TEMA DE FORMACIÓN MES DE JUNIO DEL 2018.
Los testimonios impactantes que se han recordado de los hechos acontecidos en nuestra diócesis con la secta Antares de la luz nos llevó a ver el testimonio de uno de los involucrados que reconoció la imagen del maligno en medio de las llamas el día que sacrificaron un recién nacido de dos meses. Sin duda fue un acto criminal, cuyo origen está puesto en Satanás.
Hace unos días, en los mismos momentos que desde la santa sede se daba a conocer la aceptación de la renuncia del obispo en Valparaíso y anunciaba el administrador interino, un rayo cayó sobre Valparaíso que hizo retumbar varias localidades, haciendo percibir el sonido de alarmas por gran parte de la ciudad. Sin duda para un no creyente solo fue un signo climático no frecuente, pero para un creyente, de ayer y hoy, tomando los signos de los tiempos vinculados a la escritura santa, no puede pasar desvinculado el hecho de ser como un poderoso llamado de atención respecto de los graves acontecimientos sucedidos al interior de la nuestra diócesis de Valparaíso en las últimas décadas, particularmente originadas al interior del seminario diocesano desde el año 1992 en adelante. Las páginas más tristes pueden ser escritas en estos días al repasar tanta miseria de victimarios y sufrimiento de innumerables víctimas.
El demonio anda como “león rugiente buscando a quien devorar”. “sobre los techos de los conventos” sostuvo la gran Teresa de Ávila. Seria simplista decir que los desvíos son consecuencia de lo que es la sociedad, toda vez que en el fondo ha sido por no dedicarse, no aceptar, no vivir “modo fiel a Dios” y su Iglesia que ha sobrevenido una debacle, un derrumbe en la vida espiritual y por esto social.
La Torre de Babel se derrumbó porque hubo falta de sintonía, solo la división propia del Maligno hizo que el edificio se derrumbara, de modo semejante ha acontecido al interior de una comunidad diocesana hondamente fraccionada que pretendió alzarse al margen de lo que Dios quiere. En el Antiguo Testamento se dice que “en vano se cansan los albañiles si Señor no construye la casa”, lo que evidencia la esterilidad de todo esfuerzo que margina a Dios, en su inicio y fin. Lo que para unos suena pretérito y hasta suele ser tenido como mitológico, el verdadero creyente no deja de asumir que entre los hechos de la Iglesia, anunciados en los santos evangelios, están las consecuencias de un mundo alzado desde el orgullo y la soberbia que se desentiende de Dios, de uno mismo, del prójimo y de su entorno.
JUGAR A SER DIOS SE PAGA CARO
El colapso de la Torre de Babel fue ruina para todos los que estaban en su interior de modo semejante la irrupción del maligno por las ventanas, puertas y rendijas de nuestra Iglesia local, sin duda es causa de males en todo ámbito de la vida humana, habida consideración que habiendo sido alzado como “imagio Dei” con su conducta a terminado reflejando el espíritu de las tinieblas con su tono indiferente ante las necesidades del prójimo y activista en todo aquello que trata de dar la espalda a Dios y sus designios.
¡Si hasta los equipos locales de fútbol están ubicados en el fondo de la tabla de sus respectivas categorías! Igual cosa acontece con la delincuencia desatada, el altísimo índice de suicidios juveniles, la creciente tasa de nulidades, amén de una economía local muy contraída desde hace ya demasiado tiempo para los que la han debido esforzadamente sobrellevar.
El demonio permitirá que hagamos cualquier cosa con el fin de no servir ni reconocer la primacía del Señor Jesús en nuestra vida y sociedad. Lo expuesto por San Pablo hace dos milenios tiene plena vigencia en nuestros días: ya podemos dar todos nuestros bienes, colocar techos, usando jeans, poncho y calamorros, ya podemos sacrificarnos por largo tiempo en algo que implica despojarse de tantas cosas, pero si no hay amor en ello, no vale de nada. Sin duda, la cultura actual ve con ojos favorables todo aquello que le acerque a las fronteras del neo-politeísmo y de una crisis social cuya raíz es espiritual.
En nuestro templo solemos cantar: “Si yo no tengo amor yo nada soy Señor”. Y es verdad: ¿Qué queda de nosotros si el amor desaparece? La respuesta es evidente al ver un noticiero nacional cada noche, el cual cada vez se extiende más y que parece no tener límite en la truculencia de crímenes y maldades.
Por esto, gratamente percibí el mensaje dado por el Administrador Diocesano en Valparaíso al decir en parte de su homilía a Satanás “¡Yo te lo mando, sal de Valparaíso!”, por lo cual, asumimos una verdad: El demonio ha puesto su pie en nuestra ciudad, en nuestra región. Evidentemente esas palabras no fueron noticia en nuestros diarios, no fueron incluidas en el mensaje oficial publicado por Iglesia.cl, y sólo pueden ser escuchadas en el audio de la radio del Obispado porteño “Stella Maris” de aquel día.
Entonces, tan necesario como urgente hay que desterrar al Demonio por las armas que nos ha dado el Señor, por medio de nuestra Madre y Maestra, la Iglesia, por medio de los sacramentos, de la oración, de la vivencia de la caridad fraterna, del espíritu de penitencia, de un plan de vida ordenada hacia la santidad y el crecimiento de las virtudes.
¡A tales males, tales remedios! Un conocido sacerdote jesuita chileno, presenta “aspirinas” para que se remedie la extendida lacra del abuso, llegando a insinuar el fin del celibato. No dudo que San Alberto Hurtado, San Agustín Pro, o el mismo San Francisco Javier o San Ignacio de Loyola nunca hayan sabido de eventuales formas de abuso a lo largo de sus vidas, pero jamás habrían dado como solución el fin de una promesa de consagración hecha libremente hacia Dios y recibida por Dios libérrimamente; olvidando a su vez que si los fieles tienen alguna consideración hacia un sacerdote no es sino por lo que la fe les mueve a recibir su testimonio venido del Señor a quien “representan” como Alter Chistus particularmente en las celebración de los sacramentos, en la plegaria incesante, humilde y confiada, y en la asistencia a los más necesitados.
Nada nuevo bajo el sol…Al comienzo de la humanidad hubo un hermano (Caín) que mató a otro (Abel) por la envidia de entregar lo mejor para Dios; Cristo fue vendido por quien se escandalizó un día porque un pecador ungió los pies del Señor con un aroma escaso y valioso…Sería bueno que de una vez por todas escuchemos a quien no actúa con doblez: “Cálices de oro y sayales roídos” solía decir San Francisco de Asís…Una cosa es el debido esplendor de la liturgia, que nace de la convicción de tratar a Dios en medio nuestro y otra es la necesaria humildad de quien se sabe puesto como instrumento de la misericordia y presencia de Dios en medio del mundo pero…¡sin ser mundano!
¡Que Viva Cristo Rey!
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