lunes, 24 de julio de 2017

AL SERVICIO DE LOS MAS NECESITADOS DEL REINO

HOMILÍA EXEQUIAL IDA LAGOMARSINO SCHIAFFINO

1.     “Dad gracias al Señor, porque es eterno su amor” (Salmo CXXXVI, 1)
Queridos hermanos y hermanas: Dos preguntas hace nuestro Señor en este día. “¿Por qué lloras?” y “¿a quién buscas?”.

 SACERDOTE JAIME HERRERA

El Santo Evangelio  se inicia con el Sermón de las Bienaventuranzas, entre las cuales señala: “Bienaventurados los que lloran porque serán consolados”. Sin duda, esta invitación a la santidad y a la vivencia en Cristo es complementaria, por lo que las diversas virtudes se exigen y potencian recíprocamente, de tal manera que,  es impensable una humildad que no sea compasiva, o una misericordia que haga abstracción de la verdad contemplada en Dios.  

Si el bien es difusivo, necesariamente las virtudes que lo manifiestan se unen, por eso las bienaventuranzas son el programa de vida perfecto que el Señor Jesús  nos entrega por medio del cual podemos alcanzar la Vida Eterna.

Apostolado centrado en la Santidad.
Esa es la voluntad de Dios: Sed perfectos, ser santos, sin rebaja, sin limitación, procurando ser “imitadores de Dios”, toda vez que fuimos creados a su “imagen y semejanza”, por ello la muerte es el regreso  a casa.

En efecto,  de sus manos divinas fuimos creados, con su mano somos protegidos, y  en su mano viviremos para siempre,  junto a nuestro  Dios que se reveló bondadoso y justo, misericordioso y veraz.

Eso hace que a lo largo de nuestra vida tengamos esa “inquietud” de buscarle permanentemente, no como quien nunca le ha visto y avanza por la vida a tientas, sino como aquel que habiéndole descubierto procura vivir en su presencia, conocer sus designios y profundizar en su intimidad trinitaria.

Nuestra hermana Ida Margarita, por quien ofrecemos esta Santa Misa en sufragio por su alma, tuvo esa característica de asumir el hecho que un día que Cristo la dejó preocupada, sin duda, desde que lo conoció muy tempranamente en el Colegio de las Hermanas de María Auxiliadora.

Allí, junto al testimonio de sus padres en el hogar, supo  tomar en serio la vida de Cristo, supo lo que implicaba mirar de frente al señor, asumiendo que lo profesado como verdad en el Credo Apostólico debía necesariamente llevarlo a la vida práctica, por medio de la vivencia cotidiana del estilo de Jesús. Una vez que a Cristo se le descubre de verdad no se le puede abandonar, y eso le pasó a nuestra hermana.

Apostolado de la Caridad Fraterna.

Sin duda su vida fue un constante búsqueda de servir a los demás…sirve para vivir quien vive para servir. Ella cuidó a sus padres,  especialmente a su señora madre, devolviendo en gratuidad y servicialidad  en vida lo que ellos con tanto cariño le entregaron en su infancia y juventud.

No detuvo su servicio al interior del hogar. Se extendió prontamente en auxiliar a las familias más necesitadas de los sectores altos de nuestra ciudad, llevando mercadería y un sinfín de otras iniciativas para paliar en parte las carencias evidentes y urgentes en épocas de mayor crudeza.

Por mediación del recordado Sacerdote de la Misión, R.P. Gerald Browm Mac Mahon, tuve la oportunidad de conocer a doña Ida Margarita a mediados de la década del noventa, en muchas oportunidades ella visitaba nuestra parroquia o en otras,  la parroquia la visitaba a ella, siendo recibidos con  cariño y múltiples atenciones llenas de delicadeza y de  generosidad. El pequeño detalle –simple pero elocuente- de colocar sus mazapanes de Stefani con figuras simpáticas y coloridas denotaba  un afecto personalizado.
CURA PÀRROCO DIÓCESIS DE VALPARAISO


Su mirada profunda era expresión de la hondura de su fe, pues muchas veces hacia extensas meditaciones en voz alta sobre la necesidad de exteriorizar la fe en las obras, es decir, que se notara ese amor de Dios en la preocupación por los más desvalidos. Muy en sintonía con las enseñanzas del actual Romano Pontífice, sin duda, vivió una Iglesia en salida, que no se quedaba recluida en la conciencia, que no permanecía inmóvil en las sacristías, sino que iba al encuentro de cada persona con el Santo Evangelio en la mano, evitando que la caridad quedase reducida a una solidaridad sin alma…Una Iglesia en salida, ¡Sí! Pero, una iglesia evasiva ¡No!

Por el contrario, su mayor preocupación, era la salvación de las almas, y se angustiaba cuando constataba que nuestra sociedad avanzaba por el derrotero de la secularización, pues el mundo  en el que ella fue formada, y al que deseaba informar con el mensaje de Cristo, en ocasiones era muy distinto. No le fue fácil entender los nuevos tiempos pero nunca bajó sus brazos para rezar, nunca se dejó vencer por un pesimismo anquilosante. En todo momento buscó el rostro de Jesús quien a su vez no le fue esquivo: Salió a buscar a Cristo, y a cada paso lo encontró, como aconteció aquella mañana  de la resurrección con la mujer que muy temprano llegó y descubrió a su Maestro y Dios.
Devoción a la Santísima Virgen.

En su conversación en todo momento evidenciaba su preocupación por la vida espiritual personal y social, atendiendo de manera especial  la defensa del niño que está por nacer, colaborando con diversas instituciones pro-vida; fomentando el rezo del Santo Rosario. En este año que celebramos el Centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima, vemos cómo ha de ser Ella la que acogerá en el Cielo a aquella que en su vida fomentó en primera persona su devoción del rezo del Santísimo Rosario, acogiendo en su hogar a algunas señoras, amigas y vecinas. En la actualidad, algunos se juntan para ver un partido de futbol, o para compartir una película. Ella lo hizo con el fin de honrar a Nuestra Madre del Cielo con el rezo del Santo Rosario. ¡Ojala su ejemplo será imitado por muchas familias en el futuro!

Recuerdo cuánta alegría experimentó  al recibir en su hogar la imagen de la Virgen de Fátima durante todo un día, cómo colaboraba en su parroquia con las festividades en las cuales ella llevaba las flores que ornamentaban los diversos altares.  Sin duda que el apostolado mariano era para ella muy importante, porque asumió desde su juventud que “a Jesús se va por medio de la Virgen”, lo que procuró multiplicar a lo largo de toda su vida ofreciendo sus sacrificios en vistas a que la Madre del Cielo fuese cada vez más venerada.

Espiritualidad Providencial:
Era muy confiada en la Divina Providencia: Cuidadosa de los dones recibidos, procuraba ordenadamente llevar su hogar y sus bienes. Todo en orden, todo guardado y bien anotado.

Más en todo momento acudía al Niño Jesús de Praga, a quien reconocía como dador de muchas bendiciones y ante  quien recurría con plena confianza. Recordaba con frecuencia un dicho. “a quien Dios quiere dar, a su casa manda dejar”, lo cual ella cumplía como partícipe de la extensión de la bondad de Dios llevando no sólo bienes materiales a los más necesitados, sino sobre todo alentando la fe de quienes no dejaba de visitar. A pesar de su aparente fragilidad se escondía un alma firme en convicciones y resuelta al momento de tener que tomar decisiones, en particular si en estas estaba involucrado alguno de los mandamientos de Dios y su Iglesia.

Donde estuvo de su parte colaborar, fuese como integrante de algún grupo de asistencia o a título personal, nunca dejó de hacerlo con prontitud y generosidad, sabiendo que Dios nunca se deja vencer en generosidad, por lo que se cumple efectivamente la promesa del Santo Evangelio respecto del ciento por uno al momento de la retribución que viene del Cielo.

 PARROQUIA CERRO TORO VALPARAÍSO
Así, entendió que la caridad para ser verdadera ha de ser ordenada:  parte por casa, es decir, inserta en el ámbito familiar, por lo que  ese cariño, tierno y preocupado,  se extendió a cada uno de sus sobrinos, quienes hoy la acompañan: Gian Carlo, Pía, Alessandra  y Claudia, los cuales,  sin duda fueron sus hijos espirituales en quienes confió en todo momento, y de quienes no dejó de contar con su cariño y atenta preocupación, particularmente en los últimos años de su vida.

Nacida un día martes once de junio de 1933, vino al mundo siendo  hija de José Lagomarsino y Teresa Schiaffino, acompañando así a su hermana María Teresa Vda. de Bruno. Hoy, en este templo rezamos por su eterno descanso, confiados que Dios premiará todo  el bien realizado en su vida, especialmente a los más necesitados, y tendrá misericordia de todos sus pecados, por las cuales ella permanentemente imploraba.

Que Nuestra Madre del Cielo, hoy sábado la reciba en el Cielo, y como aquella mañana en Jerusalén, descrita en el Evangelio de hoy, pueda nuestra hermana decir ante el rostro del Señor: ¡Magister! ¡Adveniat Regnum Tuum!

PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ / CURA PÁRROCO DE PUERTO CLARO / CHILE

No hay comentarios:

Publicar un comentario