viernes, 25 de febrero de 2022

 TEMA  :       “LA MAGNANIMIDAD PROPIA DEL CATÓLICO”.

FECHA: HOMILIA DOMINGO VII°  /   TIEMPO COMÚN  / AÑO 2022

Durante el tiempo litúrgico que estamos celebrando, ya a dos semanas del inicio de la Santa Cuaresma, el Evangelio de cada semana nos ha ido dando el perfil que implica el seguimiento de Jesús, con el fin de tener un aroma de Cristo. Por esto, la Iglesia permanentemente recuerda al cristiano que debe ser “sal de la tierra y luz del mundo”, según lo cual,  su rostro, su aroma y su sabor son los llamados a mover el mundo hacia Dios pero no como acontece en la actualidad donde el secularismo pretende que sea el mundo el que mueva la Iglesia, presentándola muchas veces como limosnera de verdades.

Sacerdote Jaime Herrera Chile

Una de las verdades basilares que ha enseñado la Iglesia en dos milenios, es la novedad que Cristo nos revela en el evangelio de este domingo, el cual, leemos desde nuestra vocación a la cristificación, a la vivencia del amor de Cristo como miembro estable de nuestra vida y no como aquel peregrino que viene y se va. ¡Estamos llamados de vestirnos de Cristo! No podemos disfrazarnos de Cristo como lo propicia el liberacionisnmo herético al interior de la Iglesia y el progresismo globalista fuera de Ella.

Ayer como hoy, el perdón, la gracia y la conversión son el punto central del anuncio de Jesús ante una cultura que sólo llegaba a la bondad de morigerar la venganza ante las ofensas hechas, con leyes como la del Talión. En el presente una sociedad sin Dios sólo puede esgrimir “ni perdón ni olvido” ante las ofensas hechas, no buscando ya “equiparar” el mal hecho sino aumentándolo con la espiral de la venganza. ¿No suena extraño hoy como entonces el acto de colocar la otra mejilla?

Estuve pensando respecto de cuál sería la ofensa más grave que me significaría un golpe en la cara…que nunca he recibido ni tampoco he dado en toda mi vida. Un puño cerrado suele ser  signo evidente de agresividad y mezquindad, pero, golpeando en el rostro, puede causar un daño desastroso como lo vemos en peleas de boxeo. Sin tener el carácter de la fuerza bruta de un combo en el rostro, lo que habitualmente denominamos “bofetada” reviste un gran dolor algo exento de las consecuencias físicas como las del puño en el rostro. Cuando algo nos molesta, y lo despreciamos o depreciamos, hacemos un gesto displicente, carente de mayor fuerza como es un combo y del dolor de una bofetada, pero que silenciosamente encierra molestia, menosprecio y un desdén que puede ser signo de mayor rencor y desprecio.

Esto lo decimos porque en tiempo de Jesús la legislación judía contenía una sanción para el que golpeaba con la palma el rostro de una persona, pero aumentaba el castigo pecuniariamente para quien lo hacía con el dorso de su mano, pues se consideraba una flagrante humillación, tenida como ofensa mayor que cualquier otro golpe. Así,  leemos  en un texto semita de la antigüedad donde se establece que “quien da una bofetada a su prójimo, debe pagar una multa de cien monedas de plata (unos mil dólares de hoy), si le da un “revés”, debe pagar cuatrocientas monedas de plata (unos cuatro mil dólares)” (Mishná de Yehudah Hanasi, Siglo III d.C).

Parroquia Puerto Claro 2022
Al decir Jesús que si alguno recibe una  bofetada (como el revés del tenis)  otro, e invitándole a  “colocar la otra mejilla”  implica –en el relato de San Mateo y San Lucas- que las ofensas dadas son actuales y continuas, en tanto que la respuesta del cristiano implica una denotación única y definitiva, por lo que nunca una ofensa es para siempre, como si lo es la capacidad de perdonar, de colocar la otra mejilla no respondiendo al mal con algo mayor, sino con algo nuevo como es la lógica de la misericordia y del perdón a la que estamos invitados a descubrir, aplicando lo implorado: “Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (San Mateo VI, 12),  

Esto sólo un creyente, comprometido con Jesucristo,  se atreve a decirlo, con la radicalidad de incluir –además- en la expresión “debita” o “deuda” no solo las ofensas y pecados sino todo lo que tenemos y somos: La fe, la vida (salud, alimento, bienes), la gracia, y la redención. ¿Acaso no somos deudores de todo hacia nuestro  Dios? ¿Qué  tenemos que nos haya sido dado por Dios?

El segundo ejemplo “práctico” de caridad que señala Jesús es “a quien tome tu vestimenta dale también tu capa”. No era por entonces tan fácil tener ropa como hoy lo puede ser para muchas personas, pues la vestimenta común incluía una túnica y una “capa” que hacía las veces de frazada para quienes vivían como indigentes.

Ser generosos con quien incluso se apoderaba de lo que era necesario constituía otro modo de vivir el mandato de Jesús, y lo contemporáneamente fue enseñado por San Alberto Hurtado en orden a dar “hasta que duela”, lo que implicaba más de lo que sobra, más de lo que tenemos hasta llegar al límite de lo que nos es necesario.

Para vivir esa perspectiva como católicos es necesaria la fe puesto que no bastan los entusiasmos ni los buenos deseos, ni las todas las fraternidades. La tibieza de la fe lleva a la tibieza espiritual que repercute en el enfriamiento y hasta la congelación de la caridad fraterna. (La mezquindad es por falta de fe).

Padre Jaime Herrera Febrero 2022

El tercer ejemplo dado por Jesús: “A todo el que te pida da, y al que tome lo tuyo no se lo reclames” (versículo 30). Resulta sorprendente escuchar estas líneas en este tiempo donde el individualismo, el empoderamiento, y los denominados derechos sociales campean como virtudes que el progresismo endiosa como antaño se hizo con el sol, los gatos o con un simple becerro de oro.

El Señor en las bienaventuranzas nos entregó los grandes lineamientos, a lo cual el evangelio de este día coloca medidas muy exactas, que puestas por el Señor resultan definitivas, absolutas y permanentes…Como lo que mide la temperatura es preciso lo son –ahora- las palabras del Señor: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, orad por quien os difame, presenta la otra mejilla, no niegues tu túnica, da a quien te pida, no reclames lo que es tuyo”.

Si duda que al escuchar cada bienaventuranza la semana pasada todos estábamos de acuerdo, pero las ocho grandezas de la caridad que acabamos de recordar pueden hacer remover nuestras seguridades respecto de una lógica alzada por el mundo, ya por largo tiempo, donde no es el amor a Dios lo que prima, ni es prioritario –por tanto- aquello que ha salido de sus manos, incluido lo hecho a su imagen y semejanza.

Hoy sabemos que una regla tiene medida y que el tiempo tiene duración, más el amor de Dios y el amor en Dios no es medible porque es eterno. Por ello, reiteramos la pregunta: ¿Cuál es la medida del amor?  Respondiendo: ¡El amor sin medida!

Con el riesgo de ser considerados “extraños”, “añejos” y hasta “hostiles” a los criterios secularizados, los creyentes católicos no podemos pretender ser tenidos como algo distinto a un “signo de contradicción”, como fue anunciado por el anciano Simeón a la Santísima Virgen respecto de su Hijo y Dios.

Bendición de Novios Chile 2022

El navegar mar adentro y en medio de tempestades es propio de quienes se esfuerzan por ser fieles al Señor puesto que han descubierto –por la gracia que viene de lo alto- que fuera de Jesucristo no hay salvación posible, por lo que solo asumiendo su lógica, que para el mundo resulta locura y necedad, podemos vivir plena e intensamente nuestra vocación a la santidad a la que está llamado cada bautizado.

La “lógica” católica es capaz de transformar todo a su alrededor tal como lo vemos en la vida de los santos y mártires que, como los mejores hijos de la Iglesia, son ejemplo y medio para quien –con determinada determinación- opta por la persona de Jesucristo, sabiendo que no solo ha sido llamado, ni ha visto el rostro del Señor, sino que Aquel que murió y resucito, que vive para siempre, lo hace en nuestra alma, de manera particular cuando comulgamos bien dispuestos.

Por eso, aquello que Cristo asumió está llano a redimir posibilitando que lo que los ojos del mundo es imposible, la gracia que viene de lo alto lo permite. De ahí el tenor de sus palabras que hacen que el creyente pueda convertir lo impuesto en servicio, realizando libremente aquello que incluso no se le ha pedido. (La magnanimidad es la dimensión del amor que va más allá de lo exigido).

El acto de pedir a Dios que nos perdone de todo lo adeudado hacia Él nos hace tener presente que la Virgen María se une a nosotros cada vez que repetimos  esta plegaria, porque siendo Ella carente de todo pecado y de toda ofensa a Dios, también, implora por los múltiples bienes recibidos: La vida, haber sido elegida para ser la  Madre de Dios, el haber recibido el privilegio único de estar preservada del pecado original, el que su cuerpo no haya conocido la corrupción de la carne siendo instantáneamente asunta al Cielo.

La humildad de nuestra Madre Santísima le hacía repetir con insistencia esta plegaria que Jesús enseñó, y sin duda,  ocuparía un tiempo importante en medio de la espera de la venida del Espíritu Santo en el Cenáculo. Imploremos que nuestro corazón crezca como el de la Virgen María.

¡Que Viva Cristo Rey!

Aniversario Matrimonial Febrero

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