sábado, 16 de enero de 2021

 

TEMA :       “IMITAR JUNTOS EL AMOR DE CRISTO POR SU IGLESIA”.

FECHA: HOMILÍA MATRIMONIO GASTÓ & CARRASCO / ENERO DEL 2021

Queridos novios: Raimundo y Cecilia. Padrinos y madrinas:

Con inmensa alegría nos hemos reunidos en esta mañana para celebrar la Santa Misa en la cual estos jóvenes recibirán el sacramento del santo matrimonio, en la Sede Parroquial que está bajo el patronazgo espiritual de Nuestra Señora de las Mercedes, advocación que evoca el poder de intercesión de la Virgen María, y que lo ha ejercido permanentemente en la vida de la Iglesia, y por cierto, en cada uno de nosotros.

Sin duda, el relato del primer milagro realizado por Jesús encierra dos grandes lecciones: Un Hijo que nada niega a su madre, y una madre que todo lo hace por sus hijos. Ambas son realidades que se complementan, y se exigen mutuamente, toda vez que la grandeza recibida por la Virgen, al ser alzada como Madre de Dios, Madre del Verbo que asumió la humanidad en el ADN corporal y espiritual de la Virgen, nada dejará de lado con el fin de consentir sus requerimientos, por lo que,  una vez más recordamos la oración compuesta por San Bernardo de Claraval en la tradicional plegaria: “Acordaos, oh piadosa Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos, implorando tu asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos”.

Ambos han debido sortear múltiples “novedades” para poder llegar a las gradas de este altar, sorteando imprevistos producto de una realidad que parece haberse enseñoreado en muchas naciones, de la cual, nuestra Patria no ha estado exenta. Si reconocible ha sido vuestra humildad y perseverancia para esperar este tiempo de gracia como es el que vivimos en esta Santa Misa, loable y venerable es la acción intercesora de la Virgen María que a velado por ambos para que nada impidiera que en el ámbito íntimo de la presencia de vuestros padres, pudiesen hoy sellar la certeza anidada en el alma: Pasar el resto de los días que el Señor les conceda siendo signos visibles e  indeleble del amor de Dios.

Lo anterior, sólo ha sido posible porque  el Señor fue quien les indicó el camino a seguir. Recuerden siempre que sobre los deseos y razones, está aquella llamada inicial trazada en vistas a una real participación de la vida divina que ya en este mundo podemos “saborear” anticipadamente cada vez que comulgamos y llevamos a la practica el Mandato de la Caridad.

San Pablo, al referirse al sacramento que ambos reciben en este día dijo: “Gran misterio es este que yo lo refiero al amor de Cristo por su Iglesia”, según lo cual, vemos que el fundamento del amor conyugal nace y converge desde y hacia el amor de Dios, sin cuya gracia  no es posible el mérito, la santidad y la virtud. Más, por medio de esa gracia el corazón de los esposos –benditos en el sacramento del matrimonio- está dispuesto, como preparado, en orden a implementar la nueva realidad de “ser uno sólo” viviendo juntos para siempre.  

 

SANTA MISA DE MATRIMONIO ENERO 2021

¿Por qué decimos para siempre? Porque el amor verdadero así lo exige, toda vez que Jesús no se entregó sólo por un tiempo; porque Jesús no exigió más allá de lo que previamente el asumió, y –en tercer lugar-  porque dijo el Señor: “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”, según lo cual, el acto libre de los novios se ve aceptado por el mismo que Dios que lo ratifica. ¡Esto no es entre dos, es entre tres: el esposo, la esposa y Dios!

Vuestra condición de creyentes, que han recibido los sacramentos a lo largo de la vida, les ha permitido priorizar lo esencial, distinguiendo  entre lo que es necesario e importante: “Una cosa es necesario y han elegido –como María de Betania- la mejor parte”, lo que tiene un valor digno de destacar –particularmente- en este tiempo de tanto temor, incertidumbre y menosprecio hacia todo lo que encierra Dios, su Iglesia y la fe. Prueba de ello, es que hoy hacen realidad el antiguo refrán: “El que la sigue la consigue”, lo que para un hombre de fe lleva a tener presente la parábola del “Tesoro encontrado”: “Allí donde está tu tesoro, ahí estará –también- tú corazón” (San Mateo VI, 23). A este respecto un gran monje benedictino irlandés, Dom Columba Marmion -del siglo pasado- decía que “el hombre vale lo que busca, a lo que él se vincula”.

Entonces, si somos lo que buscamos asumimos –como estos novios lo han hecho- que dar prioridad a Dios al inicio de su caminar juntos como familia implica una opción por la cual,  cualquier sacrificio se justifica en vistas a lo que se busca, no como una oportunidad novedosa ni como una aventura  incierta, sino como una “página en blanco” donde es Dios quien quiere escribir su voluntad por medio de vuestra vida en común, y  que responde a una fe en común.

La sociedad en la cual Raimundo y Cecilia  inician su caminar como familia está erosionada, donde lo malo se presenta como bueno y lo bueno como malo, evidenciándose en una interminable lista de falta de criterio y de consecuencia lo que será un desafío para ambos a la hora de avanzar como creyentes en medio de un oleaje adverso a un proyecto de vida que incluye casarse por la Iglesia y ser creyentes. Estamos en un país donde las mascotas tienen más derecho que un niño en un vientre materno; donde esta pandemia hoy permite que en un bus local puedan ir cincuenta personas  en pocos metros cuadrados y,  en este templo,  sólo pueden asistir diez personas en un matrimonio. A unos metros de este lugar podemos consumir algún producto del mar mirando “este mar que tranquilo nos baña” pero,  en esta misma ciudad,  en su mayor  camposanto a la hora de orar por quien ha partido de este mundo está prohibido celebrar la Santa Misa y hasta comulgar ¿Tiene sentido todo esto?  

Queridos novios: Hay una certeza que deben recordar en cada jornada que viene, en este caminar nunca estarán solos si dejan que Jesucristo guie sus pasos y el ritmo de su avance, toda vez que,  puestos en las manos del Señor, las metas por conseguir y el tiempo en lograrlas dependerán de Quien dijo de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

Esto es lo que hicieron aquellos novios en Cana de Galilea, donde Jesús eligió celebrar su primer milagro, que está llano a repetir cada vez que ustedes den lugar para el Señor en vuestra vida familiar y conyugal, de tal manera que,  no lo traten como un desconocido como lo hicieron en aquella pequeña localidad betlemita donde no otro hubo lugar para Él más que un establo –como revivimos hace tres semanas-.

Tampoco, traten al Señor como un forastero que viene por un momento y al que soliciten partir del hogar como lo hicieron en un pueblo de Samaría, sino que procuren tratar a Jesús como el que toma morada en medio vuestro. ¡Que nunca Cristo sea visita sino que siempre sea local al interior de la familia y de vuestro corazón!

La segunda lectura que hemos tomado en esta mañana es el Himno de la Caridad, que constituye un verdadero  programa de vida para estos novios, como lo es para todo bautizado por cierto, donde la perspectiva está marcada por el amor de Dios, que amerita un estilo de vida acorde al modo como han sido tratados por el Señor: El amor verdadero se aprende de quien lo es de verdad y eternamente, por lo que junto a procurar imitarle como inspiración debemos abandonarnos como a la fuente de donde brota todo:

Ser comprensivos: Tal como Dios lo es con nosotros, al interior de la vida como esposos se dan múltiples oportunidades de mutuo crecimiento que pasa por el cedazo de asumir que están en camino de la santidad, por lo que es necesario entender que dicha perfección sólo se alcanzará terminado nuestro caminar.

Ser serviciales: En una sociedad tan individualista, en la cual la convivencia se ve ampliamente superada por la competencia, las vocaciones de ayudar y servir se han visto jibarizadas. Se ha olvidado que Jesús dijo: “El Hijo de Dios no vino para ser servido sino para servir”. Se aplica a cabalidad en lo que se refiere al santo matrimonio que “quien vive para servir sirve para vivir”.

Gozar en la verdad: En el camino a la santidad que implica el matrimonio se experimenta que la mentira al tener pasos cortos prontamente es descubierta y que la verdad permite avanzar en seguridad y diligencia. Sabiendo que son uno solo se esforzarán por mantener una comunicación donde la verdad sea la que ilumine toda decisión.

Estar llanos a perdonar ilimitadamente: Cuando el Señor enseñó a orar a sus apóstoles del dijo: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”, a la vez que conocedor a la perfección respecto de cuál es nuestra naturaleza,  al ser consultado respecto de cuántas veces hemos de perdonar al que nos ha ofendido señaló: “Hasta setenta veces siete”, lo cual, no es una cifra sino una disposición permanente en nuestra vida.

Imploremos a la Virgen, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Mercedes que en todo momento proteja a estos novios que hoy –ante este altar y ante Jesús Sacramentado- sellan indeleblemente sus vidas asimiento la invitación que repite una vez más como entonces en Caná: “Haced todo lo que Jesús os diga” . Amén.

¡Que Viva Cristo Rey!

¡NADA NOS SEPARA DEL AMOR DE DIOS!


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