jueves, 26 de marzo de 2020


Exmo. Administrador Apostólico
Mons. Pedro Mario Ossandón Buljevic
Presente.                                                        Miércoles 25 de marzo del 2020

“En la Santísima Eucaristía está contenido todo el bien espiritual de la Iglesia” (Vaticano II, decreto P.O n.5).
De nuestra consideración,
La particular preocupación de Cristo por los enfermos que nos hace descubrir en los evangelios    milagros, algunos de los cuales conocemos especialmente en tiempo de Cuaresma, nos invita a facilitar el acceso oportuno y pleno de la persona de Cristo a quien se sienten debilitados en momentos de enfermedad o –eventualmente- para despejar la incertidumbre de una posible, grave y hasta mortal enfermedad.
Como gracia especial, he podido acompañar a Jesús como parte del desfile de quienes padecemos una enfermedad autoinmune, progresiva, e incurable. Desde pequeño pude conocer la vida de Damián de Veuster, apóstol de Molokai, cuánta alegría en servir a los enfermos de lepra,   que no menguó al contagiarse de ella, según lo cual,  al momento de predicar puedo decir con propiedad “nosotros los enfermos” tal como lo hizo ejemplarmente el santo leproso en 1873 en medio del  archipiélago de Hawái.
Durante un cuarto de siglo he podido servir en esta comunidad como Pastor Propio, con cura de almas, para lo cual, me fue entregada la llave del sagrario con la responsabilidad de celebrar la Santa Misa aplicada de modo especial por los fieles, cotidianamente según el deseo de nuestra Iglesia.
Al momento de instituir la Santa Misa diaria se quebró una dinámica pastoral que fue implementada –prácticamente- desde hace cinco décadas en orden a tener celebraciones los fines de semanas y grandes solemnidades. Así, he recabado información precisa de los fieles que debían buscar –casi con desesperación- sacerdote los fines de semana y,  que en verano se suspendía la atención diaria. Todos de vacaciones…“salvo que Cristo sigue allí en la cruz” (Charly García, Mariposa Tecnicolor).


Formado en un Seminario Diocesano que in illo témpore tuvo una centralidad eucarística y mariana ¡no podría ser de otro modo! he podido en todo momento,  entregar el Pan Eucarístico a la comunidad encomendada, recordando algunos momentos muy especiales: Durante dos semanas bajo custodia policial por amenaza de muerte de traficantes locales; decir la Santa Misa dos horas después de haber sepultado a mi padre; haber celebrado en cinco ocasiones los días en que mi madre era operada de cáncer, no haber dejado de celebrar en el templo los días siguientes al sismo de 2010, y haber continuado la celebración en medio de temblores que ameritaron la inmediata alerta de tsunami. En tres ocasiones –dos de ellas, con colación de implantes de cadera- pude decir Santa Misa en el templo a cuatro días de hechas las intervenciones. Dios ha permitido que ningún domingo haya estado enfermo hasta la fecha, de lo cual han pasado 25 años. Estuve once años (1995-2006) sin tomar vacaciones porque no había sacerdote que me reemplazase para decir la Santa Misa.
Unas 10.000 veces he iniciado la Santa Misa “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y la he concluido invocando a la Santísima Trinidad como protección de cada feligrés. Asistan pocos o muchos, el Verbo Encarnado que hoy celebramos no ha dejado de venir a nuestro altar  cada día para la salvación de muchos.
Las campanas forman parte del sonido habitual de nuestra jurisdicción parroquial que si por la noche percibe el ruido del puerto, al atardecer el tañer del bronce hace saber que hay un Dios y,  los antiguos recuerdan el refrán: “Mira que te mira Dios, mira que te está mirando”.
Durante este mes hemos procurado salvaguardar dos realidades que son inseparables para los creyentes recordando la invitación del Señor a priorizar las necesidades del alma, y más aún, las del alma de Cristo que ha querido venir a nosotros, y que renueva su presencia y sacrificio en cada Eucaristía: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
Misa Navidad en Siria año 2016

Fieles en templo de Siria
Entendiendo la seriedad del momento presente, por lo que he procurado celebrar la Santa Misa día a día, con todas las prevenciones que requiere el cuidado de todo fiel, incluido el del propio celebrante que suscribe. En esta materia comprendo las medidas que ha tomado la autoridad civil que buscan proteger la vida de cada persona nacida, entendida desde una perspectiva materialista.
Ciertamente, que lo que el mundo de hoy valora de la persona humana no corresponde -las más de las veces- a lo que Dios ha hecho de cada uno: “El mundo no ve las cosas como las ve Dios”, llegando al absurdo semántico de afirmar que los derechos humanos son válidos según se use o no uniforme.

La Iglesia durante dos milenios ha caminado en épocas de persecuciones y grandes crisis, entre las cuales las pestes no han estado ausente. Hay páginas notables en la vida de los Santos que fueron al encuentro de los contagiados con el Santísimo “en la mano”. Si acaso buenamente nos preocupa que no se contagien ¿colocamos el mismo esfuerzo e insistencia en que no se condenen?
Carlos Borromeo en peste Milán 1576

San Gregorio Magno en peste de Roma 590

San Gregorio Magno y San Carlos Borromeo doblaron la mano de la justicia divina desde la fuerza de la misericordia. Como entonces,  hoy,  “el amor es más fuerte”, “al amor vence siempre”, “el amor siempre puede más” (Papa Juan Pablo II),  por eso,  la fuerza que nace de cada Santa Eucaristía es algo incomprensible para el mundo e Inestimabile Donum para  los creyentes.
Tengo dos amigos con los que he hablado esta semana y han gestionado el salvoconducto para sus casi 350 empleados cada uno. Es incomprensible que en Argentina hoy, donde hay cuarentena total,  una persona pueda ir a comprar a una farmacia la píldora del día después; en  una ferretería pueda adquirir un kilo de arena; y un creyente no pueda participar presencialmente de la Santa Misa con las precauciones que corresponde. En otro país de América se puede sacar a pasear las mascotas (tengo cuatro) pero los templos permanecen cerrados. ¡Algo huele mal en todo eso!
Es muy distinto acudir personalmente  a un cumpleaños y comer torta,  que entonar el happy birthay desde un celular a distancia. Valoro que haya quienes se esfuercen por implementar la Santa Misa por las redes sociales. Nuestra Iglesia en Valparaíso lo ha hecho desde hace décadas cuando, por entonces,  el Padre René Pienovi Masafierro y el Padre Jorge Bosagna Aguayo lo hicieron por años desde el Canal 4 UCV, en celebración vespertina para los enfermos.
CANAL EWTN 28 MADRE ANGÉLICA

P. RENÉ PIENOVI MISA CANAL 4 UCV

No menor ha sido el esfuerzo de transmitir la Santa Misa en directo cada día que impulsó la Madre Angélica Rizzo Gianfrancesco en su canal EWTN 28. El mismo criterio dado hace cincuenta años es válido en la hora actual. Ver la Santa Misa por una red social constituye una facilitación pero no es la panacea para el alma,  que sí hizo decir a los primeros cristianos: “non possumus” sin  Jesús Eucarístico.
Es bueno que Ud. sepa que ayer (Martes 24 de Marzo) las calles de Valparaíso Pedro Montt, Uruguay y alrededores,  estaban colmadas de personas comprando mientras que las playas permanecían  vacías y muchos templos cerrados. Como debía comprar mercadería pensé en ir al sector del Mercado Cardonal, con sorpresa agradecida  no me permitieron bajar del auto en que me trasladaba por precaución para evitar contagiarme…y en detrimento de mis arcas.
Estimo que moralmente corresponde gestionar desde ya un salvoconducto para todos los sacerdotes con Cura de Almas de nuestra diócesis, toda vez que,  el imperativo de la vocación sacerdotal, unida al ministerio del Cura Párroco, y el bien de los fieles amerita solicitarlo a la autoridad regional en la persona del actual Intendente, que estoy cierto estará llano a acceder.
Estoy seguro que fuera del ámbito eclesial por cierto, pero también,  en su interior, no faltará quien no acabe de comprender nuestro deseo por servir eucarísticamente a quienes eventualmente más lo pueden anhelar y que toda su vida fueron formados y han vivido desde la participación de la Santa Misa, tampoco ellos pueden esperar,  toda vez que están en la primera línea de los más necesitados.
Cardenal Prefecto Robert Sarah

Misa Rito Extraordinario Puerto Claro


Con la claridad que le caracteriza he leído con atención el documento enviado por el Prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, Cardenal Robert Sarah para las celebraciones que vienen en Semana Santa. Multitud de ángeles se hacen presente en cada celebración, adorando a Quien viene a nuestras manos cada día –también los lunes y en vacaciones- por lo que deseo poder celebrar la Eucaristía como si fuese la primera, la última y la única vez en esta vida, más aun,  en el día que recordamos que “Verbum caro factum est et habitavis in[U1]  nobis”, en el cual un día fui constituido hijo de Dios e hijo de la Iglesia.
Finalmente adjunto un conjunto de textos del CDC. (*)  vigente que dan luces al respecto de lo que expongo. Dios Guarde a Ud.

Pbro. Jaime Herrera González
Cura Párroco de Puerto Claro

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“Todo bautizado a quien el derecho no se lo prohíba, puede y debe ser admitido en la sagrada comunión” (Canon 912).
“Se aconseja encarecidamente que los fieles reciban la Sagrada Comunión dentro de la celebración eucarística”.
Respecto de los enfermos: “Se debe administrar el Viatico a los fieles que, por cualquier motivo, se hallen en peligro de muerte” (Canon 921& 1).
“No debe retrasarse demasiado el Viatico a los enfermos, quienes ejercen la cura de almas han de vigilar convenientemente para que los enfermos lo reciban cuando tienen aún pleno uso de sus facultades” (Canon 922).





 [U1]

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