HOMILÍA EXEQUIAL IDA LAGOMARSINO SCHIAFFINO
1. “Dad gracias al Señor, porque es
eterno su amor” (Salmo CXXXVI, 1)
Queridos hermanos y
hermanas: Dos preguntas hace nuestro Señor en este día. “¿Por qué lloras?” y “¿a quién
buscas?”.
SACERDOTE JAIME HERRERA |
El Santo Evangelio se inicia con el Sermón de las Bienaventuranzas,
entre las cuales señala: “Bienaventurados
los que lloran porque serán consolados”. Sin duda, esta invitación a la santidad
y a la vivencia en Cristo es complementaria, por lo que las diversas virtudes
se exigen y potencian recíprocamente, de tal manera que, es impensable una humildad que no sea
compasiva, o una misericordia que haga abstracción de la verdad contemplada en
Dios.
Si el bien es difusivo,
necesariamente las virtudes que lo manifiestan se unen, por eso las bienaventuranzas
son el programa de vida perfecto que el Señor Jesús nos entrega por medio del cual podemos alcanzar
la Vida Eterna.
Apostolado
centrado en la Santidad.
Esa es la voluntad de
Dios: Sed perfectos, ser santos, sin rebaja, sin limitación, procurando ser “imitadores de Dios”, toda vez que
fuimos creados a su “imagen y semejanza”,
por ello la muerte es el regreso a casa.
En efecto, de sus manos divinas fuimos creados, con su
mano somos protegidos, y en su mano
viviremos para siempre, junto a nuestro Dios que se reveló bondadoso y justo, misericordioso
y veraz.
Eso hace que a lo largo
de nuestra vida tengamos esa “inquietud”
de buscarle permanentemente, no como quien nunca le ha visto y avanza por la
vida a tientas, sino como aquel que habiéndole descubierto procura vivir en su
presencia, conocer sus designios y profundizar en su intimidad trinitaria.
Nuestra hermana Ida
Margarita, por quien ofrecemos esta Santa Misa en sufragio por su alma, tuvo
esa característica de asumir el hecho que un
día que Cristo la dejó preocupada, sin duda, desde que lo conoció muy tempranamente
en el Colegio de las Hermanas de María Auxiliadora.
Allí, junto al testimonio
de sus padres en el hogar, supo tomar en
serio la vida de Cristo, supo lo que implicaba mirar de frente al señor, asumiendo
que lo profesado como verdad en el Credo Apostólico debía necesariamente llevarlo
a la vida práctica, por medio de la vivencia cotidiana del estilo de Jesús.
Una vez que a Cristo se le descubre de verdad no se le puede abandonar, y eso
le pasó a nuestra hermana.
Apostolado
de la Caridad Fraterna.
Sin duda su vida fue
un constante búsqueda de servir a los demás…sirve
para vivir quien vive para servir. Ella cuidó a sus padres, especialmente a su señora madre, devolviendo
en gratuidad y servicialidad en vida lo
que ellos con tanto cariño le entregaron en su infancia y juventud.
No detuvo su servicio al
interior del hogar. Se extendió prontamente en auxiliar a las familias más
necesitadas de los sectores altos de nuestra ciudad, llevando mercadería y un
sinfín de otras iniciativas para paliar en parte las carencias evidentes y urgentes
en épocas de mayor crudeza.
Por mediación del recordado
Sacerdote de la Misión, R.P. Gerald Browm Mac Mahon, tuve la oportunidad de
conocer a doña Ida Margarita a mediados de la década del noventa, en muchas
oportunidades ella visitaba nuestra parroquia o en otras, la parroquia la visitaba a ella, siendo
recibidos con cariño y múltiples
atenciones llenas de delicadeza y de
generosidad. El pequeño detalle –simple pero elocuente- de colocar sus
mazapanes de Stefani con figuras simpáticas y coloridas denotaba un afecto personalizado.
CURA PÀRROCO DIÓCESIS DE VALPARAISO |
Su mirada profunda era
expresión de la hondura de su fe, pues muchas veces hacia extensas
meditaciones en voz alta sobre la necesidad de exteriorizar la fe en las obras,
es decir, que se notara ese amor de Dios en la preocupación por los más
desvalidos. Muy en sintonía con las enseñanzas del actual Romano Pontífice,
sin duda, vivió una Iglesia en salida, que no se quedaba recluida en la
conciencia, que no permanecía inmóvil en las sacristías, sino que iba al encuentro
de cada persona con el Santo Evangelio en la mano, evitando que la caridad
quedase reducida a una solidaridad sin alma…Una Iglesia en salida, ¡Sí! Pero,
una iglesia evasiva ¡No!
Por el contrario, su
mayor preocupación, era la salvación de las almas, y se angustiaba cuando
constataba que nuestra sociedad avanzaba por el derrotero de la secularización,
pues el mundo en el que ella fue
formada, y al que deseaba informar con el mensaje de Cristo, en ocasiones era
muy distinto. No le fue fácil entender los nuevos tiempos pero nunca bajó
sus brazos para rezar, nunca se dejó vencer por un pesimismo anquilosante. En
todo momento buscó el rostro de Jesús quien a su vez no le fue esquivo: Salió a
buscar a Cristo, y a cada paso lo encontró, como aconteció aquella mañana de la resurrección con la mujer que muy
temprano llegó y descubrió a su Maestro y Dios.
Devoción
a la Santísima Virgen.
En su conversación en
todo momento evidenciaba su preocupación por la vida espiritual personal y
social, atendiendo de manera especial la
defensa del niño que está por nacer, colaborando con diversas instituciones
pro-vida; fomentando el rezo del Santo Rosario. En este año que celebramos
el Centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima, vemos cómo ha de ser Ella
la que acogerá en el Cielo a aquella que en su vida fomentó en primera persona
su devoción del rezo del Santísimo Rosario, acogiendo en su hogar a algunas
señoras, amigas y vecinas. En la actualidad, algunos se juntan para ver un
partido de futbol, o para compartir una película. Ella lo hizo con el fin de
honrar a Nuestra Madre del Cielo con el rezo del Santo Rosario. ¡Ojala su
ejemplo será imitado por muchas familias en el futuro!
Recuerdo cuánta alegría
experimentó al recibir en su hogar la
imagen de la Virgen de Fátima durante todo un día,
cómo colaboraba en su parroquia con las festividades en las cuales ella llevaba
las flores que ornamentaban los diversos altares. Sin duda que el apostolado mariano era para
ella muy importante, porque asumió desde su juventud que “a Jesús se va por medio de la Virgen”, lo que procuró multiplicar
a lo largo de toda su vida ofreciendo sus sacrificios en vistas a que la Madre
del Cielo fuese cada vez más venerada.
Espiritualidad
Providencial:
Era muy confiada en la
Divina Providencia: Cuidadosa de los dones recibidos, procuraba ordenadamente
llevar su hogar y sus bienes. Todo en orden, todo guardado y bien anotado.
Más en todo momento
acudía al Niño Jesús de Praga, a quien reconocía como dador de muchas
bendiciones y ante quien recurría con
plena confianza. Recordaba con frecuencia un dicho. “a quien Dios quiere dar, a su casa manda dejar”, lo cual ella
cumplía como partícipe de la extensión de la bondad de Dios llevando no sólo
bienes materiales a los más necesitados, sino sobre todo alentando la fe de
quienes no dejaba de visitar. A pesar de su aparente fragilidad se
escondía un alma firme en convicciones y resuelta al momento de tener que tomar
decisiones, en particular si en estas estaba involucrado alguno de los
mandamientos de Dios y su Iglesia.
Donde estuvo de su parte
colaborar, fuese como integrante de algún grupo de asistencia o a título
personal, nunca dejó de hacerlo con prontitud y generosidad, sabiendo que
Dios nunca se deja vencer en generosidad, por lo que se cumple efectivamente la
promesa del Santo Evangelio respecto del ciento por uno al momento de la
retribución que viene del Cielo.
PARROQUIA CERRO TORO VALPARAÍSO |
Así, entendió que la
caridad para ser verdadera ha de ser ordenada: parte por casa, es decir, inserta en el ámbito
familiar, por lo que ese cariño, tierno
y preocupado, se extendió a cada uno de
sus sobrinos, quienes hoy la acompañan: Gian Carlo, Pía, Alessandra y Claudia, los cuales, sin duda fueron sus hijos espirituales en quienes
confió en todo momento, y de quienes no dejó de contar con su cariño y atenta
preocupación, particularmente en los últimos años de su vida.
Nacida un día martes once
de junio de 1933, vino al mundo siendo hija de José Lagomarsino y Teresa Schiaffino,
acompañando así a su hermana María Teresa Vda. de Bruno. Hoy, en este templo
rezamos por su eterno descanso, confiados que Dios premiará todo el bien realizado en su vida, especialmente a
los más necesitados, y tendrá misericordia de todos sus pecados, por las cuales
ella permanentemente imploraba.
Que Nuestra Madre del
Cielo, hoy sábado la reciba en el Cielo, y como aquella mañana en Jerusalén,
descrita en el Evangelio de hoy, pueda nuestra hermana decir ante el rostro del
Señor: ¡Magister! ¡Adveniat Regnum Tuum!
PADRE JAIME
HERRERA GONZÁLEZ / CURA PÁRROCO DE PUERTO CLARO / CHILE
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