“Se les presentó dándoles muchas
pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles
acerca de lo referente al Reino de Dios” (Hechos de los Apóstoles I, 3).
La gran misión de Jesús a la que todos
debemos ser fiel, por siempre, hasta el final de los tiempos y en todas las
circunstancias. Esta tarea, que es muy urgente ante los profundos cambios que
se van realizando en nuestra sociedad. Ciertamente, en la medida que a todos
nos sea posible, con los medios que dispongamos y en el ambiente el cual
vivimos, estamos invitados a evangelizar y a seguir con amor este mandato de
“Vayan por todo el mundo, anuncien
Cuando Jesús dice a toda la creación,
esta diciendo a los creyentes e incrédulos: esto es particularmente importante
frente al doble desafío que la iglesia nos plantea en nuestro tiempo, por una
parte ir hacia aquellos ambientes donde actualmente se desconoce el nombre de
Cristo, sea porque nunca ha llegado el santo nombre de Jesús a tales lugares
como donde habiendo llegado ha sido olvidado sino en parte casi de modo
completo. Son las fronteras del paganismo y neo paganismo.
Igualmente es necesario asumir que el
llevar a todo la Buena Nueva
implica hacerlo con quienes forman parte de nuestras comunidades y padecen el
mal espiritual de la tibieza, donde no hay que hacer demasiado, donde no hay
que ser fanáticos, donde ya he ido suficiente a misa, ya fui en el colegio. Es
anunciar a los que habiendo creído seguir a Cristo se han llenado de si mismos
y satisfechos no pueden Avanzar en la vida espiritual. Sólo tienen como
horizonte el despeñadero de una vida acomodada a los vaivenes secularistas, al
modo como una veleta gira indistintamente hacia donde le encaminan los vientos
del momento.
¡Hay tantas veletas en nuestra
Iglesia! Que desgraciadamente no logran alzar sus propios ministerios en ella,
ni permanecer creativamente en la
Iglesia , hasta la iniciativa del primer esfuerzo se desvanece
por la tibieza de haber sido negligente en la vivencia de aquellas verdades
fundamentales que exigían una vida a la altura de Dios y no de rastreros
camaleones que cambian de color según la ocasión.
Por que las iniciativas en nuestra
iglesia no logran desplegar las alas: lo impiden el hecho de no acabar por
abandonarse en los brazos de lo que dispone la Divina Providencia por una
parte, actuando con una suerte de sobre seguro, vale decir, confió pero igual
me reservo un ámbito personal para yo hacer las cosas. En realidad lo que hace
falta no son tantas programaciones, ni reuniones de planificación ni de
inacabables evaluaciones: pueden ser útiles pero nunca son indispensables
cuando se trata de una iniciativa pastoral o una actividad misionera. En
ocasiones pueden resultar casi un estorbo. La fuerza de la fe recibida en las
aguas bautismales y la fidelidad a las promesas hechas en aquella jornada,
serán en definitiva lo que hará que se cumpla el mandato de Nuestro Señor el
día de la ascensión: “Id por todo el
mundo”.
Ni el Señor espera ni quizás lo imaginamos, ni
mucho menos implementamos el hecho de ir a los recónditos lugares del mundo a
predicar el evangelio, en verdad, estamos como dice una canción de un artista
que visita la Patria por estos días: “En
el ultimo rincón del mundo”. Claro
que eso dependerá de donde ubicamos el centro del mundo… Por que no pensar que
precisamente Jesús se refería a nuestra Patria al decirle los discípulos que
fueran a tierras lejanas, pues será nuestra Nación para Cristo si somos fieles
a sus designios y evitamos caer en el juego de avergonzarnos por procurar vivir
como Dios manda y no como las estadísticas volubles e interesadas lo indican:
No seremos el último país en favorecer
el crimen abominable de un aborto, seremos los más avanzados y progresistas en
defender la vida humana desde su gestación hasta su muerte natural.
No seremos el ultimo País en el mundo
sino el más avezado el hacer lo necesario e imposible humanamente para derogar
aquella leyes que han favorecido la familia por aquella ley que en Modelillo
Juan Pablo Magno denomino cancerigena, y si creemos en milagros ¡y existen de
verdad! Un día más al amanecer que al atardecer derogaremos las leyes
antifamilias.
No seremos la ultima Nación en el
mundo en diluir nuestras convicciones ante el fervor ateo que procura sacar el
mensaje de Cristo de nuestros Colegios, sino mas bien no nos dormiremos en los
laureles de contar con la posibilidad desde hace tres décadas de tener clases
de religión en los establecimientos dependientes de los municipios: quien educa
silenciando a Dios mutila la educación de sus hijos.
Este tiempo de misión debe llevar a
nuestra Iglesia a tomarse los colegios…no con la prepotencia de unos cuantos
que impiden a veces a muchos estudiar, ni con la ligereza de quienes en tales
incursiones terminan tomando algo mas que las molestias: sino que iremos con “la fuerza de la verdad que es verdad”,
llevando el nombre de Cristo no con improvisadas pancartas sino con la
consecuencia de una fe arraigada y hecha parte indispensable de nuestra vida.
No seremos la ultima Nación del mundo
en callar los horrores y los abusos
cometidos por los medios de comunicación social, que en las ultimas semanas se
han organizado para al unísono practicar un verdadero terrorismo amoral, sino
que seremos la primera Nación en decir:”no
pasarán” a aquellas huestes que
incentiven conductas lascivas y pretendan imponer la dictadura del relativismo
por medio del cuarto poder que es la prensa.
No seremos la ultima Nación del mundo
en reintentar cuantas veces sea necesario que el matrimonio es entre un hombre
y una mujer, ante quienes pretender justificar dramas y realidades que
requiriendo de una ayuda caritativa silencia la caridad que es decir lo que se
debe, cuando se debe y a quien se debe.
Es una obra de misericordia atender al
enfermo y acoger al peregrino, pero también es misericordioso quien enseña de
verdad la verdad, y no la recorta con palabras hermosas que suelen conducir al
error. No es ser recalcitrante el hecho de defender el matrimonio entre el
hombre y la mujer, mas, si lo es el
hecho de quienes pretendan hacer de nuestra sociedad una nueva Sodoma,
olvidando que hubo dos sociedades la griega y romana que sucumbieron por ser
permisivos en esta materia. Génesis XIX: Les ruego hermanos míos que no cometan
semejante maldad:
Una sociedad
permisiva moralmente tiene como resultado la falta de caridad: se cierra el
alma a Dios, se cierra el corazón al prójimo. Nada nuevo bajo el sol si
consideramos que ya en el Siglo el profeta
Ezequiel dijo sobre aquellos habitantes de Sodoma y Gomorra: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu
hermana: soberbia, saciedad de pan, y abundancia de ociosidad tuvieron ella y
sus hijas; y no tendió la mano al afligido y al mendigo. Y se llenaron de
soberbia y abominaron de mi Ley” (Ezequiel X (Ezequiel XVI, 49 a 50). Amen.
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