martes, 31 de marzo de 2020


TEMA  :          “LA CONECTIVIDAD CON JESUCRISTO HOY”.
FECHA:    PLÁTICA DE FORMACIÓN MES DE MARZO  /  AÑO 2020
Todo indica al día de hoy, que durante la Semana Santa no habrá en nuestros templos una celebración masivamente presencial, sino que estará acotada al espíritu de lo que la Santa Sede ha invitado, habida consideración de la necesidad de la Iglesia de estar con Jesús y de la voluntad  de Jesús de permanecer junto a nosotros.
El quinto domingo de Cuaresma en muchos templos parroquiales y catedrales se celebró la santa Misa de acuerdo a la normativa vigente dictaminada por el Ministerio de Salud y las pautas dadas por la Santa Sede, entregadas algunas de ellas,  a la discrecionalidad de cada obispado.
Por ello, cada obispo en general,  sacó una normativa aplicable sólo a cada una de sus comunidades (diócesis), algunas de ellas más restrictivas que otras, e incorporando acciones que complementarias,  dan esa vida de la Iglesia, ese modo de ser Iglesia, propio de una catolicidad que se nutre de dones y carismas tan diversos como numerosos.
Para los creyentes no existe la casualidad, pues, en el origen de los acontecimientos sabemos que,  por alguna misteriosa razón,  Dios quiere o permite que sucedan. El Domingo 29 de Marzo –Quinto de Cuaresma- casi a la misma hora en Santiago,  hubo una marcha política violenta, que incluyó: balas, toma de calles y maldiciones, que se multiplicaron al caer el día en algunos sectores de la capital que vive la cuarentena. A 514 kilómetros un templo acogía a catorce personas. La prensa publicó ampliamente lo sucedido en la Iglesia y,  casi nada de la marcha del joven violentista, aún más, en la mayoría de las imágenes solo aparecen carabineros controlando los desmanes y de la marcha…nada. Sorprende la impunidad de una actividad donde la Seremi de Salud en Santiago guarda silencio, como la absurda determinación del Minsal de la Región de Biobío al clausurar una catedral.
Ciertamente, estamos en un ambiente secularizado y adverso a la Iglesia, vivimos una pandemia que a muchos sobrevino como “agua fría” a sus deseos y acciones totalitarias, por lo que entendemos que puedan actuar desde una formación mediocre, escasa, abajista, y resentida. En ocasiones,  sin ninguna visión trascendente en sus actos, por lo que se hace necesaria la virtud de la paciencia, a la hora de enfrentar las numerosas faltas de criterio y caridad. 
No han faltado quienes desde el ámbito secular han tomado acciones que van más allá de lo que resulta aceptable, incentivando el cierre de templos, esgrimiendo amenazas de cierres en caso de no cumplir la “normativa vigente”. Ejemplo de esto fue lo acontecido en la Catedral de Los Ángeles. ¿Serán estos los nuevos “catorce de la fama” que recuerda nuestra historia?  Un tercio de los que van en una micro, menos de la décima parte de los que van en un carro del metro y menos de los que esperan una hora al médico especialista…
29 Marzo Santiago: Marcha…balas....maldiciones…calle

29 Marzo Los Ángeles: Misa, .campana, bendiciones, templo


   
El conocido escritor converso Gilbert K. Chesterton Grosjean sostuvo que “el sentido común es el menos frecuente de los sentidos”  de nuestro tiempo, lo que verificamos con tanta frecuencia. Además, el imperio de una cultura adversa a Dios conlleva al eclipse de la verdad en quien obstinadamente se esmera en hacer realidad en primera persona el consabido refrán: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver” (San Juan IX, 1-41).
Esa ceguera del espíritu va de la mano con la de la inteligencia puesto que “la pasión razona poco sobre todo, cuando se siente apoyada por la fuerza, entonces obra como si el poder constituyese derecho” (Arzobispo de Paris, (+) G.Darboy).
Durante esta pandemia “Corvidiana” que se expande con fuerza, en medio de una sociedad infantilizada,  han surgido una serie personas que, habitualmente permanecen ubicadas tras bambalinas, y al momento de acceder a una responsabilidad, se han alzado con la implementación de antojadizas decisiones,  donde la implantación del poder absoluto queda aparentemente justificado por un curvilíneo derecho, más aun presentado como urgente.
Me atrevería a decir que cada persona esconde un dictador en su alma, nada novedoso entraña ello, si acaso leemos el relato del pecado original donde Adán y Eva optaron por definir el bien y el mal al margen de los dictámenes de Dios, lo que trajo graves y permanentes consecuencias para la vida de cada persona venida a este mundo.
He escuchado de feligreses que: “las misas están prohibidas” y algunos miembros de la Iglesia han señalado que se harán “misas privadas”, lo que conlleva graves errores respecto, entre otros puntos,  de la visión de lo que es la misión de la Iglesia y la practica sacramental, especialmente aplicado a la Santa Misa.
Urge decir que no hay misa privada: Pues, toda celebración es publica, todas se celebran por un ministro público de la Iglesia, todas se ofrecen a Dios como parte de un culto público, y no puede haber ninguna de ellas en las cuales los fieles no puedan comulgar.
En un documento emanado por la Santa Sede –antes del segundo Sínodo Vaticano- se entregó un importante párrafo al respecto: “Sacrosanctum Missae Sacrificium, iuxta canones et rúbricas celebratum, est actus cultus publici, nomine Christi et Ecclesiuae Deo reddíti. Denominatio proinde “Missae privatae” vitetur” (Rubricarum instructum, 25 julio 1960, III parte, cap.1.n.269).
        
5 TESTIGOS ANTE EL  ALTAR DE LA CRUZ
                               

12 PRESENTES EN LA ÚLTIMA CENA

El Sacrificio de Cristo que se renueva en cada Santa Misa tiene una función social y pública puesto que,  el sacerdote actúa “en nombre de Cristo” y por la Iglesia, por lo que,  queda vedado cualquier intento por limitar la eficacia de lo que sobre cada altar se realiza y, en las manos del consagrado se hace presente. Solo o masivamente acompañado,  cada sacerdote realiza una acción pública, nunca privada como lo hemos visto señalado en algunas informaciones. La identidad de un sacerdote no depende la masividad sino de la santidad y gracia recibida desde lo alto. El sacerdote debe moldearse a Jesucristo,  no a las encuestas como lo hacen tristemente algunos funcionarios públicos y políticos.

Toda celebración de la Santa Misa aunque sea celebrada por un solo sacerdote no es acción privada, sino acción de Cristo y de su Iglesia. En cada Misa se aplican los méritos obtenidos por Cristo de una vez para siempre por la salvación del mundo, de un mundo llamado a conocer y vivir en la verdad de Dios, que es siempre fresca y llena de esplendor, capaz de responder a cada uno de los misterios del hombre, y de este,  considerado en la sociedad: La Palabra de Dios es la plena verdad para nuestro mundo…. ¡Palabra empeñada por Dios!
Es bueno que los fieles, lo no tan fieles y,  los que están llamados a serlo,  entiendan que las misas no se pueden suprimir, toda vez que,  colocaría a Jesús como “falso” al decir Él: “Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo” (San Mateo XXVIII, 20) y preceptuado,  al momento de instituir la Eucaristía a “hacer esto en mi memoria” (San Lucas XXII, 19). Obligación que cumplieron los Doce Apóstoles de inmediato, tal como lo leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles (II, 42): “se reunían asiduamente en la Fracción del Pan (Eucaristía)”.
En el Padre Nuestro, Jesús invita a implorar “el pan nuestro de cada día” (San Mateo VI, 11) este es, no sólo el alimento del cuerpo sino el del alma que hace mención la expresión usada en su discurso más extendido como es el del “Pan de Vida” (San Juan VI, 35).
Ninguna puerta de este mundo es capaz de evitar que las gracias y los méritos de Cristo en el Calvario lleguen con toda su fuerza y eficacia a los fieles que asisten presencialmente, como a los que desde el purgatorio contemplan con hambre ser rescatados de aquel lugar. Sin duda que la medida del amor eucarístico es inmedible por lo que ancho y grande es el amor de Dios (Efesios III, 18).
¡Lo que acontece en cada altar rebalsa en gracia para cada miembro de la Iglesia!
Los templos al quedar cerrados a lo largo de la historia de la Iglesia ha sido a causa de: graves persecuciones, aunque los creyentes buscaron modos de poder reunirse para recibir la Hostia Santa tal como aconteció en el periodo de las persecuciones en los tres primeros siglos, durante la revolución francesa y el denominado periodo del Alzamiento de París, la persecución de la Iglesia en España y durante siete décadas al arreciar el socialismo en muchas naciones, cerraron los templos en México como protesta por el hostigamiento de la masonería, lo que luego culminó en una percusión feroz donde bastaba tener una medalla o una estampa religiosa para ser condenado a muerte.
A la Iglesia de Cristo, nacida de su Sagrado Corazón la pueden clausurar pero nunca invitarla a claudicar….Se pueden cerrar los templos pero no la Iglesia.
  

PROCESIÓN GRIPE ESPAÑOLA 1918

MISA EN CIUDAD NAGASAKI   7 / 12 / 1949

Lo que acontece hoy en nuestra Patria sin duda que puede ser una dolorosa lección para quienes en sus comunidades viven sumergidos en el “paraíso” espiritual y pastoral de tener atención sacerdotal ininterrumpida, tal como acontece en algunas comunidades de religiosos y, debemos reconocer que sucede en parroquias de sectores “socialmente elevados”.
¡Siempre hay Misa en esas parroquias! ¡Siempre llega algún sacerdote! ¡Siempre hay Misa para los difuntos que allí son llevados! Mas, en otras realidades –no sólo rurales ni insulares- se ha normalizado que los difuntos “de la periferia” tengan un responso pero no una Misa,  donde los méritos de Cristo son aplicados por quien ha partido de este mundo.
Hoy, la extensión de la pandemia hace que  muchos católicos perciban lo que implica no tener posibilidad de comulgar…se experimenta no tener tanta accesibilidad para poder confesarse…Por eso,  de esta prueba debe abrirse una nueva manera de pastoral en la cual,  la urgencia de buscar, de  fomentar las vocaciones sacerdotales y religiosas sea una prioridad, más aún,  si vemos la inmensa cantidad de sacerdotes que han muerto producto del contagio al ir a atender a los enfermos, generalmente pertenecientes a la tercera edad en otros países, y menores de cincuenta años en Chile. Hechos “uno” con el sufrimiento los sacerdotes fallecidos han dejado este mundo cambiando la sencillez de una habitación como el más noble de los templos, y la camilla como el más bello de los altares.


Ningún creyente puede caminar junto a sus hermanos si acaso no está convocado por el mismo Cristo, objeto de la fe y piedad nuestra. Es el momento de acompañar y dar razón de nuestra fe católica a quienes con temor miran el futuro con incertidumbre.
Tomando la iniciativa de promover nuestra fe católica: Con la certeza que  recibida desde hace años ha sido el mayor bien que podemos tener y que podemos entregar a los que están junto a nosotros, por lo que,  la caridad verdadera se hace apostolado siempre. Una Iglesia “en salida” es una Iglesia que no puede cerrar su alma al horizonte de nuevas conversiones. Es parte de su esencia buscar la conversión de los no creyentes, procurando “Ir por todo el mundo…bautizando…y dando a conocer todo lo que Cristo nos ha enseñado”.
La caridad en tiempos de mayor necesidad tiene un mayor valor, pues,  permite homologar lo que aquella viuda pobre del Evangelio ofreció: “dio de lo que necesitaba” no de lo que le sobraba (San Marcos XII, 41-44).
Nadie ignora que producto de la violencia imperante desde el mes de octubre en Chile, que permeó un aire “rancio” a los meses de diciembre y febrero,  llegando a mancillar  fechas tan significativas como son las de: La Inmaculada (recordemos que algunos solicitaron su suspensión); Nochebuena y Año Nuevo. Igualmente,  fuimos testigos de un verano regional muy discreto que culminó  con un Festival de Viña regado de mensajes ideológicos el cual, intuyo  sólo será recordado por lo rápido que se olvidó. Lo anterior, hizo colapsar la economía y paciencia de muchas familias e instituciones, de la ciudad, de la región y de todo nuestro País. ¿Hasta qué punto ayudaron las movilizaciones a expandir el virus durante el mes de marzo? Pronto sabremos si el contagiador eres tú…y si importaba dónde estaba y cómo vestía. 
En un panorama así, la virtud de la generosidad adquiere urgencia, especialmente de quienes estamos llamados a reconocer a Cristo en cada uno de nuestros semejantes, por lo que la pregunta hecha por San Alberto Hurtado Cruchaga es un imperativo del apostolado en Cuaresma : “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”. ¡Que Viva Cristo Rey!
                  “Si Cristo con nosotros,  ¿Quién estará contra nosotros?”

PADRE JAIME HERRERA / CURA PÁRROCO PUERTO CLARO / CHILE

jueves, 26 de marzo de 2020


Exmo. Administrador Apostólico
Mons. Pedro Mario Ossandón Buljevic
Presente.                                                        Miércoles 25 de marzo del 2020

“En la Santísima Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia” (Vaticano II, decreto P.O n.5).
De nuestra consideración,
La particular preocupación de Cristo por los enfermos que nos hace descubrir en los evangelios    milagros, algunos de los cuales conocemos especialmente en tiempo de Cuaresma, nos invita a facilitar el acceso oportuno y pleno de la persona de Cristo a quien se sienten debilitados en momentos de enfermedad o –eventualmente- para despejar la incertidumbre de una posible, grave y hasta mortal enfermedad.
Como gracia especial, he podido acompañar a Jesús como parte del desfile de quienes padecemos una enfermedad autoinmune, progresiva, e incurable. Desde pequeño pude conocer la vida de Damián de Veuster, apóstol de Molokai, cuánta alegría en servir a los enfermos de lepra,   que no menguó al contagiarse de ella, según lo cual,  al momento de predicar puedo decir con propiedad “nosotros los enfermos” tal como lo hizo ejemplarmente el santo leproso en 1873 en medio del  archipiélago de Hawái.
Durante un cuarto de siglo he podido servir en esta comunidad como Pastor Propio, con cura de almas, para lo cual, me fue entregada la llave del sagrario con la responsabilidad de celebrar la Santa Misa aplicada de modo especial por los fieles, cotidianamente según el deseo de nuestra Iglesia.
Al momento de instituir la Santa Misa diaria se quebró una dinámica pastoral que fue implementada –prácticamente- desde hace cinco décadas en orden a tener celebraciones los fines de semanas y grandes solemnidades. Así, he recabado información precisa de los fieles que debían buscar –casi con desesperación- sacerdote los fines de semana y,  que en verano se suspendía la atención diaria. Todos de vacaciones…“salvo que Cristo sigue allí en la cruz” (Charly García, Mariposa Tecnicolor).


Formado en un Seminario Diocesano que in illo témpore tuvo una centralidad eucarística y mariana ¡no podría ser de otro modo! he podido en todo momento,  entregar el Pan Eucarístico a la comunidad encomendada, recordando algunos momentos muy especiales: Durante dos semanas bajo custodia policial por amenaza de muerte de traficantes locales; decir la Santa Misa dos horas después de haber sepultado a mi padre; haber celebrado en cinco ocasiones los días en que mi madre era operada de cáncer, no haber dejado de celebrar en el templo los días siguientes al sismo de 2010, y haber continuado la celebración en medio de temblores que ameritaron la inmediata alerta de tsunami. En tres ocasiones –dos de ellas, con colación de implantes de cadera- pude decir Santa Misa en el templo a cuatro días de hechas las intervenciones. Dios ha permitido que ningún domingo haya estado enfermo hasta la fecha, de lo cual han pasado 25 años. Estuve once años (1995-2006) sin tomar vacaciones porque no había sacerdote que me reemplazase para decir la Santa Misa.
Unas 10.000 veces he iniciado la Santa Misa “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y la he concluido invocando a la Santísima Trinidad como protección de cada feligrés. Asistan pocos o muchos, el Verbo Encarnado que hoy celebramos no ha dejado de venir a nuestro altar  cada día para la salvación de muchos.
Las campanas forman parte del sonido habitual de nuestra jurisdicción parroquial que si por la noche percibe el ruido del puerto, al atardecer el tañer del bronce hace saber que hay un Dios y,  los antiguos recuerdan el refrán: “Mira que te mira Dios, mira que te está mirando”.
Durante este mes hemos procurado salvaguardar dos realidades que son inseparables para los creyentes recordando la invitación del Señor a priorizar las necesidades del alma, y más aún, las del alma de Cristo que ha querido venir a nosotros, y que renueva su presencia y sacrificio en cada Eucaristía: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Misa Navidad en Siria año 2016

Fieles en templo de Siria
Entendiendo la seriedad del momento presente, por lo que he procurado celebrar la Santa Misa día a día, con todas las prevenciones que requiere el cuidado de todo fiel, incluido el del propio celebrante que suscribe. En esta materia comprendo las medidas que ha tomado la autoridad civil que buscan proteger la vida de cada persona nacida, entendida desde una perspectiva materialista.
Ciertamente, que lo que el mundo de hoy valora de la persona humana no corresponde -las más de las veces- a lo que Dios ha hecho de cada uno: “El mundo no ve las cosas como las ve Dios”, llegando al absurdo semántico de afirmar que los derechos humanos son válidos según se use o no uniforme.

La Iglesia durante dos milenios ha caminado en épocas de persecuciones y grandes crisis, entre las cuales las pestes no han estado ausente. Hay páginas notables en la vida de los Santos que fueron al encuentro de los contagiados con el Santísimo “en la mano”. Si acaso buenamente nos preocupa que no se contagien ¿colocamos el mismo esfuerzo e insistencia en que no se condenen?
Carlos Borromeo en peste Milán 1576

San Gregorio Magno en peste de Roma 590

San Gregorio Magno y San Carlos Borromeo doblaron la mano de la justicia divina desde la fuerza de la misericordia. Como entonces,  hoy,  “el amor es más fuerte”, “al amor vence siempre”, “el amor siempre puede más” (Papa Juan Pablo II),  por eso,  la fuerza que nace de cada Santa Eucaristía es algo incomprensible para el mundo e Inestimabile Donum para  los creyentes.
Tengo dos amigos con los que he hablado esta semana y han gestionado el salvoconducto para sus casi 350 empleados cada uno. Es incomprensible que en Argentina hoy, donde hay cuarentena total,  una persona pueda ir a comprar a una farmacia la píldora del día después; en  una ferretería pueda adquirir un kilo de arena; y un creyente no pueda participar presencialmente de la Santa Misa con las precauciones que corresponde. En otro país de América se puede sacar a pasear las mascotas (tengo cuatro) pero los templos permanecen cerrados. ¡Algo huele mal en todo eso!
Es muy distinto acudir personalmente  a un cumpleaños y comer torta,  que entonar el happy birthay desde un celular a distancia. Valoro que haya quienes se esfuercen por implementar la Santa Misa por las redes sociales. Nuestra Iglesia en Valparaíso lo ha hecho desde hace décadas cuando, por entonces,  el Padre René Pienovi Masafierro y el Padre Jorge Bosagna Aguayo lo hicieron por años desde el Canal 4 UCV, en celebración vespertina para los enfermos.
CANAL EWTN 28 MADRE ANGÉLICA

P. RENÉ PIENOVI MISA CANAL 4 UCV

No menor ha sido el esfuerzo de transmitir la Santa Misa en directo cada día que impulsó la Madre Angélica Rizzo Gianfrancesco en su canal EWTN 28. El mismo criterio dado hace cincuenta años es válido en la hora actual. Ver la Santa Misa por una red social constituye una facilitación pero no es la panacea para el alma,  que sí hizo decir a los primeros cristianos: “non possumus” sin  Jesús Eucarístico.
Es bueno que Ud. sepa que ayer (Martes 24 de Marzo) las calles de Valparaíso Pedro Montt, Uruguay y alrededores,  estaban colmadas de personas comprando mientras que las playas permanecían  vacías y muchos templos cerrados. Como debía comprar mercadería pensé en ir al sector del Mercado Cardonal, con sorpresa agradecida  no me permitieron bajar del auto en que me trasladaba por precaución para evitar contagiarme…y en detrimento de mis arcas.
Estimo que moralmente corresponde gestionar desde ya un salvoconducto para todos los sacerdotes con Cura de Almas de nuestra diócesis, toda vez que,  el imperativo de la vocación sacerdotal, unida al ministerio del Cura Párroco, y el bien de los fieles amerita solicitarlo a la autoridad regional en la persona del actual Intendente, que estoy cierto estará llano a acceder.
Estoy seguro que fuera del ámbito eclesial por cierto, pero también,  en su interior, no faltará quien no acabe de comprender nuestro deseo por servir eucarísticamente a quienes eventualmente más lo pueden anhelar y que toda su vida fueron formados y han vivido desde la participación de la Santa Misa, tampoco ellos pueden esperar,  toda vez que están en la primera línea de los más necesitados.
Cardenal Prefecto Robert Sarah

Misa Rito Extraordinario Puerto Claro


Con la claridad que le caracteriza he leído con atención el documento enviado por el Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, Cardenal Robert Sarah para las celebraciones que vienen en Semana Santa. Multitud de ángeles se hacen presente en cada celebración, adorando a Quien viene a nuestras manos cada día –también los lunes y en vacaciones- por lo que deseo poder celebrar la Eucaristía como si fuese la primera, la última y la única vez en esta vida, más aun,  en el día que recordamos que “Verbum caro factum est et habitavis in[U1]  nobis”, en el cual un día fui constituido hijo de Dios e hijo de la Iglesia.
Finalmente adjunto un conjunto de textos del CDC. (*)  vigente que dan luces al respecto de lo que expongo. Dios Guarde a Ud.

Pbro. Jaime Herrera González
Cura Párroco de Puerto Claro

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“Todo bautizado a quien el derecho no se lo prohíba, puede y debe ser admitido en la sagrada comunión” (Canon 912).
“Se aconseja encarecidamente que los fieles reciban la Sagrada Comunión dentro de la celebración eucarística”.
Respecto de los enfermos: “Se debe administrar el Viatico a los fieles que, por cualquier motivo, se hallen en peligro de muerte” (Canon 921& 1).
“No debe retrasarse demasiado el Viatico a los enfermos, quienes ejercen la cura de almas han de vigilar convenientemente para que los enfermos lo reciban cuando tienen aún pleno uso de sus facultades” (Canon 922).





 [U1]

TEMA  :           “LA FE EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS”.
FECHA: HOMILÍA CUARTO DOMINGO DE CUARESMA / AÑO 2020
Estamos en tiempos donde la imagen suele ser importante. ¡Bien lo saben los medios de comunicación y las redes sociales! Por esto, en estos días me detuve en dos fotografías, cuya impresión las comento en voz alta. Una es del siglo antepasado y otra del siglo pasado. Comentaré una de ellas….de momento.
La primera muestra el hábito roído de un sacerdote ya anciano de la congregación del colegio donde estudie  -los Sagrados Corazones (SS.CC)- en la cual el Padre Damián de Veuster, muestra las marcas de una enfermedad qué contrajo al permanecer –voluntariamente- al servicio de los enfermos de lepra en el archipiélago de Hawái. En la pequeña isla de Molokai se vivió en toda su expresión las palabras de Jesús: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
Siguiendo una vocación recibida desde pequeño,  donde conoció el testimonio de tantos  sacerdotes que fueron martirizados durante la revolución francesa, y particularmente, luego de unos años,  durante el denominado Alzamiento de Paris, donde fue fusilado el arzobispo de Paris (+ Georges Darboy), ha de haberse enterado al momento de llegar en marzo de 1873 a esa isla denominada por entonces como el “paraíso infernal” o la “isla de los locos”,
  
PENA DE MUERTE A CATOLICOS EN PARIS 1871              

SAN DAMIAN DE VEUSTER (LEPROSO EN MOLOKAI)


Al partir a servir a los leprosos conocía del riesgo de adquirir la enfermedad, aun así,  no rehusó la misión, sino que feliz y confiado procuró antes y después de estar enfermo,  cumplir su misión sin mayores prevenciones que las indispensables y por cierto, en todo momento mostrando su identidad, para la cual fue enviado a ese lugar y para lo que muy pocos lo esperaban: un hombre de Dios, que les diese el Pan de Vida, y que les enseñase el catecismo con las verdades de siempre…(los pobres de ayer y de hoy poco saben y se interesan de modas y de estar al día).
Lo que encierra la vida de los santos tiene una vigencia que no está atada a la moda intrascendente que pasa, por lo que la razón del trato y el ejemplo dado por el santo leproso adquiere una vigencia notable en tiempo de “coronavirus”.
Su estilo pastoral es una luz ante el eclipse que vive algún sector de la Iglesia en nuestra Patria (recordemos que habiendo ya 43 contagiados de coronavirus el pasado día 13 de marzo, Santiago Silva Retamales hablada de la urgencia de un plebiscito para cambiar la Carta Magna vigente, en instancias que la magna pandemia ya constituía un imperativo para gran parte del mundo. Esa intervención fue –pastoralmente- como una desafinación en música, un canto marcadamente desfasado del compás).
Ante la adversidad,  no podemos pedir reemplazo ni emprender el camino de regreso como le ofrecieron y pudo haber optado San Damián de Molokai. Más bien, optó por celebrar la Santa Misa “en familia”, junto a sus hermanos pues, tenía la certeza que una Misa ofrecida por amor a Dios tiene más valor que todas nuestras acciones por notable que parezcan a los ojos del mundo. ¡Nada es más importante, más urgente y ¡necesario!
Poder vivir la Santa Misa en la cual Cristo se hace realmente presente, totalmente presente, y actualmente presente, nos hace ver como aquel ciego de nacimiento que, si valioso es todo acto de devoción en estos días,  ninguno es comparable con lo acontecido sobre un altar en cada Santa Misa. ¡Entiéndalo bien y claro! ¡La Iglesia vive de la Eucaristía, porque ella es Jesucristo! (La gracia de Cristo no acaba con la Santa Misa pero desde ella todas nacen).
Por tanto, teniendo presente que hasta la fecha la autoridad no ha suspendido algunas actividades ni el transporte público, no resulta convincente anticiparse a evitar casi con desesperación que aquellos consagrados y fieles que libremente optan por asistir al culto, con los resguardos necesarios, accedan a estar con Quien para ellos,  es la primera necesidad y su mayor seguridad.
Pues,  digámoslo claramente: Los médicos no son dioses y muchas veces se han equivocado; en tanto que los sacerdotes tienen su mayor competencia en las cosas del alma (o deseable sería que la deseen tener...), los fieles a los que se les suele invitar por los “pastoralistas” a tomar su misión en la Iglesia tienen la madurez y sentido común en orden a evitar exponerse indebidamente tanto ellos como a los que son parte inmediata  de su entorno familiar y social.
Por tanto,  mostrar nuestros templos como “lugares de contagio” apunta a la implementación de una visión nacida del ámbito pagano y del progresismo ideológico puesto que,  lo ubica como un centro de reunión más entre otros, no como el hogar de nuestra alma, en el cual,  tantas veces hemos escuchado que es la Casa de nuestro Padre (la Casa de Dios) que de la noche a la mañana se transforma en “medio de contagio” y que se debe evitar...
Mientras que en este día Domingo de  Laetare las puertas de muchos templos permanecieron  cerrados, sí  permanecían funcionando ferias callejeras, lugares de comida, bombas de bencina y supermercados. Pues,  la autoridad ha dictaminado unilateralmente que se puede hacer fila para sacar dinero pero no para recibir a Jesús Sacramentado. ¡Esto es a lo más sorprendente que evidencia el debilitamiento de la fe y perversión de las costumbres!
En los tiempos de crisis en nuestra Iglesia siempre los fieles han elevado su vista, y puesto sus oídos al llamado de Dios. Gracias a Él en muchos lugares -debo reconocer con sorpresa- incluso en Santiago de Chile con todo lo liberacionista que es el medio eclesiástico,  se invitó a hacer sonar las campanas por lo que “moros y cristianos” se preguntarán al escucharlas: “¿Por quién doblan las campanas?” (Tomando el título de la novela de Ernst Hemingway, que a su vez lo asumió de un texto de un poeta  de 1624: “La muerte de cualquier hombre me disminuye porque es parte de la humanidad por consiguiente nunca hagan la pregunta de por quien doblan las campanas…doblan por ti”).
En efecto, (las campanas batientes) son una invitación a saber que la casa del creyente se ubica donde está su Dios, y si bien,   Él se encuentra en todo lugar, porque es infinito y omnipresente, los católicos creemos que sólo lo encontramos “real y sustancialmente” presente en nuestros altares y sagrarios donde viene “para que tengamos vida, y vida en abundancia”.

Sin  duda,  “quien come de este Pan tiene Vida verdadera”, por lo que aquella visión de los pastores en Fátima el día 17 de Julio de 1917 en la cual se ve  “al Papa avanzar a paso vacilante” constituye ahora una oportunidad más de conversión verdadera,  no a las cosas de este mundo, no a los tiempos actuales, no al progresismo liberal,  sino al Único que se nos ha revelado como “Camino, verdad y vida”.
No nos cansemos de repetir que lo esencial de nuestra Iglesia es la Misa: Debemos tener presente que la sociedad ha toreado a Dios permanentemente. Desde los modernistas que trivializan la presencia de Cristo en la Eucaristía rebajándola a un signo ineficaz, hasta el abandono masivo del amor a Jesús Sacramentado por gran parte del mundo denominado “creyente”.
Ojalá que el uno por ciento de las razones señaladas para no asistir a Misa con ocasión del coronavirus  algunos de los “consagrados” lo empleasen creativamente en invitar a los fieles a estar en la Eucaristía devotamente. Con indicaciones rayanas en lo absurdo exhortan: “Cierren todo templo”…pero,  cuando toda la crisis haya pasado, ¿serán capaces de decir?: Abran los templos para que vengan los fieles. Serán entusiastas al momento de promover las vocaciones sacerdotales para llenar un seminario diocesano que agoniza?  De tener 90 seminaristas en 1987 a sólo 5 el 2020, me pregunto: ¿No habrá llegado el momento de reconocer que los programas de formación implementados han sido un fracaso rotundo estos últimos treinta años?
Queridos hermanos: Dios se vale del medio de un virus mortal para convertirnos y descubrir que el “jugueteo” con lo mundano, el “transar” la certeza de la revelación divina, y el “relativizar” la voz del Espíritu Santo en cada época de la vida de la Iglesia, vista en dos milenios y no en detenidas décadas, son cosas que a los ojos del Señor importan…y mucho. No son pocos los católicos que experimentan  -ahora- que la Santa Misa  se celebra de manera acotada,  echan de menos poder comulgar, lo que finalmente implica estar en comunión con el Verbo Encarnado, con Jesús Sacramentado, el mayor tesoro que podemos tener en este mundo que pasa.   
Confiados en que nada ocurre sin que Dios no lo permita, nos colocamos bajo el regazo de la Virgen de Puerto Claro bajo cuya mirada maternal nuestra ciudad nació y en ningún momento ha dejado de contar con ese auxilio ni dejará de hacerlo en el futuro. ¡Que Viva Cristo Rey!
    PADRE JAIME HERRERA PÁRROCO EN VALPARAÍSO CHILE