jueves, 22 de octubre de 2015

Prioridad de la promoción vocacional sacerdotal

 TEMA DE FORMACIÓN MES DE OCTUBRE DEL 2015.



“Sin Eucaristía no hay presencia real de Cristo en el mundo”. Es una frase que pronunció en un apremiante llamado -hace décadas atrás- el venerado Arzobispo en Valparaíso Monseñor Emilio Tagle Covarrubias. Luego de la visita Ad limina de 1979, realizada con diversos obispos diocesanos de Chile, ante el llamado que le hiciera el recientemente elegido Sumo Pontífice venido de “un país lejano”.

En circunstancias que se elevaban fervientes súplicas a la Virgen María y se hacían denodados esfuerzos diplomáticos en vistas a mantener la paz entre dos naciones hermanas, el llamado del Sumo Pontífice tuvo claras consecuencias y caló hondamente en la mayoría de los purpurados presentes en aquella tradicional visita que cada prelado debe hacer ante el Romano Pontífice cada cinco años, la cual está regulada por los cánones Nº 399 y Nº 400 del Código de Derecho Canónico.

No se trata –ciertamente- de una visita de cortesía, ni para simplemente llevar y traer saludos. La visita “ad limina apostolorum” tiene como finalidad dar examen del estado religioso, espiritual, moral y financiero de las diversas diócesis ante el Papa y los diversos Dicasterios de la Curia en El Vaticano, los cuales -en parte- son como los “ministerios” de la Santa Sede. De esta visita, el Sucesor de Pedro entrega líneas claras, las cuales tienen un carácter vinculante por lo que deben ser aplicadas en las diversas comunidades. El Papa aconseja, el Papa motiva, el Papa ilumina, el Papa ordena, en todo lo cual ha de ser tenida su enseñanza como proveniente del Dulce  Cristo en la tierra. Roma locuta causa finita.

    

Desde el año 1979, encontramos que los diversos Pontífices han abordado con claridad e insistencia el tema de la formación y promoción de las vocaciones sacerdotales. Sin duda siempre ocupará un lugar privilegiado la situación de los seminarios diocesanos, pues ellos están llamados a ser  el corazón de cada diócesis, puesto que allí se forman las vocaciones que Dios ha dado y salen los consagrados a las parroquias. El Evangelio nos recuerda: “Pedid y se os dará”…”Pedid al dueño de la mies que envíe operarios a su campo de trabajo”.

La división de la diócesis se hace tradicionalmente en parroquias. Estas son el núcleo o porción de la Iglesia con características especiales y que tienen un historial de fe que se remonta, en ocasiones,  a décadas y las más antiguas a siglos, como es el caso de nuestra Diócesis de Valparaíso, donde la Parroquia San Martin de Tours, de Nuestra Señora del Rosario de Puchuncavi, de San Nicolás de Hijuelas, y en Valparaíso, Jesús Salvador del Mundo y los Doce Apóstoles. Los registros parroquiales de bautismo y matrimonios testifican cómo se ha ido expandiendo la gracia de Dios en la vida sacramental, pero –también- es un índice importante a la hora de evaluar la vida espiritual y moral de cada sector de la diócesis, en diversas épocas, algunas más proclives a la fe y otras mas adversas.

La Diócesis de Valparaíso está formada por alrededor de setenta parroquias. Cada una es igualmente importante y es deseable -en principio- contar con la cura de almas de un sacerdote por lo menos. Es cierto, que idealmente desearíamos tener el doble de presbíteros para una mejor atención pastoral de los fieles, hacia lo cual debería tender el esfuerzo de toda pastoral de conjunto. En palabras del actual Sumo Pontífice hay que buscar “primerear” el seminario en cada diócesis, que en ninguna comunidad bajo ningún aspecto la promoción de las vocaciones sea “el pariente pobre” de la vida diocesana y su perfil se diluya en medio de la ciudad hasta pasar desapercibida, y su existencia misma sea colocada en tela de juicio.

Papa Francisco con Seminaristas en EEUU

La secularización de nuestra sociedad ha llevado a muchas diócesis a perder la perla preciosa, el verdadero tesoro,  que constituye un seminario para las comunidades parroquiales. La reciente visita del Papa Francisco a los Estados Unidos permitió ver el cariñoso saludo que el Santo Padre dio a los alumnos de los seminarios diocesanos de Filadelfia, de Washington y de Nueva York, ciudades que -por cierto- tienen una población católica que siendo minoritaria se mantienen fuertemente comprometidas a las enseñanzas de Cristo y de su Iglesia santa,  permitiendo ir contra la lógica de pensar que mientras más personas se reconozcan confesionales más arraigado estará el catolicismo. Aunque en Estados Unidos la Iglesia es minoritaria en relación a la totalidad de la población, ese porcentaje confesional está fuertemente fidelizado junto a la Iglesia, por lo que no sorprende que los seminarios y congregaciones religiosas nuevas cuenten con numerosas vocaciones salidas de la familia católica.

El poder contar anualmente con numerosas vocaciones es indudablemente algo necesario pero,  no termina siendo lo más importante. Se requiere de una formación espiritual, pastoral, comunitaria, pedagógica y pastoral que debidamente ordenada sea sistemática, consecuente, y fiel al magisterio, lo cual no implica llenarse de folletos emitidos por tal o cual episcopado local o zonal,  sino que tenga una visión en perspectiva de las enseñanzas de la Iglesia en los diversos pontífices, los concilios y los sínodos. Se requiere tener una visión amplia, para evitar quedarse en miradas reduccionistas y parceladas.
Actualmente, en USA la sotana se usa

Sin duda, es importante tener presente que aquello que enseña hoy el actual Sumo Pontífice tiene tanta relevancia de ser conocida como lo que no dejaron de explicitar los 269 Pontífices anteriores a él. ¡Con Pedro y bajo Pedro! Cuando hablamos de “seguir el magisterio” entendemos con ello  el conjunto de enseñanzas y directrices que da el Señor por medio de su Espíritu Santo para iluminar las conciencias y encaminar la vida de la Iglesia universal, y desde allí irradiar la luz de la verdad y de la gracia, a cada porción diocesana y parroquial.
  
Nuestro Seminario diocesano fundado el año 1969 fue reconocido como Seminario Pontificio a los cuatro años de realizada aquella visita ad limina del 13 de Octubre  1979. Pues, con presteza y acierto se  procuró que toda la diócesis vibrara con eventos tan importantes como el Congreso Eucarístico de 1980,  el cual culminó con una invitación a celebrar el Año del Sacerdocio diocesano, tal como actualmente se hace en tantas otras diócesis con resultados favorables que son francamente sorprendentes para el mas receloso organizador. Es que la lógica de Dios hace necedad la sabiduría que creemos tener.

Acercándonos a la celebración anual del Mes de María, recordamos en la plegaria especialmente a los seminaristas diocesanos que se forman en el Pontificio Seminario Mayor de Lo Vásquez, a los pies del principal Santuario Mariano de nuestra Patria y evocamos las enseñanzas de los Papas de nuestro tiempo sobre la promoción de las vocaciones.

Religiosos de San Francisco en Washington

1.      Discurso del Papa Juan Pablo II dado en 1979.

“Campo esencialmente vital para vuestras Iglesias es el de la pastoral vocacional. Muchas de vuestras diócesis, debido a la escasez de sacerdotes, recurren a una ayuda del exterior. Es una colaboración valiosísima pero precaria: la comunidad diocesana, para su maduración orgánica, ha de engendrar en su propio seno las fuerzas vitales que sean adecuadamente suficientes para el progreso espiritual de los fieles. Por esto doy gracias a Dios y bendigo vuestros valiosos esfuerzos en este sector y observo con inmensa alegría el prometedor incremento en Chile de las vocaciones sacerdotales: anuncio de una nueva primavera en vuestras iglesias.

Obviamente el problema va más allá del simple aumento numérico de los candidatos; comprende también su sólida formación y ulterior seguimiento durante sus actividades sacerdotales. Es preciso aclarar que ésta no es tarea individual y aislada de cada uno de vosotros, pues las vocaciones se forman al servicio de la Iglesia. Por ello tendréis presente el contexto nacional, las exigencias del presente y las del futuro y actuar en todo de común acuerdo con los demás Prelados, especialmente con los de la propia Provincia Eclesiástica. Prestaréis también la debida atención a los documentos difundidos por la Sagrada Congregación para la Educación Católica referentes a la formación de los aspirantes al sacerdocio: en ellos encontraréis directrices seguras.

 Sin temor a mostrarse piadosos ante todos

El sacerdote es, además, el Pontífice “tomado de entre los hombres, en favor de los hombres e instituido para las cosas que miran a Dios para ofrecer ofrendas y sacrificios por los pecados para que pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados, por cuanto él está también rodeado de flaqueza y a causa de ella debe por si mismo ofrecer sacrificios por los pecados, igual que por el pueblo”.

Por ello el sacerdote es el hombre de oración, el liturgo que conduce a la comunidad a rendir a Dios el culto de toda la Iglesia, culto digno, universal, de incomparable belleza. Los seminaristas deben ser formados teórica y prácticamente para que se asegure en el futuro la genuina renovación litúrgica, en la cual se expresa una de las más insistentes recomendaciones del Concilio y de la Santa Sede.

Es necesario, sobre todo, que ya desde el Seminario los futuros sacerdotes vayan siendo formados de manera que tengan una conciencia tan clara acerca de su misión específica, que la tentación de la eficacia no los lleve más tarde a asumir métodos reñidos con el Evangelio, fundados en principios puramente humanos y orientados a metas meramente temporales.

Está claro que la formación del sacerdote se funda en una sólida eclesiología, partiendo de la persona de Cristo tal como es presentada en el Evangelio, excluyendo sus inconsistentes relecturas. Lo he dicho en Puebla y por su importancia deseo reiterarlo a vosotros: Nuestro deber es proclamar la liberación en el sentido integral y profundo, como la anunció Jesucristo, la liberación de todo lo que oprime al hombre, pero sobre todo, del pecado; “ si la Iglesia se hace presente en la defensa o en la promoción de la dignidad del hombre, lo hace en la línea de su misión, que aun siendo de carácter religioso y no social o político, no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser ”.

Muchos esfuerzos valiosos realizados en los seminarios se pierden a veces por un descuido posterior. Seguid pues de cerca a vuestros sacerdotes con solicitud y confianza, con amor de padres para que, a la medida que se van integrando al apostolado, puedan ser vuestros valiosos y fieles colaboradores.

Papa Francisco aclamado en el Madison   
Es necesario intensificar y mejorar incesantemente la pastoral vocacional. Sé que os preocupáis ciertamente del cuidado de los jóvenes y promovéis misiones juveniles que a veces tiene larga duración. Lo que importa ahora es fomentar una pastoral audazmente misionera, incrementando una fuerte “mística” apostólica, acompañada de proyectos concretos encaminados a incrementar las vocaciones. No es necesario que os recuerde la importancia del llamado personal hecho con respeto, pero también con la fuerza y con la autenticidad evangélica de Cristo.
     
2.      Discurso del Papa Juan Pablo II dado el 19 de Octubre de 1984.
“La causa de las vocaciones pide ardor misionero, audacia, magnanimidad en las iniciativas, testimonio de vida y, sobre todo, que nos apoyemos fuertemente en el amor a Jesús eucarístico y en la devoción a la Virgen Santísima, Madre de la Iglesia. Ciertas dificultades necesitan el “milagro” de la fe y el ardor de la oración.

Sé que en este año se celebran los 400 años de vida del Seminario Mayor de Santiago y que se recordará su historia gloriosa de siglos. Hago votos desde ahora, para que estas celebraciones promuevan un profundo despertar de vocaciones eclesiásticas para Santiago y para todo el País.

3.      Discurso del Papa Juan Pablo II dado el 8 de Noviembre de 1984.
 “Aunque ya hablé al precedente grupo de Obispos chilenos acerca de la promoción de las vocaciones, quisiera hoy agregar una palabra sobre un tema que me es muy querido: los seminarios y la formación de los sacerdotes.

Si por un lado no debemos ahorrar esfuerzo alguno para aumentar el número de los candidatos al sacerdocio, por otro lado se necesita que los alumnos del seminario se preparen debidamente para el sagrado ministerio en campo espiritual, doctrinal, pastoral, científico y humano. Lo cual requiere gran cuidado y atención por parte vuestra y de los formadores.

Con esta ayuda y la de las normas emanadas de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal, quiera Dios que los seminaristas encuentren un camino seguro para prepararse a la vida sacerdotal de mañana.

Antes de concluir, permitidme que por medio vuestro envíe un cordialísimo saludo a todos los seminaristas de Chile, reunidos en los diversos seminarios, entre ellos los de Concepción y de San José de la Mariquina, cuyos Pastores están aquí presentes.
             
4.      Discurso del Papa Juan Pablo II dado el 18 de Octubre de 1994.

“Es motivo de profunda esperanza la vida de los nuevos seminarios en Chile. A este respecto quiero recordar que una “condición indispensable para la 'nueva evangelización' es poder contar con evangelizadores numerosos y cualificados” (Discurso inaugural de la IV Conferencia general del episcopado latinoamericano, n. 26, Santo Domingo, 12 de octubre de 1992), que sean conscientes de la gracia de haber sido llamados a tan alta misión.

Por eso, la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas ha de considerarse una prioridad por parte de los Obispos y una exigencia de todo el pueblo de Dios (IV Conf. Gen. Episcoporum Americae Latinae, Conclusiones, 82). Al mismo tiempo, se ha de trabajar no sólo por incrementar el número de los llamados, sino también para garantizar a la Iglesia la idoneidad de los mismos.
Se debe tener presente, al organizar la vida de los seminarios, que su fin propio es la formación de jóvenes que configurándose con Cristo, Buen Pastor, edifiquen la Iglesia, como cooperadores del Obispo y miembros del presbiterio (Presbyterorum ordinis, 12).

Para ello se requiere un equipo de formadores con la necesaria preparación espiritual, teológica, pastoral, humana y pedagógica, junto con un coherente testimonio de vida sacerdotal. Asimismo, el espíritu de oración, la celebración de la liturgia y el trato con el director espiritual, ayudarán a los seminaristas a formar el hombre interior fiel a Dios, a la Iglesia y a su ministerio, capaz de amar a todos, sin distinciones, y, si fuera el caso, de sufrir por el Reino. En este proceso no hay que olvidar el importante papel que le corresponde a la formación intelectual: el estudio de la sana filosofía, el conocimiento de la Sagrada Escritura, de los Padres y del Magisterio de la Iglesia, con una visión pastoral y en contacto con la cultura.

5.      Discurso del Papa Juan Pablo II dado el 15 de Octubre del 2002.
 “Todo ello redundará también en beneficio de una pastoral vocacional, que ha de acometerse con decisión, continuidad y rigor, pero que tendrá un punto de apoyo insustituible en el atractivo que susciten en los jóvenes quienes muestran la dicha de haber consagrado enteramente su vida a Dios y al servicio de la Iglesia.

Por lo demás, el cultivo de las vocaciones ha de ser siempre un compromiso prioritario para cada Obispo en su diócesis, mediante la oración y la acción específicamente orientadas a ello, como yo mismo he destacado en la Exhortación apostólica  y en tantas otras ocasiones”. 
                  Padre Jaime Herrera en Misa con el Papa


6.     
Discurso dado por el Papa Benedicto XVI el 4 de Diciembre del 2008.

“Deseo asimismo encomendaros de un modo especial a los sacerdotes, vuestros más cercanos colaboradores, y os pido que les transmitáis mi reconocimiento por su fidelidad al ministerio recibido y por su trabajo constante y abnegado. Mostraos muy cercanos en sus dificultades y ayudadles para que, entre las múltiples actividades que llenan su jornada, sepan dar la primacía a la oración y a la celebración de la Eucaristía, que los conforma a Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
A este respecto, os aliento para que no cejéis en vuestros esfuerzos por mejorar la calidad de la formación humana, intelectual y espiritual de los seminaristas. Además, es necesario potenciar la dimensión vocacional de la vida cristiana en la pastoral con los jóvenes, mediante un adecuado acompañamiento espiritual que les permita responder con generosidad al llamado de Jesús en sus vidas”.
   

SACERDOTE JAIME HERRERA / DIOCESIS DE VALPARAÍSO / CHILE.

viernes, 9 de octubre de 2015

Todo es posible para Dios

 VIGÉSIMO OCTAVO DOMINGO / TIEMPO ORDINARIO / CICLO “B”.

1.      “Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, Vida Eterna”.

Padre Jaime Herrea
La experiencia vivida en la universidad de Upquala en Oregón hace unos días nos plantea un nuevo cuestionamiento que va más allá de lo que incluso reconoció con dolor el primer mandatario del país del norte en orden a que la muerte de inocentes productos de disparos se había transformado en una  “costumbre”.

 Pero en el caso que recordamos hubo una variable inédita: el joven criminal preguntaba respecto de qué religión profesaban los jóvenes, a los cuales,  si reconocían a Cristo les daba un tiro en la cabeza. El relato de los sobrevivientes nos hace recordar –vivamente- lo que hemos leído en las persecuciones religiosas de distintas épocas de nuestra Iglesia.

Aquellos jóvenes no estaban en medio de un campo de batalla, ni estaban en  condiciones de responder a una agresión injusta. Simplemente, ese día estaban cumpliendo su deber diario de estudiar. Nada presagiaba que deberían dar una respuesta que tendría consecuencias definitivas, no se trataba de pasar de curso o de aprobar un examen: Era reconocer públicamente a Jesucristo con el precio de su propia vida.

Y es que de algún modo como católicos debemos estar preparados para el martirio, pues,  ello, en nuestro tiempo, no es algo caduco sino que está presente y eventualmente lo estará más extendido en el futuro. En la actualidad, muchos creyentes por el hecho de portar un rosario en el Medio Oriente  hoy son crucificados; muchos por anunciar a Cristo en China deben pasar el resto de su vida encarcelados en las condiciones más inhumanas, en lugares donde el catolicismo hace poco sólo era mirado con distancia e indiferencia,  hoy es manifiestamente observado con recelo y desprecio.

Urna de Santa María Goretti
Es una realidad, el Señor ha prometido dar el ciento por uno, pero “con persecuciones,  luego la Vida Eterna. No hay atajos ni caminos: ni cortos, ni expeditos., ni facilitos,  ni simplecitos. “Quien quiera seguirme tome su cruz y sígame”. “Cuando sea elevado sobre lo alto –de la Cruz- atraeré a todos hacia mí”.

No debemos dejarnos cautivar por quienes promueven una catolicismo facilito y simple, que es muy atractivo para una sociedad mediocre, pero que no es el camino que el Señor recorrió y al que nos exhorta a su seguimiento. Es preocupante que nuestra enseñanza haga abstracción del martirio que finalmente es prueba de veracidad de su única Iglesia.

Jesús en todo momento nos invita a una vida exigente. Le dijo al joven: “vende todo lo que tienes”, no le dice parte, ni lo que tú estimes necesario, ni lo que se pueda requerir como necesidad ajena. Pide un desprendimiento total. En el plano de los afectos nuestro Dios no anda con pequeñeces, es un Dios de la radicalidad y del absoluto, que quiere una respuesta a la medida de quien es, tal como lo leemos en el primer precepto del Decálogo : “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con toda tu alma”.

Nuestra catequesis parroquial, nuestra educación religiosa escolar, nuestra formación moral impartida a los jóvenes en la universidad , debe incluir la perspectiva del martirio y dar a conocer el testimonio de tantos que han inmolado sus vidas en orden a profesar la verdad de reconocer a Jesucristo como el único camino, verdad y vida, por el cual vale la pena dedicar todo esfuerzo, y hacer todo sacrificio, incluido el de -eventualmente-  ofrecer una vida que termina por la que no tiene fin porque es Eterna.
2.      “Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?”

Como entonces, en la actualidad, la pregunta hecha a nuestro Señor, por un joven resultó sorprendente. La prisa y el afán no son elementos privativos del pasado. ¿Quién dudaría que las realidades sobrenaturales y espirituales estén menospreciadas en nuestros días? ¡Solo un extraterrestre podría decir lo contrario!

Para muchos la “realidad” sólo consiste en lo tangible y en  aquello  que se puede mirar, en tanto que todo lo que diga relación con Vida Eterna resulta no sólo algo distante sino ajeno a la vida humana. En el horizonte existencial de la sociedad no ocupa espacio la trascendencia, sino que sólo parece primerear el materialismo. 

El joven representa a una minoría. Está interesado en el seguimiento de Jesucristo, en alcanzar la Vida Eterna. Quizás esa pregunta hizo nacer suspicacias,  ironías y risas burlescas en cuantos estaban a su alrededor.

Más Jesús se detuvo, y con una atención no exenta de cariño le escuchó con afecto. ¡Cuánta necesidad simplemente hay en nuestro tiempo de detenerse para oír lo que otro está diciendo! Debemos crecer interiormente en dedicar no solo el tiempo necesario sino en buscar la actitud más propicia para estar con quien lo necesita y viene a nuestro encuentro. Parece ser que mientras más acceso tenemos a los medios de comunicación, más nos alejamos de la vida de los demás. Los monosílabos, las caritas del wasap, la escritura abreviada de internet, nos muestran claramente que al hombre actual se le aplica un antiguo refrán: “quien mucho abarca poco aprieta”. Por eso, las amistades actuales suelen ser eventuales, las relaciones humanas son circunstanciales...los matrimonios son por un tiempo. Todo parece proyectarse con un reloj en la mano, pues no hay tiempo para nada, tampoco para nuestra amistad con Dios.

Jesús actúa de manera distinta. Se ocupa en lo que le preocupa. Sin prisa indebida, haciendo entender que lo que le están diciendo es importante, dando lugar preferente al que lo requiere con urgencia, mirando a la cara no ocultando su identidad, evitando recurrir a la burocracia de delegar respuestas en terceras personas, facilitando el encuentro en un trato directo.

Debemos aprender del Señor su estilo llano, evitando aquellas indebidas tramitaciones. Nadie puede pedir audiencia para hablar en su propio hogar, tampoco,  para acercarse a quien ha sido consagrado ministerialmente y vive los consejos del Evangelio en una vida religiosa. La disponibilidad debe ser un imperativo en nuestra vida como creyentes, sabiendo que quien sabe escuchar a Dios no dejará de “darse cuenta” y de atender diligentemente a quien requiere de un consejo, una corrección, un incentivo, un espaldarazo. Nadie que viene a nosotros puede alejarse sin una palabra y gesto de Cristo.

3.      “Se decían unos a otros: “Y ¿quién se podrá salvar?”.
A la pregunta inicial e individual, se suma ahora una comunitaria. No se trata de qué hacer si no de quiénes se salvarán. La respuesta de Jesús  es clara: y la han respondido los mártires a lo largo dos milenios. El mismo día que los jóvenes estudiantes de Upquala daban su vida reconociendo a Jesucristo, el cuerpo incorrupto de la mártir italiana María Goretti era venerado en la ciudad de Nueva York en la Catedral de Brooklyn.

Sacerdote Jaime Herrera G.
Observando la urna de cristal, recordaba lo que aquella niña de doce años nos enseñó hace casi un siglo atrás. Como sabemos, un joven, menor de edad, intentó abusar de ella, mas no logrando su vil deseo, optó por dar catorce puñaladas, las cuales dejaron en agonía a la pequeña durante un día, lo cual le permitió rezar y repetir las palabras de perdón que rezaba en el padre nuestro: “perdona nuestras ofensas como perdonamos a quienes nos ofenden”.

Luego de purgar su culpa por tres décadas, el asesino de María Goretti regresó a su pueblo, buscó al Cura Párroco y fue atendido por la empleada de la casa parroquial. Al no encontrar al sacerdote, le contó que había vivido allí y lo que había hecho: ultimar a una pequeña…La sirvienta algo sorprendida y con gran serenidad le dijo: ¡Soy la madre de esa niña! Y te he perdonado como mi hija lo hizo antes de morir. Y, tomándolo del brazo lo presentó a los habitantes del pueblo con la seguridad que nadie le haría nada si acaso ella -como madre- lo había perdonado.
Pasó el tiempo, y el joven asesino, ya con años en su cuerpo se dedicó a purgar su culpa llevando una vida ejemplar, con la ayuda de la oración, de la caridad fraterna y de la penitencia.


Cuál sería mi sorpresa que al momento pasar la estampa de la mártir María Goretti sobre esa urna de cristal, que contiene el cuerpo incorrupto de la Santa, estaba también la imagen de su asesino cuyo proceso de santidad se ha iniciado, con una oración de devoción privada para pedir su intercesión en el cielo. Si, digámoslo claramente: ¡No es una plegaria para pedir por su eterno descanso, sino para reconocer su poder de intercesión en el Cielo!

¿Qué lección  sacamos de ello? Sin duda una que refiere de la gran novedad del Santo Evangelio, y que da respuesta hasta dónde llega el perdón de quien se reconoce como cristiano. Mientras que se alzan voces majaderas de clamar venganza y sembrar rencor, repitiendo incesantemente “ni perdón ni olvido” nosotros encontramos en el testimonio de Santa María Goretti una verdadera lección magistral del perdón cristiano, que es capaz de vencer la mayor maldad humana, la cual,  no posee el derecho a tener la última palabra puesto que esa está reservada –exclusivamente- en los dictámenes de Dios, que es tan plenamente justo como infinitamente misericordioso a la vez.

En este día queremos detener nuestra mirada en un aspecto de lo que Jesús nos ha dicho: “dejar casas, padres hermanos, y Patria” es algo que –ciertamente- requiere de gran espíritu de sacrificio, mas, el Señor nos pide algo más: “dejándolo todo”, implica saber abandonar los deseos de venganza, de odio, de rencor, de una justicia que tiene sabor a venganza, todo lo cual hace que la vida de la sociedad se vea crispada y el desarrollo integral de los pueblos se vea mermado. El odio es infecundo: destruye y esteriliza.

Con acierto dirigía sus enseñanzas el actual Romano Pontífice a los representantes del mundo entero reunidos: “Se requiere más valor para mantener la paz que para declarar una guerra”. Y, ¿Quién lo puede negar? Si vemos que una simple adolescente fue capaz de dar el perdón gratuito a su victimario ganando con ello a la diabólica espiral de la venganza.

Imploremos a Nuestra Madre Santísima, como Refugio de los pecadores que nos obtenga la gracia de expandir nuestro corazón ante la invitación hecha por Jesucristo en este día, en especial, en orden a aprender a perdonar: diligente, total, y verdaderamente las ofensas cometidas. ¡Viva Cristo Rey! Amén.