allá del éxito, más allá de lo temporal, es
educar el alma para que , busque, encuentra y viva según la voluntad de Dios.
¿Para qué menos si podemos más? En segundo lugar, el don de conocimiento que se
concede para que los padres puedan expresar lo que Dios quiere. Los padres con
ello pueden encontrar las mejores palabras en el momento más oportuno para
tratar aquellos temas que requieren de la fineza y amor que sólo los padres
pueden encontrar.
¡Pues que Viva Cristo Rey!