viernes, 3 de marzo de 2017

ALEGRIA POR VISITA AD LIMINA APOSTOLORUM

 TEMA  DE  FORMACIÓN  MES  DE MARZO DEL 2017.

Aunque resulta imposible negar que la actividad no ocupó un espacio relevante en la prensa nacional, y menos aún en la internacional, la reciente visita hecha por los obispos en Chile al actual Romano Pontífice sin duda encierra una importancia para cada comunidad diocesana de nuestro país, pues el procurar mantener contacto con el sucesor de San Pedro puede resultar un medio eficaz para obtener nuevas gracias y múltiples bendiciones para cada iglesia diocesana.

DIÓCESIS DE VALPARAÍSO CHILE 2017



Inciertos en el umbral de una apostasía, que se manifiesta de múltiples formas; baja participación en los sacramentos, abrupta disminución de la vida consagrada y sacerdotal, escasa literatura religiosa, poca valoración de la oración, menosprecio a la penitencia y en general a todo lo que implique espíritu de sacrificio, vivencia de la caridad en tercera persona y abiertamente publicitada olvidando el tradicional pudor del creyente a la hora de hacer el bien sin mirar a quien, todo lo anterior forma parte de un holding de actitudes que son sintomáticas de un creciente abandono de la fe recibida en el bautismo y profesada en los sacramento de iniciación a la fe (Bautismo, Eucaristía, Confirmación).

Sin duda lo que hoy mayoritariamente se cree es muy vago y resulta poco incidente en la vida cotidiana. La marcha de un mundo alejado de Dios hace ver a quienes permanecen fieles como un grupo ajeno a la sociedad, cuyo mensaje no se ve como algo que se puede cuestionar sino como una realidad inexistente que se debe simplemente ignorar. Las grandes persecuciones a la fe que hubo en el pasado han dado lugar una verdadera apatía ciudadana frente a la vida espiritual, la cual,  en ocasiones, es presentada reductivamente por cuantos están llamados a ser “sal de la tierra” y “luz del mundo” (San Mateo V, 13-16).


En la actualidad prima el endiosamiento de la delgadez: ¡Ser flaco está in! En la moda resulta  incuestionable la cultura del bajo peso, y por otra parte, el tener un sobrepeso es objeto de un insulto en sí mismo. Por esto se promueve fuertemente bajar de peso, colocando visibles carteles en los alimentos que hacen percibir un apetitoso pastel como el mayor de los venenos y la refrescante gaseosa como una voraz cicuta.
VISITA AD LIMINA CHILE 2017



Para ello, hay multitud de dietas para bajar de peso. Y es que las dietas pueden ser positivas para quien tiene sobrepeso pero nunca se puede colocar a dieta la vida como creyente. La vida interior “light” es “naturalmente laicista”,  consecuencia de una sistemática reducción de la fe que deviene de una hermenéutica  ya propuesta por Satanás en el paraíso terrenal a nuestros primeros padres al decirles: “seréis como dioses”, ofreciéndoles a ellos la fantasía de dictaminar lo bueno y lo malo.

Cautivados por el endiosamiento de la conciencia olvidaron con prontitud los dictámenes del Creador, haciendo caso omiso a la voz interior de Dios extinguiéndola con el juicio propio, que conduce al individualismo,  y  a la soberanía ciudadana, que encamina hacia un colectivismo esclavizador. De esto último tenemos un amplio ejemplo, pues resulta innumerable la muchedumbre que adecua los principios morales, las verdades reveladas, y los dictámenes de la conciencia moral, ante la opinión de una mayoría siempre vulnerable, con la gravedad que no hay discernimiento alguno respecto de aquello que se afirma en las nuevas redes sociales  de toda especie.

El refranero popular dice: ¿Dónde está Vicente?...! Donde está toda la gente! y ¿Dónde está el cristiano?  La respuesta es más elocuente que citar un simple adagio, pues encierra el drama de ceder a los dictámenes de lo que otros dicen desde una vida en la cual el Evangelio de Jesucristo ya no tiene cabida, porque ha sido despreciado, llegando a negar sistemáticamente el esplendor de una verdad divinamente dada a conocer: “Vino a los suyos, y ellos no lo reconocieron” (San Juan I, 11)…”Jerusalén que rechazas a los profetas” (San Lucas X, 13-14).
SACERDOTE JAIME HERRERA VIÑA 2017


Nuestra fe no surge de diálogos, acuerdos  ni convencionalismos. Viene de lo que Cristo dijo, y que ha sido profesado con la sangre y vida de los mártires y santos,  fielmente cobijado aquel depósito de la fe por nuestra Iglesia, que como Madre y Maestra, experta en humanidad porque llevó en su vientre a quien la formó, ha enseñado en la voz de un magisterio espiritualmente asistido: “Yo enviare mi espíritu(San Juan XIV, 26), (San Mateo XVI, 18). Entonces, no nos ponemos de acuerdo en qué creer, sino en creer a Quien dijo de sí mismo: “Yo soy el camino,  la verdad, y la vida” (San Juan XIV, 6).

Una sociedad donde todo parece modificarse requiere con urgencia del don preciado de la fe como camino a seguir, como roca donde apoyarse ante una cultura gelatinosa, que ofrece placeres y devenires al margen de Dios.

Si este verano fuimos a visitar alguna de las innumerables ferias de artesanía de nuestras ciudades,  descubrimos una total ausencia de la imaginería religiosa. De cien locales, en uno quizás hubo algo: es la ausencia del desinterés. Pero no sólo es evidente el olvido ambiental de una sociedad de ya alejadas raíces cristianas, sino que al interior de las diversas comunidades creyentes se percibe una declinación que va mucho más allá que un simple cambio cultural, o de costumbres propias del “avance” y “progreso” de la sociedad.
SACERDOTE JAIME HERRERA VIÑA 2017


La visita de cada obispo ante el Romano Pontífice fue, es y será siempre motivo de esperanza para cada católico y cada una de nuestras comunidades parroquiales,  toda vez que permite recordar de dónde, por dónde y hacia dónde se encamina el paso de nuestra Iglesia. En el pasado otros obispos visitaron a otros pontífices, y en futuro otros repetirán la visita que los actuales han hecho, recordando que cada visita Ad Limina Apostolurn tiene como fin que  Jesucristo sea: más buscado, más encontrado y más amado. ¡Que Viva Cristo Rey!
  




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