martes, 30 de octubre de 2018

LLAMADOS EN UN TIEMPO PARA CREER


TEMA  : “LLAMADOS EN UN TIEMPO PARA CREER”. (15:00 PM)
FECHA:     PRIMERA MEDITACIÓN / RETIRO ESPIRITUAL/ OCTUBRE 2018
1.     La aventura de creer en el llamado al sacerdocio.
Tres de la tarde. Para todo creyente es una hora decisiva. ¡Que decir para quien esta consagrado y para quien está en camino! Jesús anunció que cuando yo sea elevado hacia lo alto atraeré a todos hacia mi…El anciano Simeón dijo:“mirarán al que traspasaron”.
SACERDOTE JAIME HERRERA GONZÁLEZ
La Virgen en su alma guardaba aquellas palabras del anciano Simeón: “a ti una espada dolor atravesará tu alma”. Esa hora revelaba el sentido de aquel anuncio, del cual “algo” ya vislumbraba y que se iría entretejiendo de manera misteriosa durante la vida oculta y pública de su Hijo y Dios.
¿Entendía todo? Sabiamente el Papa Juan Pablo II dice: “la fe se fortalece creyendo”. Semejante a cuando pasamos de la bruma espesa y matinal de este lugar a cómo con el paso de las horas al llegar el mediodía se disipa, la fe como un regalo de Dios nos permite asumir las etapas de “neblina” de “incertidumbre” y de “cuestionamientos”… ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con quién? La Virgen ha de haberse puesto en innumerables escenarios a futuro, ¿Quién no lo ha hecho como futuro sacerdote estando en el seminario?
Solemos imaginar desde nuestra lógica (humana) que el llamado de Dios es como un libro que contiene todo de manera detallada. Nuestro orgullo humano quisiera dejar cualquier eventualidad “atada y bien atada”, como si la programación de los acontecimientos dependiera de las humanas capacidades, mirando la virtud de la confianza en Dios casi como un “negocio de la fe” el cual,  sujeto a diversas variables preestablecidas
Si realmente queremos revitalizar nuestro itinerario vocacional hemos de fortalecer nuestra condición de creyente. Si la fe mueve montañas ¿No es acaso capaz de cautivar nuestra mente y corazón?
Sin duda, la hora de la Cruz constituye un punto de inflexión para el creyente. Hay un antes y un después, asumiendo una realidad  sin retorno. Hay que estar ahí para ello, por lo que el papel de la experiencia es indispensable en este caso.  (Relato episodio puente de Brooklyn ¿avanzo o retrocedo?).

2.     Necedad y locura de los llamados al sacerdocio.
La espada de dolor anunciada a la Virgen la hizo entrar en la lógica divina, asumida por unos como necedad y locura. En efecto muchas veces en la actualidad desde los criterios humanos se ve nuestra vida de consagrados como una “pérdida de tiempo” toda vez que el exitismo, el individualismo,  y el materialismo con su natural radicalidad son referentes celosos. Habitualmente aquello que no se conoce es incluido en el mundo del absurdo, del cual solo queda mofarse.
Durante años la Virgen María ha de haber experimentado la burla y el sarcasmo de vecinos los cuales  con una suspicacia no exenta de desdén miraban distantes cómo se hilvanaba la vida en la humilde casa de Nazaret, que al decir de Pablo VI. “Es la escuela del más rico humanismo”.
Como Ella nosotros que dimos el primer paso. ¿Cómo Dios lo va a llamar a él con la vida que ha llevado? ¿Cómo si no tiene dedos para el piano? ¿Cómo si proviene de tal hogar?...”conocemos de dónde viene” decía la vecindad.  Bueno serían innumerables las afirmaciones.
No pocos tienden a ver ante un “consagrado” una especie extraña, cuya vida en si misma les resulta desafiante, contradictoria, difícil de comprender, tanto más cuanto más se opone al establishment cultural, social y hasta religioso.
Lo leemos en la Sagrada Escritura, en el Antiguo Testamento.
En una película reciente se presenta la realidad de un joven que opta por ingresar a un seminario, que humorísticamente fue imitado en un sketch español en el cual a un hijo se le podía perdonar todo menos que optase en serio por Jesucristo.
Si para unos el acto de entrega a Dios resulta una simple locura, para quien lo hace exige una convicción ilimitada, una disponibilidad que constituye una página en blanco que responda a la medida de Aquel que nos llama y le pertenecemos.
A un niño pequeño le basta lo que su padre le diga para tener la seguridad de lo que afirma a los demás. Jesús lo dijo: “Si no os hacéis como niños no entrareis en el Reino de los Cielos”. Entonces, nuestra confianza va de la mano con el reconocimiento de la grandeza del ser más amado, que en el caso del llamado a ser sacerdote es Dios mismo. “Yo te he llamado” (Jeremías).
                                                     PARROQUIA PUERTO CLARO OCTUBRE 2018
     

3.    
El ámbito de la fe en el llamado al sacerdocio.

a). El acto de creer abarca toda la vida. Actualmente hay dos valores que parecen rivalizar en las prioridades: el dinero y el tiempo. Los economistas dicen que la economía el  arte de manejar bienes limitados. Aunque hay que reconocer que se vive pensando en que son ilimitados…Con el “tiempo” acontece algo similar, y somos muy mezquinos en aprender a compartir gratuitamente el tiempo con quienes vienen a nosotros.

Hemos de aprender el ejemplo de Jesús, que se detenía a conversar, iba y se quedaba largo rato enseñado: “Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él entonces, les dice: “Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco”. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta, y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues restaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles largo rato”(San Marcos VI, 30-34).

Jesús se colocaba a caminar hasta el atardecer con los jóvenes emausitas:  “Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: “¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: “¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no0 sabes lo que ha pasado allí estos días? Él les dijo: “¿Qué?”. Ellos le contestaron: ¨Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo, cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que Él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está  vivo.
Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro, y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a Él no lo vieron. Entonces Él les dijo: “¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas!”. ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a Él en todas las Santas Escrituras” (San Lucas XXIV, 13-25).

Nada hay más valioso, aunque nos den una reprimenda, aunque nos cueste sacrificio, aunque debamos sufrir incomodidades, que percibir que contamos con el tiempo suficiente para ser escuchados y escuchar a los demás. También aquí es aplicable procurar hacer a los demás lo que a nosotros nos agrada y evitar molestar a los demás en lo que a nosotros nos desagrada.

Para esto debemos revestirnos de la certeza del don de la fe ha de ser ilimitada, que el tiempo pasa volando para quien ama y cree, por lo que no coloquemos horas y momentos al acto de confianza en Dios. Toda época es favorable para el que ama a Dios.

El estar con Jesucristo, que nos ha llamado durante nuestra vida en el Seminario  ha de ser la razón fundamental para seguir avanzando en nuestro caminar, sabiendo que el acto de creer si bien se hace en un momento preciso, forma parte de un todo que nos hace descubrir, de modo preciso aquello que viviremos en la bienaventuranza eterna. El creer tiene aroma de eternidad.

MISA SANTUARIO LO VASQUEZ CHILE

b). El acto de creer incluye todo nuestro ser: La fe en cuanto gracia de Dios implica un regalo implorado, el cual es fruto del amor gratuito del Señor que concede a quien quiere. Por esto, cuando Simón Pedro confiesa en Cafarnaúm a nombre de toda la Iglesia naciente que Jesús es “el Cristo, el Hijo del Dios vivo”, recibe como respuesta del mismo Jesús: “Bienaventurado eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (San Mateo XVI, 17). Aquel Apóstol sabía lo que implicaba reconocer a Cristo como el Mesías. Eventualmente sería cuestionado por unos y otros, había riesgo en esa respuesta, por la cual



La elección que Cristo nos hizo para ser sus sacerdotes, implica un principio de totalidad, que se expresa en la radicalidad de nuestra opción  libremente asumida. La fe como acto humano que es no es contrario ni a libertad ni a la inteligencia nuestra, llamados a depositar toda nuestra confianza adhiriendo a cada una de las verdades reveladas.

Así, nada puede escapar al acto de creer, el cual debe permear nuestra alma y nuestro cuerpo, pues quien cree es cada uno como persona. Por el don de la fe nuestra inteligencia y voluntad cooperan con la gracia divina, no pudiendo hacer una escisión, una separación,  entre la vida y la fe, entre el ser y la persona. Somos creyentes y estamos convocados a serlo en todo.

c). El acto de creer es un don que debemos implorar. No nos cansemos de crecer en fe, lo que implica rezar con insistencia porque la medida del amor pasa por la medida de la fe. Son inseparables.

Los discípulos del Señor lo entendieron y por ello al ver de qué se trataba la misión a la que Jesús les convocaba, imploraron con insistencia: “¡Señor,  auméntanos la fe!” (San Lucas XVII, 5-6).

Para esto hay que asumir desde nuestra indigencia, desde nuestra incapacidad, desde nuestra vulnerabilidad, que necesitamos cada día creer, no pensando que ya estamos listos, como instalados.

El acto de creer como miembro de la Iglesia. La Sagrada Biblia nos enseña la importancia del don de la como miembros de la Iglesia, según lo cual podemos “sumar” o “restar” en nuestra comunidad, de la cual somos parte viva y responsables.

Por la fe vivimos (Habacuc II, 4); Por medio de ella recibimos al Señor y andamos en Él (Colosenses II, 6); sin la fe es imposible agradar a Dios (Hebreos XI, 6); por medio de ella somos justificados (Romanos V,1); la fe es un escudo contra Satanás (Efesios VI,, 16); por la fe conocemos la gracia de Dios (Efesios II, 8); por la fe conocemos la gracia de Dios y hacemos buenas obras (Santiago II, 17); por la fe vencemos al mundo (1 San Juan V, 4); una fe autentica nos ayuda a distinguir a los falsos hermanos (1 Timoteo IV, 1)


Sin duda el reconocernos creyentes es lo que nos tiene en este lugar. Una fe que ha ido moldeando nuestros actos, que ha puesto cota a las pasiones, nos permite vislumbrar que cuando la fe se ve debilitada no tardamos en experimentar las consecuencias: No agradamos a Dios; somos manipulados por Satanás; no servimos a Dios; no alcanzamos sus promesas;  no recibimos lo que imploramos;  no distinguimos a los falsos hermanos; no crecemos espiritualmente; estamos inseguros; prontamente llegamos a la lógica del engaño. ¡Señor haz que crea!

viernes, 19 de octubre de 2018

BASTA DE LIDERES ¡NECESITAMOS SANTOS!



TEMA  :          BASTA DE LIDERES ¡NECESITAMOS SANTOS!
FECHA:   TEMA DE FORMACIÓN DEL MES DE OCTUBRE DEL 2018.

Recientemente se descubrió que con ocasión de los graves incendios ocurridos en la región del Maule hace unos años, afloraron especies de flores que se habían “extinguido” hace casi un siglo atrás. En ocasión que todo parecía arrasado  por el fuego, la sutil delicadeza de una flor exótica y de particular fragancia, llenó nuevamente de color el panorama de esa región del país.


 MÁRTIRES MARISTAS ZAIRE 1996
Las profundas consecuencias de la relajación de las costumbres unidas a la irrupción de herejías “explícitas” e “implícitas” dictadas en la enseñanza cotidiana en nuestra Iglesia (Seminarios, casas de formación religiosa, facultades de teología, institutos de pastoral, colegios y parroquias) impartidas durante ya varias décadas, han ocasionado un conjunto de males que han llevado a la mayor crisis de la Iglesia en Chile en toda su historia, ante la cual no hay siquiera atisbo de comparación.
De modo semejante al modo  cómo los fecundos  valles maulinos se vieron esterilizados  por el fuego, la fe presente en nuestra Patria desde hace casi cinco siglos, que celebraremos el invierno del 2020, se ha visto conmovida por gravedad del daño causado.  
Distante dos años de esa fecha, en medio de la honda crisis apoyados en la esperanza propia del creyente, vislumbramos las múltiples gracias que Dios nos invita a recibir en el Jubileo de la Fe aquel año, asumiendo los desafíos de la hora presente.
Mientras que la prensa y las redes sociales destacan profusamente las cenizas de graves pecados y delitos cometidos y consentidos en el pasado, imploramos descubrir aquellas flores de santidad que -Dios mediante- no dejan de embellecer hoy a nuestra Iglesia, tal como Maximiliano María Kolbe Dabrosca lo hizo en Auschwitz (+1941), como Francis-Xavier Nguyen Van Tuan lo hizo en Vietnam (2002), y como los Hermanos Maristas en Zaire (+1996).

La santidad como obra de Dios crece sigilosamente, casi de manera imperceptible por los campos –como las flores de la región del  Maule- y procuran cumplir la voluntad de Dios primero y en todo, teniendo una vida integra e intachable, no por ello carente de incomprensión, desdén y abusos.
ALTAR PARROQUIA PUERTO CLARO
La promoción de la santidad es un imperativo actual, que no es resultante de una improvisación, sino más bien de la búsqueda consiente y común al interior de la vida de la Iglesia, la cual se implora en toda circunstancia. 
Es preocupante que las soluciones sean planteadas por eventuales liderazgos. Los Santos son los verdaderos líderes permanentes que nuestra Iglesia necesita, no son los gestores culturales de la fe, ni los administradores de bienes y personas,  ni los organizadores de eventos religiosos. Debemos tener presente que muchos de quienes actuaron abusivamente en nuestra Iglesia y sociedad ocuparon, al interior de la Iglesia,  cargos de gran responsabilidad y liderazgo,  los cuales los terminaron instrumentalizando en la consecución de sus bajos instintos que afloraron por olvidar aquel instintito propio de toda persona cual es el “ser religioso”.
La búsqueda de la trascendencia fue cambiada por el acto de atesorar aquello  que la polilla y el óxido corroen; el menospreciar el don de Dios prefiriendo los ofertantes baratos del mundo.  
CATEQUESIS EUCARISTICA 2018
Como creyentes procuramos que nuestra esperanza esté puesta en las promesas de Jesucristo, cuya palabra se cumple “sí o sí”. Se requiere de una docilidad interior a los caminos que Dios nos presenta, que pasan por reconocer que en este tiempo  el demonio anda suelto “buscando a quien devorar”.

Vigilantes para evitar filtraciones por donde la mentira prospere en el mundo de la educación, No basta con el hecho de sólo permitir un ramo lectivo de religión o valores. Ello es bueno, pero nuestros colegios confesionales y dependientes del Obispado de Valparaíso deben tener un tono formativo que sea manifiestamente católico, donde los alumnos vean como en una sinfonía la armonía de la verdad de Dios en las letras y en la ciencia. Para ello, el Magisterio de la Iglesia es abundante y explicito, el cual debe urgentemente ser presentado y asumido por quienes cumplen el papel formativo al interior del aula.
El Catecismo de la Iglesia ha de permear la enseñanza en los diversos ramos, que en un establecimiento confesional constituye un imperativo irrenunciable, lo cual sólo puede acarrear bienes en la formación integral de las futuras generaciones. Siguiendo con la enseñanza de San Alberto Hurtado: “Está muy bien no hacer el mal, pero está muy mal no hacer el bien”, que el actual Sumo Pontífice citó ante los jóvenes en el Santuario Votivo de Maipú,
Igualmente: está muy bien no enseñar falsamente, pero es perverso no enseñar el bien debido. La corrupción de menores nace al no enseñar la verdad…!Toda la verdad! Si a los niños se les enseña la fe verdadera, con las exigencias propias desde pequeños, bajo el principio del santo temor de Dios, que implica el respeto cariñoso y confiado en Aquel que nos creó y redimió, muchos males y pecados posteriores quedarían desde su germen neutralizados. 
¿Por qué se dejó  de enseñar la fidelidad, el pudor, la disciplina, el heroísmo, el sacrificio, la abnegación y la resignación? ¿Por qué las virtudes de obediencia, humildad, piedad, veracidad suelen estar relegadas y dadas por supuestas?
En la educación actual sólo se enseña a los niños y jóvenes “compartir”, como si ello fuese la piedra angular en el proceso educativo. Se les hace pensar que dedicando unas horas a colocar techos y lucir poleras y pulseras quedase validado en su vida espiritual no importando lo que subyace en su corazón frente a Dios, la sociedad y su familia.

PADRE JAIME HERRERA CHILE
En diversos ambientes de nuestros colegios llamados “de Iglesia” se induce a los alumnos a pensar que unos cuantos martillazos justifican actitudes altaneras con los padres de familia y personas de la tercera edad; que da lo mismo  comulgar al participar en la Santa Misa que dedicando horas al activismo social; que los índices de absorción de conocimientos es lo más importante en el mundo de la educación sobre la formación espiritual, valórica, y moral. Lo anterior lo vemos crudamente graficado en las denominadas “misiones” que se organizan bajo el amparo de diversos centros de Educación Superior en los cuales lo menos que se hace es evangelizar, difundir la fe, y ser pro activos como católicos.
            TERCERA EDAD PUERTO CLARO
Ha llegado el momento de explicitar el orgullo de ser católicos en medio de la mayor de las crisis en la historia de la Iglesia en Chile. De las cenizas de un bosque han surgido las más bellas y aromáticas de las flores, de modo semejante será la fidelidad a Dios y la santidad de vida la que cambie el rostro de la fe de “ceño fruncido” con que se vive la fe hoy en nuestra Patria. Como ayer y mañana, son hoy los santos los llamados a cambiar el alma de Chile manchada por las lágrimas del sufrimiento experimentado por tantos años. No serán los “nuevos rostros”, “nuevas ideas” “nuevas actividades”,  “nuevas iglesias unionistas”,  “nuevos líderes”.  los que transformen a Chile en un país católico, serán los santos que abran su corazón a Dios en todo, y descubran que “Dios no es el rival de nuestra libertad sino su primer garante”. ¡Viva Cristo Rey!

martes, 9 de octubre de 2018


“UNA IMAGEN VALE MAS QUE MIL PALABRAS…Y MIL PALABRAS HACEN UNA IMAGEN”



























BIENAVENTURADOS LOS QUE BUSCAN SER JUSTOS


FECHA: HOMILÍA EXEQUIAL CARLOS MUÑOZ SÁNCHEZ OCTUBRE 2018
1.     No os alegréis de que los espíritus se os sometan, alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos”.
Para la celebración de la Misa la liturgia nos presenta múltiples textos en los rituales de exequias, más junto a ello tenemos la oportunidad de tomar las lecturas que diariamente son leídas a lo largo del mundo en cada una de las casi quinientas mil misas dichas cada día, en una acto ininterrumpido de alabanza y gloria a Dios, como de súplica e intercesión.
ORACIÓN POR LOS FIELES DIFUNTOS
Lo anterior surge como respuesta a saber que no somos fruto del azar ciego, ni nuestras horas deambulan en la incertidumbre de lo casual, toda vez que hemos sido creados por Dios “a imagen y semejanza “suya lo cual alza a la naturaleza humana como cúspide de la obra creadora lo cual entraña como toda gracia venida de lo alto una misión, una tarea por cumplir. El misterio es misión, y el don es una tarea,
La partida de todo ser humano constituye una invitación a agradecer el don de la vida, lo cual desde una genuina devoción creacional –tan arraigada en la Sagrada Escritura-  nos devela la grandeza que implica el solo hecho de existir, lo cual en el mundo actual se le suele anteponer bajo los supuestos de:  vivir para, vivir de, vivir con,
Más,  nuestra existencia se configura desde Dios, cuyos pensamientos son esencialmente creativos no dejando hacer aquello que ´piensa, y no olvidando lo que no dejó de crear. En consecuencia si vivimos es porque Dios –ahora. Nos ama…piensa en nosotros involucrando nuestro ser un su corazón humanizado.
Esta pertenencia a Dios en su origen, y presente a lo largo de nuestro caminar es lo que da sentido definitivo a toda nuestra vida, la cual –nos recordaba el actual pontífice- ha de “buscar, de encontrar y vivir con Dos” en todo. Sin duda, la evidencia del fin de nuestros días ante un féretro hoy, nos motiva a tomar –crecientemente- en serio el hecho de la promesa dada por Dios a cada uno: “alegraos porque vuestros nombres estén inscritos en los cielos”.



2.     Vocación universal a la santidad.
         BIENAVETURADOS SON LOS JUSTOS
Recién ingresado al Seminario Pontificio en Lo Vásquez, muchas veces me detenía a observar este templo, el cual frecuento desde los siete años. Observaba su carácter ojival como queriendo tocar el cielo, colocaba atención en la elocuencia y sonidos del silencio, me detenía en la rica pedagogía de cada una de sus imágenes y vidrieras multicolores. Pues bien, es verdad que con frecuencia solemos tener en nuestros templos imágenes que nos invitan a la piedad, a la paz interior, pero en ocasiones, desearíamos observar en esos mismos rostros venerados esbozar la sonrisa como leemos en la imagen del ángel de la catedral de Reims, o de la Virgen Blanco de la Catedral de Toledo. ¿Sonrió Jesús? Resulta impensado una respuesta negativa si atendemos las palabras del Evangelio proclamado  esta tarde: “En aquel momento se llenó Jesús de gozo en el Espíritu Santo”.
En efecto, cuando Jesús inicia su predicación sube a lo alto de una montaña y entrega lo que denominaríamos su “mensaje programático”, el cual contiene en la primera parte, una llamada a la perfección. “Bienaventurados los pobres de espíritu, los pacíficos, los pacientes, los de corazón puro, los que practican la justicia”. Sin duda, este mensaje sonó ajeno a lo que era el establishment cultural y religioso imperante en tiempos de Jesús, pues la lógica divina en ocasiones para unos constituye  locura y para otros simples necedades.
Si desmenuzamos la expresión “Bienaventurado”, descubrimos que en la lengua latina “Beatus” implica una doble acepción: por una parte es perfección, que consiste en que cada creyente logre configurarse con Jesucristo al punto como lo señala el Apóstol San Pablo: “Mi vivir es Cristo. Ya no soy yo quien vive, es Cristo que vive en mí”. Este es el itinerario, el camino,  que cada creyente procurará alcanzar a lo largo de toda su vida, sin rebajas impropias porque ello implicaría desfigurar el rosto santo del Dios hecho hombre.
A la vez, la expresión “bienaventuranza” implica “alegría” gozo. ¡Cómo no! Si aquel que se sabe amado por Dios no puede ocultar la grandeza de saberse querido, como cualquier persona que se enamora no puede sino darlo a conocer a quienes están a su alrededor. Basta mirar los ojos del alma de los santos para descubrir la inmensa alegría que entraña siempre el estar en amistad, el vivir en gracia de Dios.

Entonces, entendemos que la santidad es contagiosa (tal como el bien es esencialmente difusivo al decir de Santo Tomás de Aquino) porque como don gratuito que se concede conlleva una misión por cumplir. Nuestro hermano a lo largo de su vida asumió que su trabajo en la búsqueda del imperio de la justicia era la senda de perfección por medio del cual podía hacer un apostolado eficaz, (especialmente en la atención dispensada a los más necesitados, y que muchas veces no podían retribuirle)
Es impensable desviar nuestra mirada de lo que fueron casi seis décadas en las cuales nuestro hermano difunto trabajo por hacer realidad la octava bienaventuranza de Jesús: “Bienaventurados  los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de los Cielos” (San Mateo V, 10).
Inmersos en una cultura de lo desechable, donde muchas personas tienen una mutabilidad laboral casi constante, donde las relaciones personales, sociales suelen tener circunstancias y fechas de vencimiento, en fin,  donde todo  tiene duración medible por un reloj o calendario, más ahora vemos el testimonio de quien a lo largo de su vida consagró sus mejores esfuerzos en la búsqueda de la justicia desde el ámbito del ejercicio de su profesión.
La fidelidad no es fruto de la improvisación ni del entusiasmo ni de la casualidad, es consecuencia de una opción que libremente se asume como una verdadera consagración lo sabe el religioso que se consagra perpetuamente en pobreza, castidad y obediencia, lo sabe el militar que jura en toda circunstancia defender la Patria hasta dar la vida si fuese necesario, lo saben los esposos que prometer estar unidos con salud o enfermedad hasta que la muerte los separe, lo asumen el hombre dedicados al mundo de a la salud y de la justicia.
San Alberto Hurtado, nos enseña que “la vida fue dada para buscar a Dios, la muerte para encontrar a Dios y la Eternidad para poseer a Dios”. En la cumbre de la vida de un hombre, consagrado como abogado primero y sacerdote después, a colocar en la primacía de los afectos, de los proyectos y acciones el amor a Dios “sobre todas las cosas” y “al prójimo como a uno mismo”. Imploramos por el eterno descanso de nuestro hermano e imploramos la protección de su alma al cuidado de la Santísima Virgen del Carmen, Patrona de Chile y de este templo, para que  goce de la paz de los bienaventurados, a los cuales Jesús enseña: “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Ven bendito de mi Padre heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (San Mateo XXV, 34)  ¡Que Viva Cristo Rey!