TEMA DE FORMACIÓN MES DE OCTUBRE DEL 2015.
“Sin
Eucaristía no hay presencia real de Cristo en el mundo”.
Es una frase que pronunció en un apremiante llamado -hace décadas atrás- el
venerado Arzobispo en Valparaíso Monseñor Emilio Tagle Covarrubias. Luego de la
visita Ad limina de 1979, realizada
con diversos obispos diocesanos de Chile, ante el llamado que le hiciera el recientemente
elegido Sumo Pontífice venido de “un país
lejano”.
En circunstancias que se
elevaban fervientes súplicas a la Virgen María y se hacían denodados esfuerzos
diplomáticos en vistas a mantener la paz entre dos naciones hermanas, el
llamado del Sumo Pontífice tuvo claras consecuencias y caló hondamente en la
mayoría de los purpurados presentes en aquella tradicional visita que cada
prelado debe hacer ante el Romano Pontífice cada cinco años, la cual está
regulada por los cánones Nº 399 y Nº 400 del Código de Derecho Canónico.
No se trata
–ciertamente- de una visita de cortesía, ni para simplemente llevar y traer
saludos. La visita “ad limina
apostolorum” tiene como finalidad dar examen del estado religioso,
espiritual, moral y financiero de las diversas diócesis ante el Papa y los
diversos Dicasterios de la Curia en El Vaticano, los cuales -en parte- son como
los “ministerios” de la Santa Sede. De esta visita, el Sucesor de Pedro entrega
líneas claras, las cuales tienen un carácter vinculante por lo que deben ser
aplicadas en las diversas comunidades. El Papa aconseja, el Papa motiva, el
Papa ilumina, el Papa ordena, en todo lo cual ha de ser tenida su enseñanza
como proveniente del Dulce Cristo en la
tierra. Roma locuta causa finita.
Desde el año 1979,
encontramos que los diversos Pontífices han abordado con claridad e insistencia
el tema de la formación y promoción de las vocaciones sacerdotales. Sin duda
siempre ocupará un lugar privilegiado la situación de los seminarios
diocesanos, pues ellos están llamados a ser
el corazón de cada diócesis,
puesto que allí se forman las vocaciones que Dios ha dado y salen los
consagrados a las parroquias. El Evangelio nos recuerda: “Pedid y se os
dará”…”Pedid al dueño de la mies que envíe operarios a su campo de trabajo”.
La división de la
diócesis se hace tradicionalmente en parroquias. Estas son el núcleo o porción
de la Iglesia con características especiales y que tienen un historial de fe
que se remonta, en ocasiones, a décadas
y las más antiguas a siglos, como es el caso de nuestra Diócesis de Valparaíso,
donde la Parroquia San Martin de Tours, de Nuestra Señora del Rosario de Puchuncavi,
de San Nicolás de Hijuelas, y en Valparaíso, Jesús Salvador del Mundo y los
Doce Apóstoles. Los registros parroquiales de bautismo y matrimonios testifican
cómo se ha ido expandiendo la gracia de Dios en la vida sacramental, pero –también-
es un índice importante a la hora de evaluar la vida espiritual y moral de cada
sector de la diócesis, en diversas épocas, algunas más proclives a la fe y
otras mas adversas.
La Diócesis de Valparaíso
está formada por alrededor de setenta parroquias. Cada una es igualmente importante
y es deseable -en principio- contar con la cura de almas de un sacerdote por lo
menos. Es cierto, que idealmente desearíamos tener el doble de presbíteros para
una mejor atención pastoral de los fieles, hacia lo cual debería tender el
esfuerzo de toda pastoral de conjunto. En palabras del actual Sumo Pontífice
hay que buscar “primerear” el
seminario en cada diócesis, que en ninguna comunidad bajo ningún aspecto la
promoción de las vocaciones sea “el pariente
pobre” de la vida diocesana y su perfil se diluya en medio de la ciudad
hasta pasar desapercibida, y su existencia misma sea colocada en tela de
juicio.
Papa Francisco con Seminaristas en EEUU |
La secularización de
nuestra sociedad ha llevado a muchas diócesis a perder la perla preciosa, el verdadero
tesoro, que constituye un seminario para
las comunidades parroquiales. La reciente visita del Papa Francisco a los Estados
Unidos permitió ver el cariñoso saludo que el Santo Padre dio a los alumnos de
los seminarios diocesanos de Filadelfia, de Washington y de Nueva York,
ciudades que -por cierto- tienen una población católica que siendo minoritaria
se mantienen fuertemente comprometidas a las enseñanzas de Cristo y de su
Iglesia santa, permitiendo ir contra la
lógica de pensar que mientras más personas se reconozcan confesionales más
arraigado estará el catolicismo. Aunque en Estados Unidos la Iglesia es
minoritaria en relación a la totalidad de la población, ese porcentaje
confesional está fuertemente fidelizado junto a la Iglesia, por lo que no
sorprende que los seminarios y congregaciones religiosas nuevas cuenten con
numerosas vocaciones salidas de la familia católica.
El poder contar anualmente
con numerosas vocaciones es indudablemente algo necesario pero, no termina siendo lo más importante. Se
requiere de una formación espiritual, pastoral, comunitaria, pedagógica y
pastoral que debidamente ordenada sea sistemática, consecuente, y fiel al magisterio,
lo cual no implica llenarse de folletos emitidos por tal o cual episcopado
local o zonal, sino que tenga una visión
en perspectiva de las enseñanzas de la Iglesia en los diversos pontífices, los concilios
y los sínodos. Se requiere tener una visión amplia, para evitar quedarse en miradas
reduccionistas y parceladas.
Actualmente, en USA la sotana se usa |
Sin duda, es importante
tener presente que aquello que enseña hoy el actual Sumo Pontífice tiene tanta
relevancia de ser conocida como lo que no dejaron de explicitar los 269 Pontífices
anteriores a él. ¡Con Pedro y bajo Pedro! Cuando hablamos de “seguir el magisterio” entendemos con
ello el conjunto de enseñanzas y
directrices que da el Señor por medio de su Espíritu Santo para iluminar las
conciencias y encaminar la vida de la Iglesia universal, y desde allí irradiar
la luz de la verdad y de la gracia, a cada porción diocesana y parroquial.
Nuestro Seminario
diocesano fundado el año 1969 fue reconocido como Seminario Pontificio a los
cuatro años de realizada aquella visita ad limina del 13 de Octubre 1979. Pues, con presteza y acierto se procuró que toda la diócesis vibrara con eventos
tan importantes como el Congreso Eucarístico de 1980, el cual culminó con una invitación a celebrar el
Año del Sacerdocio diocesano, tal
como actualmente se hace en tantas otras diócesis con resultados favorables que
son francamente sorprendentes para el mas receloso organizador. Es que la
lógica de Dios hace necedad la sabiduría que creemos tener.
Acercándonos a la
celebración anual del Mes de María, recordamos en la plegaria especialmente a
los seminaristas diocesanos que se forman en el Pontificio Seminario Mayor de
Lo Vásquez, a los pies del principal Santuario Mariano de nuestra Patria y
evocamos las enseñanzas de los Papas de nuestro tiempo sobre la promoción de
las vocaciones.
Religiosos de San Francisco en Washington |
1. Discurso del Papa Juan Pablo II
dado en 1979.
“Campo esencialmente
vital para vuestras Iglesias es el de la pastoral vocacional. Muchas de
vuestras diócesis, debido a la escasez de sacerdotes, recurren a una ayuda del
exterior. Es una colaboración valiosísima pero precaria: la comunidad
diocesana, para su maduración orgánica, ha de engendrar en su propio seno las
fuerzas vitales que sean adecuadamente suficientes para el progreso espiritual de los fieles. Por esto doy gracias a Dios y
bendigo vuestros valiosos esfuerzos en este sector y observo con inmensa
alegría el prometedor incremento en Chile de las vocaciones sacerdotales:
anuncio de una nueva primavera en
vuestras iglesias.
Obviamente el problema va más allá del simple aumento
numérico de los candidatos; comprende también su sólida formación y ulterior seguimiento durante sus actividades
sacerdotales. Es preciso aclarar que ésta no es tarea individual y aislada
de cada uno de vosotros, pues las vocaciones se forman al servicio de la
Iglesia. Por ello tendréis presente el contexto nacional, las exigencias
del presente y las del futuro y actuar en todo de común acuerdo con los demás
Prelados, especialmente con los de la propia Provincia Eclesiástica. Prestaréis
también la debida atención a los documentos difundidos por la Sagrada
Congregación para la Educación Católica referentes a la formación de los
aspirantes al sacerdocio: en ellos encontraréis directrices seguras.
Sin temor a mostrarse piadosos ante todos |
El sacerdote es, además, el Pontífice “tomado de entre los
hombres, en favor de los hombres e instituido
para las cosas que miran a Dios para ofrecer ofrendas y sacrificios por los
pecados para que pueda compadecerse de los ignorantes y extraviados, por cuanto
él está también rodeado de flaqueza y a causa de ella debe por si mismo ofrecer
sacrificios por los pecados, igual que por el pueblo”.
Por ello el sacerdote es el hombre de oración, el liturgo
que conduce a la comunidad a rendir a Dios el culto de toda la Iglesia, culto
digno, universal, de incomparable belleza. Los seminaristas deben ser formados
teórica y prácticamente para que se asegure en el futuro la genuina renovación
litúrgica, en la cual se expresa una de las más insistentes recomendaciones del
Concilio y de la Santa Sede.
Es necesario, sobre todo, que ya desde el Seminario los
futuros sacerdotes vayan siendo formados de manera que tengan una conciencia
tan clara acerca de su misión específica, que la tentación de la eficacia no
los lleve más tarde a asumir métodos reñidos con el Evangelio, fundados en
principios puramente humanos y orientados a metas meramente temporales.
Está claro que la formación del sacerdote se funda en
una sólida eclesiología, partiendo de la persona de Cristo tal como es
presentada en el Evangelio, excluyendo sus inconsistentes relecturas. Lo he
dicho en Puebla y por su importancia deseo reiterarlo a vosotros: Nuestro deber
es proclamar la liberación en el sentido integral y profundo, como la anunció
Jesucristo, la liberación de todo lo que oprime al hombre, pero sobre todo, del pecado; “ si la Iglesia
se hace presente en la defensa o en la promoción de la dignidad del hombre, lo
hace en la línea de su misión, que aun siendo de carácter religioso y no social
o político, no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser
”.
Muchos esfuerzos valiosos realizados en los seminarios se
pierden a veces por un descuido posterior. Seguid pues de cerca a vuestros
sacerdotes con solicitud y confianza, con amor de padres para que, a la
medida que se van integrando al apostolado, puedan ser vuestros valiosos y
fieles colaboradores.
Papa Francisco aclamado en el Madison |
Es necesario intensificar y mejorar incesantemente la
pastoral vocacional. Sé que os preocupáis
ciertamente del cuidado de los jóvenes y promovéis misiones juveniles que a
veces tiene larga duración. Lo que importa ahora es fomentar una pastoral
audazmente misionera, incrementando una fuerte “mística” apostólica, acompañada
de proyectos concretos encaminados a incrementar las vocaciones. No es
necesario que os recuerde la importancia del llamado personal hecho con
respeto, pero también con la fuerza y con la autenticidad evangélica de Cristo.
2.
Discurso del Papa Juan Pablo II dado el 19 de Octubre de
1984.
“La causa de las vocaciones pide ardor misionero, audacia,
magnanimidad en las iniciativas, testimonio de vida y, sobre todo, que nos
apoyemos fuertemente en el amor a Jesús eucarístico y en la devoción a la
Virgen Santísima, Madre de la Iglesia. Ciertas dificultades necesitan el
“milagro” de la fe y el ardor de la oración.
Sé que en este año se celebran los 400 años de vida del
Seminario Mayor de Santiago y que se recordará su historia gloriosa de siglos.
Hago votos desde ahora, para que estas celebraciones promuevan un profundo
despertar de vocaciones eclesiásticas para Santiago y para todo el País.
3.
Discurso del Papa
Juan Pablo II dado el 8 de Noviembre de 1984.
“Aunque
ya hablé al precedente grupo de Obispos chilenos acerca de la promoción de las vocaciones, quisiera
hoy agregar una palabra sobre un tema que me es muy querido: los seminarios y
la formación de los sacerdotes.
Si por un lado no debemos ahorrar esfuerzo alguno para
aumentar el número de los candidatos al sacerdocio, por otro lado se
necesita que los alumnos del seminario se preparen debidamente para el sagrado
ministerio en campo espiritual, doctrinal, pastoral, científico y humano.
Lo cual requiere gran cuidado y atención por parte vuestra y de los formadores.
Con esta ayuda y la de las normas emanadas de la Santa Sede
y de la Conferencia Episcopal, quiera Dios que los seminaristas encuentren
un camino seguro para prepararse a la vida sacerdotal de mañana.
Antes de concluir, permitidme que por medio vuestro envíe
un cordialísimo saludo a todos los seminaristas de Chile, reunidos en los
diversos seminarios, entre ellos los de Concepción y de San José de la
Mariquina, cuyos Pastores están aquí presentes.
4. Discurso del Papa Juan Pablo II
dado el 18 de Octubre de 1994.
“Es motivo de profunda esperanza la vida de los nuevos seminarios en Chile. A este respecto quiero recordar que una “condición
indispensable para la 'nueva evangelización' es poder contar con
evangelizadores numerosos y cualificados” (Discurso inaugural de la IV Conferencia general del
episcopado latinoamericano, n. 26,
Santo Domingo, 12 de octubre de 1992), que sean conscientes de la gracia de
haber sido llamados a tan alta misión.
Por eso, la promoción
de las vocaciones sacerdotales y religiosas ha de considerarse una prioridad por parte de los Obispos y
una exigencia de todo el pueblo de Dios (IV Conf. Gen. Episcoporum Americae
Latinae, Conclusiones,
82). Al mismo tiempo, se ha de trabajar no sólo por incrementar el número de
los llamados, sino también para garantizar a la Iglesia la idoneidad de los
mismos.
Se debe tener presente, al organizar la vida de los
seminarios, que su fin propio es la formación de jóvenes que configurándose con
Cristo, Buen Pastor, edifiquen la Iglesia, como cooperadores del Obispo y
miembros del presbiterio (Presbyterorum ordinis, 12).
Para ello se requiere un equipo de formadores con la
necesaria preparación espiritual, teológica, pastoral, humana y pedagógica,
junto con un coherente testimonio de vida sacerdotal. Asimismo, el espíritu de
oración, la celebración de la liturgia y el trato con el director espiritual,
ayudarán a los seminaristas a formar el hombre interior fiel a Dios, a la
Iglesia y a su ministerio, capaz de amar a todos, sin distinciones, y, si fuera
el caso, de sufrir por el Reino. En este proceso no hay que olvidar el
importante papel que le corresponde a la formación intelectual: el estudio de
la sana filosofía, el conocimiento de la Sagrada Escritura, de los Padres y del
Magisterio de la Iglesia, con una visión pastoral y en contacto con la cultura.
5.
Discurso del Papa Juan Pablo II dado el 15 de Octubre del
2002.
“Todo ello redundará
también en beneficio de una pastoral vocacional, que ha de acometerse con decisión,
continuidad y rigor, pero que tendrá un punto de apoyo insustituible en el
atractivo que susciten en los jóvenes quienes muestran la dicha de haber
consagrado enteramente su vida a Dios y al servicio de la Iglesia.
Por lo demás, el cultivo de las vocaciones ha de ser
siempre un compromiso prioritario
para cada Obispo en su diócesis, mediante la oración y la acción
específicamente orientadas a ello, como yo mismo he destacado en la
Exhortación apostólica y en
tantas otras ocasiones”.
Padre Jaime Herrera en Misa con el Papa
|
6. Discurso dado por el Papa Benedicto XVI el 4 de Diciembre del 2008.
“Deseo asimismo encomendaros de un modo especial a los
sacerdotes, vuestros más cercanos colaboradores, y os pido que les transmitáis
mi reconocimiento por su fidelidad al ministerio recibido y por su trabajo
constante y abnegado. Mostraos muy cercanos en sus dificultades y ayudadles
para que, entre las múltiples actividades que llenan su jornada, sepan dar la
primacía a la oración y a la celebración de la Eucaristía, que los conforma a
Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.
A este respecto, os aliento para que no cejéis en
vuestros esfuerzos por mejorar la calidad de la formación humana, intelectual y
espiritual de los seminaristas. Además, es necesario potenciar la
dimensión vocacional de la vida cristiana en la pastoral con los jóvenes,
mediante un adecuado acompañamiento espiritual que les permita responder con
generosidad al llamado de Jesús en sus vidas”.
SACERDOTE
JAIME HERRERA / DIOCESIS DE VALPARAÍSO / CHILE.
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