HOMILÍA CUARTO DOMINGO / TIEMPO
ORDINARIO / 2017
1 “En el nombre de Dios se cobijará”
(Sofonías
II, 12).
Nunca tuve la
oportunidad de aprender a tocar algún instrumento musical. Una sana envidia da
ver que quienes me ayudan como monaguillos son eximios intérpretes de celo, violín,
flauta y piano, llegando a presentarse en el conservatorio de música local y otros
lugares.
PARROQUIA PUERTO CLARO VALPARAÍSO CHILE |
Ellos saben de música: perciben
cuando una nota está mal, como también lo saben quienes los escuchan, porque la
armonía como las matemáticas es exacta. Por eso grandes músicos son buenos en
los números, y viceversa. No dudo que Mozart, Beethoven o Buxtehude no fueran
buenos matemáticos.
Aunque los bemoles pueden darse en medio de una melodía,
estos están en relación con otras notas que le hacen sonar bien o mal según corresponda.
En la vida del católico
hay unas normas objetivas, comunes y permanentes…como las notas musicales de un
piano, siempre suenan igual, y si no lo hacen son otra nota.
De modo semejante, en
nuestra vida podemos hablar de ser fieles o no, de estar en la verdad o no, de
vivir la caridad o no, lo cual está en abierta contradicción con el “más o menos” tan característico de
nuestra idiosincrasia que se transparenta en una vida que evita compromisos,
habla con diminutivos, y posterga decisiones.
Todo ello es respuesta
o consecuencia de una fe debilitada, y en ocasiones mutilada y deformada por
largo tiempo. Las verdades básicas no se asumen
y se desconocen, síntoma de una catequesis y educación religiosa
deficiente.
IGLESIA DE CERRO TORO VALPARAÍSO 2017 |
Los adultos tienen presente nómina completa de su equipo favorito, de los
chilenos que juegan en el extranjero, de la tabla de posiciones de los equipos
nacionales y extranjeros, todo lo cual lo ven en las diversas redes sociales.
Pero, si consultamos
sobre los diez mandamientos, con suerte
llegamos a los tres primeros. Y, se trata de personas mayores, con formación
religiosa, y educados, muchas veces, en
ambientes religiosos y abiertamente confesionales.
En el caso de los jóvenes,
si les pregunto cuáles son los juegos más usados por los niños y adolescentes responderán
con presteza: Fifa, Call of duty, GYA, WWE, Clash Royale, League of legend,
Dota, Minecraft, Pokémon, Hearthstone, Lol , más, si acaso les preguntamos
cuales son los nombres de los apóstoles, las respuestas llegarían a
sorprendernos.
En el caso de los niños
que han hecho su Primera Comunión podemos consultarles sobre los cantantes de
moda y responderán: Drake, Justin Bieber, Katy Perry, Taylor Swift, Selena
Gómez, Snoop Dogg, Shawn Mendes, Bruno Mars, Ariana Grande, Miley Cyrus , pero, si les consultamos respecto de cuáles son los
siete sacramentos y que los digan en orden, las respuestas resultarán notables por lo
exiguo de sus conocimientos.
Sin embargo, decimos amar a Dios, y afirmamos que nos interesa
vivir en su presencia, no faltando quien
para “justificar la pega” recuerde
que tenemos un 70% de creyentes, que la “mayoría” de los chilenos son
cristianos, y que subyace una religiosidad popular por la asistencia masiva a
los santuarios en algunas ocasiones.
Poco y mal sabemos de
las verdades de nuestra religión católica, comparados a iguales segmentos etáreos de diversas confesiones
religiosas, quedamos totalmente “al
debe”, es decir, un judío , un testigo de jehová o un luterano suelen ser más
acuciosos, sistemáticos y perseverantes para procurar profundizar en sus creencias.
Ahora bien, desde que fuimos
bautizados, comenzó nuestro itinerario de la fe, con la recepción de múltiples
gracias, y una conversión que nos lleva a sobreponernos ante las tentaciones y
pecados propios de la naturaleza debilitada como consecuencia de la falta de
nuestros primeros padres en el paraíso terrenal.
El ejemplo de San
Pablo, cuya conversión hemos celebrado recientemente, nos enseña a asumir
nuestra condición pecadora como una realidad, por lo que debemos estar en
estado de guerra con el pecado. El demonio “anda
como león rugiente buscando a quien devorar”, por lo que hemos de estar
buscando la ayuda del Cielo de manera permanente, evitando creernos inmunes a
las asechanzas del maligno –que no descansa- y teniéndonos como ya convertidos
totalmente, como seguros de lo realizado.
Si de algo debemos
estar seguros es que necesitamos de Dios, requerimos de su auxilio que nos
viene ilimitadamente en la persona de Jesucristo, verdadero Dios y hombre a la
vez, en quien si podemos confiar plenamente.
Teniendo presente esta
realidad, se hace necesario descubrir los caminos de la gracia. La práctica
sacramental, las devociones, la oración, el cumplimiento de los mandamientos de
Dios y de su Iglesia, todo lo cual en la vida presente no parece tener importancia
porque no se enseña conveniente y oportunamente las verdades fundamentales inciertas
en el credo apostólico que rezamos en cada misa dominical.
Solo si somos religiosos viviremos religiosamente, si somos creyentes
viviremos de acuerdo a lo profesado. En ocasiones tenemos la tentación de implementar
una vida espiritual y pastoral que trivializando el don de la verdad revelada implemente
una vida cristiana como se vivió antaño. Pero esto es una ficción, una
apariencia, por lo que nuestra pastoral actual es como una telenovela, donde se
aparenta una realidad inexistente, lo que conlleva el alejamiento de las masas
cristianas de su vida católica.
Prueba de lo anterior
es no solo el declive permanente que se constata en las estadísticas referidas a la vida
sacramental, y que cualquier “sociólogo de la fe” o “experto en pastoral de
escritorio” no puede dejar de reconocer, sino que para gran parte del orbe
católico la vida espiritual comienzo y termina en cada celebración dominical
–en el mejor de los casos- viviendo luego de lunes a sábado “a lo pagano”, como si Dios no tuviese
mayor incidencia en la vida cotidiana. Salvo
algunas devociones, para muchos católicos la vida se escurre entre las manos
con vertiginosa rapidez.
SACERDOTE JAIME HERRERA ENERO 2017 |
2. “Alegraos y regocijaos vuestra
recompensa será grande en el cielo” (San
Mateo V, 12).
Una vez que ya no se
viven las “prácticas religiosas”, y
se les deja olvidadas como un hermoso recuerdo propio de épocas pretéritas, y
se abandonan las verdades rebeladas por Dios en la Sagrada Escritura y
enseñadas “armónicamente” por los
sucesores del Apóstol San Pedro, a quien
Jesús dijo: “ve y confirma la fe de tus
hermanos”( San Lucas XII, 32) ,
se
termina una vida religiosa propiamente tal y se da paso a la búsqueda de sucedáneos
los cuales como “jurel tipo salmón”
son meras creencias sin la verdad de Jesucristo.
Entonces la vida de la
Iglesia pasa a ser como la de cualquier ONG: juntar cosas, tener novedosas
iniciativas, recaudar fondos para techos, y cualquier emergencia que la prensa
presente y reconozca.
La Iglesia no es una
ONG, porque su misión, su fundador, sus medio, sus fines son no sólo distintos
sino superiores, trascendentes, identificando a quien por amor los hace con el
amor mismo que Dios.
Cuando la vida
espiritual se vive de verdad podemos decir con toda propiedad: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien
vive en mi” (Gálatas II, 20).
Esto hace que lo que uno haga responda a
lo que uno cree, reconociendo que para todo bautizado se presenta actualmente
la disyuntiva de vivir de acuerdo a lo que se profesa, o terminar creyendo lo
uno vive. Esto último sin duda hace que el progresismo esté presente en nuestra
Iglesia bajo lo que el gran Papa Benedicto XVI denominó: “la dictadura del relativismo”, la cual, está presente como el “humo de Satanás” -en tantas realidades- que impide ver con
claridad el esplendor de la verdad rebelada.
Durante estas semanas
rezamos por cada obispo de nuestra Patria, que hará la visita Ad Limina al actual Romano Pontífice, implorando una
vida de Iglesia arraigada sobre la fe de los apóstoles que clamaron junto a Jesús:
“Adveniat Regnum Tuum”. ¡Que Viva
Cristo Rey!.
PADRE
JAIME HERRERA GONZÁLEZ / PÁRROCO DE PUERTO CLARO /
VALPARAÍSO / CHILE
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