jueves, 30 de noviembre de 2017

“MARÍA, PUERTA DEL CIELO”

 TEMA DÉCIMO SÉPTIMO  /  MES DE MARÍA  /  AÑO 2017

MACKAY MES DE MARÍA 2017

1.     “Yo soy la puerta de las ovejas” (San Juan X, 7).

No a cualquier persona le damos las llaves de nuestra casa. Por muy cercanos y amigos que sean,  la llave de la puerta principal de nuestra casa sélo se entrega cuando uno tiene la madurez suficiente para poder conservarla y goza de la confianza de nuestra parte.  ¿Por qué cuidamos una llave?  Porque ella da acceso a algo que consideramos de valor y propio.

Una vez que pasamos por la puerta de entrada de la casa tenemos acceso a todas las habitaciones. Cruzar el umbral del hogar nos llena de seguridad, porque estamos en casa, por lo que cualquier contrariedad eventual queda relegada a un plano secundario una vez que estamos al interior de la casa, y lo acontece con el solo paso de la puerta principal.

Hoy, llegamos a una nueva denominación de la Virgen en las Letanías Lauretanas: “María, Puerta del Cielo”.

En el Antiguo Testamento leemos en el libro del Génesis que al despertar de un sueño el patriarca Jacob vio una escala y dijo: “Esta es la puerta del Cielo” (Génesis XXVIII, 17), por esto, nuestra Iglesia –tempranamente- reconoció a la Virgen María como la “Puerta del Cielo”.
En efecto, al momento que el Arcángel Gabriel le dice que será la Madre de Dios, la Virgen responde llena de seguridad y confianza: “que se haga en mí según tú palabra”, dando con ello, conformidad plena al proyecto de salvación que Dios tenía y que pasaba por la aceptación de María Santísima.
Por esto, Ella es la puerta que nos trae a Jesús, el verdadero Salvador del Mundo, en ello se fundamenta su mayor grandeza y se apoya todo su poder. Dios no niega nada a su Madre, por esto,  al recurrir a su intercesión lo hacemos con la seguridad que no sólo escucha lo que imploramos sino que no dejará de atendernos si acaso se trata del bien de nuestra alma y de tener más asegurada nuestra entrada al Cielo, en cuya puerta permanece de pie nuestra Madre Santísima.


Por un instante el universo entero, el cielo y la tierra, estuvieron expectantes de la respuesta que daría la joven Doncella de Nazaret, cuyo nombre era María, hija de San Joaquín y Santa Ana.
¡Qué segundo más hermos
o habrá sido aquel! Cuando la respuesta intuida en virtud aquella temprana consagración de la Virgen Santísima presagiaba, por todas partes y por todos los medios,  el carácter favorable de una respuesta, que llenaría de gozo las más altas cumbres del Cielo, como en los abismos más profundos, de cuantos desde el paraíso perdido anhelaban el cumplimiento de la primera promesa de salvación (protoevangelio). (Génesis III, 15). Nuestro Señor dijo de sí mismo: “Yo soy la puerta de las ovejas” (San Juan X, 7).



2. Al Cielo se entra por la Virgen María.
Quien muestra afecto y devoción por la Virgen tiene el boleto asegurado para entrar por la puerta del cielo, de la cual María es la “conserje” que nos permite ingresar. No hay atajo ni escala alternativa de emergencia a este respecto, todo ingreso a la bienaventuranza eterna pasa por descubrir el rostro María aquí para verlo allá.  

Por eso, San Francisco de Asís  hizo colocar una cartel en la entrada de la porciúncula: “Hic est porta vitae aeterna”. ¡Aquí está la puerta de la Vida Eterna! con lo cual reconocía el poder de intercesión de la Virgen en el ámbito de la salvación.

La “Puerta del Cielo” se llama María: Ella fue escogida por Dios para ser la puerta por donde viniera el autor de la Salvación del mundo, es la que está al final del camino de este mundo y al comienzo de la Vida Eterna,

                   VALPARAÍSO CHILE  2017
    

a). Creced en piedad mariana: María Santísima es el comienzo del Cielo, su preludio. Dios ha querido ponerla como rostro maternal a lo largo de toda nuestra vida, para que –especialmente- en los momentos más delicados tuviésemos el resguardo seguro de su compañía y consejo eficaz.
Por esto, no debemos escatimar esfuerzos por mostrar cariño y obediencia hacia aquella que Jesucristo mismo vivió sujeto en todo “obedeciéndole” a lo largo de su vida, y que le ha querido honrar en el Cielo alzándola como quien recibe a los denominados “benditos del padre” (San Mateo XXV, 34) de los cielos, que cumplieron en su vida los mandamientos de Dios.


San Alfonso María de Ligorio escribió que: “María es Puerta del Cielo porque  de la misma forma que toda gracia o indulto que otorga el rey pasa por la puerta de su palacio, de igual manera ninguna gracia desciende del Cielo a la tierra, sin pasar por las manos de María”.

b). Crecer en caridad fraterna: San Gregorio Magno, dice que “entra por la puerta que es Cristo , aquel que por la gracia divina profesa las verdades de la fe, las guarda con la caridad, y las manifiesta prácticamente con las obras”. Por ello, la fe verdadera y la caridad operativa siempre van de la mano. En nuestra cultura se suele separar indebidamente la fe y la caridad colocando las obras de misericordia en otra vereda que la de lo que se profesa y celebra en los sacramentos, olvidando que lo que nutre y hace eficaz cualquier obra buena es que nazca del encuentro con Jesús, particularmente en la celebración de la Santa Misa.
BAUTIZO PUERTO CLARO 


Por esto nuestra Madre del Cielo es la primera interesada en vernos profesar todas las verdades enseñadas por la Iglesia Santa en su magisterio perenne, como –también- ver que, tal como aconteció en el amanecer de la vida de la Iglesia, el mundo no creyente descubra –una vez más- en el buen trato reciproco de los hijos de Dios (bautizados) el mejor argumento para reconocer a Cristo en su propia vida.

Por medio de esta caridad fraterna muchos creerán en Jesús y la Iglesia, por esto el Mes de María es una gran oportunidad  no sólo para acercarnos más a Dios,  sino que lo es para atraer a cuantos se han alejado de la plena comunión con nuestra Iglesia verdadera. 

Oración: María, Puerta del Cielo, paso perfecto que nos conduce a Jesús, sendero luminoso que protege nuestro caminar. Déjame acercarme a ti con paso confiado, ilumíname para que pueda verte en medio de las oscuridades. Déjame extender mi mano y tomar seguro la tuya. Ayúdame a atravesar esta valle de dolor (lagrimas) y condúceme con la mirada en alto, con los ojos puestos en tu Hijo, a quien tu nos conduces como propósito de vida, pues para eso fuiste creada para ser la Puerta del Cielo, la Puerta que conduce hacia Dios. Amén.
¡Que Viva Cristo Rey!
     
              


    

miércoles, 29 de noviembre de 2017

“MARIA TORRE DE DAVID”

MEDITACIÓN DECIMO SEXTA /  MES DE MARIA / AÑO 2017

1     La Virgen como misterio del Cielo y de la tierra.

MILAGRO DE CALANDA (1674)
Hace 375 años  la noticia de un milagro ocurrido en la Ciudad de Calanda asombró a toda Europa. En el santuario de Nuestra Señora del Pilar, Patrona de la Madre Patria, un hombre que había pedido una de sus piernas hace dos años, iba diariamente al templo a rezar a la Virgen.

Una noche, el sintió que su pierna había sido incorporada, y ante el asombro de sus médicos y de todos los que lo conocían y supieron de que había perdido su pierna a causa de la gangrena, testificaron este milagro que ha sido llamado el “milagro de los milagros”. Las muletas quedaron como ofrenda en una de las murallas del templo como signo de gratitud por el milagro recibido.

Muchas veces, antes de ingresar al Seminario Pontificio de Lo Vásquez, siendo alumno de los SSCC de Viña del Mar,  y estando ya como seminarista me correspondió arreglar los diversos elementos que voluminosamente llegaban como agradecimiento en cada Festividad. No dejaba de sorprenderme que siempre encontramos  bastones y muletas…como las del ex cojo de Calanda.

En el Antiguo Testamento leemos: “En tu cuello como la Torre de David, que se alza sobre torreones, de ellas cuelgan mil escudos, todos divisas de valientes” (Cantar de los Cantares IV, 4). Así como “trofeos de milagros” quedan en los muros de los santuarios, en aquella torre construida por el Rey David los soldados colocaban en sus murallas “trofeos de victorias”.

Aquella torre en Jerusalén era la más alta, por tanto más cercana al cielo, y era la más bella decoradas de toda aquella  ciudad de paz. La grandeza de las virtudes que tiene el Corazón de la Virgen sobresale respecto de toda la humanidad de todos los tiempos, toda vez que sólo Ella fue denominada “Llena de gracia”.

En todo el mundo, María es alzada como una verdadera  torre espiritual, por su vida santa, pura y virtuosa. Sabiamente nuestra Madre la Virgen  ha sido reconocida como “misterio del cielo y de la tierra”.

TORRE DE DAVID EN JERUSALEN


Tempranamente los creyentes comenzaron a denominar a la Virgen María como “Torre de David” porque como toda torre resulta imprescindible para garantizar la seguridad de toda la ciudad,  particularmente en tiempos de guerra e incertidumbre. Si,  en tiempos de paz aquella torre cautiva por su belleza, en tiempos de violencia lo hace por cobijar con plena seguridad. ¡Así pasa con María!

Esto lo han comprendido perfectamente los Santos que unívocamente han sido grandes devotos de la Virgen Santísima. ¡Sin excepción santidad y devoción a la Virgen van de la mano! Toda vez que quien acepta a Jesucristo no puede despreciar, menospreciar,  o rechazar a quien Él se dignó crear revistiéndola de las mayores perfecciones y poder al constituirla como medianera universal de toda gracia, verdadero “eslabón encontrado” que une el cielo y la tierra en su purísimo corazón.

La naturaleza humana afectada por el pecado original nos indica que la tentación parte por los sentidos y luego busca razones…primero, busca seducir y finalmente, convencer: Eva vio el fruto de la manzana que le pareció deseable y luego,  se puso a conversar (dialogar) con el Maligno, con las consecuencias de todos sabida. Dios les puso “tarjetas roja” a Adán y Eva y los sacó del paraíso.

Lo anterior, nos ayuda a comprender el papel que cumple la Virgen Santísima  en orden a vigilar e iluminar el camino que más expeditamente nos conduce hacia la santidad. Su intervención como Torre de David nos permite discernir entre el valor de ser una piedra en medio de una construcción o ser una piedra de tropiezo…En el camino del apostolado somos… ¿un puente que une? o somos ¿una muralla que divide?  

a). El imperativo de la salvación: Frente al tema de la salvación del alma no hay esfuerzo pequeño ni postergarle. Todo importa, y tiene urgencia. El vigía de la fe, que quiere dar seguridad a cuantos viven en la ciudad, debe apoyarse en la Virgen María, la cual como la “Torre de David” permite descubrir los peligros que encierra la sociedad actual e incentiva, a su vez,  a crecer en los valores propios de nuestro tiempo que favorecen una vida de mayor fe, esperanza y caridad. Allí donde nadie hable de ser santos nosotros seremos los primeros y más pro-activos en ese tema, tal como lo fue la Virgen Santísima.

b). Mirar la doctrina católica como vehículo de salvación: Sólo a causa de una buena doctrina no nos salvaremos pero sin ella de seguro nos condenaremos. Tener un buen catecismo, una buena enseñanza religiosa, una buenas clases de religión, es algo importante, pero lo principal es que constituyan  un medio para conocer más perfectamente a Jesucristo y a su Iglesia. Tener buena doctrina en materia de fe es un don que debemos implorar especialmente en tiempos de tanta dispersión y vaguedad en el mundo de  la enseñanza. Aquí juega un papel insustituible la presencia de la Virgen María, cuyos consejos revestidos de la dulzura propia de la maternidad incluyen la exigencia y la fuerza de voluntad,  realidades tan postergadas  en la vida presente.

c). Confiar en la protección de la Virgen María: La “Migdal David” El Cardenal Newman, inglés converso a  la Iglesia Católica del Siglo XIX, enseña al respecto que: “David para defensa de su ciudad construyó una torre notable, de la que colgó sus trofeos obtenidos del triunfo de sus enemigos y puesto que David es tipo (imagen)  de nuestro Señor Jesucristo, así la torre es figura de la Virgen Madre de Dios. Se le llama “Torre de David”  porque ha sabido defender a si Hijo del ataque de sus enemigos”.

 CURA PÁRROCO DE PUERTO CLARO CHILE
Como eco de esa defensa está sin duda la necesidad de favorecer la debida promoción de las personas a una vida cada vez más digna, en la cual,  las necesidades de todo orden, en el plano espiritual y material,  serán subsanados por la iniciativa de los creyentes, quienes con su creatividad y perseverancia han sabido y han logrado implementar diversas obras de caridad a lo largo  del mundo entero.

Las almas de nuestros hermanos deben encontrar en nosotros aquella protección que –como Torre de David- la Virgen Santísima quiere dar a cada hijo de Dios, por los cuales Jesús no desdeñó sacrificio alguno….aún más, los asumió todos para que todos tuviésemos la oportunidad de lograr una vida nueva en si Hijo y Dios.

A la hora de servir los católicos debemos estar no sólo en primer lugar, sino –también- en primera persona asistiendo con nuestros bienes, con nuestro tiempo, y con nuestra ayuda a quien más urgentemente lo requiere. Será la Virgen en este día, a la que veneramos como “Torre de David” quien nos obtenga la gracia de ser creativos, eficaces y muy generosos ante quienes Dios se nos presente en su indigencia espiritual y material.  ¡Que Viva Cristo Rey!


lunes, 27 de noviembre de 2017

CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA


 MEDITACIÓN DÉCIMO CUARTA / MES DE MARÍA / AÑO 2017

1            Buscando la verdadera alegría del católico.

 VIRGEN ALEGRE CATEDRAL TOLEDO 


Casi sin darnos cuenta hemos recorrido gran parte del Mes de María. Nos quedan sólo cuatro letanías, lo cual es motivo sin lugar a dudas de inmenso gozo en cielo, pues si la Virgen alegro al mundo dándonos a sui hijo y Dios en este mundo ¡cuánto mayor será la alegría al momento que las almas de los justos y de los ángeles se alegren con cada palabra hermosa y llena de cariño que se le dice durante cada día de este Mes! Por eso, renovamos nuestro compromiso y acrecentamos la perseverancia para participar.

Mayor es la alegría si en el cielo y la tierra saben que lo hacemos en medio de la celebración de la Santa Misa donde se revive el misterio de la Pasión de modo incruento. ¡Es el mismo sacrificio! El cual ahora se actualiza sobre nuestro altar que es la cruz elegida por el Señor para hacerse presente nuevamente en medio nuestro.

Contra todo lo que el criterio liberal pueda pensar nosotros somos capaces de evocar la Pasión del Señor, su muerte en la Cruz, su sacrificio redentor en el mismo día que evocamos la letanía lauretana de “Causa de nuestra alegría”, porque finalmente la raíz de toda tristeza en el mundo se hunde profundamente en el pecado, y la causa de nuestra verdadera alegría es la presencia de Jesucristo en el mundo, toda vez que viene a salvarlo de su más honda esclavitud como es el pecado en todas sus formas.

El primer anuncio del Cielo hacia la Santísima Virgen fue comunicado por la voz del arcángel San Gabriel…y le dijo a la Virgen: “Alégrate”….Los pastores de Belén se acercaron sorprendidos  en la noche luminosa de Belén, pues no sólo la estrella guío a los Reyes Magos provenientes de recónditos lugares sino que encamino con su luz –también- a los inmediatos pastores que escucharon la voz de los Ángeles entonar “una gran alegría hoy nacido”.

Ni la extensa noche que duró un mundo alzado de espaldas a Dios como fue el que se edificó entre el desastre del paraíso terrenal hasta el día de la Anunciación, fueron capaces de mitigar el gozo que trajo al mundo la llegada del Hijo de Dios, e  hijo de María Santísima, por eso Ella es, para todos los creyentes, la verdadera  causa de nuestra alegría.

Si su grandeza se funda en su maternidad divina, entonces el gozo por la venida de Cristo provoca que María Santísima sea causa de alegría para el orbe creyente. Las gracias recibidas por este misterio limpian de raíz las miserias del alma en la cual, sólo ha de reinar la esperanza alegre de sabernos redimidos por el Señor Jesús por medio de la Iglesia de cual María es Madre y Maestra.

“Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”: Si la mayor pobreza es la de pecar, la mayor alegría es la que conduce el arrepentimiento eficaz y a vivir en estado de gracia, y de amistad con Dios.

Si pensamos que la Virgen María  fue concebida sin pecado original, y por tanto nunca estuvo sumergida por pecado alguno, entonces cómo será su alegría si está unida a toda virtud, y además, en todo momento. Nada apagó en su vida el gozo de saberse amada por Dios, incluso si estuvo con el dolor de la muerte de Cristo, no perdió la dulzura de su corazón, la pureza de su mirada y la entereza de su fe….por eso permanece de pie junto a la cruz.

 PÁRROCO DE VALPARAÍSO CHILE

La bella imagen que se encuentra en la Catedral de Toledo en España nos muestra a la Virgen Feliz junto a Jesús en sus brazos…Igual acontece con Jesús, algo “crecidito”, parece sonreír en los frágiles brazos de su madre y al sostener el rostro de la Virgen. ¿Qué madre no sonríe al ver a su hijo feliz? ¡Todas! ¿Qué hijo no sonríe al ver a su madre feliz? ¡Todos!

Y por cierto la Madre de todos que está en el Cielo como Reina del Universo no puede sino contagiar como naturalmente a todos los que son sus hijos espirituales. El amor de la madre nunca falla, por ello,  por muy grande que sea el pesar de un hijo, encuentra no sólo alivio y consuelo en los brazos maternales, sino la causa de una alegría que de la mano va con la paz.

Sin el disfraz de un payaso como ocultando tras una carcajada el drama del corazón herido por el pecado,  ni recurriendo al mezquino humor falseado producido a costa de las deficiencias ajenas, ni acusando una  burla socarrona llena del sarcasmo y de crítica destemplada hacia los demás, o del falso buen humor sacado a costa de tanta droga y alcohol.

No, no es ese el origen de la verdadera alegría del católico, cuya alma se goza porque Jesucristo “vino, viene y vendrá”, primero: en la humildad del recién nacido de Belén….luego: cada día en la Santa Misa como “Pan que da la vida verdadera”….y luego: “vendrá a juzgar a vivos y muertos”, en la Parusía,   reinando eternamente a la diestra de Dios Padre.

CRISTO DE LA MATRIZ CHILE 2017
2. ¿Qué lecciones aprendemos de María,  causa de nuestra alegría?

a). Tener un corazón disponible para Dios: La Virgen María estuvo siempre atenta a cumplir lo que Dios le estaba pidiendo, por incomprensible que le pareciera, por misterioso, por salido de programa. Sin duda, se dejaba sorprender por el amor de Dios y ello era motivo de verdadera alegría en su alma. Quien cumple la voluntad de Dios sabe que actúa bien, y por tanto su alma está en paz y es feliz.

b). Crecer en espíritu de sacrificio: Todos los buenos deportistas, a pesar del rigor del entrenamiento y del exceso de las competencias suelen vivir felices, porque se realizan personalmente sabido que lo que más se valora en la vida termina siendo aquello que más ha costado obtener. Ejemplos son muchos: Nuestro jugador de futbol Alexis Sánchez y el tenista Rafael Nadal. El sacrificio ofrecido por amor a Dios es causa de realización interior, y por lo tanto de felicidad para quien cree de verdad.

c). Acercar a los amigos a Dios y la Iglesia: El apostolado de la alegría pasa por contagiar de convicción a los que están a nuestro alrededor, evitando la monotonía, el espíritu abúlico y hasta displicente del que hace las cosas por inercia y olvida que la verdad católica tiene un resplandor; que la caridad de Dios, puesta en nuestras manos e iniciáticas,  nos hace prolongar el amor de Cristo por las almas,  siendo verdaderos testigos del perdón, de la gracia, de los dones y talentos que el Señor Jesús inmerecidamente nos ha dado a lo largo de toda nuestra vida.

Por lo tanto, saberse amados por Dios es causa de felicidad y constituye el motor que nos mueve para contagiar de una sana alegría a los que más sufren en su alma y en su cuerpo: Los que tienen  hambre,  los que tienen sed, los peregrinos, los forasteros, los errantes, los desnudos, los enfermos, y los encarcelados justa o injustamente.
Que en esta Letanía Lauretana de María, causa de nuestra alegría encontremos el lema para guiar nuestras opciones personales, dejando en las manos de Dios, tal como lo hizo María Santísima,  nuestros anhelos, sueños y realizaciones. Así, si seremos felices saber que estamos cumpliendo la Voluntad de Dios. ¡Que Viva Cristo Rey!


    

    


   

viernes, 24 de noviembre de 2017

EL LLAMADO DE MARÍA SANTÍSIMA EN SU MES

 HOMILIA MISA EXEQUIAL /  SR. SERGIO CUETO / NOVIEMBRE / AÑO 2017

Hace sólo seis días estuve aquí. Algunos lo saben, otros lo ignoran: Desde 1990 que soy sacerdote, y desde marzo de ese año que sufrago en esta ciudad: muchos me preguntan ¿Por qué no se cambia de lugar? La respuesta es invariable: no lo hago porque tengo una familia que me espera, es verdad, con afecto, con cariño, y con un rico almuerzo.

El pasado domingo fue especial: El dueño de casa estaba enfermo, le di la bendición, y rezamos con  él y por él la plegaria del Padrenuestro. Lo note más débil que la última vez donde nos parecía que estaba repuntando, una vez que salió del hospital en Santiago. Estando en aquel lugar, su familia y yo pensábamos que su partida era algo inminente, pero no fue así, debían pasar varios días, y semanas para que ello aconteciera. Contra todo pronóstico de los médicos, que le daban sólo unas horas de vida, constatamos, lo que los médicos llamaron como milagroso, el hecho que logró sobreponerse, y como los viejos robles que mueren de pie, quiso hacerlo en su ciudad, en su hogar y junto a su familia.

Transcurridas siete décadas desde que nació, y fue tempranamente bautizado, en la Parroquia de Santa Bárbara en Casablanca, Dios lo llamó a su presencia luego de una breve enfermedad, la cual dejó caer toda su fuerza, particularmente en su última etapa.  Tuve ocasión de verlo bailar danzas tradicionales de la colonia un par de veces con su querido Grupo de la Tercera Edad, lo cual hacía con gran entusiasmo y esmerada preparación. En la Caleta de Pescadores y en la Escuela de San José –ex Internado- lo vi bailar entusiasmado junto a su esposa Anita Aranda de Cueto.

¡Cuánto gozo traslucía su mirada el recordar el viaje al Vaticano para conocer la cuna de la cristiandad donde,  en primera persona,  descubrió la grandeza que una cultura enraizada en la persona de Jesucristo hizo en dos milenios. Sus ojos que vieron toda su vida las Parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria, el Santuario de la Virgen de Lo Vásquez en cada peregrinación anual, en las celebraciones familiares en la Parroquia de Santa Bárbara de Casablanca, ahora contemplaban lo que para muchos es sólo signo de admiración por la soberbia de sus edificaciones, más el entendía que todo ello formaba parte de una misma realidad.

Lo importante no era la magnificencia de tantas edificaciones sino lo que estaba en su interior, la presencia de Cristo, el mismo al que recibía al momento de comulgar en la más sencilla de las capillas de la Parroquia: San Jerónimo, Piedrecitas, Aguas Marinas, la Candelaria, y San José de Casablanca.

Esa misma realidad es la que nos recibe en este día. Jesús conocido como el Nazareno se hace presente en medio nuestro, no de manera simbólica y como un recuerdo fotográfico, sino de manera “real y substancial”…Es el mismo…el que nació en Belén…el que creció en Nazaret…el que predicó en la Judá y Palestina…el que murió y resucitó en Jerusalén, ciudad de la redención…el que ascendió a los cielos y volverá a juzgar a vivos y muertos…es el que cumple la promesa de estar diariamente en medio nuestro “hasta el fin de los tiempos”.

Por eso nuestra Iglesia vive de la Eucaristía, hacia la cual convergen todas nuestras gratitudes a esta hora y,  desde la cual emergen todas las bendiciones y consuelos que concede Jesús personalmente -a cada uno- al momento de acercarnos a comulgar.

Es entonces, cuando nuestra inteligencia se ve encandilada ante la grandeza del misterio del Dios hecho hombre, que es Jesucristo quien,  en el colmo de su humildad viene a nosotros como alimento que fortalece el alma, permitiéndonos tener la mayor cercanía con nuestros seres queridos que ya han partido de este mundo.

Entre aquellos están los que anhelan vivamente llegar lo antes posible a la bienaventuranza eterna, superando,  en virtud de tantas oraciones y sacrificios hechos, de tantas misas aplicadas por su eterno descanso, aquel tiempo de purificación. Sin duda, serán estas las almas más agradecidas,  las que rescatadas del purgatorio entran al Cielo para alabar intercediendo e interceder alabando.

Pero, también están las almas de aquellos que,  directamente acontecida su muerte han llegado ya al Cielo. Medio en broma, medio en serio,  con el hijo mayor de don Sergio estamos habitualmente conectados por wasap: allí me llegan las fotos de las andanzas publicables de mi buen amigo…Desde lo alto de una montaña con las nubes a sus pies, o escalando las escarpadas cimas de la costa, y venciendo las enormes olas en el mundo del surf. 
  
En la última imagen enviada, horas antes de saber ambos la partida de don Sergio,  colocó la frase “llegué al cielo”. Sin querer, de modo misterioso, profetizaba lo que –Dios mediante- nuestro hermano difunto diría al estar en presencia del Dios, y reencontrarse con cada uno de sus seres queridos que le precedieron.

Bueno, la respuesta que le envié, en mi condición de padrino de confirmación a mi ahijado, fue: “Mira, creí que era más difícil llegar al Cielo”…Mas tenemos el testimonio de vida de quienes sí han llegado al Cielo. Y lo podemos afirmar en la seguridad que nos da la enseñanza bimilenaria de nuestra Iglesia que, asistida por el Espíritu Santo, declara de modo infalible dicha verdad respecto de sus mejores hijos.
Los santos son quienes luego de una vida virtuosa han logrado llegar junto a Dios. Sus nombres ya están inscritos en el libro de la Vida Eterna. La Iglesia Santa  nos pide acogernos a su ejemplo e intercesión, para lo cual,  son elevados a los altares.

De ellos conocemos el nombre de muchos: sobre siete mil, sin contar a los beatos y los venerables. Cada día podemos recordar unos veinte distintos, mas, junto a estos, intuimos que hay muchísimos otros que anónimos no dejan de ayudarnos tal como acontece con tantas buenas personas que de manera oculta y sin propaganda nos han ayudado en algún momento de nuestras vidas.

Por esto, si de manera secreta (privada)  en este mundo podemos hacer el bien a los demás siendo pecadores, ¿Cuánto mas no dejarán de hacer los Santos anónimos que están en el Cielo anhelosos de ayudarnos a ser con plenitud los hijos de Dios?

Es que esa es la vocación de cada bautizado: ¡Ser ciudadano del Cielo! Muchas cosas podemos hacer, muchas cosas podemos juntar, muchas cosas podemos conocer, pero sólo una constituye  un imperativo a lo largo de toda nuestra vida y nos lleva a sentenciar una gran verdad: “cielo perdido, todo perdido, cielo ganado todo ganado”.

Esta querida ciudad de Algarrobo tiene un tesoro. Su parroquia…el colonial templo de La Candelaria,  tiene un campanario que fue hecho por manos de Fray Pedro Subercaseaux (OSB), quien mientras realizaba un estudio sobre la vida de San Francisco para plasmarlo en un conjunto de pinturas, “se consagró a Dios, optando por un amor más alto” y dedicó el resto de su vida a la oración como monje benedictino en la Abadía de Quar en la Isla de Vihgt (Inglaterra).


                  FRAY PEDRO SUBERCASEAUX (OSB)

También podemos decir en esta tarde que nuestro hermano “optó por un amor más alto”, pues desde que contrajo matrimonio con su esposa Doña Ana Aranda de Cueto, prometieron permanecer unidos, “con salud o enfermedad”, hasta el último de sus días. De esa unión nacieron sus cuatro hijos: Manuel, Sergio, Lía, y Gabriel. A ellos conocí, según expresión latina, “in illo tempore”, cuando en esta ciudad durante el invierno se podía improvisar una cancha de fútbol en plena Avenida Carlos Alessandri.

No puedo dejar de destacar la grandeza de ese hogar, cuya alma sin duda es doña Ana, quien con la entereza y fuerza propia de la mujer, como navegante en medio de un temporal, sabia y virtuosamente  supo sacar adelante la familia, acompañando a su esposo en todo momento por difícil que se presentase. Con mesura y delicadeza, no exenta de firmeza a la hora de exigir, junto a su marido educaron a sus hijos en un clima de respeto, en campo de las virtudes y de la fe.

Por ello, a esta hora, donde miramos a Jesús muerto y resucitado, nos apoyamos en la fuerza de sus palabras, que nos recuerdan que “todo aquel que se une a Él con fe viva no muere para siempre y vivirá eternamente”, con lo cual el hecho de la muerte para el católico no tiene derecho a dar la última palabra porque esa la da Dios mismo: “Yo le resucitaré”.

Esta Santa Misa de Exequias  nos invita a dar gracias a Dios, por tantas bendiciones que recibió don Sergio Cueto a lo largo de toda su vida; nos invita a alabar a Dios por quién es y por lo que hace; invita a Dios a estar inclinado a bendecirnos (propiciar)  y clama el perdón de los pecados cometidos por cada uno de los hijos de la Iglesia, vivos y difuntos (impetrar).

Si la madre ha sido la protagonista principal en la vida del hogar de la familia Cueto-Aranda, la figura de la Virgen Santísima ha velado por su unidad y santidad, colocando el desafío permanente de “hacer todo lo que Jesús les diga”, tal como han procurado hacerlo en el pasado y con firme propósito no lo olvidarán en el futuro.

Con la gracia de Dios, que siempre puede más que nuestras miserias, imploramos, en medio de este Mes Bendito de la Virgen María, que el alma de don Sergio Cueto goce ya de la bienaventuranza eterna. ¡Que Viva Cristo Rey!




 




miércoles, 22 de noviembre de 2017

“VIRGEN FIEL”

 MEDITACIÓN DÉCIMO SEGUNDA  /  MES DE MARÍA  /  AÑO 2017


¡Que hermoso es mirar hacia el cielo en la noche en medio del campo! Aparece infinitud de estrellas que antes no parecían desconocidas! En el plano de la fe pasa algo parecido: Descubrimos algo que va más allá de nuestra inteligencia, y que Dios nos ha dado a conocer. La Virgen es experta en esto: Mirar la realidad desde el don de la fe, por eso hoy la llamamos: La Virgen Fiel.

Nada de cuanto un pescador deposita en el corazón de la Virgen queda al margen de la mirada, bondad y misericordia de Dios. Todo lo nuestro lo ve en los ojos de la Virgen Madre.

La Santa Eucaristía es el corazón de la Iglesia…si resulta imposible imaginar a una persona viva sin corazón, de modo similar resulta creer en una Iglesia viva sin la Santa Misa donde palpita Jesús…

En este día honramos a la Virgen María porque sobresalió en la virtud teologal de la fe. Ella fue muy fiel a todo lo que el Señor le pidió, caracterizándose por tener una actitud de inicial acogida a los planes de Dios.

Por ser la fe la primera de las virtudes , y teniendo presente que la Santísima Virgen las tuvo siempre en grado perfecto, podemos descubrir en toda su vida el modo cómo vivir el don de la fe, particularmente,  en medio de una sociedad que,  a causa del materialismo imperante,  reniega de ella, y en ocasiones, no menores,  la mutila colocando una división  entre la vida como creyente y la vida como persona, lo cual –finalmente- es causa del germen del liberalismo,  que –inevitablemente- terminará provocando una doble vida moral, y mañosamente colocará el credo en la vereda contraria al de la vida cotidiana.

Entonces, al interior del templo se vive como creyente, y fuera de él se vive a lo pagano. No se ve mayor dificultad en que un ateo o masón imponga sus criterios como autoridad pública, y termine arrinconando la vida de la Iglesia a un simple ramo de historia, al interior de un museo, o como parte de unhobby propio de excéntricos espirituales.  

Con ello se esconde la vida pública de la fe, se niega el Reino de Cristo en la sociedad: Según el progresismo religioso Jesús no puede mostrarse públicamente, no puede hablar públicamente…se le esconde…perdonen la comparación… como Alf cuando tiene visitas no tiene derecho a hablar a los demás. Es una vida de creyente que no molesta, que esta cómoda encerrada al interior de la conciencia, pero que no sale a convertir, no busca el esplendor de la verdad, y no se presenta como propósito cautivante de una vida verdadera.

¡Qué distinta es la fe de nuestra Madre Santísima! Ella de inmediato comunica, contagia de gozo y acompaña “en las buenas y malas”, cercana con cuantos anhelan vivir en fe al modo como San Pablo nos lo describe: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi”. 
               
Características que debe tener nuestra fe:

Sencilla: Amerita la aceptación o asentimiento rápido de todas las verdades reveladas por Dios en las Sagradas Escrituras, incluidas aquellas que por su  grandeza resulten un misterio para la inteligencia por estar más allá de sus capacidades. La fe tiene razones que la razón desconoce. ¿Es razonable la fe? Por lo pronto no puede ir contra la razón pero si más allá de ella….como acontece con una estrella muy distante que no deja de existir porque no la veamos y nuestro “mirar” sigue siendo válido y eficaz aunque limitado.

El Señor Jesús nos recuerda que: “quien no acoge el Reino de Dios como un niño no entrará en el Reino de los Cielos” (San Lucas XVIII, 17). Los criterios del Santo Evangelio sólo pueden ser descubiertos por quien deposita su fe totalmente en Dios: “se las has revelado a los pequeños” (San Mateo XI, 25).

Sólida: La confirmación a lo revelado lo hacemos apoyados en Dios que lo dice. Cuando éramos pequeños el argumento decisivo que zanjaba una discusión de cualquier materia, era “lo dijo mi papá”. Los creyentes decimos: “Lo dijo Dios” y esto simplemente nos basta.

En el mundo de la materia tenemos los ojos para descubrir todo nuestro entorno que de suyo nos habla del poder y de la bondad de Dios; en el mundo del conocimiento, tenemos la inteligencia, por medio de la cual donde descubrimos los principios, leyes, y ciencias, y en el mundo sobrenatural tenemos el don de la fe para descubrir los misterios y verdades que Dios nos enseña con el fin de alcanzar la bienaventuranza eterna.

Por esto tengamos presente que la fe debe ser firme, no dudosa ni vacilante. Como es Dios quien lo asegura es algo que no cambia, que no se funda en los sentidos que pueden equivocarse, tal como la experiencia nos lo indica, como tampoco se fundamente en la argumentación que de suyo es limitada.

Para confirmar nuestra fe, Jesús fundó la Iglesia cuya misión es custodiar y darla a conocer a todos, en el esplendor de la verdad. La Iglesia en su misión puede ser zarandeada, hasta  puede moverse por aguas muy turbulentas pero nunca se hundirá porque tiene su apoyo en Jesucristo que la asiste hasta el fin de los tiempos con su advenimiento en la Parusía.

Dios vio en Ella a quien como perfecta creyente (fe) era capaz de hacer el bien a todos y en todo momento (amor). Su fe fue formada en la más perfecta caridad, por eso hoy y siempre la reconocemos como la Virgen Fiel. ¡Que Viva Cristo Rey!