domingo, 31 de enero de 2021

 

TEMA  :     “AL SERVICIO HUMILDE DEL DIOS VERDADERO”.

FECHA: HOMILÍA CUARTO DOMINGO / TIEMPO ORDINARIO 2021

Queridos hermanos: llegamos a la cuarta semana del tiempo ordinario de nuestro Año Litúrgico. Hemos visto los primeros convocados al seguimiento como discípulos que hizo nuestro Señor. Luego de una oración, Jesús va llamando a cada uno por su nombre, y en algunos casos, por medio del testimonio y gozo contagioso de los propios hermanos, como es el caso de los hermanos: Simón (Pedro) y Andrés, como de Santiago y Juan. A pesar de estar inmersos en sus trabajos y acompañando a los suyos, asumieron de inmediato como prioridad dar respuesta favorable a la invitación de Jesús por lo que “dejándolo todo fueron tras Él”.

Esta semana el Santo Evangelio nos lleva nuevamente a las orillas de un lago.

La ciudad de Cafarnaúm era, por aquellos años, un lugar donde Jesús se instalará luego de dejar la localidad de Nazaret donde vivió treinta años junto a su padre y su madre.  Era un poblado ubicado  a orillas del Mar de Galilea, próspera –los exégetas lo señalan como de “clase media”- donde residían varios de los primeros Apóstoles, cuyo oficio de pescador era el común denominador de la mayoría de ellos.

No era inhabitual que Jesús ingresara a una sinagoga, toda vez que varios episodios del relato de su vida en los evangelios acontecen en su interior y alrededores. En algunos casos realizó notables milagros, tal como es el que acabamos de escuchar donde libera a un poseso de las amarras de Satanás, aun que en otras ocasiones, sirva ello de advertencia clara para nosotros,  el mismo Jesucristo no hizo nada a causa de la falta de fe de ellos, tal como aconteció en la Sinagoga de Nazaret (San Marcos VI, 1-6).  

Los fariseos considerarían a Jesús como la “encarnación” de un sacrilegio por oponerse a sus modos, a sus creencias y a sus costumbres. Son muchos los ejemplos del enfrentamiento que hubo, el cual,  sólo terminó en el signo elocuente del  castigo y la muerte que se transforma, desde el sacrificio voluntariamente asumido por Cristo,  en señal de mérito y vida…

 

Capellán Jaime Herrera González 2021

 

 

La novedad de Jesús es que enseña con una autoridad propia emanada de su divina condición, tal como quedó ratificado el día del bautismo en las riberas del Jordán, cuando Dios se dirige a su Hijo diciendo: “Este es mi Hijo amado”, con lo cual la grandeza de toda persona, y la vocación de todo bautizado consistirá en  crecer o “madurar” en esa condición recibida, por lo que somos “hijos en el Hijo”.

Quienes acudían a las sinagogas y explicaban las Sagradas Escrituras solían hacerlo citando a “otros”, por lo que al momento de  reconocer que Jesús “enseña con autoridad”, lo hacen destacando que es no sólo algo distinto, y novedoso, sino especifico y propio. Ya no se trataba de la habilidad de citar a otros diciendo: “como dijo aquel”, ni de credenciales recibidas por otros: La autoridad con la que Jesús hablaba venia de su condición divina, y era evidente que en nuestro Señor “salía por los poros”.

 La incuestionable existencia del demonio aparece en el texto de San Marcos con toda su crudeza al no hacer mayor distinción entre espíritu inmundo y demonio. Algunos biblistas  modernos hijos del liberalismo –y algunos del libertinaje- suelen colocar al endemoniado del relato que hemos escuchado  como sujeto de una enfermedad física, otros lo mencionan como una persona que actúa violentamente porque recibió una formación traumática que le hace responder de esa manera, o a un simple desorden químico.

A muchos católicos les incomoda hablar de vida espiritual, de alma, de demonio, de ángeles, porque están amarrados a la herejía naturalista, que les resulta atractiva porque la solución en todo depende de cada uno y nada de Dios, que en el mejor de los casos,  ocupa un lugar “cosmético”,  de “adorno” en la vida del creyente (que en este caso no lo es tal).

La ciencia médica no responde a los problemas del mal. No es problema médico ni es tema del pasado es tema espiritual y, a ello debe apuntar la búsqueda de una solución a la medida y realidad del problema. Recordemos siempre que  “a tales males,  tales remedios”. Por ello, el demonio no se doblega con pastillas ni vacunas, sólo se vence con el poder de Dios tal como acontece en el episodio descrito: “El espíritu inmundo se puso a gritar ¿qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? ¡Sé quién eres Tú: El Santo de Dios!”.   

 

Algo de esto hemos visto cuando hace unos días un obispo de sur de nuestra  Patria hizo, lo que denominó un “exorcismo” sobrevolando una ciudad y,  la reacción de la prensa y de la gran mayoría de las personas entrevistadas fue muy adversa, ridiculizando la acción como algo perteneciente al pasado, indicando que era propio de una caricatura mitológica. Mas, la persona del Maligno como ser angelical, de naturaleza espiritual es real, y es el que en nuestro tiempo busca hacer lo mismo que hizo en el Paraíso hacia nuestros primeros padres Adán y Eva, y ha hecho desde entonces: contagiar su vida odiosa, lo cual, entre otras señales se experimenta en nuestros días, de manera diversa pero elocuente y persistente, tanto en la vida personal como en la vida de nuestra sociedad.

Obispado Valparaíso Pbro. Jaime Herrera


Adoración al exitismo: Para obtenerlo se sacrifica tiempo, vocaciones, principios, y afectos. Todo parece valer cuando algo se asume con un valor supremo que “todos” desean alcanzar. El éxito no se concibe como el desarrollo de lo que buenamente podemos alcanzar sino que se mide por cuantos van quedando atrás y bajo nuestro. El humo aromático de la santidad se consume ante la tentación de lograr posesionarse sobre todos los demás,  olvidando que no es sinónimo de ser número uno que ser el mejor. La cualidad no se mide con una regla, por lo que el éxito no es subir una escala sino que  es la consecuencia del mejor esfuerzo seguido por el mejor camino. La adoración del “éxito” es una característica en nuestra sociedad del siglo veintiuno, y en su pretendida búsqueda se entrelazan sinnúmero de envidias y orgullos malsanos emanados de quiméricas comparaciones inconducentes para un creyente. Nuestro consejo es simple: Haz lo que debes (con Dios), y vive en paz. 

Culto al individualismo: En este tiempo de pandemia como nunca antes ha tenido un crecimiento exponencial el individualismo que constituye una fantasía que busca prescindir de la vida en sociedad. Con un móvil (celular)  inteligente, con aplicaciones que ni siquiera se usan, con una accesibilidad a información que llevaría varios siglos poder conocer una mínima parte, el hombre actual sigue las incidías del demonio por el camino de una autonomía que parece olvidar que aquel que hoy cree no necesitar de nadie, nadie necesitará de él mañana.

 

 

 

El culto al individualismo lleva necesariamente a una vida solitaria, que vivirá rivalizando a Dios y buscará con denuedo destruir la base de la sociedad como es la familia, distorsionando su origen, finalidad y composición: es decir,  no se reconoce como obra maestra de Dios, no se busca la perfección y santidad de cada uno de sus miembros a imagen de la Santísima Trinidad, y no teniendo claro de dónde viene y a dónde va, prostituye y banaliza quienes la componen, al extremo que estamos a un punto de permitir llamar “familia” a personas y animales. No faltará un “pobrecito mortal” que desde el parlamento promueva el reconociendo de mascotas como parte de una familia.  ¡Bien saben quiénes me conocen lo que cuido a la mascota de nuestra parroquia, pero nunca la equipararía a un solo miembro de mi familia! El quiebre de la vida en sociedad es consecuencia de un individualismo salvaje donde la relación con Dios ha diluido  la dimensión comunitaria de nuestra fe.

Reverencia a la masividad: Para muchas personas nacidas en las últimas décadas, la vida fuera de las Redes Sociales no existe. Si se carece de vida “redal” (Redes Sociales)  no se tiene vida social. Subyace en nuestra cultura una suerte de idolatría hacia lo que la mayoría estima, tiene y utiliza. Esto que suele ser una característica en acotadas etapas de nuestra vida nos hace descubrir actualmente una adolescencia extendida de manera impropia en virtud de las redes sociales, En estas,  el valor de lo “conocido” suele ser  sinónimo de veracidad. La verdad está esclavizada a su masivo reconocimiento, por ello,  es bueno recordar que la mentira es mentira incluso si todos lo creen, en tanto que la verdad, es verdad aunque nadie la crea.

Nuestro Señor nos invita a amar apasionadamente la verdad, más allá de lo que el mundo, las Redes Sociales (Facebook y Twitter) –que develaron su voraz y mortal talón de Aquiles al censurar burdamente  las opiniones publicadas por un mandatario hace unas semanas- los diversos Medios de Comunicación (Mass Media)  sujetos a intereses ideológicos y económicos, puedan promover en medio nuestro. La verdad de Dios no necesita de propaganda como sí lo hacen las Redes Sociales que viven de ello y viven para ello. Recordemos lo que nos dice la Santa Biblia: “! La Verdad os hará libres!”.  

Debemos pedir al Señor en este día domingo que nos libere de las amarras de la masividad, que no cedamos ante el error de muchos ni que los respectivos humanos cohíban en modo alguno a ser testigos valientes, de primera línea , de lo que Nuestro Señor Jesús hoy quiere decir al mundo entero.                               ¡Que Viva Cristo Rey! Amén.

Padre Jaime Herrera Chile 2021


sábado, 16 de enero de 2021

 

TEMA :       “IMITAR JUNTOS EL AMOR DE CRISTO POR SU IGLESIA”.

FECHA: HOMILÍA MATRIMONIO GASTÓ & CARRASCO / ENERO DEL 2021

Queridos novios: Raimundo y Cecilia. Padrinos y madrinas:

Con inmensa alegría nos hemos reunidos en esta mañana para celebrar la Santa Misa en la cual estos jóvenes recibirán el sacramento del santo matrimonio, en la Sede Parroquial que está bajo el patronazgo espiritual de Nuestra Señora de las Mercedes, advocación que evoca el poder de intercesión de la Virgen María, y que lo ha ejercido permanentemente en la vida de la Iglesia, y por cierto, en cada uno de nosotros.

Sin duda, el relato del primer milagro realizado por Jesús encierra dos grandes lecciones: Un Hijo que nada niega a su madre, y una madre que todo lo hace por sus hijos. Ambas son realidades que se complementan, y se exigen mutuamente, toda vez que la grandeza recibida por la Virgen, al ser alzada como Madre de Dios, Madre del Verbo que asumió la humanidad en el ADN corporal y espiritual de la Virgen, nada dejará de lado con el fin de consentir sus requerimientos, por lo que,  una vez más recordamos la oración compuesta por San Bernardo de Claraval en la tradicional plegaria: “Acordaos, oh piadosa Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos, implorando tu asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos”.

Ambos han debido sortear múltiples “novedades” para poder llegar a las gradas de este altar, sorteando imprevistos producto de una realidad que parece haberse enseñoreado en muchas naciones, de la cual, nuestra Patria no ha estado exenta. Si reconocible ha sido vuestra humildad y perseverancia para esperar este tiempo de gracia como es el que vivimos en esta Santa Misa, loable y venerable es la acción intercesora de la Virgen María que a velado por ambos para que nada impidiera que en el ámbito íntimo de la presencia de vuestros padres, pudiesen hoy sellar la certeza anidada en el alma: Pasar el resto de los días que el Señor les conceda siendo signos visibles e  indeleble del amor de Dios.

Lo anterior, sólo ha sido posible porque  el Señor fue quien les indicó el camino a seguir. Recuerden siempre que sobre los deseos y razones, está aquella llamada inicial trazada en vistas a una real participación de la vida divina que ya en este mundo podemos “saborear” anticipadamente cada vez que comulgamos y llevamos a la practica el Mandato de la Caridad.

San Pablo, al referirse al sacramento que ambos reciben en este día dijo: “Gran misterio es este que yo lo refiero al amor de Cristo por su Iglesia”, según lo cual, vemos que el fundamento del amor conyugal nace y converge desde y hacia el amor de Dios, sin cuya gracia  no es posible el mérito, la santidad y la virtud. Más, por medio de esa gracia el corazón de los esposos –benditos en el sacramento del matrimonio- está dispuesto, como preparado, en orden a implementar la nueva realidad de “ser uno sólo” viviendo juntos para siempre.  

 

SANTA MISA DE MATRIMONIO ENERO 2021

¿Por qué decimos para siempre? Porque el amor verdadero así lo exige, toda vez que Jesús no se entregó sólo por un tiempo; porque Jesús no exigió más allá de lo que previamente el asumió, y –en tercer lugar-  porque dijo el Señor: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”, según lo cual, el acto libre de los novios se ve aceptado por el mismo que Dios que lo ratifica. ¡Esto no es entre dos, es entre tres: el esposo, la esposa y Dios!

Vuestra condición de creyentes, que han recibido los sacramentos a lo largo de la vida, les ha permitido priorizar lo esencial, distinguiendo  entre lo que es necesario e importante: “Una cosa es necesario y han elegido –como María de Betania- la mejor parte”, lo que tiene un valor digno de destacar –particularmente- en este tiempo de tanto temor, incertidumbre y menosprecio hacia todo lo que encierra Dios, su Iglesia y la fe. Prueba de ello, es que hoy hacen realidad el antiguo refrán: “El que la sigue la consigue”, lo que para un hombre de fe lleva a tener presente la parábola del “Tesoro encontrado”: “Allí donde está tu tesoro, ahí estará –también- tú corazón” (San Mateo VI, 23). A este respecto un gran monje benedictino irlandés, Dom Columba Marmion -del siglo pasado- decía que “el hombre vale lo que busca, a lo que él se vincula”.

Entonces, si somos lo que buscamos asumimos –como estos novios lo han hecho- que dar prioridad a Dios al inicio de su caminar juntos como familia implica una opción por la cual,  cualquier sacrificio se justifica en vistas a lo que se busca, no como una oportunidad novedosa ni como una aventura  incierta, sino como una “página en blanco” donde es Dios quien quiere escribir su voluntad por medio de vuestra vida en común, y  que responde a una fe en común.

La sociedad en la cual Raimundo y Cecilia  inician su caminar como familia está erosionada, donde lo malo se presenta como bueno y lo bueno como malo, evidenciándose en una interminable lista de falta de criterio y de consecuencia lo que será un desafío para ambos a la hora de avanzar como creyentes en medio de un oleaje adverso a un proyecto de vida que incluye casarse por la Iglesia y ser creyentes. Estamos en un país donde las mascotas tienen más derecho que un niño en un vientre materno; donde esta pandemia hoy permite que en un bus local puedan ir cincuenta personas  en pocos metros cuadrados y,  en este templo,  sólo pueden asistir diez personas en un matrimonio. A unos metros de este lugar podemos consumir algún producto del mar mirando “este mar que tranquilo nos baña” pero,  en esta misma ciudad,  en su mayor  camposanto a la hora de orar por quien ha partido de este mundo está prohibido celebrar la Santa Misa y hasta comulgar ¿Tiene sentido todo esto?  

Queridos novios: Hay una certeza que deben recordar en cada jornada que viene, en este caminar nunca estarán solos si dejan que Jesucristo guie sus pasos y el ritmo de su avance, toda vez que,  puestos en las manos del Señor, las metas por conseguir y el tiempo en lograrlas dependerán de Quien dijo de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

Esto es lo que hicieron aquellos novios en Cana de Galilea, donde Jesús eligió celebrar su primer milagro, que está llano a repetir cada vez que ustedes den lugar para el Señor en vuestra vida familiar y conyugal, de tal manera que,  no lo traten como un desconocido como lo hicieron en aquella pequeña localidad betlemita donde no otro hubo lugar para Él más que un establo –como revivimos hace tres semanas-.

Tampoco, traten al Señor como un forastero que viene por un momento y al que soliciten partir del hogar como lo hicieron en un pueblo de Samaría, sino que procuren tratar a Jesús como el que toma morada en medio vuestro. ¡Que nunca Cristo sea visita sino que siempre sea local al interior de la familia y de vuestro corazón!

La segunda lectura que hemos tomado en esta mañana es el Himno de la Caridad, que constituye un verdadero  programa de vida para estos novios, como lo es para todo bautizado por cierto, donde la perspectiva está marcada por el amor de Dios, que amerita un estilo de vida acorde al modo como han sido tratados por el Señor: El amor verdadero se aprende de quien lo es de verdad y eternamente, por lo que junto a procurar imitarle como inspiración debemos abandonarnos como a la fuente de donde brota todo:

Ser comprensivos: Tal como Dios lo es con nosotros, al interior de la vida como esposos se dan múltiples oportunidades de mutuo crecimiento que pasa por el cedazo de asumir que están en camino de la santidad, por lo que es necesario entender que dicha perfección sólo se alcanzará terminado nuestro caminar.

Ser serviciales: En una sociedad tan individualista, en la cual la convivencia se ve ampliamente superada por la competencia, las vocaciones de ayudar y servir se han visto jibarizadas. Se ha olvidado que Jesús dijo: “El Hijo de Dios no vino para ser servido sino para servir”. Se aplica a cabalidad en lo que se refiere al santo matrimonio que “quien vive para servir sirve para vivir”.

Gozar en la verdad: En el camino a la santidad que implica el matrimonio se experimenta que la mentira al tener pasos cortos prontamente es descubierta y que la verdad permite avanzar en seguridad y diligencia. Sabiendo que son uno solo se esforzarán por mantener una comunicación donde la verdad sea la que ilumine toda decisión.

Estar llanos a perdonar ilimitadamente: Cuando el Señor enseñó a orar a sus apóstoles del dijo: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”, a la vez que conocedor a la perfección respecto de cuál es nuestra naturaleza,  al ser consultado respecto de cuántas veces hemos de perdonar al que nos ha ofendido señaló: “Hasta setenta veces siete”, lo cual, no es una cifra sino una disposición permanente en nuestra vida.

Imploremos a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes que en todo momento proteja a estos novios que hoy –ante este altar y ante Jesús Sacramentado- sellan indeleblemente sus vidas asimiento la invitación que repite una vez más como entonces en Caná: “Haced todo lo que Jesús os diga” . Amén.

¡Que Viva Cristo Rey!

¡NADA NOS SEPARA DEL AMOR DE DIOS!


jueves, 7 de enero de 2021

 

ANUARIO FOTOGRÁFICO PÁRROCO PUERTO CLARO 2021

En el año que la violencia delictual abrió los primeros meses, donde el virus Corvid-19 se desató con fuerza a partir de marzo hasta los últimos días del año, donde la masiva vacunación se avizora ser mayoritariamente implementada  para mediados del año iniciado, puestos en las manos del Señor, en este tiempo hemos aprendido que en esta batalla por la fe la tregua no ha sido opción, por lo que pudimos cumplir con la celebración diaria de la Santa Misa como centro  de nuestra vida parroquial, a la vez que,  las puertas de los hogares no han dejado de recibir la visita de Jesús como salud de los enfermos, los niños, cuyos padres los han preparado con modalidad on line han podido acercarse a los sacramentos de iniciación de la fe como son el Bautismo y la Primera Comunión, previo acceso a la confesión sacramental presencial, que se ha multiplicado en todos estos meses.

A la hora que el sufrimiento, la necesidad material, y la inexorable visita de la muerte ha golpeado las familias,  nuestra Parroquia ha mantenido sus puertas abiertas procurando que la Misa de Exequias  fuese aplicada por cada difunto, entre los cuales,  hemos visto partir a la Casa de Dios a queridos feligreses que durante décadas colaboraron y participaron en nuestra  Parroquia de Puerto Claro.

Cada día el sonido pregrabado  de nuestras  campanas ha llegado a los rincones más lejanos de nuestro templo, para acompañar como una invitación a la esperanza especialmente en momentos en que la violencia se apoderaba de las calles una ciudad que indefensa era doblegada por la ciega dictadura despótica de un mundo erigido sin Dios desde hace tres décadas en nuestra Patria.

La Divina Providencia ha permitido que miremos el tiempo que se avecina con la esperanza que encierra la promesa de Jesús, el Amigo fiel que nunca falla: “Yo estaré con  vosotros todos días hasta el final de los tiempos”, en tanto que, la generosidad de aquellos que han llegado a golpear las puertas de nuestra comunidad con el fin de acceder a la vida sacramental han asumido que aquel que vive para servir , sirve para vivir,  colaborando con una generosidad abierta –especialmente-  a quien más urgentemente lo necesita.

Ante quien busca, encuentra y procura vivir como creyente, no reconocemos extranjeros en nuestra comunidad, pues,  todos son parte de ella desde la recepción de sacramento de bautismo, y con igual dignidad y diligencia son atendidos: En fútbol hay primera A y Primera B, en avión hay modalidad de primera y turismo: En nuestra Parroquia  todos son de primera, y procuramos que reciban en su máxima amplitud el mayor bien que poseemos que es la persona de Jesucristo que nos da “vida en abundancia” por medio de la vida sacramental, la oración, y la vivencia de la caridad fraterna.

                                                                         Pbro. Jaime Herrera González

                                                                        Cura Párroco de Puerto Claro










































                                                                        1995-2020

 

PROCLAMACIÓN EN EL 850 ANIVERSARIO MARTIRIO DE SANTO TOMÁS BECKET

Hoy se cumplen 850 años del martirio de Santo Tomás Becket el 29 de Diciembre de 1170. Thomas Becket era un estadista, un erudito, un canciller, un sacerdote, un arzobispo y un león de la libertad religiosa.

Antes de que se redactara la Carta Magna (1215), antes de que el derecho al libre ejercicio de la religión fuera consagrada como la primera libertad de Estados Unidos en nuestra gloriosa constitución, Thomas dio su vida para que, como él dijo: “la Iglesia alcanzara la libertad y la paz”.

Hijo de un policía londinense, una vez descrito como “un empleado menor de baja cuna” por  el rey que lo mandó matar, Thomas Becket se convirtió en el líder de la Iglesia en Inglaterra. Cuando la corona intentó invadir los asuntos de la Casa de Dios a través de las Constituciones de Clarendon, Thomas se negó a firmar el documento ofensivo. Cuando el rey furioso Enrique II amenazó con mantenerlo en el desprecio de la autoridad real y cuestionó por qué este sacerdote “pobre y humilde” se atrevía a desafiarlo, el Arzobispo Becket respondió: “Dios es el gobernante supremo, por encima de los reyes”, añadiendo que “debemos obedecer a Dios en lugar de los hombres”.

Debido a que Thomas Becket no aceptaba mantener la Iglesia subordinada al Estado, se vio obligado  a perder todas sus propiedades y huir de su propio país. Años más tarde después de la intervención del Papa, se permitió que Becket regresó, y continuó resistiendo las interferencias opresivas del rey en la vida de la Iglesia. Finalmente, el rey tuvo suficiente de la firme defensa de la fe religiosa de Thomas Becket y, según se informa, exclamó consternado: “Nadie me librará de este sacerdote entrometido?  

VISITA PRESIDENCIAL AL SANTUARIO NACIONAL DE EEUU

Los caballeros del rey respondieron y cabalgaron a la Catedral de Canterbury para entregar un ultimátum a Thomas: ceder a las demandas del rey o morir. La respuesta de Thomas resuena en todo el mundo y a través de los siglos. Sus últimas palabras en esta tierra fueron las siguientes: Por el nombre de Jesús y la protección de la Iglesia, estoy dispuesto a abrazar la muerte”. Vestido con los ornamentos sagrados,  Thomas fue derribado donde estaba dentro de las paredes de su propia iglesia.


Lugar en Londres donde murió santo Tomas Becket 1170, Ornamento que vestía al momento de su martirio

El martirio de Thomas cambió el curso de la historia. Con el tiempo, trajo numerosas limitaciones constitucionales al poder del Estado sobre la Iglesia en todo Occidente. En Inglaterra el asesinato de Becket condujo a la redacción de la Carta Magna cuarenta y cinco años más tarde en orden a que “la Iglesia inglesa será libre y tendrá sus derechos sin disminuir, y sus libertades sin disminuir”.

Cuando el Arzobispo se negó a permitir que el rey interfiriera en los asuntos de la Iglesia, Thomas Becket se encontraba en la intercesión de la Iglesia y el Estado. Esa postura, después de siglos de opresión patrocinada por el Estado y guerras religiosas en toda Europa, condujo finalmente al establecimiento de la libertad religiosa en el Nuevo Mundo.

Es debido a grandes hombres como Thomas Becket que el primer presidente estadounidense George Washington podría proclamar –más de seiscientos años después- que en los Estados Unidos: “Todos poseen por igual libertad de conciencia e inmunidades de ciudadanía” y que “ahora no es más de lo que se habla de tolerancia, como si fuera por la indulgencia de una clase de personas, que otro disfrutaba del ejercicio de sus derechos naturales inherentes”.

La muerte de Thomas Becket sirve como un recordatorio poderoso y atemporal a todos los estadounidenses de que nuestra libertad de profesión religiosa no es en modo alguno un accidente de la historia, sino más bien un elemento esencial de nuestra libertad. Es nuestro tesoro y herencia invaluable, y fue adquirido con la sangre de los mártires.

Como estadounidenses, primero nos unimos por nuestra creencia de que “la rebelión a los tiranos es la obediencia a Dios” y, que defender la libertad es más importante que la vida misma. Si queremos seguir siendo la tierra de los libres, ningún legislador debe poder lo que es ortodoxo en asuntos de religión o exigir a los creyentes religiosos que violen sus conciencias. Ningún derecho es más fundamental para una sociedad pacífica, próspera y virtuosa que el derecho a seguir sus convicciones  religiosas. Como declaré en la Plaza de Varsovia, el seis de junio del 2017: el pueblo de América y la gente del mundo todavía gritan. “! Queremos a Dios!”.

En pleno gobierno comunista, millones de católicos polacos cantaron  por varios minutos la estrofa: “A Dios queremos en nuestras, leyes, en las escuelas y en el hogar” (Visita a Polonia  del Papa Juan Pablo II,  2 de Junio 1979). Esta misma expresión es repetida años después en esta ciudad por el Presidente de los Estados Unidos Donald James Trump.

En este día celebramos y honramos la postura valiente de Thomas Becket por la libertad religiosa y reafirmamos nuestro llamado a poner fin a la persecución religiosa en todo el mundo. En mi discurso ante las Naciones Unidas el año pasado, dejé claro los Estados Unidos está con los creyentes en todos los países  que sólo piden la libertad de vivir de acuerdo a la fe que está dentro de sus propios corazones.

También, declaré que los burócratas mundialistas  no tienen absolutamente ninguna injerencia para atacar la soberanía de las naciones que desean proteger la vida inocente, reflejando la creencia que tienen los Estados Unidos y muchos otros países de que todo niño –nacido y no nacido- es un don sagrado de Dios.

A principios de este año firmé un Decreto del Ejecutivo  para dar prioridad a la libertad religiosa como dimensión central de la política exterior de los Estados Unidos. Hemos dirigido a todos los embajadores –y a los más de trece mil oficiales y especialistas del Ministerio de Relaciones Exteriores de los EEUU- en más de 195 países que promuevan, defiendan y apoyen la libertad religiosa como pilar central de la diplomacia estadounidense.

Oramos por los creyentes religiosos de todas partes que sufren persecución a causa de su fe. Oramos –especialmente- por sus valientes e inspiradores pastores, como el Cardenal Joseph Zen de Hong Kong y el Pastor Wang Yi de Chengdu, que son testigos incansables de la esperanza.

CARDENAL JOSEPH ZEN ZE-KIUM (Salesiano): ¡FIEL Y VERAZ!

Para honrar la memoria de Thomas Becket, los crímenes contra las personas de fe deben detenerse, los presos de conciencia deben ser liberados, las leyes que restringen  la libertad de religión y de creencia deben ser derogadas, y los vulnerables, los indefensos, y los oprimidos deben ser protegidos. La tiranía y el asesinato que conmocionaron la conciencia de la Edad Media nunca deben permitirse que vuelvan a suceder. Mientras Estados Unidos esté en pie, siempre defenderemos la libertad religiosa.

Una sociedad sin religión no pude prosperar. Una Nación sin fe no puede perdurar, porque la justicia, la bondad y la paz no pueden prevalecer sin la gracia de Dios.

Ahora, por lo tanto, yo Donald James Trump, Presidente de los Estados Unidos de América, en virtud de la autoridad que me confiere la Constitución y las Leyes de los Estados Unidos, proclamo el 29 de diciembre del 2020 como el 850° aniversario del martirio de Santo Thomas Becket. Invito al pueblo de los Estados Unidos a observar el día en las escuelas e iglesias y lugares de encuentro con ceremonias apropiadas en conmemoración  de la vida y el legado de Thomas Becket.

En el mismo, he aquí y he puesto mi mano este vigésimo octavo día de diciembre, en el Año de Nuestro Señor dos mil veinte  y de la Independencia de los Estados Unidos de América los doscientos cuarenta y cinco.

                                                                   Donald James Trump Mc. Leod