TEMA : “LA FE ES EL MOTOR DE LA MISIÓN”.
FECHA:
HOMILÍA MISA DE LA VIRGEN DEL CARMEN JULIO 2023
En las vísperas de la
solemnidad de la Virgen del Carmen, Reina y Patrona de Chile, nos reunimos para
celebrar la Santa misa, para dar gracias a Dios e implorar su gracia sobre
nuestro hermano Philip María Graf Von Spee, quien ha servido como misionero en
este lugar, conocido como Punto Corazón. En lo más alto de Valparaíso, donde la
ciudad parece transformarse como un balcón natural frente un mar que hace
perder nuestra en un horizonte esquivo a lo finito, se alza esta casa a cuyo
interior se realiza una de las obras de mayor trascendencia en el mundo del
apostolado.
La vivencia de la fe en
la persona de Jesucristo sólo puede tener fuerza de contagio si acaso hunde su
raíz sólida en la amistad con Jesucristo, quien finalmente es el que está al
inicio y fin de toda obra de apostolado. Esta vivencia, hecha certeza, nos
revela que la misión querida por Dios para todo creyente, pasa por saberse
enviado a cumplir una determinada tarea de la cual el Señor espera nuestra
respuesta fiel.
Las grandes persecuciones
regadas muchas veces por la sangre de los mártires, que fue en las primeras
horas de la Iglesia “semilla de nuevos cristianos”,
parece haber dado paso a una nueva forma martirial que pasa por la acción de la cancelación donde ya no se
combate a Dios, ni a su obra que es la iglesia y discípulos, sino que se
promueve la indiferencia que invisibiliza...Una forma moderna usada por el
Maligno para destruir la obra de Dios en el mundo, pues ha tomado nota que lo
único que puede obtener al hacer nuevos mártires es mayor número de fieles para
Dios, en cambio, por medio de la soterrada corrupción, que pasa por la tibieza espiritual y
mediocridad valórica, los que están llamados a ser centinelas padecen una
verdadera anemia en el alma.
En efecto, el anuncio de
un evangelio diluido, con un apostolado que presente la verdad revelada
plenamente por Jesús como una simple opción puesta en el anaquel de los gustos
y aprobaciones siempre terminará siendo estéril.
La misión que se hace
desde este centro de vida cristiana encierra lo más valioso del mandato de Jesús
proclamado en lo alto del Monte Tabor el día de su Ascensión: “Vayan a todo el mundo, enseñando a obedecer
todo lo que Yo les he enseñado, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo”.
Por ello, es un imperativo
en el mundo de toda acción misionera procurar por medio de un anuncio pro
activo, conducir a la conversión hacia Jesucristo de quienes están llamados a
buscarlo, a seguirlo y escucharlo. Recordemos
que nuestra Iglesia define, en palabras de San Agustín, al hombre como un “ser religioso”, cuya esencia proviene y
se encamina desde y hacia el Señor, quien se ha manifestado como creador
providente y un Dios cuyo nombre es Padre.
El libro Primero de Reyes
nos relata que “el profeta Elías
subió a
la cumbre del Monte Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro,
entre las rodillas y dijo a su servidor: ¡Sube y mira hacia el mar!” (XVIII,
43).
Un pequeño texto que nos muestra dos actos que apuntan hacia la contemplación
de un misterio que nos trasciende. Una
cumbre por alcanzar: ¡Tantas veces leemos que Dios se dio a conocer en lo alto
de una montaña! ¡Tantas veces los patriarcas y profetas buscaron a Dios en esas
alturas! Casi como que Dios hizo de las cumbres el lugar propicio para que el
hombre le descubriese.
Este centro está ubicado
en la parte alta de nuestra ciudad, en él los jóvenes misioneros católicos de
la Organización Internacional Punto Corazón, insertos como uno más entre quienes lo
habitan, transitan a rostro descubierto por sus calles, replicando como
altavoces del Evangelio, lo que el Señor Jesús les ha dictado en el interior de
sus corazones por medio de la oración.
Si, se equivocan quienes
puedan ver a este movimiento de jóvenes como una simple organización más, y
yerran cuantos pretenden vestirla de sincretismo, puesto que, sus bases son muy precisas y sus pasos firmes
a la hora de saber dónde encontrar la fuente desde la cual brote el manantial
de gracia que conceda frescor, generosidad, ánimo vigoroso y sana alegría a la hora de la
vida misionera. ¡Cuánto entusiasmo hemos visto en cada uno de estos jóvenes,
provenientes de las naciones más lejanas!
Porque un día encontraron
a Cristo descubrieron que sus vidas tienen pleno sentido, resultándoles incomprensible
trazar acciones en las cuales la voz y designios de Dios puedan quedar al
margen de su quehacer cotidiano. Los gastados libros de la Oración de la
Iglesia que llamamos breviario, que
eleva la plegaria incesante al amanecer con laudes, al atardecer con vísperas y
al anochecer con completas, dan cuenta que este grupo de jóvenes de hoy, hace
del medio de la oración el camino
precioso para unirse a Jesucristo, y por ello, pueden darlo a conocer sin el
disfraz fantasioso del secularismo.
Para el profeta Elías en
este día le fue suficiente ver “una
pequeña nube que se eleva del mar, pequeña como la palma de la mano”, lo
cual desde los primeros tiempos de la
era cristiana ha sido anunciado como la
particular presencia de la Virgen María en la vida de la Iglesia.
Por ello, aquel Monte
Carmelo (Viñedo de Dios) en Israel
cobijó antes y después de Jesús a numerosos hombres que por medio de una vida
de austeridad, penitencia y oración hicieron de la plegaria un verdadero modo
de vida.
Muchas veces podemos centrar nuestra mirada
sólo en lo que está visibilizado, pero hay realidades verdaderamente sublimes
que escapan a una simple ojeada: Esas veladas de oración nocturnas por turnos
que suelen realizar. Recuerdo en el Seminario Mayor de Lo Vásquez, d haberlas hecho muchas veces
con intenciones muy especiales, cómo el alma se sentía alimentada con la gracia
en esos encuentros cara a cara con Jesucristo, y cómo la certeza de ser un
centinela de lo sagrado daba fortaleza y convicción a nuestras acciones, a la
vez depuraba la rectitud de intención.
El tiempo dedicado a la
oración en cada una de sus formas siempre será la mejor inversión con la más
alta rentabilidad en el plano espiritual. De modo especial, cada jornada ha de
estar normada por el horario en que vamos a la Santa Misa, donde realmente está presente Jesús en
su cuerpo, alma y divinidad, no de modo aparente ni simbólico, sino “real y sustancialmente” como alimento
del alma.
En el Salmo Responsorial
recordamos: “Mi alma espera en el Señor, más que el centinela la aurora” (Salmo
CXXIX, 6).
Desde este lugar, muchas
veces han visto ese mar que se muestra a la distancia tan pacífico como es el
nombre que recibe, aunque, en ocasiones,
no oculte el ímpetu tempestuoso que le
caracteriza. Nuestra Santa Teresa de los Andes escribía al mirar extasiada la
belleza de un atardecer frente al mar:
“¡Todo lo que veo me lleva a Dios!”.
Esto nos permite recordar
que cuando el profeta “miró hacia el mar”
vio finalmente la mano providente de Dios, y descubrió la misericordia del Señor que se
apiadó de su pueblo luego de una época de sequía feroz.
Esas múltiples caminatas
junto al mar, han de haber despertado el ímpetu de vigilancia propio de los centinelas que custodian un tesoro. Los
jóvenes misioneros están llamados a ser los guardianes de la fe de quienes
están junto a ellos, procurando con la oración y la acción, dar aquella seguridad que han descubierto a lo
largo de tantas jornadas donde Dios les ha mostrado que es Él quien siempre
tiene la última palabra.
Eso es fe. Es el núcleo
de vuestra misión. Si falta la fe todo naufraga. Por tanto, estando en los
tiempos recios a la fe, donde la incredulidad e indiferentismo son cosa de
todos los días y, por desgracia de todos los lugares, es el momento proclive
para los corazones que tienen su centro en Jesús. Es tiempo de grandezas y no
de mezquindades; época de esperanza no de nostalgias; y de momentos de
fortalezas no de debilidades.
Proveniente de la Nación
de la cual nació el gran pontífice Benedicto XVI, hoy rezamos por nuestro
hermano Philip Graf Von Spee, recordando las palabras relativas a la Virgen del
Carmen pronunciadas en el Valle de Combes (Italia): “María fue la primera que creyó y experimentó, de modo insuperable, que
Jesús, Verbo Encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con
Dios” (16 de Julio 2006).
A su regreso a casa
tendrá la convicción que este tiempo vivido al sur del mundo no ha sido dado
sino compartido con el mismo Señor quien, de múltiples maneras, se ha dado a conocer por medio de la vida
misionera, de modo privilegiado con la visita a las casas, acompañando y
sirviendo a quienes, por razón de una edad avanzada, o de una enfermedad
galopante, suelen permanecer relegados, no obstante lo cual, de manera
sistemática reciben la sonrisa, el buen humor, el nombre de “mis amigos”, de estos jóvenes
misioneros católicos.
Hoy, en la Solemnidad de
la Virgen del Carmen rezamos especialmente por las necesidades, primero
espirituales y luego materiales de nuestra Patria. Sabemos que bajo la
protección de la Virgen nada malo puede anteponerse a la protección del Señor,
por lo que aquella que fue reconocida como Madre desde lo alto de la cruz, hoy
es recibida en nuestros corazones tan agradecidos como necesitados. ¡Möge Gott
Sie bei Ihrer Rückkehr nach Hause segnen! (Que Dios bendiga tu regreso a casa).
¡Que Viva Cristo Rey!