viernes, 30 de diciembre de 2016

¡TRATADLE BIEN…TRATADLE DE VERDAD!

 HOMILÍA MISA DE NOCHEBUENA 2016  /  PARROQUIA PUERTO CLARO  /  CHILE.

1.      “El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brillo sobre ellos” (Isaías IX, 1).


La luz y el sonido;  la piedad  y la alabanza son los elementos humanos y espirituales que nos ayudan a vislumbrar la trascendencia en la inmanencia, lo sublime inserto en lo cotidiano, que en esta Noche Santa celebramos: Dios viene a nosotros para que nosotros vayamos hacia Él.

Se trata de una noche donde se marcará un antes y después ante la presencia de un recién nacido. Sin el estruendo de sonidos que gritan agresión y venganza, sin los puños cerrados del egoísmo voluntarioso, sin las puertas selladas ni los muros cerrados de los corazones que no perciben más allá del metro cuadrado de sus existencias, hoy, la simple figura silente de un niño envuelto en pañales será capaz de cautivar un mundo que indudablemente camina en tinieblas.

El sonido de las campanas silencia el ruido de las armas del pasado y del presente;  las nuevas tecnologías que pueden servir eficazmente al desarrollo humano, en ocasiones,  son usadas para su menosprecio y aniquilamiento moral,  por medio del incentivo y mantención de pretéritas odiosidades que –a esta altura- ya resultan extemporáneas.

El fomento de una prensa llamada a formar informando e informar formando se ha transformado en un cuarto poder en manos de quienes no suelen ser reconocidos más que en virtud de sus abultados ingresos, promocionando verdaderas batallas ideológicas que, más temprano que tarde, despiertan el sonido de las armas a lo largo del mundo entero, constatando que el negocio de las armas camina de la mano con el de los medios de comunicación formales e informales.

Insertos en una cultura, mas no esclavos de ella, como miembros de la Iglesia constatamos el individualismo exacerbado que se vive en la actualidad: el puño apretado denota la cobardía de quien no asume el compartir como camino, prefiriendo el dejar de lado al prójimo como inexistente. Puesto que nadie ama lo que desconoce, entonces, es mejor dejar fuera de nuestras fronteras a quienes no deseamos ni conocer ni querer. El prójimo se invisibiliza y se pierde en la nebulosa que es la sociedad hoy.

Jesús que nace en Belén diluye las tinieblas que el secularismo –persistentemente- instala,  para que nos perdamos del camino que lleva hacia Él, colocándonos atajos que terminan siendo sucedáneos fantasiosos de una paz inestable,  de una amistad que no perdura,  de una alegría nutrida a fuerzas de los incentivos falaces de la droga, la sensualidad, y del desenfreno moral, todo lo cual,  inevitablemente conduce al obnubilamiento de la sociedad que Dios quiere para cada una de nuestras familias y para cada uno de nosotros.

  NAVIDAD CENTRO DENTAL ARMADA  

      
                                                                NAVIDAD EN CENTRO SALUD PLAYA ANCHA

“Los que vivían en tierra de sombras, una luz brillo sobre ellos”: Con esto el profeta anuncia una realidad que no sólo tuvo cumplimiento en los tiempos que él vivió, sino que se aplica –también- para nuestros días, en los cuales ¡que duda cabe! se ciernen las sobras de una noche oscura, en la cual,  se constata la insatisfacción de los satisfechos, el vació existencial de los siervos de un relativismo cuya única certeza navega en la incerteza. ¡Es un mundo que camina en tinieblas y por ello,  permanece ensombrecido: el amor a la verdad, y el servicio fiel a ella, la vivencia de la caridad fraterna, y la santidad como proyecto realizable. Todo parece quedar al margen de una sociedad que busca su desarrollo al margen de Dios y de su Iglesia, olvidando que “no se nos ha sido dado otro salvador que Jesucristo”, quien actúa y habla en su Iglesia.

Navidad en centro de salud Playa Ancha

El camino de la Iglesia es Jesucristo, quien dijo de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Según esto, los esfuerzos que tiendan a marginar a Cristo de su Iglesia única, terminan resultando  siempre estériles no obstante, es necesario tener presente que,  producen frecuentes sufrimientos en Dios, que como buen Padre, sabe de qué estamos hechos, y conoce perfectamente nuestra alma mejor de lo que nosotros creemos saberlo. ¡Nadie es más íntimo a nosotros que Dios mismo!, en tanto que,  el oleaje  impetuoso de un mundo culturalmente construido contra Dios,  no deja de “zarandear” la barca de Pedro y el corazón de cada bautizado,  que experimenta lo que rezamos en la Salve: estar en medio de en un “valle de lágrimas”. El desierto por el que pasó el pueblo de Israel camino a la tierra prometida, se revive ahora en la sequedad de una civilización abúlica frente a Dios.

2.      “Cantad al Señor un canto nuevo, cantad a Dios, toda la tierra; cantad a Dios y su nombre bendecid” (Salmo VIC, 1-2).
El sombrío panorama que describimos, lejos de aminorar nuestra esperanza, viene a fortalecerla en esta Noche donde la luz de una estrella anuncia la venida del Divino Redentor.
  
El Salmo que hemos escuchado fue entonado cuando el Rey David ingresó el arca de la alianza en la ciudad de Jerusalén, sobrecogido por la obra de Dios. Al igual que lo experimentó el santo monarca del Antiguo Testamento, el hecho de conocer la grandeza del poder y la misericordia de Dios conlleva la misión de darlo a conocer a los demás, como una imperiosa necesidad para unos y un deber para quien ha visto al Señor: Es la actitud que tuvieron cuantos llegaron a la llamada de la luz radiante de Belén: pastores presurosos llegaron al lugar, desde oriente sobrepasaron desiertos e incertidumbres, sus padres debieron superar la desconfianza, el desprecio, y el rechazo de quienes hacían de la desconfianza su única seguridad.

Hermanos: No se puede dejar de comunicar la bondad de Dios. La gratitud se hace apostolado y es parte de un compromiso: audaz, valiente y permanente, el cual es sostenido por la fe. Esta noche se ilumina al corazón para servir a Dios con el apostolado del servicio a la verdad ¡Lo recibido ha de ser compartido! Por esto,  el Salmo que hemos escuchado es el salmo misionero  para todo tiempo, por lo que ¿no es acaso maravilloso saberse participe de algo que será para siempre y cuya validez no dependerá de las circunstancias?

Quien se sabe amado por Dios no dejara de amar al prójimo según el modelo de Cristo. Esto implica asumir que la fe recibida se fortalece compartiéndola no como un tesoro a resguardar sino como un bien necesario del que Dios quiere que todos lleguen a participar. Sin duda, la fe vivida al interior de la familia y de la sociedad requiere que todos nos dejemos iluminar por ella: con los desafíos que implica, con las grandezas que conlleva, con la bondad que sobrecoge, y el gozo que contagia. El hecho de vivir como creyentes no es andar a tientas por la vida o esperando que las cosas mejorasen por si acaso…Quien vive de la fe vive con la seguridad de estar con Dios, y por ello,  es capaz de ir a los que están junto a él,  con la alegre esperanza de que todos sean partícipes del don maravilloso de creer.

Dicha fe se celebra en la Sagrada Liturgia, en la cual,  el acto de cantar ha ocupado,  en toda época y lugar,  un lugar preponderante. No da lo mismo cantar que abstenerse de hacerlo: el canto es consecuencia de una disposición del alma, y tiene la fuerza de hacer que al unísono se participe de un espíritu común. La armonía es producto del deseo de juntar voces e instrumentos que denoten orden, servicialidad, y paz. Por esto, la Navidad tiene como elemento característico la entonación de los villancicos, que en este tiempo suenan tan distinto al resto del año. Para cantar se requiere que todos lo hagan al unísono, de manera gradual: si cada uno canta al ritmo que le gusta, y con la letra que le place nunca habrá armonía, sino más bien,  dará paso a la desarmonía, que: suena mal, desconcierta, y hace enmudecer y no llena de gozo al que canta ni a los que lo escuchan…


              
Navidad Siervas de Jesús 2016

El canto nuevo implica que se haga desde un alma renovada, lo cual acontece tan maravillosamente en esta Nochebuena, llena de luz, y de los himnos tradicionales que son capaces de unir y alegrar a los que se sienten alejados, postergados y menospreciados por los suyos.
A partir de este día los dioses falsos, los ídolos y las múltiples vanidades, desaparecen ante la manifestación y presencia de Dios en medio nuestro. El rostro del único Dios verdadero, el que se ha revelado en la Santa Biblia, nace en Belén y es anunciado de modo preciso, tal como dicen los Evangelios:  “En esto reconocerán, un niño envuelto en pañales” (San Lucas II, 12)..
La alegría verdadera es la que trae Jesús en Belén, implica renunciar “a la impiedad y a las pasiones mundanas (desordenadas), viviendo con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente” (Tito II, 12). Podemos caer en la tentación de encandilarnos ante el misterio presente y quedar como paralogizados. Tal como aconteció en el momento de la transfiguración a “quedarse en la cumbre” (San Marcos IX, 1-13) o en el día de la ascensión cuando los ángeles le preguntan a los apóstoles: “¿Qué hacen aquí detenidos mirando al cielo?” (Hechos de los Apóstoles I, 10-11).  Aceptar a Cristo y dar posada en nuestra alma implica una conversión de vida, un rechazo al pecado y la tentación, en vistas a tener un estilo de vida a la altura de lo que Cristo por su bondad quiere para nosotros y por su misericordia espera de nosotros, toda vez que “quien te creo sin ti no te salvara sin ti” (San Agustín, Sermón 169).

Liturgia de Navidad Capredena, Valparaíso

En efecto, los ángeles cantan en este día; “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace” (San Lucas II, 13-14). La paz verdadera es un don de Dios que se debe implorar, cultivar  y cuidar a la vez. De manera especial, recordamos que Jesucristo viene al mundo para redimirlo, por lo que,  el ser partícipes de su gracia, nos hace implorar y conceder el perdón a las faltas hechas de manera oportuna, completa y definitiva.

           
Sólo se engrandece quien es capaz de perdonar y olvidar. ¿Qué pasaría si Cristo llevase cuenta exacta de nuestras ofensas? ¿Cuántas páginas ocuparían nuestros pecados socialmente desconocidos? Esta Noche resuena el llamado que hiciera hace años atrás el recordado Papa Juan Pablo II: “Abrid las puertas del corazón a Cristo”, que nada escape al poder de su mirada que invita a tener presente que la paz del corazón es la paz del corazón. Se equivocan quienes confiando en  las marchas, en las pancartas, en los acuerdos pretender instaurar una paz al margen  de los dictámenes del Señor…La paz se construye desde la verdad, la paz se alza sobre el deber cumplido, en tanto que, la paz se solidifica desde una fe común. Según esto, el procurar ser fieles a Dios y sus mandamientos implican el mejor engaste para vivir en paz, a la vez que constituye la mejor garantía para recobrarla cuando se ha visto quebrantada o debilitada.

Sin duda, el ser rigurosos con las cosas de Dios y su Iglesia no implica ser rigorista, lo cual es la tentación de quienes hacen del relativismo circunstancial el mayor de los rigorismos. Cerrados ante la evidencia de la verdad,  sólo queda el servilismo a la dictadura del relativismo. El Santo Cura de Ars clamaba a los nuevos sacerdotes: “¡Tratadle bien!”, refiriéndose a la celebración de la liturgia. Hoy podemos repetir  igual expresión señalando: ¡Tratadle de verdad! ¡Tratadle con amor! ¡Tened caridad con el Dios que es caridad! ¡Que viva Cristo rey! Amén.

PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ / CURA PÁRROCO DE PUERTO CLARO / VALPARAÍSO


        

              

   

                       

                                      


         

sábado, 17 de diciembre de 2016

QUE EL SEÑOR VENGA A NUESTRA CASA Y A NUESTRO CORAZÓN

 HOMILÍA SANTA MISA /  PRIMERA COMUNIÓN / PUERTO CLARO  /  2016.



Con inmensa alegría nuestros pasos se han encaminado hoy a este templo. A medida que avanzábamos, la altura de sus muros y la grandeza de atrio, parecían disminuir ante el ingreso de quienes recibirán a Jesucristo en sus corazones por primera vez.  Es que lo que confiere nobleza a una casa no es su antigüedad, ni su volumen,  sino la familia que se reúne en ella. La Iglesia resplandece de manera especial en esta mañana fundamentalmente no porque se encuentre más ornamentada de lo habitual sino porque el alma de los que vienen se ha preparado con la doctrina verdadera y el bálsamo del perdón que es el sacramento de la confesión.

Niños: Hoy, como el resto de la vida que Dios les conceda, han de esmerarse en cultivar las virtudes y en recibir las gracias necesarias para tener una vida santa, la cual de por sí, resplandezca para atraer a los demás al bien definitivo que han descubierto y reciben en este día.

Jesús es la causa que nos convoca en este lugar sagrado. Nunca acabaremos de tomar debida conciencia de la grandeza del amor de Dios, el cual,  que les ha elegido y hoy –además- les permite recibirle sacramentalmente. El misterio insondable de un Dios que se queda en medio nuestro, en su Cuerpo y Sangre, del que serán participes fue capaz de impulsar con decisión a los primeros creyentes a recorrer un mundo entero y dar a conocer un mensaje nuevo, que muchas veces iba en contraposición abierta a los criterios que tenía la mayoría de las personas.

Recordemos que, por aquellos años,  imperaba la “ley del talión” que establecía la legitimidad de responder a las ofensas recibidas…ojo por ojo, diente por diente, viva por vida, lo cual, si bien regulaba los actos de venganza y parecía restringir la violencia hacia terceros, dejaba incoado el rencor en el corazón, lo que ocasionaba múltiples desavenencias. Los actos de la humana justicia resultan estériles cuando no participan del esplendor de la caridad.

En efecto, las obras y trabajos que emprendemos son ineficaces si el Señor Jesús no está en medio de ellos, aún más, la vida  no tiene sentido si acaso no le damos a Cristo la centralidad de nuestras acciones y el principio de cada una de nuestras intenciones. Ya lo dice el Evangelio: “En vano se cansan los albañiles si el Señor no construye la casa”.

Durante este año han participado del curso de preparación de la Primera Comunión junto a los padres y madres. Ha sido un tiempo de bendiciones donde de manera progresiva, ordenada y con seriedad doctrinal, fueron conociendo la vida de Jesús que nos  enseña el evangelio de la Iglesia.

Sin duda, ha sido una etapa necesaria y querida por Jesús para ustedes a esta edad donde están creciendo en lo divino y en lo humano. A las nuevas amistades anteponen la que es urgente y que nunca falla, como es la cercanía con Jesucristo que no nos llama siervos si no “sus amigos”: “! Vosotros sois mis amigos!”

¡Qué hermosa etapa es la  viven hoy! Pueden vislumbrar un mundo entero por llegar a conocer, que se presenta  lleno de nuevas amistades para compartir, por lo cual,  se hace necesario cultivar aquellas –amistades- que nos acerquen a Dios, que nos fortalezcan en la búsqueda de una vida virtuosa y no tengan una actitud contraria a la de quien anhela una vida santa, como tampoco,  se avergüencen en la estéril apatía de arrinconar la fe en el ámbito privado.

Sólo con Jesús se puede ser verdadero amigo de los amigos, y de todos los demás, por lo que el criterio de selección de una amistad no puede ser como una tómbola que elige al azar, tampoco puede ser por los bienes materiales o capacidades que eventualmente se puedan poseer. Es muy importante que valoremos y seamos valorados por la capacidad de acercar a Dios a los demás, pues uno puede un día dejar de saber, puede un día verse impedido de poder jugar, puede verse limitado de carretear, puede perder todos los bienes, pero lo que nunca perderá es la amistad de Dios y de quienes le son cercanos.

Ahora bien, la amistad se cultiva. Ustedes han visto cuánta delicadeza requiere el cuidado de una planta para que de ella salga una simple flor: hay que preparar la tierra, abonarla, sembrar y regar con precaución, puesto que, el agua no ha de ser ni demasiada para que inunde ni escasa para que se seque. De modo semejante, las amistades hay que cuidarlas…como se cultiva una flor, por lo que todos los cuidados estarían anulados si no le llega sol a nuestra planta, lo cual,  es comprable con la gracia que es Cristo Luz del mundo. Ninguna verdadera amistad nos aleja de Dios, por el contrario nos impulsará a buscarle con perseverancia, tal como una planta busca la luz del sol con insistencia.

Con el paso de los años la Iglesia fue creciendo. De los doce primeros discípulos que Jesús envió, en tres siglos se transformaron en una fuerza de apostolado que logró llevar el nombre de Jesucristo a todos los rincones  -hasta entonces- conocidos.

Debieron sufrir persecución, vacíos, más  el hecho de poseer la convicción de tener a Jesús vivo en medio de ellos, les permitió enfrentar la misión de dar a conocer a Jesús, su Evangelio y la Iglesia. Es que la  fe que se vive al interior del alma, en nuestros corazones,  es capaz de contagiar a los que está a nuestro alrededor.

Hemos de asumir la primacía del apostolado con quienes están junto a nosotros, pues no hay mejor apóstol de los niños que un niño que procura ser fiel a Dios. El testimonio es muy importante en nuestros días: las palabras conmueven y emocionan, los testigos convencen y arrastran.

Niños: Recuerden en todo momento que el alma del apostolado es el apostolado del alma, es decir: El cultivo de una vida santa, el crecimiento en las virtudes, el lugar de primacía que ocupe del Señor en nuestras palabras y acciones, siempre resultan determinantes para que los demás se conviertan. Quien vive su fe es una… –la mejor- homilía,  viva y clara sobre el amor de Dios, que resulta más gravitante en la medida que hay tantos medios de información en la actualidad. Tanto de lo que vemos puede ser importante, pero, sólo hay una cosa que es la principal: amar a Dios, ser amados por El, y hacer que se ame más a Dios.

Lo anterior (ser testigos de Jesús)  será más arduo de lo que lo es actualmente, y muchísimo más difícil que lo que  fue en el pasado. Los creyentes católicos del futuro –los hijos de sus hijos- se enfrentarán a una sociedad que quiere alzarse como si Dios no existiera. Ya no enfrentaran una persecución como la que se dio de opomerse a Dios y a sus seguidores como en el pasado, donde por el solo hecho de portar un crucifijo, o una medalla de Virgen, donde por usar un hábito religioso, o asistir a la Santa Misa y enseñar catecismo,  se condenaba a muerte como es el testimonio de tantos mártires católicos: Maximiliano María Kolbe, Edith Stein, José Sánchez; Miguel Agustín Pro y tantos otros.

Ellos optaron por ser fieles a Aquel que un día recibieron por primera vez en la Hostia Santa. Su martirio ofrecido por amor a Dios se nutrió  previamente de  Jesús el Pan de Vida a lo largo de su vida, lo cual, les permitió ser fuertes al momento de la prueba y fieles ante la persecución, por lo que finalmente, “Nadie les quitó la vida,  sino que ellos la ofrecieron por amor a Dios”.

Las persecuciones futuras serán “con guante blanco”, es decir: no se notarán porque no irán directamente contra Dios, sino que lo marginarán de la vida  social, donde no habrá referencia cristiana en todo el ámbito público, obligando a los creyentes a doblegar su libertad religiosa ante la dictadura del “olvido de Dios”. ¡No se perseguirá a los cristianos porque se les tendrá como inexistentes! ¡Debemos prepararnos desde el menosprecio al desprecio total!

El acto de recibir a Cristo en la Primera Comunión, les dará la fuerza necesaria para servir mejor a vuestros hermanos y amigos: Es un distintivo característico de los primeros creyentes la vivencia pública de la caridad, la cual,  en todo momento ha de ser: ordenada, abierta a la trascendencia y no tiene mayor limite que dar a Cristo a quienes le acojan.

a). La caridad ordenada: Es decir, primero se encamina a los que están junto a nosotros: Sin lugar a dudas que “la caridad empieza por casa pero no termina allí”, es un imperativo impostergable llevar a Cristo a la vida de nuestro hogar, lo cual tiene el gran desafío que allí nos conocen perfectamente a la vez que encierra la grandeza de hacer que quienes en este mundo están a nuestro lado no dejen de acompañarnos cuando partamos de él y nos reencontremos con ellos en la Vida Eterna, no ya por un tiempo sino para siempre.

Se tiene que notar que somos parte del “equipo de Jesús” y que seguimos las enseñanzas de su Iglesia verdadera, toda vez que no se puede separar a Cristo de su Iglesia ni a su Iglesia de Jesús. Como creyentes (bautizados)  somos parte de Jesús en su Iglesia: El la fundo, Él la guía, Él la santifica. Entonces, recibir a Jesús en la Eucaristía implica participar “vitalmente” en su Iglesia, asistiendo a sus celebraciones, apoyándola en sus necesidades, instruyéndonos cada vez más seriamente en su doctrina, defendiéndola de las calumnias y propagando la caridad  por medio de nuestro apostolado. Lo bueno que es para nosotros ha de serlo para todos, por esto: no dar a conocer a otros a Jesús y no invitar a otros a la Iglesia es traicionarlo.

Ciertamente, lo anterior no es lo que caracteriza a los niños quienes –generalmente- procurar ser  fieles a Jesús, tal como lo fueron los niños de Jerusalén quienes,  ante la llegada de Cristo a la ciudad,  fueron los primeros en saludarle y reconcomerle, con su espontaneidad y pureza característica: “Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor”. ¡Unos cuantos niños –como vosotros hoy- contagiaron una ciudad entera! ¿Serán capaces de hacerlo ahora ustedes?

b). Abierta a la trascendencia: Sin duda, no cualquier testimonio es el que el Señor desea de nosotros. No cualquier acto hecho por nosotros es bueno, se requiere llenar de Dios nuestro apostolado, por lo que la validez de él será la exacta medida que sea fiel a su voluntad, a sus caminos, a sus mandamientos. En la Iglesia que ustedes fueron bautizados ¡nuestra Iglesia Católica! Se enseña con certeza lo que Dios le pide, pues Cristo prometió que el poder del mal “nunca prevalecerá”, por lo no es mendiga de novedades, ni esclava de componendas, es columna segura de verdad para todos. Como obedecemos a nuestra madre que nos enseña y cuida ¡infinitamente más! hemos de hacerlo con la voz de Jesucristo, que habla por medio del actual Sumo Pontífice en consonancia con cada uno de quienes le han precedido, como la de quienes en el futuro –Dios mediante- le seguirán.  

c). Grande es el amor de Dios: El hecho de comulgar hoy por primera vez, de estar con Jesús,  que murió en la Cruz por cada uno de nosotros, y nos invita –ahora- a vivir de su presencia eucarística, implica tener un corazón que no posea límites para amar al prójimo, pues, ¿Cuál es la medida del amor? ¡La medida del amor de Dios es amar sin medida! A partir de hoy, procuraremos: vivir las obras de misericordia con intensidad, daremos importancia a la oración como verdadera “respiración del alma”, concederemos el perdón a quienes nos ofendan con diligencia, buscaremos conocer mejor nuestra religión católica, y sobre todo, estaremos cercanos al Corazón de Nuestra Madre del Cielo, quien hoy, bajo el título de la Inmaculada Concepción, está llena de gozo al ver un número de niños  que reciben a Jesús en su Primera Comunión, diciendo en sus vidas: ¡Si Cristo, y Si a la Iglesia!. ¡Que Viva Cristo Rey!



SACERDOTE JAIME HERRERA / PARROQUIA PUERTO CLARO / DIÓCESIS DE VALPARAÍSO / CHILE

“LA PRIMAVERA HA LLEGADO, EL INVIERNO HA PASADO”

  HOMILÍA  DÉCIMO  ANIVERSARIO  DEFUNCIÓN  PRESIDENTE  PINOCHET  2016.

BUCALEMU, ENERO DE 1993. ANIVERSARIO  DE MATRIMONIO

1.     “El invierno ha pasado, la primavera ha llegado” (Cantar de los Cantares II, 11-12).
Queridos hermanos y hermanas: Las hermosas palabras tomadas del libro Cantar de los Cantares en el Antiguo Testamento fueron citadas por el recordado Papa venido de un país lejano al momento de visitar Checoslovaquia.  En circunstancias donde las lágrimas de setenta años habían rodado en tantas mejillas y en momentos en que los más sagaces se apresuraban en guardar como recuerdo los trozos de un muro alzado un día para dividir familias y naciones, la Iglesia invitaba a dar gracias a Dios por el don de la libertad que se comenzaba a recuperar en naciones duramente perseguidas por aquella ideología  esclava de la materia y del tiempo, y deudora de los dioses paganos del poder,  del tener y del placer.

En efecto, durante largo tiempo, el Espíritu de Dios se intentó dejar proscrito en muchas naciones del Este de Europa, de África, y nuestro continente Americano. Nuestra Patria no fue la excepción: tres años bastaron para minar los cimientos de una sociedad e instalar un clima de violencia que hoy nos resulta incomprensible.

Es que cuando Dios no está en el centro de la vida social, cuando se deja de lado de la familia y se le exilia de nuestra alma a la impiedad, ¿Qué nos puede sorprender de los abismos que se puedan encontrar y las oscuridades en que se pueda llegar a vivir?

Hace unos años se exhibió una película que narra la brutalidad de la guerra fratricida en Ruanda entre tutsis y hutus. En una escena se dice de esa confrontación que fue el momento en que “el demonio pisó la tierra”.  Y es que cuando se destierra a Dios no cabe otra posibilidad que el imperio del Mal, toda vez que, la disyuntiva entre Dios y el Maligno no admite ambigüedades, pues: o somos de Cristo o somos del Mundo, o somos amigos de Cristo o enemigo suyo.

La esencia de tal disyuntiva  cruza toda la existencia de la vida humana, también,  en su dimensión social,  ya que la vida del hombre es la que forma la sociedad y le da consistencia o debilita de acuerdo al modo como se alza o desarrolla su vida espiritual aspirando a la trascendencia manifestada.

En efecto, la grandeza de la  persona,  como la de una Nación,  se funda estrictamente en la vida interior, en lo que subyace en el corazón: Si acaso en él la balanza se inclina hacia Dios las obras buenas no dejarán `prontamente de florecer en abundancia. ¡Como un manantial surtirá una vida nueva! ¡Como una vertiente irrigará lo que se extingue en la sequedad!

Mas, si los criterios de evaluación son tenidos  a ras de suelo y no “apuntan” más allá de lo que es el plazo fijo de los años de vida, entonces,  los ideales no serán más que simples velos de  humo que prontamente de diluirán  ante la luz del día que despunta. La luz que trae Cristo vence la oscuridad, y sólo ella es capaz de llegar a los más recónditos misterios de la vida nuestra, siendo la respuesta definitiva y completa que Dios ha dado, y que la sociedad ha podido recibir a lo largo de dos milenios.

Nuestra vida personal nos enseña que una alborada borró con su persistencia y luminosidad las huellas de una noche de siete décadas.  Por ello, el Salmista nos invita a dar gracias a Dios, porque “Él es bueno, y es eterna su misericordia” (CXVIII, 1). Así. los que son hijos de Dios por el bautismo, pueden repetir hoy al ser testigos en primera persona, del milagro de cómo amplias naciones han sido liberadas del cáncer marxista con las palabras de San Juan Pablo II: “Se ve que la Providencia es más fuerte” (Praga, 21 de Mayo de 1995).

Siete años antes de pronunciar estas últimas palabras, el Romano Pontífice hoy elevado a los altares,  repetía con insistencia a lo largo de nuestro extenso país que “el amor es más fuerte”, que “el amor vence siempre” y que “el amor siempre puede más”. Permítanme detenerme en dos textos que considero de vital importancia en la hora presente.  Ante los Obispos en Chile señaló: “Cualquier recurso a planteamientos ideológicos ajenos al Evangelio o de corte materialista en cuanto método de lectura de la realidad, o también como programa de acción social, se cierra radicalmente a la verdad cristiana –pues se agota en la perspectiva intramundana- y se opone frontalmente al misterio de unidad en Cristo: un cristiano no puede aceptar la lucha programada de clases como solución dialéctica de los conflictos (Santiago, Jueves 2 de Abril de 1987. n.5). Según esto, se comprende de inmediato y con claridad que el neocomunismo no fue, no es, ni será camino para edificar una sociedad: nunca es solución,  siempre es un problema que hemos de erradicar de raíz.

La voz del Pastor Santo polaco resonó igualmente al sur de nuestra Patria al exhortarnos vivamente: “Oh Chile, consiente cada vez más de las exigencias de tu fidelidad a Cristo, no dudes un momento en resistir a la tentación de lo que puede debilitar la comunión en la Iglesia como sacramento de unidad y salvación, sea de quienes ideologizan la fe o pretenden construir una “iglesia popular” que no es la de Cristo (Puerto Montt, Sábado 4 de Abril de 1987, n.6).

Cuando era pequeño –en edad obviamente- gustaba de buscar las  diferencias en las viñetas que solían traer los diarios y revistas…dos dibujos aparentemente iguales que escondían diferencias. Bueno, entre nuestra Patria y Cuba descubrimos la similitud que en 1958 y 1973 se encontraron al borde de un abismo: la diferencia,  es que el comunismo hizo a los isleños dar un paso al frente…

Por otra parte,  no han faltado quienes han procurado encontrar cierta similitud entre el cristianismo y el mundo socialista. Como Cura Párroco de tres cerros en Valparaíso, no tengo mucho tiempo para ver las elucubraciones que suelen realizar los Teólogos de la liberación y sus afines en esta materia, más debo reconocer que –sorprendentemente-  si he descubierto una similitud, por lo que estuve largo tiempo en el error. Entonces, ¿En qué se parece nuestra Iglesia a la agricultura   cubana? ¡Es evidente! La Iglesia en cincuenta años ha tenido cinco Papas,,, y la agricultura cubana ha producido …cinco papas.  

2.     “Despierta tu poder y ven en nuestro auxilio” (Salmo LXXX).
Queridos hermanos: Hace dos milenios, los pasos dados por el Dios hecho hombre anduvieron en medio nuestro durante treinta y tres años. Para celebrar esa primera venida y tener siempre presente que “volverá a juzgar a los vivos y a los muertos”, como proclama el Credo Apostólico, nosotros dedícanos las cuatro semanas previas a la Natividad del Señor, a prepararnos penitencialmente, recordando la necesidad convertirnos en todo momento a nuestro Dios.

Para esto, en las diversas lecturas bíblicas de estos días,  se nos presenta ascendentemente el testimonio, en primer lugar, de los profetas que anuncian: “He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y será llamado Emmanuel –Dios con nosotros” (Isaías VII, 14)  y ese niño “nacerá en Belén de Judá” (Miqueas V, 2-3). Luego, estos días conocemos el testimonio de San Juan Bautista, que desde las riberas del Rio Jordán invitaba a la conversión ante la inminente venida y presencia del que reconoce como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (San Juan I, 29).  Luego conoceremos el testimonio del Apóstol San Pablo que nos exhorta a “estar alegres porque el Señor vendrá” (Filipenses IV, 4).

Finalmente, este tiempo litúrgico del Adviento culminará con la figura de la Santísima Virgen María que en todo momento su Hijo y Dios la reconoce como aquella Madre que “cumple en todo la voluntad del Padre que está en los cielos” (San Lucas VIII, 21).  

Aquí nos detenemos, toda vez que en este décimo aniversario de defunción de nuestro Presidente Augusto Pinochet Ugarte recordamos la devoción que él tuvo toda su vida hacia la Virgen María.
En su infancia participaba fielmente en el rezo del Mes de María de los colegio de los Padres Franceses en Valparaíso y de los Hermanos Maristas en Quillota. Con toda seguridad aprendió a rezar el Santo Rosario de labios de su madre, doña Avelina Ugarte que era muy devota de nuestra Madre Santísima. Su temple de soldado se comenzó a forjar gracias a la piedad sincera profesada a la Madre de Dios, devoción que como sabemos sería compartida durante décadas junto a su esposa, doña Lucía.

No ha de sorprender –entonces- que, una vez egresado de la Escuela Militar fuese a consagrar su vida como militar a los pies del Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Santiago, colocando una placa de recuerdo: ¡Gracias madre mía! ¿Cuántos hombres de armas hoy harán lo mismo? ¡Ojalá lo hagan, porque de seguro lo necesitarán en el futuro!

Esa cercanía a la Virgen María quedó ratificada años más tarde cuando sufrió un grave atentado que le costó la vida a cinco de sus colaboradores y dejó heridos a varios más: Para los creyentes no existe la casualidad, todo es parte de la Providencia de Dios, y el hecho de ver reflejada la imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro en uno de los vidrios de su automóvil nos hace dar gracias a Dios quien,  por medio de la Virgen,  lo hizo salir con vida de ese frustrado magnicidio.

Es cierto, unos no verán más que balas incrustadas en un vidrio, pero la magnitud del fracaso del intento de asesinato, sumado al odio de quienes lo planificaron y ejecutaron sólo permite vislumbrar que el manto protector de la Virgen María –a la que se consagró- no lo desamparó en ese crucial momento de su vida. ¡Todo les fracasó a los atacantes porque no contaban con la real protección de la Virgen María!

Recuerdo que mientas estuve en el Seminario Pontificio de Lo Vásquez,  en dos oportunidades (1982 y 1983) pasó a rezar a los pies de aquella milagrosa imagen en el principal santuario de Chile. Eran conocidas sus visitas a los templos marianos de la Virgen del Carmen, a la cual tuvo el privilegio – en Octubre de 1974- de dar cumplimiento al Voto hecho por el Primer Padre de la Patria en Maipú.

Entonces, ¿Será casualidad  que haya partido de este mundo en el día de Nuestra Señora de Loreto? ¿Será casualidad que haya muerto luego de la celebración de un mes completo dedicado a la Virgen María? ¿Será casualidad que su funeral fuese realizado ante miles de personas en el día que se celebraba a Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de América?

Por esto, imploramos una vez más, con las fe depositada en la resurrección del Señor Jesús,  que nuestro Presidente Augusto Pinochet goce de la paz prometida a los Bienaventurados en el Cielo, habiendo recibido el perdón de las faltas cometidas y el merecido premio de los múltiples beneficios que, no exento de un gran espíritu de sacrificio, logró para los hijos de nuestra Patria bendita ¡Que Viva Cristo Rey!
  

PADRE JAIME HERRERA  / CURA PÁRROCO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS MERCES DE PUERTO CLARO /CHILE
                                                                                                                      

     

martes, 6 de diciembre de 2016

EL DON DE PIEDAD EN EL CORAZÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

 HOMILÍA MES DE MARÍA   /   COLEGIO MACKAY   /   05/12/2017.

El don de piedad que concede el Espíritu Santo es el abandono confiado en la  Divina Providencia. Es un afecto especial por todo lo que dice relación con Dios, de tal manera que  asumimos todo lo que nos acerca a Él, y desechamos aquello  que nos aleja de Él. San Agustín de Hipona señala que “el don de piedad da a los que lo reciben un respeto amoroso hacia la Sagrada Escritura”, comprendamos o no su sentido. Nos da espíritu reverencial hacia los mayores y  espíritu  paternal ante los menores.  Espíritu  fraternal con los amigos y familiares,  espíritu de compasión con los que pasan penalidades o necesidades, tanto espirituales  como  materiales.

Al igual que el resto de los dones del Espíritu Santo, la piedad está vinculada a una de las bienaventuranzas en orden a obtener su mejor vivencia: “Bienaventurados los mansos de corazón porque  ellos recibirán la tierra por herencia”  (San Mateo V, 5).

a). El don de piedad incrementa la sabiduría: Si miramos la vida de la Iglesia, y de la sociedad en la que esta inmersa descubrimos que son los creyentes  más piadosos los que viven más hondamente la sabiduría, suelen ser más ponderados, más pacientes, con mayor iniciativa sin caer en la intrepidez, no olvidando –a su vez- las pausas en el momento oportuno sin caer en una negligente inactividad. Es sorprende la serenidad de vida de los que viven piadosamente: no son prepotentes, ni disolventes ni insolentes, por el contrario hacen de su vida un verdadero ícono o reflejo de Himno a la Caridad que nos enseña el Apóstol San Pablo: “La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca acaba” (1 Corintios XIII, 4-8).

El egoísmo, en cuanto desmedido amor a sí mismo, es causa de la falta del don de  piedad, lo cual decanta –irremediablemente- en tener un “corazón de piedra” con sentimientos y actitudes que van minando la vida en sociedad, en cada uno de sus niveles: familiar, ciudadano, vecinal. Ciertamente, que es a causa de la falta del don de piedad de dónde surgen tantas desavenencias en la vida presente. ¡La crispación social es impiedad!

La persona egoísta es insensible a las necesidades más básicas del prójimo: no los ve aunque le sean evidentes, no escucha aunque el clamor sea atronador. Muy distinto es quien vive en el don de piedad: las miserias circundantes le resultan evidentes, por ello procura responder en primera persona a cada una de ellas sintiendo como propios tales requerimientos. Forma parte de la revelación bíblica el hecho que es Dios el único capaz de hacer palpitar una piedra, fría, inmóvil, e inerte: “Yo cambiaré ese corazón, en un corazón de carne” (Ezequiel XXXVI, 26).

b). El hombre piadoso alaba y agradece a Dios: La palabra “religión” significa unir lo que está divido, juntar dos extremos, en este caso,  a Dios con su creatura... Entonces, este espíritu religioso constituye una nota característica de la persona, así lo define el catecismo actual de la Iglesia cuando cita a San Agustín: “El hombre es un Dei capax”, un ser con capacidad de Dios, de relacionarse con Dios, en consecuencia,  es lo propio de cada bautizado procurar ser piadoso, de lo cual siempre ha de estar orgulloso y nunca avergonzado. ¡Vergüenza para pecar,  nunca para amar Dios!

El don de piedad inclina a confiar en Dios, por lo cual podemos rezar con amor y sencillez, sabiendo que si con nada hemos venido al mundo y con nada material partiremos de él, entonces, sólo importa el amor a Dios que subyace en nuestra alma, toda vez que al final de nuestros días “seremos medidos por el amor”.

c). El piadoso como amigo de Dios: Sin duda que la virtud de la piedad, que perfecciona  este don, presente sobreabundantemente en el corazón de la Virgen María, nos lleva a rendir el honor, la reverencia y el culto debido a Dios por ser quien es. Fomenta la verdadera amistad con Dios, por lo que nos permite conocer mejor la Sagrada Escritura, nos descubre la grandeza del valor del culto sagrado, especialmente la Santa Misa,  donde se renueva de manera misteriosa pero real, el sacrificio de Cristo en el calvario de modo cruento en cada altar. Muchas distracciones, urgencias y aburrimientos que se dan durante nuestra asistencia a la Santa Misa irrumpen por falta del don de piedad.

Se hace necesario, para quien aún no lo hace, de recibir el sacramento de la confirmación. “Yo doblo mis rodillas ante el (Dios) Padre, de quien procede toda familia en los cielos y en la tierra” (Efesios III, 14-15).

Un síntoma muy positivo de vivir según el Espíritu Santo en el don de piedad es tratar con cariño las cosas santas, sobre todo las que nos vinculan y sirven al culto sagrado. Actualmente se vive una creciente desacralización en nuestra sociedad, la pérdida del sentido de lo santo ha surgido por la impiedad que lleva a menospreciar a Dios y su obra, a marginar al Señor de la vida cotidiana, sobrevalorando las obras del hombre sobre la de quien las sostiene realmente.

Recordemos la enseñanza del Apóstol San Pablo: “Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios: ¡Padre!”  (Romanos VIII, 14-15). ¡Que Viva Cristo Rey!


SACERDOTE JAIME HERRERA / PARROQUIA PUERTO CLARO / DIÖCESIS DE VALPARAÍSO / CHILE