viernes, 16 de junio de 2023

 

TEMA  :  “ PRIORIDAD PATERNA EN ETAPA PRE-ESCOLAR”.

FECHA: CHARLA  CONSEJO  PROFESORES STPETERS JUNIO  2023

Aquello que para nosotros al pasar por la biblioteca es un trozo de pasto sintético y un árbol de cholguan para un niño de pre-básica puede ser un mundo que le invita a la aventura y nuevo aprendizaje. Personalmente, agradezco a mi abuelo que me dejaba usar unos metros del jardín para hacer una ciudad diseñada que varias veces se inundó, podía pasar horas entretenido en ello.

Sin duda, si esos metros cuadrados se comparten con pares de similar edad aquella entretención y aprendizaje tiene un efecto multiplicador, por lo que se aprende mucho mejor e integralmente si subsiste la realidad de la vinculación hacia los demás. Cómo cambia aquel niño que sale de su casa e ingresa al colegio por primera vez. La posibilidad de compartir, jugar, moverse, aprender  idioma, y rezar abre una puerta que permite ampliar más diligentemente el grado de conocimiento y madurez de un niño en etapa preescolar.

Cuando Jesús dice: “Dejad que los niños vengan a mí” se refería a que no sólo lo conocieran y vieran como un personaje conocido de la época, sino fundamentalmente lo hacía para bendecirlos, con lo cual, les daba desde ese momento participación de su gracia, de su vida. Si nos ubicamos en el siglo primero de la era cristiana, en Israel, los niños casi no tenían existencia jurídica, y en muchos lugares del Oriente Antiguo (Babilonia) eran tenidos como “un producto del ámbito de la  esclavitud”, como señala Daniel Justel en su libro “Infancia y legalidad en el próximo Oriente Antiguo durante el bronce (1500-1100 AC)”.

Hay una novedad, una originalidad que evidencia lo sublime de la enseñanza de Jesús al momento de invitar a los niños a participar de sus enseñanzas, no dejándolos marginados a una condición de meros espectadores, por el contrario, desde ese momento ocuparán un papel importante que alcanzará su cumbre al momento que el Señor Jesús ingresa a la ciudad de Jerusalén.

Leemos que en ese momento unos niños tomaron la iniciativa de trenzar unas palmas y luego,  lanzaban vivas de reconocimiento hacia Jesús, lo cual hasta ese momento, no lo habían hecho de manera pública los Apóstoles, sino que se habían quedado con el fiel testimonio a orillas del Cafarnaúm en palabras de San Pedro: “Tú eres el Hijo del Dios Vivo”.

Pero, ahora, la característica espontaneidad de los niños sumada a una mayor libertad de algunos falsos respetos humanos, les hizo –por la asistencia del Espíritu Santo- desde aquella bendición hecha por el Señor previamente, dar un público reconocimiento que por entonces requería de un no menor espíritu de fortaleza toda vez que la animadversión del mundo semita farisaico era feroz hacia la persona de Jesús y sus discípulos. Quien se colocaba junto a Cristo podía ser tratado como lo era el Señor.

Las expresiones hechas por los niños de Jerusalén marcan la importancia que ocupan en el plan de salvación de Dios en la persona de Jesucristo, pues la primera de ellas “Hosanna” significa una invocación hecha a la misericordia de Dios que salva, lo cual se describe en el libro del Apocalipsis al recordar que ante la presencia del Señor permanecían los vestidos de blanco que alababan al Cordero. Esto demuestra el lugar de privilegio que tienen los pequeños en el Corazón de Jesús, lo cual ha de reconocerse en el proyecto de la salvación.

Según esto, especial delicadeza ha de colocarse a la hora de formar a los niños, por ello, las palabras, las actividades, y los signos son distintos a medida que van creciendo y madurando.

La Iglesia en toda época ha destacado el papel insustituible de la familia como base de la sociedad y, en consecuencia,  centro de toda la educación, en cada una de sus etapas, puesto que no es el alcanzar una determinada  edad el punto final de la misión de los padres a la hora de educar a sus hijos.

La presencia de los padres en los primeros años de formación resulta aún  decisiva. En una Carta Encíclica muy elocuente escrita para la familia, el Papa Pío  XI señalo: “El bien de la prole no acaba con la procreación; es necesario que a esta deba añadirse un segundo bien, que consiste en la debida educación de la misma. Porque insuficientemente, en verdad, hubiera Dios provisto, sapientísimo, a los hijos, más aun, a todo el género humano, si además no hubiese encomendado el derecho y la obligación de educar a quienes dio el derecho y la potestad  de engendrar. Porque a nadie se le oculta que la prole no se basta ni se puede proveer a sí misma, no ya en las cosas pertenecientes a la vida natural, pero mucho menos en todo cuanto pertenece al orden sobrenatural, sino que durante muchos años, necesita el auxilio de la instrucción y de la educación de los demás.

 

Y está bien claro, según lo exigen Dios y la naturaleza, que este derecho y obligación de educar a la prole pertenece, en primer lugar, a quienes con la generación incoaron la obra de la naturaleza, estándoles prohibido el exponer la obra comenzada a una segura ruina, dejándola imperfecta” (Casti Connubii, 31 Diciembre 1930, número 8).

Nadie puede pretender apoderase del derecho de los  padres de familia de educar a sus hijos,  la sociedad organizada a través del Estado ha de estar al servicio de la familia, al servicio de los padres, y no puede pretender sustituir inconsultamente en materia grave como es la formación valórica, espiritual, moral de los hijos, menos aun con la implementación  de ideologías que promuevan conductas que se oponen a lo que las familias desean para sus hijos, particularmente en la etapa pre-escolar.

El denominado proyecto  ESI (Educación Sexual Integral) olvida que son los padres los que mejor conocen la madurez y afectividad de sus hijos, por lo que un niño necesita en su etapa pre-escolar de la cercanía de sus padres al momento de tratar aquello que se refiere al proyecto que Dios tiene para cada niño. La dimensión “integral” implica incluir la realidad trascendente de la persona, por lo  que incluirá temas como santa pureza, virginidad, complementariedad de un hombre y una  mujer, espíritu de sacrificio, penitencia, vida ascética, y fidelidad.

Sin duda son realidades ajenas a la temática actual de muchas personas, pero son parte determinante en la correcta formación de una persona desde su primera infancia hacía de madurez. Los valores en la formación no pueden ser vasallos de las modas ni las encuestas. Lo que vale,  ¡vale! independiente de cuántos y cuándo están de acuerdo.

Los padres de familia han de invocar al Espíritu Santo que les conceda los dones de consejo y conocimiento al momento de formar a sus hijos. En primer lugar, el don de consejo permite intuir concreta y diligentemente lo que conviene hacer en orden al fin sobrenatural. Si hay un bien deseable para un niño más allá de la salud, más allá del éxito, más allá de lo temporal, es educar el alma para que , busque, encuentra y viva según la voluntad de Dios. ¿Para qué menos si podemos más? En segundo lugar, el don de conocimiento que se concede para que los padres puedan expresar lo que Dios quiere. Los padres con ello pueden encontrar las mejores palabras en el momento más oportuno para tratar aquellos temas que requieren de la fineza y amor que sólo los padres pueden encontrar.

 ¡Pues que Viva Cristo Rey!









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