TEMA : “LUZ
PARA LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL”.
FECHA: HOMILÍA
FIESTA DE LA CANDELARIA FEBRERO 2020
Queridos hermanos: La luz es algo
fundamental en nuestra vida. Desde que venimos a este mundo decimos que una
madre “da a luz”. Hasta en el plano de la biología donde sabemos que la luz
solar tarda ocho minutos en llegar y ese sería el tiempo para darnos cuenta que
no hay más sol.
Los
efectos continuarían manifestándose con la
búsqueda por las fuentes de calor y de luz artificial, la temperatura de
los mares que tenderían a congelarse y así sucesivamente... Estando en mitad
del verano, podemos preguntarnos: ¿Quién no ha estado todo un día en una playa
y luego al caer el sol todo se cubre de frio?
Semejante a lo que acontece en el plano de
la naturaleza pasa respecto de nuestra vida espiritual. Los efectos de un eventual
cambio climático resultan casi “cosméticos”
–con todo lo grave que se anuncian- ante el cambio
moral cuyos efectos resultan evidentes en nuestra sociedad actual.
Padre Jaime Herrera González
Celebramos la fiesta litúrgica de la Presentación
de Jesús en el templo, en el cual, se da
una simbiosis en la manifestación que
el Señor ha tenido en vistas a
invitarnos a la santidad que hizo: primero, a los pastores de Belén es decir al mundo
participe de la primera alianza de Dios con su pueblo, y luego, a los conversos del ámbito de la gentilidad,
es decir, al mundo entero.
Hoy, las palabras del anciano Simeón
anuncian que Jesús es el salvador del mundo, el único que puede explicar la
totalidad vida del hombre y darle un sentido global y permanente a la
existencia a nivel personal y social.
La palabra “desistir” es del diablo porque
si de algo tenemos certeza es que Dios no desiste, no queda a mitad de camino.
En momentos de tanta vaguedad, incertidumbre que nace de la falta de fijar el
corazón y la mente en la luz de Cristo, estamos llamados a ser testigos
visibles para quienes en el presente “andan
en tinieblas”.
CERRO
TORO FEBRERO 2020
Bien sabemos lo que pasa cuando de
improvisto se corta la luz. Recuerdo que mi primera destinación pastoral fue a
la Parroquia de la Nuestra Señora de la Candelaria (Algarrobo) –que está de fiesta hoy ¡Saludos!- y, de inmediato debí ocuparme de la Novena de San
José de preparación para la remodelación de una hermosa capilla rural ubicada
entre Casablanca y Algarrobo, en pleno campo. Por las noches debía transitar desde
la capilla hasta la escuela del lugar donde pernoctaba distante a un kilómetro.
En medio del camino se encontraba el cementerio del lugar…todo oscuro, y en
silencio –los lugareños no suelen hacer ruido- por cierto caminaba lento para
no tropezar y por entonces, muy temeroso
de los perros. Cuento esta anécdota porque la oscuridad nos hace detener el
paso.
¡El miedo como el acto de desistir
tienen el mismo origen! El temor sumado a desistir conlleva rápidamente a la
violencia porque nos revestimos de audacia y premura que nos hace cometer
múltiples errores y desatinos, en tanto que dejar de hacer lo que uno hace
alimenta en el alma el sentido de insatisfacción que unido a la desesperación
de mirar a un lado y otro, nace de la
comparación que siempre resulta algo estéril.
Desde el punto de vista estrictamente
humano, si acaso me comparo con quien
considero mejor que yo, prontamente surge la envidia; si me comparo con aquel
que considero inferior a mí, nace la
soberbia, por tanto, la comparación en
todo momento resulta nociva… y más aún, si asumimos que lo hacemos de manera
frecuente, esto explica en parte el sentido de una violencia cuya raíz subyace
en la falta de la Luz de Cristo en nuestro corazón y en nuestra mente.
Jesús que ha venido al mundo es la luz que
viene a este mundo para que no caminemos en tinieblas. En Él tenemos la seguridad,
la guía para avanzar en fidelidad, en generosidad, y en alegría, en orden a cumplir la voluntad de Dios inmersos
en una cultura que por todos los medios parece renegar de su origen creyente.
A esto contribuye no sólo el ímpetu del
infiel y ateo, sino la desidia y
silencio de quienes hemos sido llamados a iluminar el mundo entero olvidando
que una de las denominaciones más importantes fue dada por el mismo Cristo
quien dijo de sí mismo: “Yo soy la luz
del mundo, el que me sigue no anduviera en tinieblas sino que tendrá la luz de
la vida” (San Juan XII, 8-30).
En momentos donde los israelitas encendían
imponentes cirios para recordar la columna de fuego que les guió por medio del
desierto (Éxodo XIII, 12).
Jesús dice de si esta comparación que es parte de las necesidades básicas que
tenemos, tal como lo hace del maná del desierto
y del agua en la roca del Monte Horeb…”Yo soy el pan” (San Juan VI, 31) ….”Yo soy la roca” (San
Juan, VII, 37)…”yo soy la luz”.
El anciano Simeón dice que es luz para todo
el mundo, lo cual nos lleva a entender que es una verdad cuya única frontera es
la irracionalidad, como o de la luz lo es la ceguera, según lo cual siguiente
el antiguo refrán no hay peor ciego que el que no quiere ver, podemos decir lo
mismo respecto del don de aceptar a Jesucristo: “No hay mayor mal que el no querer creer”…un pérfido.
Es notable que Jesús de inmediato que
revela su nombre señala sin ambigüedad
alguna un criterio para identificar la calidad de esa “luz”: “El que me sigue no andará en tinieblas”,
según lo cual, el testimonio que estamos llamados a dar es a
la vez el más eficaz de los apostolados, toda vez que el mundo en tinieblas está
llamado a ver a Cristo luz por medio del modo cómo vivimos, como actuamos y
como hablamos. ¡En todo momento se debe notare nuestra identidad!
Con razón el mundo puede juzgar y exigir de
cada creyente una intachable carta de presentación en orden a su fe…Si hay luz
pues que ilumine. En consecuencia luz y vida deben están de la mano (San
Juan I, 4). Jesús no es un foco que alumbra desde
fuera sino que una luz que emerge lo más recóndito de nuestro ser.
Durante este último tiempo he buscado
arreglar nuestro entorno. Ante la irracional destrucción de hogares y centros
de trabajo de nuestra ciudad, convertida en patrimonio de la violencia, en la
medida de nuestras fuerzas y posibilidades poder tener un entorno de denote belleza
y preocupación. Al colocar unas flores hemos visto que algunas perecen por
carecer de luz suficiente, en tanto que otras despiertan con la luz y duermen
sin ella. Es lo mismo que le pasa a
quien no ve la luz de Cristo, aquella que da vida eterna porque conduce en
seguridad a hacia ella y cada católico, cada bautizado está llamado a ser en
Jesús “luz del mundo” (San
Mateo V, 14).
En unos momentos recibiremos un cirio
encendido. La imagen de Nuestra señora de la Candelaria que se venera en este día
evoca aquella luz es representada con una vela en sus manos, imagen que ella
fue portadora del autor de la salvación del mundo que no deja de conceder toda
gracia por medio de la intercesión de su madre.
Es ella la que nos muestra a Jesús luz del
mundo como aurora de toda gracia que quiere irradiar al mundo de una
verdad no salida de acuerdos ni
convenciones y la caridad que debe revestirse en ocasiones de colaboración y
otras de asistencia.
Más, el hecho de aceptar a Cristo y la
verdad (San Mateo XII, 30) que
nos trae, implica necesariamente en estar en oposición a los dictámenes de un
mundo, de una cultura, de una sociedad que avanza en sentido contrario. Todos
quienes descubrimos un día la fe estamos urgidos a tomar opción no pudiendo
permanecer indiferentes toda vez que Jesús por ser Dios es algo absoluto.
Nuestro Señor no deja indiferente a nadie
porque no es producto de una invención humana, ni es parte de un sistema
ideológico temporal, sino que es una
persona divina y humana que involucra a todos en todo. Si siguiésemos a Cristo
por caminos de neutralidad, pasividad y condescendencia –bajo una engañosa
“tolerancia”- no habría conflicto alguno en la extensión de su Palabra y vida
en el mundo. (Un Cristo que no conmueve no mueve)…
No temamos optar por Jesús y asumir sus
consecuencias. Si ante la verdad hay que tomar posición habrá oposición por
nuestra opción siempre. Aquello que hace que Jesús sea causa de división es la
verdad. No podemos aceptar la verdad a medias. O se acepta o se rechaza, no hay
tercera vía ni posibilidad alguna. Cristo dijo las verdades aunque fueran
incómodas en su tiempo toda vez que no era su prioridad “halagar los oídos de sus oyentes sino hacer la voluntad del Padre del
cielo” (San Juan VI, 38).
Entonces, Él no anuncia lo que los hombres quieren oír, y no busca satisfacer
los deseos volubles de una mayoría siempre cambiante por lo que su verdad, su
persona, no coincide con el consenso de
la sociedad. La verdad para salvar tuvo el precio de su vida misma en la Cruz (San
Lucas VI, 22-26).
SACERDOTE CATÓLICO CHILE
El tercer aspecto que implica el anuncio de
Cristo al mundo es aceptar que la verdad
no es negociable. No se puede renunciar a la verdad por la bagatela de mantener
una falsa armonía. No se puede pactar un compromiso al precio de la verdad,
esta es la razón de la división en
nuestra sociedad de haber mostrado un Cristo achatado por las verdades a medias
en el Chile de las mentiras blancas y las verdades negras. El camino de la
perseverancia en el anuncio de las verdades de Cristo y de su Iglesia conlleva
muchas enemistades, desprecios y persecuciones, más dice la Biblia “el que persevere hasta el final, ese será
santo” (San Mateo XXIV, 13).
A la hora de dar testimonio y ser apóstoles
en medio del mundo hoy, hace que el solo nombre de Jesucristo implique
divisiones y desprecios porque su verdad se opone al pecado y a leyes inicuas
que la sociedad ha validado contra Dios y su obra.
Para la cultura actual la persona de Cristo
es secundaria, y sin necesidad de colocarlo nuevamente en la Cruz, hace que su vida y sacrificio parezcan ante el
mundo como innecesario y sin sentido, por lo que como entonces en el calvario
en la actualidad “todo el mundo” parece
estar de acuerdo en que dejar de lado la versad cristiana (católica) es una medida impuesta por el buen sentido,
una medida prudente y hasta tenida como necesaria. Lo que se llama
habitualmente: “políticamente correcto”.
No nos avergonzamos de anunciar a Cristo
como signo de contradicción ante el mundo. Recordemos al apóstol San Pablo
cuando le dicen: “Mas queríamos oír de ti
lo que sientes porque de esta secta nos es notorio que en todos los lugares es
señal de contradicción”. Esa era la Iglesia de Cristo, la comunidad del amanecer
del cristianismo que no dudo en anunciar ante la fuerza de un imperio ni ante
la inercia de las tradiciones y modas mundanas la verdad más cautivante, más
necesaria, más vinculante y más unitiva como es la persona de Cristo, el mismo
ayer, hoy y siempre.
Imploremos a la Virgen Santísima que
conceda la gracia de tener a Jesús como luz de las naciones y gloria de su
pueblo Israel, pidiendo de manera
particular la fe de quienes están
llamados a tenerla, especialmente por la conversión de los no creyentes de
Israel que puedan ver -sin tardanza-
como el anciano Simeón al Salvador del Mundo.
Que
Viva Cristo Rey!
PUERTO CLARO CHILE 2020
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