R.P. Mateo
Crawley-Boevey Murga , SS.CC, Madrid, 30
de Mayo de 1916.
Más artero es el
segundo ataque: el de la educación neutra. Hablar así es mentira y es cobardía.
La
neutralidad religiosa, en efecto, no existe de hecho, y de derecho no debe ser:
el hijo no puede declararse neutral relativamente a su padre, pues por ley
natural le debe amar.
La neutralidad religiosa constituye ante la
sociedad un crimen de lesa patria, y en el orden de la conciencia y ante Dios
un crimen de deicidio. España, hace algunos años se
encontró amenazada con este gravísimo flagelo, cuando se intentó inicuamente
suprimir el Catecismo, la enseñanza del Código divino en la escuela. ¡¡Oh qué
hermoso momento aquel de lucha cuerpo a cuerpo
en defensa del Maestro Divino en el santuario de la escuela española!
Ved; ahí ante el altar nos preside un gran apóstol, el que fue Arcipreste
famoso de Huelva, hoy Obispo de Málaga, y que sabe mejor que yo con qué valor
indomable os opusisteis, como barrera infranqueable, al oleaje sectario. Caeremos,
moriremos, exclamasteis; pero Jesucristo quedará “Señor y Luz de la escuela…”¡Y
Jesucristo quedó!”…Escuchad con santa indignación lo que me decía un
asesino condenado a muerte: “Me fusilan
porque he asesinado y es justicia; pero queda suelto y libre quien me quitó el
Catecismo de las manos y a Dios del corazón; eso es gran injusticia”. Escuela neutra, recoge ese anatema.
¡Corazón Divino de
Jesús, venga a nosotros tu Reino por amor de Eucaristía! Sí, que venga pronto,
provocadlo sobre todo con la comunión cotidiana y fervorosa, pues el infierno
amenaza ahogarnos en su mar de fango, de sensualismo desenfrenado y de
libertinaje social. El ataque al pudor en público, no es ya un atentado que
levanta indignación, es refinamiento, es despojo, es independencia de criterio,
y es moda hoy día que cada cual se forje el suyo. La mujer, hasta ayer cáliz del hogar, padece
un relajamiento alarmante de criterio y de modales. Se acomoda hoy día con
elasticidad inexplicable en materia de espectáculos, de lecturas y de modas, a
las exigencias más absurdas y escabrosas de una mundanidad paganizante. Huelga recordar el gravísimo peligro que
corre la inocencia de los pequeños, el candor y la pureza de las jóvenes y la
santidad del hogar cristiano. Es preciso a toda costa y cuanto antes una
reacción violenta y eficaz, pero que nadie es capaz de provocar sino Tú, Jesús,
cuya hermosura de gracia en las almas es la única belleza verdadera.
¡Ah, ya puede en vano
hablarnos la escuela nuestra de honor y deber!
El lodazal, que es
consecuencia lógica de esta doctrina, que se trate de obreros o aristócratas,
nos prueba a las claras que al darse Jesucristo como germen de vida moral a las
almas, éstas no pueden impunemente abandonarlo, se degradan y ruedan al abismo
desde el momento en que se olvidan y se separan del Maestro. Mas no nos lamentamos
platónicamente, no gimamos con lágrimas estériles ante un mal grave. ¡Ea!,
manos a la obra regeneradora, arrastremos con labor de ejemplo, de apostolado;
arrastremos muchas almas hasta las fuentes de la vida, hasta el Costado abierto
de nuestro Salvador, manantial en que hay remedio superabundante de salud, de
fortaleza, de castidad, para toda esa lepra inmunda.
Si la sombra de San
Pedro sanaba milagrosamente, si las dolencias desaparecían al contacto de la
túnica del Señor, oh qué maravillas de gracia, que portentos de
misericordia no operará Jesús vivo, derrochando vida desde su Sagrario!
No hay comentarios:
Publicar un comentario