domingo, 31 de diciembre de 2023
Declaración de la Arquidiócesis de Santa
María en Astana sobre la Declaración Fiducia supplicans, publicada por el
Dicasterio de la Doctrina de Fe y aprobada por el Papa Francisco el 18 de
diciembre de 2023
El propósito manifiesto de la Declaración de la Santa Sede, Fiducia
supplicans, es permitir «la posibilidad de bendecir a las parejas en
situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo». Al mismo tiempo, el
documento insiste en que tales bendiciones se realizan «sin validar
oficialmente su estado ni cambiar de ninguna manera la enseñanza perenne de la
Iglesia sobre el matrimonio».
El hecho de que el documento no dé permiso para el «matrimonio» de
parejas del mismo sexo no debería cegar a pastores y fieles ante el gran engaño
y el mal que reside en el permiso mismo para bendecir a las parejas en
situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo. Tal
bendición contradice directa y seriamente la Divina Revelación y la doctrina y
práctica ininterrumpida y bimilenaria de la Iglesia Católica. Bendecir a las
parejas en una situación irregular y a las parejas del mismo sexo es un abuso grave
del Santísimo Nombre de Dios, ya que este nombre se invoca sobre una unión
objetivamente pecaminosa de adulterio o de actividad homosexual.
Por lo tanto, ninguna, ni siquiera la más bella de las
afirmaciones contenidas en esta Declaración de la Santa Sede, puede minimizar
las consecuencias destructivas y de largo alcance resultantes de este esfuerzo
por legitimar tales bendiciones. Con tales bendiciones, la Iglesia
Católica se convierte, si no en teoría, entonces en la práctica, en un
propagandista de la «ideología de género» globalista e impía.
Como sucesores de los Apóstoles, y fieles a nuestro juramento
solemne con motivo de nuestra consagración episcopal «de preservar el depósito
de la fe en la pureza y la integridad, de acuerdo con la Tradición siempre y en
todas partes observada en la Iglesia desde la época de los Apóstoles», exhortamos
y prohibimos a los sacerdotes y a los fieles de la Arquidiócesis de Santa María
en Astana aceptar o realizar cualquier forma de bendición de parejas en
situación irregular y parejas del mismo sexo. No hace falta decir que todo pecador sinceramente
arrepentido con la firme intención de dejar de pecar y poner fin a su situación
pública de pecado (como, por ejemplo, la convivencia fuera de un matrimonio
canónicamente válido, la unión entre personas del mismo sexo), puede recibir
una bendición.
Con un amor fraternal sincero, y con el
debido respeto, nos dirigimos al Papa Francisco, quien, al permitir la
bendición de las parejas en una situación irregular y las parejas del mismo
sexo, «no camina rectamente de acuerdo con la verdad del Evangelio» (Gálatas II, 14), para tomar prestadas las
palabras con las que San Pablo el Apóstol amonestó públicamente al primer Papa
en Antioquía. Por lo tanto, en el espíritu de la colegialidad episcopal, le
pedimos al Papa Francisco que revoque el permiso para bendecir a las parejas en
situación irregular y a las parejas del mismo sexo, para que la Iglesia
Católica pueda brillar claramente como el «pilar y fundamento de la verdad» (1 Tim 3:15) para todos aquellos que buscan sinceramente conocer
la voluntad de Dios y, al cumplirla, alcanzar la vida eterna.
Astana, 19 de diciembre de 2023
+ Tomash Peta, Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de
Santa María en Astana
+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santa María en Astana
Comunicado de
prensa del Superior General de la FSSPX
“Quien me ama observa -y hace observar-
mis mandamientos”.
La declaración Fiducia supplicans del prefecto del Dicasterio para la
Doctrina de la Fe acerca de la cuestión de las bendiciones para «parejas
irregulares y parejas del mismo sexo» nos deja consternados. Tanto
más cuanto que este documento ha sido firmado por el Papa.
Aunque pretende evitar cualquier confusión entre la bendición de tales
uniones ilegítimas y la del matrimonio entre un hombre y una mujer, esta
declaración no evita ni la confusión ni el escándalo: no sólo enseña que un
ministro de la Iglesia puede invocar la bendición de Dios sobre uniones
pecaminosas, sino que al invocarla está confirmando de hecho estas situaciones
de pecado.
La invocación expresada en esa «bendición» consistiría simplemente en
pedir para estas personas, en un marco no litúrgico, que «todo lo que es
verdadero, bueno y humanamente válido en sus vidas y relaciones sea investido,
sanado y elevado por la presencia del Espíritu Santo«.
Pero hacer creer a los que viven en una unión fundamentalmente viciada que ésta puede ser al mismo tiempo positiva y portadora de valores es el peor de los engaños y la más grave falta de caridad hacia esas almas descarriadas. Es un error imaginar que hay algo bueno en una situación de pecado público, y es un error afirmar que Dios puede bendecir a las parejas que viven en esa situación.
Sin duda, toda persona puede ser auxiliada por la misericordia
preveniente de Dios y descubrir con confianza que está llamada a la conversión
para recibir la salvación que Dios le ofrece. La Iglesia nunca niega una
bendición a los pecadores que la piden legítimamente, pero entonces la
bendición no tiene otra finalidad que ayudar al alma a superar el pecado y a
vivir en estado de gracia.
Por tanto, la Santa Iglesia puede bendecir a cualquier individuo,
incluso a un pagano. Pero nunca puede, en modo alguno, bendecir una unión que
es en sí misma pecaminosa, con el pretexto de alentar lo que hay de bueno en
ella. Cuando bendecimos a una pareja, no estamos bendiciendo a individuos
aislados: estamos bendiciendo necesariamente la relación que los une, No podemos redimir una realidad que
es intrínsecamente mala y escandalosa.
Fomentar pastoralmente este tipo de bendiciones conduce, en la práctica,
inexorablemente a la aceptación sistemática de situaciones incompatibles con la
ley moral, se diga lo que se diga.
Desgraciadamente, esto coincide con las declaraciones del papa
Francisco, que define como «superficial e ingenua» la actitud de quienes
obligan a las personas a «comportamientos para los que aún no están maduras,
o de los que no son capaces» [1].
Este tipo de pensamiento, que ya no cree en el poder de la gracia y
prescinde de la cruz, no ayuda a nadie a escapar del pecado. Sustituye el
verdadero perdón y la verdadera misericordia por una amnistía tristemente impotente. Y sólo acelera la pérdida de almas y
la destrucción de la moral católica.
Todo el lenguaje enrevesado y el disfraz sofístico del documento del
Dicasterio para la Doctrina de la Fe no pueden ocultar la realidad elemental y
obvia de estas bendiciones: no harán otra cosa que confirmar a estas uniones en
su situación intrínsecamente pecaminosa, y animar a otros a seguirlas. No será
más que un sustituto del matrimonio católico. De hecho, demuestra una
profunda falta de fe en lo sobrenatural, en la gracia de Dios y en el poder de
la cruz para vivir en la virtud, la pureza y la caridad, de acuerdo con la
voluntad de Dios.
Es un espíritu naturalista y derrotista que se alinea cobardemente con
el espíritu del mundo, enemigo de Dios. Es una nueva rendición y sometimiento al mundo por parte de la jerarquía
liberal y modernista, que desde el Concilio Vaticano II está al servicio de la
Revolución dentro y fuera de la Iglesia.
Que la Santísima Virgen María, guardiana de la fe y de la santidad,
venga en ayuda de la Santa Iglesia. Sobre todo, que proteja a los más expuestos
a este caos: los niños, que ahora se ven obligados a crecer en una nueva
Babilonia, sin puntos de referencia ni guías que les recuerden la ley moral.
Padre Davide Pagliarani, Superior General
Menzingen, 19 de diciembre de 2023
[1] Francisco,
Charla con los jesuitas en Lisboa, el 5 de agosto de 2023
TEMA : ¡RECIBIMOS UN TROZO DEL CIELO!
FECHA: HOMILÍA PRIMERA
COMUNIÓN SAINT PETER’S SCHOOL 2023
1. “Crezcamos en todo hasta Cristo” (Efesios
IV, 15).
Queridos
niños: Por fin ha llegado el día de la Primera Comunión, para lo cual, se han
preparado a lo largo de este año con especial interés, y no han dejado de
contar con la ayuda de vuestros padres que, por medio de la participación en la
Catequesis Familiar han ido junto a vosotros buscando y encontrando al Señor
con el fin de que a partir de este día tengan una vida marcada por la presencia
del Señor en todo pensamiento, en cada palabra y permeando con su gracia cada
acción.
Por
ello, hemos hecho la señal de la cruz en
la frente, para implorar que todo lo que pensemos, recordemos y proyectemos
tengan a Dios en su origen y fin; hicimos la señal de cruz en nuestro corazón para que lo que sentimos y lo que queremos se funden en el amor de Dios,
y finalmente, hicimos el signo de la
cruz en nuestros labios para que las palabras dichas no dejen de profesar la
bondad y la verdad que emergen y convergen desde y hacia el Corazón de Jesús.
En
esta búsqueda de Dios no lo hacemos porque hemos autónomamente tomado la iniciativa,
sino más bien, dado respuesta consiente y libre a Dios apoyados en la luz de la
fe que ilumina nuestro entendimiento y el don de fortaleza que mueve nuestra voluntad a
buscarle.
Por
eso, no caminamos “a tientas”, como
buscando a un Dios huidizo que juega a las escondidas, sino por el contrario,
es Él quien ha venido a nuestro encuentro y se ha revelado –precisamente- para
que le encontremos…! Nuestro Dios no juega a las escondidas sino a las encontrradas!
El
gozo que cada uno experimenta al ser encontrado cuando se ha extraviado es
indescriptible, tal como lo vimos con aquellos jóvenes accidentados en la
Cordillera de Los Andes el trece de
octubre de 1972 permaneciendo setenta y dos días en la montaña, o el caso más
reciente, de un grupo de mineros que bajo seiscientos metros lograron no sólo ser encontrados sino
rescatados con éxito luego de setenta días. En uno y otro caso hubo lágrimas de
incertidumbre y temor que dieron paso a lágrimas de felicidad porque fueron
encontrados.
2. “¡Ya estamos, ya se posan
nuestros pies en tus puertas, Jerusalén!” (Salmo CXXII).
En
esta mañana de día Sábado, queridos niños, ustedes encuentran y son
descubiertos por el Señor Jesús, quien hace dos mil años hizo el sacrificio más
grande que un ser humano puede hacer por los demás, porque siendo el hijo
unigénito Dios de verdad, cada esfuerzo, cada desprecio, cada dolor que asumió
lo hizo en cuanto Dios y hombre a la vez, por ello, fue un acto único, perpetuo y pleno respondiendo
a sus atributos divinos: Todopoderoso, Eterno y Omnicomprensivo.
Hace
un instante les recordé el accidente
acontecido por unos jóvenes rugbistas uruguayos: Dos de ellos descendieron para
pedir ayuda, para lo cual, debieron
subir una montaña de cuatro mil metros sin los elementos especiales, caminar
cuarenta kilómetros en medio del frio y la oscuridad durante diez días,
llevando en sus hombros el recuerdo de sus catorce amigos que sobrevivieron a
la caída del avión.
Ellos
hicieron vida lo dicho por Jesús: “Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por los suyos”, y es inevitable
pensar que aquellos alumnos integrantes de un Colegio tradicional Católico e
integrantes del Old Christians Club, no tuviesen en sus corazones la imagen no
sólo de las palabras de Jesús sino de lo hecho por nuestro Señor el día de su
Pasión, donde entregó su vida para rescatar a los que vivían en tinieblas.
Recibir
la Primera Comunión implica subir junto a Jesús y ser partícipe de su entrega,
al punto de poder repetir cada uno en este día: “Jesús me amó y se entregó por mí”, asumiendo que el valor pagado
por el Padre Eterno para salvarnos pasa por la sangre derramada por su Hijo en
lo alto de la Cruz del Calvario. ! Valemos la Sangre de Cristo!
Este
acontecimiento -de manera misteriosa pero real- se revive en cada celebración
de la Santa Misa donde sobre el altar las especies de pan y vino se transforman
totalmente en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, pues el mismo que tenía poder
para resucitar al hijo de la viuda de Naim, de dar vida a la hija de Jairo y
revivir a su buen amigo Lázaro de Betania; es el mismo que tuvo poder para
cambiar seis tinajas agua en el mejor de los vinos en Caná de Galilea, o
multiplicar panes y peces para alimentar a una muchedumbre. Los cuatro evangelios –Mateo, Marcos, Lucas y
Juan- describen treinta y tres milagros, con la salvedad que “hay muchas otras cosas que hizo Jesús,” (San
Juan XXI, 25), y estas han sido escritas –especialmente- para
fortalecimiento de nuestra fe.
Como
en cada uno de esos milagros –Nuestro Señor-
tuvo la intención y el poder de
hacerlo, y es en la Ultima Cena donde nuevamente de manera voluntaria realizó
el mayor de los Milagros, del cual todos –sin excepción- fueron signo o señal
de lo que hizo en aquel Cenáculo de Jerusalén junto a sus Apóstoles, que
recibieron de manos de Jesús no un trozo de pan bendito sino al Autor de toda
bendición. ¡Es Jesucristo! A quien recibirán en unos momentos más, por ello, no hay un momento más sublime, ni más cercano,
para estar con Dios en este mundo que recibirlo sacramentalmente al momento de
comulgar, tal como lo harán hoy por primera vez.
Los
mejores hijos de la Iglesia que son los Santos tuvieron siempre un amor
entrañable por la Hostia Santa, haciendo esfuerzos heroicos y, en ocasiones
martiriales para poder estar con Jesucristo: San Tarsicio, Patrono de los
Acólitos el año 215 se negó a colocar en manos infieles la Hostia sagrada
optando por morir antes que entregar a Jesús; el Cardenal Francois Xavier Nguyen
Van Thuan fue tomado prisionera durante trece largos años en Vietnam y para
poder celebrar la Misa diaria colocaba un trozo de pan y un poco de vino en su
mano y repetía de memoria las oraciones litúrgicas, lo que hizo convertir a
Cristo y su única Iglesia a sus guardias.
Nuestra
gran Teresa de Los andes el día que recibió la Primera comunión escribió en su
diario de vida: “recibí un trozo del Cielo”, “me
sentí como estando en el Cielo”, y es que resulta imposible no experimentar
tal gozo y certeza cuando la fe es alimentada con la presencia del mismo
Jesucristo, tal como ustedes hoy recibirán, recordando que le pedirán al Señor
poder recibirle en el futuro con el mismo amor, pureza y deseo que le reciben
ahora; con la misma generosidad y rectitud de intención acoger sacramentalmente
en el futuro; y, no dejarán de tener presente las palabras pronunciadas por
Jesús en cada Santa Misa: “Esta es mi Sangre,
Sangre de la alianza, San Mateo
XXVI. 28). ¡!Qui pro vobis et pro multis effundetur in remissionem peccatorum!
Niños: Nunca se acostumbren a
recibir a Jesús en la Hostia sin dejar de sorprenderse del amor que tiene para cada uno de nosotros;
nunca se acerquen a recibir la Hostia Santa teniendo la certeza de no estar con
el corazón limpio de haber cometido un pecado
grande (mortal); siempre acérquense a comulgar cuando perciban soledad y
debilidad, pues Jesús viene a nosotros para que tengamos “vida en abundancia” (San Juan X,
10). Que la Virgen Madre, la Mujer Eucarística a la que hoy veneramos
conceda la gracia de recibir a Jesús como si fuera la primera, única y última
vez en la vida. ¡Que Viva Cristo Rey!
miércoles, 20 de diciembre de 2023
Oración del estudiante según Tomás de Aquino OP.
Santo Tomás de Aquino compuso una
oración para los estudiantes, impregnada, como todas las suyas, de buena
teología. Es teología hecha oración y oración hecha de teología. Esta plegaria pide que un rayo de la
claridad divina disipe nuestras tinieblas. En efecto, Dios es luz para
nuestra inteligencia. Uno de los
principales efectos de la fe es iluminar la inteligencia. Porque solo quien
tiene las ideas claras puede obrar rectamente. Solo se puede caminar por allí
donde hay luz.
Tomás de Aquino pide que esta luz disipe los dos obstáculos que
oscurecen nuestra vida: la ignorancia y el pecado. La ignorancia, de
por sí, no es mala ni culpable; es debida principalmente a nuestra limitación.
Hay muchas cosas que no sé y es mejor que no sepa. Y hay muchas cosas que ignoro, no por desidia, pereza o negligencia, sino
debido a mi limitación. La ignorancia es un signo de la imperfección
humana. Sólo Dios es perfecto. Por eso, solo
participando de la perfección divina puede el ser humano elevarse más allá de
su limitación.
El otro obstáculo que oscurece nuestra
vida es el pecado: el pecado siempre es
debido a la libertad humana, que se ha desviado o desencaminado. Santo Tomás
pide a Dios que nos ilumine para volver
al buen camino.
Hay, pues, un obstáculo natural y un
obstáculo personal que dañan nuestra inteligencia. Es importante este matiz: Tomás pide luz para la inteligencia, porque
la fe es un asunto de la inteligencia más que del corazón. Sólo los que
tienen la mente bien iluminada pueden orientar bien su vida. Las ideas rigen la
vida y nos llevan a actuar de un modo u otro. El que tiene las ideas claras obra libre y espontáneamente, no
necesita de coacción alguna para hacer el bien, pues hace lo que piensa y lo
que le nace.
En esta oración, el Santo pide a Dios
que su luz se extienda a todos los momentos de nuestro aprendizaje: atender, entender, retener, comprender e interpretar. Finalmente, Santo
Tomás de Aquino pide gracia abundante para hablar. Porque el estudio, y más el estudio de la teología, está destinado a
transmitirse, a la enseñanza. El estudiante está llamado a ser maestro. Por
eso, una vez que ha aprendido tiene que
saber transmitir. De ahí la gracia abundante para hablar.
ORACIÓN PARA UN
ESTUDIANTE (Santo Tomás de Aquino +1274)
Oh inefable Creador nuestro,
altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría,
dígnate infundir el rayo de tu claridad
sobre las tinieblas de mi inteligencia,
removiendo la doble oscuridad con la que nací:
la del pecado y la ignorancia.
instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición!
Dame agudeza para entender, capacidad para retener,
método y facilidad para atender, sutileza para interpretar
y gracia abundante para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar y
perfección al acabar
¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero, que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Amen
TEMA :
“!HEMOS VISTO COSAS INCREÍBLES!”
FECHA:
HOMILÍA PREMIACIÓN SAINT PETER’S SCHOOL 2023
Buenas tardes: Queridos
padres, niños, jóvenes. En la intimidad que conlleva realizar este acto de
premiación en el patio de nuestro Colegio, hoy hemos tomado el Evangelio que
nos refiere de uno de los milagros obrados por Jesús. Habitualmente la mirada
tendería a centrarse en el Señor y el enfermo de parálisis, mas ahora vemos la
importancia que tuvieron para la sanación aquellos amigos que se detuvieron y
quedaron para ayudar a aquel paralítico.
Era un joven que solo
vivía ensimismado en sus limitaciones: No podía ir al centro púbico de
educación como era la sinagoga, quedando al margen de todo acto cultual por lo que lo que otros aprendían y
compartían le resultaba –quizás- incomprensible y extraño, lo que le llenaba el
alma de temores y desconfianzas.
Con limitaciones mucho mayores que en la actualidad un
paralítico podría padecer, aquel hombre debía enfrentar algo aun mayor como era
ser tenido como “sujeto de pecado”, vale
decir, como culpable de su condición a causa de una vida inmoral que llevó él o
sus antepasados, todo lo cual, le
llevaba a preferir quedarse en las cuatro paredes de enfermedad.
Mas todo cambió para
aquel hombre cuando con ocasión de la llegada de Jesús al pueblo, un grupo de
sus buenos amigos le condujo a los pies del Señor. Para esto, debieron vencer
una serie de obstáculos: Buscaron hacer una camilla y le trasladaron, no sabemos
la distancia pero bien pudo ser desde la entrada del pueblo lo que significa
eran varias cuadras; luego trataron de introducirle pero hubo dificultad…”había sentados algunos fariseos y expertos
de la ley que provenían de todos los pueblos de Galilea, Judá y Jerusalén”. Sin
duda, intentar pasar en medio de una multitud, de sus bultos (mochilas), y de
su condición resultaba algo infructuoso.
Ante tamaña dificultad,
donde alguno habría dejado al enfermo a su suerte en el suelo, lejos de
abandonarlo buscaron con perseverancia y creatividad en medio más eficaz para
llevar a su amigo enfermo a los pies de Jesucristo. No eran jóvenes que estaban
ahí sólo por cumplir, además, querían hacer lo mejor posible por su amigo, lo
que es prueba de una verdadera y sana amistad que siempre opta por ofrecer el bien mayor que se tiene cual es, la fe en la persona de Jesús, tal como es
aquello que finalmente lograron hacer.
Entonces, surge la
espontaneidad y creatividad hacedora de la juventud, que cuando es en razón de
un bien que se une es capaz de logros tan novedosos. Dice el Santo Evangelio
que “entonces, no encontrando por dónde
meterle, a causa de la muchedumbre, subieron a techo, le bajaron con la camilla
a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante de Jesús”.
En cualquier trabajo que
hagamos en conjunto con otras personas, para que salga bien conviene colocarse
de acuerdo, organizarse, priorizando y jerarquizando responsabilidades,
pues, como dice un antiguo refrán: “donde todos mandan, nadie obedece”. Lo
anterior nos hace pensar dónde y cómo estaría aquel paralítico en camilla si acaso sus amigos no estuvieran
organizados y ordenados al momento de ir en su ayuda.
Aplicaron lo que Dios nos
pide: “Hacer bien, el bien”. Salieron
del conformismo de saberse con salud y ayudaron al que carecía de ella; se
organizaron para servir al amigo caído, olvidando sus urgencias y necesidades,
en un momento priorizaron el servicio desinteresado hacia el amigo enfermo
haciendo realidad que quien vive para servir sirve para vivir.
Salieron, buscaron y
encontraron los caminos para que su amigo reviviera de su enfermedad, a pesar
de todas las dificultades nada fue suficiente para que el paralitico nuevamente
se pusiera de pie, evidenciando el poder sanador y purificador del Señor: “Para que sepáis que el Hijo del hombre
tiene poder aquí en la tierra para perdonar los pecados, -dijo al paralítico- a
ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.
Quien alguna vez ha
estado convaleciente por una quebradura o alguna operación delicada sabe lo que
implica el período de recuperación, que suele ser lento y a veces doloroso. En
este caso fue una recuperación instantánea lo que asombró a todos que
terminaron alabando a Jesús, incluidos los amigos que le presentaron a sus pies.
Por esto, hoy damos
gracias a Dios por el don de la amistad verdadera, que en este patio tenemos
oportunidad de practicar cotidianamente, que al interior de las aulas podemos
ejercitar de múltiples maneras en bien de quienes comparten el mismo caminar del
aprendizaje y sufren las mismas dificultades y se alegran en los logros
alcanzados tal como es pasar de curso y
eventualmente obtener algún reconocimiento especial, no olvidando que el mejor
premio al que podemos optar es a que Jesús diga un día “Por la fe de estos (buenos amigos) hoy hemos visto cosas maravillosas”.
Es lo que vuestro
maestros, auxiliares y directivos del Colegio pueden decir en cada jornada
cuando ven en los niños y jóvenes la fe
descrita por el Santo Evangelio y que hizo posible el milagro de la sanación
descrita: “por la fe de ellos fue
sanado”. Esa vida nueva que expresan en una sana amistad, en el trato
respetuoso hacia todos ¡grandes y pequeños! es el mayor tesoro que encierra
estar en este lugar pues tiene algo del amor de Dios q2ue es el verdadero
tesoro del corazón de nuestros alumnos por quienes hoy rezamos.
¡Que Viva Cristo Rey!
Lectura
Santo Evangelio San Lucas V, 17-26.
“Un día que Jesús estaba
enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían
venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del
Señor le hacía obrar curaciones. En esto, unos jóvenes trajeron en una camilla
a un paralítico y trataban de introducirle, para ponerle delante de Él. Pero no
encontrando por dónde meterle, a causa de la multitud, subieron al techo, le
bajaron con la camilla a través de las tejas, y le pusieron en medio, delante
de Jesús. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo: “Joven, tus pecados te quedan
perdonados.
Los escribas y fariseos
empezaron a pensar: “Quién es este, que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Conociendo Jesús sus pensamientos, les
dijo: ¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: Tus pecados te quedan
perdonados, o decir, ¡levántate y camina!? Pues, para que sepáis que el Hijo
del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados, dijo al
paralítico, a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. Y al instante,
levantándose delante de ellos, tomó la camilla en que yacía y se fue a su casa,
glorificando a Dios. El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y
llenos de temor decían: ¡Hoy hemos visto cosas increíbles!”.
TEMA
: “NUESTRA PRIORIODAD ES DAR A CONOCER A
JESÚS”
FECHA:
MES DE MARÍA / DIA XXVII° /
REINA DE LOS APÓSTOLES
Nuestra Madre del Cielo puede ser llamada Reina de los Apóstoles pues como nadie
Ella nos entrega a Jesús. La misión de todo “apóstol” consiste en cumplir el
mandato de Jesús dado a sus discípulos previo a su ascensión: “Id por todo el
mundo enseñándoles todo lo que yo os he enseñado y bautizándoles en el nombre
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
Si ser apóstol implica
una elección y envió de parte de Jesús, ¿cómo no ha de ser reconocida como “Reina de los Apóstoles” la Madre de
quien envía?
Si la misión del apóstol
es “formar” a Cristo en el mundo, en
la sociedad, en las almas, quien mejor puede hacerlo es la Virgen porque es la
Madre de Jesús, lo cual implica que es la que primero y mejor lo conoce y por
tanto puede darlo a conocer: ¡Ella nos trajo a Jesús! ¡Ella nos lleva a Jesús!
Un hermoso y serio texto
escrito por Don J.B.Chautard lo título “El
alma del apostolado es el apostolado del alma”, lo que encierra una gran
verdad que evoca la vocación universal a la santidad, la cual no puede
desarrollarse si acaso el bautizado no procura dar a conocer a Cristo a los
demás, si acaso no se esfuerza por hacer que el bien por él descubierto no sea
revelado al prójimo. Por ello, aunque suena fuerte es necesario decir que un
católico que no es apóstol es un apóstata.
Inmersos en la “cultura del individualismo”, donde todo
parece girar sobre cada uno en la búsqueda desenfrenada de la autorrealización,
de la autoformación, de la autosatisfacción, caracterizando nuestro tiempo con un homocentrisno,
el hablar de apostolado a muchos puede parecer algo incomprensible, pues cómo ofrecer un mensaje
que encierra certezas, verdades, tradición, fidelidad, y búsqueda del bien
común y de los demás
Por tanto el apostolado
es una realidad de exuberancia espiritual y personal por lo que “no puede ser verdadero apóstol quien no tiene una personal, profunda, y
ardiente vida espiritual” (S.S. Pablo VI, 31 Enero 1968).
En una realidad tan
adversa a la fe que el campo del apostolado se expande y hace necesario, por lo
que nadie sobra y todos pueden hacer algo para dar a conocer a Cristo y su obra,
a la vez que con urgencia se requiere la suma de todos cuantos priorizan a Dios
a lo largo de su vida.
En el libro de los Hechos
de los Apóstoles se relata que la Virgen se encontraba en el Cenáculo “con los apóstoles” (I,
14). No
era una reunión de familiares ni de simples amigos, vecinos, conocidos o
“territoriales”, sino que bajo la guía segura de la Virgen María estaban
reunidos como la nueva familia espiritual de Jesucristo, donde los lazos de la
fe y de la gracia resultaban más estables
que los de la carne: “! Aquel que cumpla la voluntad de Dios, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre” (San Marcos III, 34).
A lo largo de toda su
vida la Virgen Santísima no tuvo otro norte que dar a conocer el rostro de Dios
a los demás, no con palabras novedosas ni con actitudes camaleonescas de asemejarse a los tiempos, ni mendigando verdades y
certezas culturales, por el contrario, su vida fue ser testigo de la fidelidad
de Dios, que la eligió para ser la Madre,
que llena de gracia es un imán que atrae con su vida las almas hacia su Hijo
y Dios.
Cómo habrá sido para los
Apóstoles escuchar la voz de la Virgen, el tomo de sus palabras, el lenguaje
empleado, la mirada regada de pureza, que les habrá recordado a Jesús cuando
les hablaba con cariño diciéndoles: “No
os llamo siervos sino mis amigos”. Una madre suelo impregnar de sus
actitudes a sus hijos, sin duda que la Virgen lo hizo en muchos aspectos con
nuestro Señor, por lo que de modo semejante podemos imaginar cómo en los
Apóstoles que durante un tiempo –decisivo por cierto- tuvieron en su hogar a la
Madre de Dios han de haberse imbuido de la personalidad y del amor de la Virgen
Madre que tenía hacia Dios, Por ello, la misión de los Apóstoles tuvo como
fuente de fidelidad a la Virgen que honramos hoy, como “Reina de los Apóstoles”.
El Papa Juan Pablo II
dijo al respecto: “La Virgen se convierte
en educadora del pueblo cristiano en la oración y en el encuentro con Dios,
elemento central e indispensable para que la obra de los pastores y de los
fieles tenga siempre en el Señor su comienzo y su motivación más profunda”
(06 Septiembre 1995).
¡Entendámoslo con claridad! “!Ninguna riqueza mayor que Jesucristo puede darse a este mundo pobre y
orgulloso!” (Beato Santiago Alberione) Para un bautizado dar a conocer a
Cristo nace del conocimiento y del encuentro personal que se tiene con el
Señor, lo que le evitará tener una superficialidad y caer en múltiples infidelidades. El cultivo
de la santidad es el mejor programa para robustecer el apostolado, por lo que
La Virgen, llena de gracia y que vivió santamente por haber sido preservada del
pecado original, ejerce como verdadera Reina de los Apóstoles la misión de
guiar la Iglesia y sus fieles.
TEMA
:
“MARÍA ES REINA ALLI DONDE JESÚS ES REY”.
FECHA:
MES DE MARÍA / DÍA XXVI° / REINA DE LOS ÁNGELES .
Hace 1671 años atrás, un
monje emigró desde Jerusalén hasta la ciudad de Asís en Italia donde trajo unas
reliquias que contenían elementos de la casa de la Virgen María colocándolas en
un templo que se llamó Nuestra Señora de
los Ángeles. Posteriormente, el año 511 aquel templo lo tomo a su cuidado San
Benito de Nursia junto a un grupo de religiosos quienes lo cedieron a San
Francisco de Asís el dos de agosto del 1215. ¡Toda una historia de santos
alrededor de la advocación de la Reina de los Ángeles que hoy honramos!
En primer lugar, la
Iglesia siempre ha reconocido a la Virgen como Reina, por ser Madre de
Jesucristo, que dijo claramente ante Poncio Pilato: “Yo soy Rey y para esto he venido al mundo”, revistiéndose de los
tres signos de realeza como fueron: la corona de espinas, la caña en sus manos
como cetro de poder y el manto de color purpura que fue su sangre que cubría
todo su cuerpo. La designación de la realeza de la Virgen está unida a la
realeza que ejerce sobre el universo.
Todo poder de Dios Padre
es participado a su Hijo, y por esto, la Virgen es llamada Reina, de todo lo
creado, en la tierra –la Iglesia, los Apóstoles, la familia- y en las
realidades celestiales –el cielo, la gracia, las almas, y los ángeles).
Así como la madre goza al
interior del hogar y la familia de un lugar principal, ejerciendo con
sabiduría, permanencia, y bondad su rol de mujer, esposa, madre y abuela, la Santísima Virgen, como
Reina de los Ángeles cumple la misión, desde su Asunción al Cielo en cuerpo y
alma, de regir -por legación divina- en misericordia la justicia en bien de
nuestra bienaventuranza eterna. En este mundo nadie puede querer lo mejor para
nosotros y saber cómo obtenerlo, como lo conoce nuestra Madre y Reina de los Ángeles, por esto, podemos acudir en todo momento a Ella
–particularmente- en el umbral de la vida misma.
El rol que cumple nuestra
Madre del Cielo es único e insustituible, porque fue asociada, de una vez para
siempre el día de la Encarnación del Verbo, a la Redención, por lo que Ella
interviene en todo momento no sólo con la bondad de una madre, que lo es, sino
–además- como Reina poderosa, que lo es.
Hay tres momentos donde
los Ángeles están sirviendo alrededor de la Virgen María: Cuando el Arcángel
Gabriel le anuncia que será la Madre del Mesías; cuando nace Jesús en Belén un
coro de Ángeles entonó en Cielo: “Gloria
a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”; y,
cuando la Virgen fue asunta en cuerpo y alma a los cielos.
Sin duda, los Ángeles que
adoran permanentemente a Dios y hacen en todo momento, y por toda la eternidad,
sólo lo que Dios quiere, honran de manera especial a la Madre de Dios, con más
fervor que el que cualquier creatura en este mundo pueda profesar.
El amor de los Santos
hacia la Virgen es enorme: San Maximiliano Kolbe dijo que: “La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo así
podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante
reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado,
el cual es todo bondad. Tenemos que
ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los
tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de
Jesús. Por eso, nuestro ideal debe ser influenciar todo nuestro alrededor para
ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que
viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a
la Inmaculada sin límites ni reservas”.
San Luis María Grignion
de Montfort dice: “María es la Reina del
Cielo por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza y por conquista. Ahora
bien, así como el Reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón o
interior del hombre, según estas palabras: “El reino de Dios está en medio de
vosotros” del mismo modo, el reino de la Virgen está principalmente en el
interior del hombre, es decir, en su alma. Ella es glorificada sobre todo en
las almas juntamente con su Hijo más que en todas las criaturas visibles, de
modo que podemos llamarla con los Santos: ¡Reina de los corazones!”.
El magisterio pontificio
ejercido por el Beato Pio IX encierra para nuestra comunidad parroquial una vital
importancia, pues él definió el dogma de la Inmaculada Concepción y celebró la
Santa Misa ante la imagen Patronal que
estaba en el altar principal del primer templo porteño: “Escuchen estas nuestras palabras todos nuestros queridos hijos de la
católica Iglesia, y continúen con fervor cada vez más encendido de piedad,
religión y amor, venerando, invocando, orando a la Santísima Madre de Dios, la
Virgen María, concebida sin mancha de pecado original, y acudan con toda
confianza a esta dulce Madre de la Misericordia y Gracia en todos los peligros,
angustias, necesidades, y en todas las necesidades y en todas las situaciones
oscuras y tremendas de la vida.
Pues
nada se ha de temer, de nada hay que desesperar, si ella nos guía, patrocina,
favorece, protege, pues tiene para con nosotros un corazón maternal, y ocupada
en los asuntos de nuestra salvación, se preocupa de todo linaje humano,
constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y colocada por encima
de todos los coros de los Ángeles y coros de los santos, situada a la derecha
de su unigénito Hijo nuestro Señor Jesucristo, alcanza con sus valiosos ruegos
maternales y encuentra lo que busca y no puede quedar decepcionada”
(Bula
Ineffabilis Deus, S.S. Pío IX, 8/12/1958).
El hecho que la Virgen
haya sido reconocida como Reina nos recuerda que Ella permanentemente ejerce
como tal, no teniendo pausa en su atención, diligencia y servicio, en beneficio de las almas ni en el ejercicio
de su reinado maternal. Intercede constantemente y sin descanso por sus hijos,
hecho que los ángeles reconocen y honran perpetuamente, por lo que con toda
propiedad muestra Madre del Cielo puede y debe ser reconocida como “Reina de los Ángeles”.
En efecto, la Virgen
envía a los ángeles a hacer los “mandatos de misericordia” para convertir a los
pecadores con inspiraciones angélicas y para frustrar los engaños del Maligno.
Nuestra Iglesia Católica en la tierra es un amplio reino de almas que tienen
múltiples necesidades, con una misión divina a realizar en medio de una cruda
guerra espiritual. Nuestra Señora es la Reina de la Iglesia, que dispone todo
el ejército de los ángeles del cielo que el Señor ha puesto a su disposición
para el cumplimiento de su voluntad.
¡Que Viva Cristo Rey!
TEMA :
“MARÍA ES UNA ALEGRIA QUE NO PASA DE LARGO”
FECHA:
MES DE MARÍA / XXI° DÏA / CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA
Una de las virtudes más
apreciadas por todos respecto de las demás personas es la alegría. Una persona
alegre suele atraer y convocar a su alrededor como el imán lo hace con el
metal. Nuestra Madre del Cielo es la “Causa
de la Alegría” porque durante nueve meses tuvo en su vientre virginal a
Jesús, perfecto Dios y hombre, por lo que su vida cambió para cambiar la de
quienes estaban a su alrededor.
En efecto, con una
diligencia no exenta de sacrificio fue hacia la ciudad de Ain Karem a colaborar
con su tía anciana Isabel y Zacarías durante sus tres últimos meses de embarazo
en la espera de San Juan Bautista. Allí llenó de ayuda ese hogar, como también,
lo regó con el bálsamo de la alegría desde un primer momento tal como describe
San Lucas en el Evangelio: “El niño (Juan
Bautista) saltó de alegría cuando llegó la Virgen a ese hogar”. La Virgen llega a ese lugar. A ese hogar, a esa
familia, sólo para colocarse a su servicio y ayudar: es un mundo por conocer,
un lenguaje por aprender, una mirada por encontrar, un sentir por percibir, una
nueva visión de la vida por acoger, una fe por interpretar y un espacio por
explorar…Los tres meses que permaneció allí, lejos de su hogar de Nazaret, con
su presencia transformó aquel hogar vetusto, marcado por el temor y la soledad, en una realidad de esperanza y
gozo porque el Señor Dios estaba en medio de ellos.
De igual modo, con su
perseverancia e intercesión obtuvo que el ambiento de incertidumbre y tristeza
reinante en las bodas de Cana de Galilea se renovara como describe el
evangelista San Juan. La falta de vino haría suspender la fiesta y tener que
enviar a cada uno de regreso anticipadamente a sus lugares de origen, con todo
lo que ello entrañaba. Gracias a las palabras y súplica de la Virgen hacia
Jesús obtuvo la anticipación del primer milagro realizado por nuestro Señor.
La causa de la alegría de
la Virgen tiene su origen en que Dios vive en Ella, por lo que la gracia
recibida es la que le lleva a “contagiar” al mundo con la dicha más permanente
que se puede tener como es ser partícipe de la vida divina, tal como lo dijo
Jesús mismo: “Si alguno me ama, guardará
mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él, y haremos morada en él” (San
Juan XIV, 23).
La Santa Misa desde los
inicios de nuestra Iglesia ha sido motivo de alegría para quienes participan en
ella porque es verdaderamente el encuentro y momento de mayor cercanía con el
señor que podemos tener en este mundo. Jesús
enseñó en el extenso sermón del Pan de Vida: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna, y Yo le
resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y yo permanezco en él” (San Juan VI, 57). La
misma alegría que nos llena estar a los pies de Jesús sacramentado frente a
nuestros altares y sagrarios nos lleva a recordar el gozo de la Virgen, llena
de gracia que es llamada como el “primer
sagrario” viviente, que hizo de aquella peregrinación desde Nazaret a Ain
Karem la “primera procesión”
eucarística, que llevó alegría a todos los rincones de aquel hogar.
De modo semejante la
Virgen María quiere ser “Causa de nuestra
alegría” verdadera porque esta nace de un alma en amistad con Dios, de una
vida conducida por la gracia del Señor
que es capaz de llenar de esperanza y fe los ambientes más fríos y renuentes.
Durante este Mes de María
al hacer buenos y nuevos propósitos de perfección cristiana, al procurar
mantener nuestra alma en estado de gracia permanente, al buscar una conversión
para abandonar los criterios del secularismo y del liberacionismo que tanto mal
hacen a la vida de la Iglesia en sus comunidades y hogares llenándolos de
tristeza, soledad y miseria. Es el Mes de María una oportunidad que el Señor
nos concede cada año para crecer en fe y vivir
en la verdadera alegría que nace de una vida construida en la amistad
con Dios.
Si los amigos verdaderos
son capaces de estar horas juntos en gozo ¡cuánto mas no hemos de estar
nosotros que tenemos a un Dios que ha querido llamarnos “sus amigos” para vivir una alegría fundada en la pureza, la verdad
y el amor. Por tanto, para desterrar toda tristeza tenemos a la Virgen como “Causa de nuestra Alegría” que nos puede
obtener del cielo toda gracia puesto que nada niega un buen Hijo –como Jesús lo
es- a la mejor de las Madres –como María lo es- por lo que con perseverancia
imploremos para nosotros y nuestros hogares el gozo de vivir la fe en cada uno
de los ambientes donde estemos.
Muchas veces hay personas
que nos encontramos deambulan apesadumbradas por el agobio de la vida cotidiana, teniendo fácilmente el camino precioso
para convertir la tristeza en gozo: El Señor Jesús te ama y la Virgen María te
cuida, por ello, Ella es “Causa de
nuestra Alegría”. ¡Que Viva Cristo Rey!