viernes, 11 de mayo de 2018

“NUESTRA MADRE DEL CIELO Y DE LA TIERRA”


 HOMILÍA  DÍA  DE  LA  MADRE   /   MAYO  DEL  2018.

En medio de las celebraciones de este tiempo pascual, nos reunimos para celebrar el Día de la Madre, que coincide –en esta oportunidad-  providencialmente con la Festividad de Nuestra Señora de Fátima, cuya imagen hoy luce especialmente engalanada, toda vez que hace ciento un años atrás se apareció en la localidad de Cova de Iría en la aldea de Fátima (en Portugal) a tres niños: Francisco, Jacinta y Lucía. Ellos un día vieron sobre el tronco de una encina, la imagen de la Virgen lo cual les cambió la vida de una vez para siempre.

PARROQUIA PUERTO CLARO
Como San Pablo ante Jesús camino a Damasco, los niños ante la Virgen en Fátima tuvieron un cambio de vida, que pasado un siglo está plenamente vigente para quien desea ir a Jesús por medio de María.

1.     La Madre en la formación espiritual y moral.

La Santísima Virgen les muestra una visión de cómo sufren los condenados al infierno, ello sólo lo hace luego de haberles instruido convenientemente sobre la bienaventuranza prometida que alcanzarían al estar en el Cielo. Esa Promesa les hizo sobreponerse al horror y pavor que les dio aquella fuerte imagen.

Vemos con ello cómo la Virgen ejerce un aspecto del don de la maternidad advirtiendo y “rayando bien la cancha” a sus hijos predilectos a los cuales escogió para manifestarse. Exigida por la misericordia que lleva a practicar la obra de misericordia de enseñar al que no sabe y corregir al que yerra, como niños aun, pero  con un alma adulta para conocer lo referente a la salvación, les hizo tomar conciencia del riesgo de condenarse y de la grandeza de estar con Dios, no ya por un tiempo limitado sino para siempre.

En la actualidad, con no poca frecuencia  se confunde la bondad con la complicidad; la exigencia con la dureza; la cercanía con la tibieza; olvidando que la mayor grandeza de la mujer que ha recibido el don de la maternidad es  ser el rostro visible de Dios que, por cierto,  va más allá de una amistad.  

Por desgracia, muchas teorías favorables a la empatía terminan sepultadas por un silencio conformista  al momento de exigir, de promover, de corregir que son funciones propias de una madre. ¿Quién mejor que ella pueda saber dónde acentuar los aspectos referidos a la formación espiritual y moral en los hijos?

CERRO TORO VALPARAÍSO CHILE

2.  Fortalecer la voluntad y el espíritu de sacrificio.
Un segundo aspecto, es que la perdida de la fe constituye un mal mayor que cualquier holocausto nuclear, pues la muerte muerta es para siempre estar al margen de Dios y la muerte que conduce a la Vida es un paso para permanecer junto a Él siempre.

Las “llamas extendidas por el mundo entero” que les dijo la Virgen María  a los tres niños videntes,  según refiere el tercer secreto, no son sino el ardor, la angustia y el hambre que padece un mundo alzado al margen de Dios, que no acaba de descubrir que la única seguridad y la más segura confianza sólo tienen su fundamento en buscar, encontrar y amar a Dios y su obra. Sin duda, la Virgen Santísima invita a hacer “penitencia” y “oración” con el fin  que,  por medio de una seria vida espiritual,  cada hijo de la Iglesia crezca en virtud, en perfección y en santidad, lo cual toda madre que ama a sus hijos anhela sobre todas las cosas.

El éxito profesional, la realización personal, la salud individual son elementos muy importantes, pero son medios que no nos pueden hacer olvidar que habiendo sido creados por Dios, nuestro “corazón estará e inquieto mientras no descanse en Dios” (San Agustín de Hipona). ¡Ahí está nuestra felicidad!

Las madres son las que mejor comprenden aquella pregunta que un día hizo Nuestro Señor: “¿De qué le sirve al hombre ganar al mundo entero si pierde su alma?  (San Mateo XVI, 26). Los poderes del hombre nunca sobrepasarán la omnipotencia divina, por tanto,  el espíritu de sacrificio las madres lo pueden enseñar en primera persona porque nadie mejor que ellas saben lo que implica llevar en su vientre durante nueve meses a su hijo, al cual,  no sin dolor,  dan a luz para luego,  cobijarle entre sus brazos y corazón.

En la actualidad todo se quiere obtener de manera  “rápida y fácil”, extendiendo la gratuidad incluso al plano moral y espiritual,  con lo que se termina no valorando lo que ningún esfuerzo ha costado obtener, por eso se deprecia con ligereza aquello que gratuitamente se ha recibido.  

Aquí las madres tienen un papel insustituible en orden a incentivar con ternura el espíritu de sacrificio de sus hijos, lo cual les servirá para -en el futuro- sobreponerse a la crudeza y desafíos que implica la vida.

Por esto, la Virgen María les dijo a los niños de Fátima: “Haced penitencia”, aprendiendo a ofrecer a Dios todos padecimientos los cuales “completan los sufrimientos de Cristo en la cruz para bien de su cuerpo que es la Iglesia” (Colosenses I, 24-28)).  Los niños deben saber que las cosas que más valen en  la vida son aquellas que más ha costado obtener.

En todo plano en que estemos: Escolar, deportivo, amistoso, y afectivo,  terminamos descubriendo que: la nota más valiosa obtenida es la que más horas de estudio implicó, que el partido más recordado fue el que más esfuerzo nos exigió, que las amistades más valoradas son las probadas en medio de la dificultad, y que el amor más deseado fue el que más costó conquistar.

PADRE JAIME HERRERA 2018
2.     Fomentar la devoción a la Virgen María.

La devoción profesada a Nuestra Madre del Cielo va de la mano con el acto de fe dado a Jesucristo: Quien de verdad acepta a Cristo no puede depreciar ni ocultar el amor que Jesús prodigó hacia la Virgen Madre, por lo que la imitación de Cristo  pasa necesariamente por reconocer las grandezas de la Virgen y en recibirla en el corazón de nuestros hogares y comunidades, tal como aconteció en el Calvario: “Hijo ahí tienes a tu Madre…y desde aquella hora el discípulo la recibió en su hogar(San Juan XIX, 27).

Sin duda, tras aquel acto de piedad estaba como preanunciada toda la Iglesia en toda época, que –ahora- en Fátima pedía a los niños la devoción a su Corazón Inmaculado, la consagración de las naciones –especialmente de Rusia- y del mundo a la Virgen, y la comunión reparadora los primeros sábados de cada mes, todo lo cual podemos hacerlo por medio del engaste del Cielo como es el rezo del Santo Rosario. El Papa Juan Pablo II al ser consultado sobre los misterios de Fátima en 1980, respondió que no cediéramos a la tentación del sensacionalismo y curiosidad malsana, para lo cual tomando un rosario en sus manos señaló: “Aquí está el remedio contra este mal, ore, ore, no pida nada más”.

Hoy, cada madre presente recibe un santo rosario de regalo como testimonio del amor que tenemos a cada una de ellas por la delicadeza y entrega irrestricta de su amor, a todo evento, el cual nos ha permitido develar en sus enseñanzas y acciones el rostro del Buen Dios. Sin duda, quien mejor interpreta la voluntad de Dios para un hijo es “la madre que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor y mucho de ángel por la delicadeza de sus cuidados”. ¡Que Viva Cristo Rey!”.


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