HOMILÍA MATRIMONIO BRAUCHLE & ASSIS ENERO
2017
MATRIMONIO BRAUCHLE & ASSIS ENERO 2017 |
El camino que comienzan
a recorrer es desafiante. De alguna manera podemos compararlo con el inicio de
escalar una gran montaña: aunque muchos desearían llegar a la cumbre, son menos los
que se deciden dar los primeros pasos y aún más escasos, los que llegan finalmente
a la cumbre. ¿En el camino? Son
muchos los que van quedando…
Lo que afirmamos surge
de las frías cifras entregadas por los organismos responsables: el último año 63.749
contrajeron matrimonio civil, de los cuales no más de veinte mil se casan por
la Iglesia. Uno de cada tres parejas recibe el sacramento de matrimonio.
Muchos son los llamados pocos los escogidos.
Entonces, se trata de un camino exigente: que amerita una disciplina
interior, en la cual, la vivencia de
una espiritualidad no puede quedar postergada a los buenos deseos que eventualmente puedan
tenerse. Ambos han de remar juntos para el mismo lado, pues, si lo hacen unilateralmente terminarán dando
vueltas en círculos y no crecerán como matrimonio.
El fortalecimiento como
esposos se dará en la medida exacta en que den espacio en el alma de cada uno a
la persona de Jesucristo, quien actúa poderosamente con su
gracia desde el día que fueron bautizados. Dóciles a Dios no dejarán de serlo entre ustedes en el futuro;
serviciales a Dios estarán prestos a buscar
satisfacer toda necesidad de vuestro ser amado.
Esto resulta decisivo a
la hora de mantener vivo el amor, fresca la esperanza y encendida la fe, toda
vez que es una realidad que muchos matrimonios quedan a mitad de camino. La
cifra exacta es que casi cien mil personas el año pasado optaron por no
llegar a la cumbre de una vida entera consumida mutuamente hasta que Dios así
lo disponga.
Lo anterior para
algunos puede resultar un muro difícil de sobrepasar, más para el creyente –que ha puesto toda su
confianza en Dios- forma parte del camino de la fe, que aun en medio de
sequedades y zarandeos es capaz de salir adelante en virtud de la fidelidad de
Aquel que no deja de querernos.
DIÓCESIS DE VALPARA{ISO CHILE 2017 |
El
perdón en el hogar.
De Él pueden aprender a
tener un trato esponsal rico en misericordia, donde el bálsamo del perdón llegue de manera oportuna y hasta se anticipe al punto de no molestarse por nimiedades, evitando una mente suspicaz y desconfiada, que tanto mal hace en la vida
matrimonial. Quien ama sabe esperar,
porque es paciente; quien ama sabe perdonar porque no olvida la debilidad de su naturaleza que habiendo
pedido el perdón del Cielo lo ha recibido en una medida mayor a lo previamente implorado
e imaginado. ¡Es que Dios siempre puede más y su amor es más fuerte que
nuestro pecado!
Quien se sabe objeto de
misericordia es misericordioso. Y, en la vida social,
particularmente en el ámbito familiar, se dan múltiples oportunidades de ejercitar la capacidad de perdón, toda
vez que al vivir de modo permanente con
una persona, se evidencian las grandezas y las miserias de cada uno, por lo que
tanto se puede agradecer como –eventualmente- perdonar.
Sin duda, la tentación
del “acostumbramiento” conlleva una serie de consecuencias, que pueden llegar a afectar
fuertemente la vida familiar y matrimonial.
La tibieza espiritual nace de creer que ya todo se ha hecho, que todo resulta
inevitable y que nada puede ser cambiado, optando –entonces- por una vida que
no se distinga de la de los demás…”como todos”, “donde todos”, y “como
siempre”.. Esto hace que los ideales se diluyan, y que la vida no tenga otro
horizonte que repetir lo que otros hacen, cayendo en una monotonía que termina aburriendo
incluso a los más entusiastas.
Se requiere -por lo tanto-
refrescar constantemente la vida
familiar y matrimonial, para evitar la
tibieza, la pereza y la monotonía. El ¿para qué? hacerlo es manifiesto, pero el ¿cómo hacerlo? no siempre se descubre tan fácilmente.
Se requiere por tanto pedir la gracia del Cielo para descubrir la
novedad permanente del amor verdadero,
que como consecuencia de los dones del
Espíritu Santo, se renueva incesantemente descubriendo nuevas
razones, y abarcando mayores desafíos.
Sin la gracia de Dios nada podemos, con la gracia no hay imposibles.
Hoy ambos inician algo más
que una aventura, porque conocen dónde van, con quién van y a qué van. En el
caso de una aventura lo incierto y experimental parece guiar los
pasos, en el caso del santo matrimonio está signado por la seguridad que emana de la
fidelidad de las promesas de Dios: sólo ello hace posible dar el paso del cual
tantos rehúyen para evitar un compromiso
que se sabe decisivo, y tantos abandonan a mitad de camino porque les resulta infructuoso.
Colocando vuestro
matrimonio y la familia que hoy
inauguran sobre la roca de la fe, en la persona de Jesucristo, tendrán la fuerza
necesaria y las luces para escribir cada
jornada futura según el querer de nuestro Dios, para ello, será necesario
agregar algunos elementos que la enseñanza de Iglesia, en la voz de Romano
Pontífice aconseja vivamente en la actualidad.
Fundar
un hogar con los hijos que Dios les quiera conceder:
No hay que olvidar que la misión de
estos novios, como la de todos quienes toman en serio el santo matrimonio, pasa porque
“crezca la familia”, por ello “han de
engendrar la prole de la Iglesia, conciudadanos de los santos y servidores de
Dios” (Arcanum Divinae Sapientiae, León XIII, 10 de
Febrero de 1880).
Cada hijo es un regalo
del cielo, que es dado a una familia pero que tiene como toda gracia una dimensión social, porque
son su futuro y esperanza, de tal manera que su llegada a de ser siempre
anhelada y su presencia
renovadamente agradecida.
Familia
que reza unida permanece unida: Este Año celebramos
cien años de la aparición de la Virgen en Fátima, por lo que estamos inmersos en un Jubileo lleno de gracias para todos los
creyentes. Sin duda, los esposos y sus familias son los predilectos del
corazón de la Virgen, pues desde el primer milagro realizado por Nuestro Señor. El poder
intercesor de nuestra Madre Santísima se verifica públicamente con una frase: ¡Hagan
todo lo que Él les diga!
Siempre resulta
oportuno tener presente que “nunca se ha oído decir que aquel que recurre a su
intercesión, su súplica no sea prontamente atendida”. Por esto, es necesario
rezar de manera: perseverante, humilde, y confiada a quien desde lo alto del
Calvario y de la cruz, nos dejó como “nuestra Madre”.
El rezo del Santo
Rosario es “el medio más eficaz y
conveniente” para preservar de todo
peligro el hogar, en tanto que hemos de recordar que dicha plegaria hecha en
familia “es un medio muy apto para conseguir un fin tan arduo” como la santidad familiar. (Ingruentium
Malorum, de S.S.Pío XII, 15 de Septiembre de 1951).
Recuerden en todo
momento que la vida que hoy inician al tener a Jesús en el centro del hogar,
ha de estarlo –también- en el comienzo de los proyectos, durante la realización de los quehaceres y
como objeto de la gratitud de cada logro.
Ello dará una consistencia mutua que les permitirá sobreponerse a las dificultades internas y externas
del hogar, en tanto que, crecerán espiritualmente permitiendo
encaminar a la familia por la unidad y fidelidad que sólo puede acrecentar el
amor recíproco y mantener viva la entrega que hoy sellan ante Dios y por Dios.
Padre Jaime Herrera, Chile |
El recuerdo de la etapa
de noviazgo y los primeros años que dan hoy, será en el futuro como el agua que refresque la vida matrimonial, por
lo cual no será una acequia sino un canal. Para esto, deben mirar juntos
a quienes están a vuestro lado, recordando que el imperativo de la caridad
fraterna es uno de los dos mandamientos que explícitamente Jesús nos entregó,
no como un simple consejo, sino que nos
exhorta a cumplirlo como garantía y
signo del amor a Dios. En realidad, en la medida que hagan patente el amor
a Dios percibirán que se realizan íntegramente puesto que es la medida de
Cristo la que debemos procurar
y, no moldearnos con los esquemas de un
mundo que suele dar la espalda a Dios.
El actual Romano
Pontífice dijo a los novios hace un tiempo que “el amor no es sólo un sentimiento, sino que se debe entender en el
sentido que tiene el verbo amar que en hebreo, es “hacer el bien”. El amor se debe colocar más
en las obras que en las palabras. Así puede mostrar toda su fecundidad, y permite
experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse sobrenaturalmente, sin medir,
si reclamar pagos, por el solo gusto de
dar y de servir” (Papa Francisco).
Que nuestra Madre
Santísima, en cuyo templo consagrado a la advocación de Nuestra Señora del
Carmen, les proteja y asista en todo momento, hoy, mañana y siempre.
¡Que Viva Cristo Rey!
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