sábado, 16 de febrero de 2019

EN TU PALABRA SEÑOR ECHAREMOS LAS REDES


TEMA  :    “EN TU PALABRA SEÑOR ECHAREMOS LAS REDES”

FECHA: DOMINGO QUINTO / TIEMPO ORDINARIO CICLO C 2019

“Percibí la voz del Señor que decía: ¿a quién enviaré? ¿Y quién irá de parte nuestra? Dije: ¡Heme aquí: envíame!” (Isaías VI, 8).
Queridos hermanos: En la primera lectura vemos que el encuentro del profeta Isaías se produce en medio de un ambiente “religioso”, al interior de un templo, fuera del cual se tejían múltiples dramas, mayores que los que hoy podemos tener en todo ámbito. El trabajo era muy superior al que podemos tener, porque todo era cuesta arriba. El solo hecho de conseguir agua. O conseguir un fruto, o desplazarse de un lugar a otro. Existía en muchos ámbitos poligamia, politeísmo, el abuso de la esclavitud, en tanto que la autoridad bajo la cual inició su misión como profética reinaría en Judá por más de cinco décadas. En medio de múltiples conflictos hubo una “cultura de guerra” que llevó a tener en un momento más de trescientos mil hombres y sofisticadas armas que lanzaban flechas y piedras contra los filisteos y amonitas.

Con el esplendor de victorias y avances en ganadería y edificaciones se olvidó prontamente de Dios por el corazón orgulloso…el progresismo de ayer y hoy resultan finalmente destructivos para la sociedad. Toda autonomía que margina a Dios del horizonte de la vida social es destructiva de la vida humana. Por otra parte, la fuerza de la naturaleza no era muy distinta, pues por esos años hubo grandes sismos, todo lo cual causaba grandes calamidades. En este aspecto, no sabían de capas de ozono pero igualmente padecían extensas sequias.
La vida religiosa se vio fuertemente sobrepasada por la irrupción del poder real que dictaminaba como se debía rendir culto a Dios y cumplir sus preceptos, sobrepasando a los sacerdotes del templo para quemar incienso. Hoy, el poder no está en manos de una persona sino en el empoderamiento de verdaderas huestes que orgullosamente se alzan desde la prensa, la farándula, las redes sociales para no solo opinar sino dictaminar cómo debe darse el culto a Dios, cómo deben hacerse las misas, o que se debe enseñar en la vida moral, obviamente todo al margen de la tradición viva de dos milenios de Magisterio que ha sido pilar seguro donde apoyarse en medio de las tempestades ideológicas de cada época.

El orgullo y la impureza caracterizaron el ambiente social en que debió profetizar Isaías ¿Será muy distinto al que nos toca enfrentar hoy como creyentes? ¿Nuestra Patria ha cambiado el Evangelio por dinero? ¿Nuestra Iglesia en Chile se ha arrodillado ante los poderes de este mundo por medio de reverenciar una democracia liberal y ateizante? ¡Seamos siervos de Dios no esclavos del mundo!
La presunción del orgullo espiritual  del poder temporal hizo que Isaías viese la llamada que Dios le hizo como un desafío que le exigiría un esfuerzo mayor: “labios impuros en un pueblo impuro”. Esperando un semáforo escuche la conversación de tres jóvenes millenials escuchando treinta garabatos en el lapso de un semáforo a otro. ¿Cuántos dirán al día? ¿Consideramos normal o reiterada esa conducta?
La gran cantidad de personas que han llegado a nuestra Patria, provenientes de muchas naciones: peruanos, haitianos, ecuatorianos, colombianos, y venezolanos, nos evidencia que lo que llamamos “normal” y eufemísticamente como “informal” como es el lenguaje abiertamente procaz y vulgar, esta irradiado como un virus letal en el alma de nuestra nación.
El profeta Isaías reconoce su condición pecadora e indigna para la misión recibida, más al saber que es Dios quien lo llama, asume esa tarea como un imperativo que no admite claudicación alguna, toda vez que el Dios absoluto debe ser tenido como un absoluto: lo primero siempre. Dios no quiere rivales en nuestro corazón, esto último, sólo se entiende a la luz de la fe, el cual es un don que ha de ser implorado, pues para muchos resulta absurdo en este tiempo de marcado relativismo expresiones de “todo”, “siempre”, y “único”.
Es innegable que el lenguaje más seductor para la cultura de hoy es el inclusivo, funcional y productivo, lo que es expresión de un alma social que excluyendo la verdad sobre Dios, antepone las modas, los gustos, las pasiones, y lo rentable sobre cualquier otra consideración, aun aquella que margina a Dios y su Iglesia de la vida espiritual.
Tal como el profeta  Isaías debió predicar hace 2750 años atrás, en “un pueblo impuro”, nuestra Iglesia hoy, desde el reconocimiento de tantas miserias y pecados, en medio de una sociedad exitista, que desde hace cuatro décadas viene  ranqueando con los mayores índices de crecimiento económico, está llamada a avanzar por el camino de la fidelidad fuera del cual no hay opción: ¡O de Cristo o del mundo! ¡O el estandarte de Cristo o el de un mundo sin Dios!
  PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ
No parece haber un eco más elocuente para descubrir lo dicho por Isaías que lo descrito por el Apóstol San Pablo en la Segunda Lectura donde se compara a un aborto explicando él mismo la razón de esta fuerte expresión: “Yo soy el último de los apóstoles, indigno del nombre de apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios” (1 Corintios XV, 9). Probablemente, ninguno de los que está aquí haya tenido un origen como San Pablo, cuyo afán era al inicio demoler la Iglesia Católica y exterminar a todo bautizado…Todo esto, hasta que tuvo el encuentro decisivo camino a Damasco donde se le presentó a Jesús diciendo: “¿Saulo por qué me persigues?”.
La docilidad a la gracia llevó a San Pablo a  “trabajar más que todos ellos”, lo cual denota un fuerte espíritu apostólico, donde la laboriosidad le hizo vencer la tentación de la molicie y tibieza espiritual. Los tiempos que vivimos respecto del don de la fe no admite a pusilánimes, donde todo parece dar lo mismo…No queridos hermanos,  ni la sangre del Señor Jesús  es relativa ni su sacrificio en la Santa Cruz fue producto de un compulsivo sentimiento.
Por tanto, San Pablo nos enseña a tratar como corresponde al Señor, sabiendo que al momento de dar testimonio del Evangelio lo debemos hacer en verdad y vida, lo cual conlleva una integridad, un estado permanente de búsqueda,  encuentro, y vivencia de cada uno de sus designios, por lo que solamente si nos sabemos instrumentos del Señor que estamos “en sus manos” seremos eficaces al dar a conocer al Señor a los demás. La apertura a lo que Dios pida; la generosa disponibilidad a cada uno de sus preceptos, y la escucha atenta en la oración incesante, son los elementos basilares en la vida como apóstol de San Pablo, lo cual le permitió rápidamente “ponerse al día” en relación a los demás discípulos que primeramente siguieron a Jesús.
En consecuencia, es esencial descubrir que la riqueza de una vida plena en Cristo va más allá del tiempo transcurrido o de la novedad que está por llegar, por esto no existe una “Iglesia vieja” ni una “Iglesia nueva”; una “Iglesia anciana” o una “Iglesia joven”. Lo que para San Pablo existió fue saberse miembro de la única Iglesia fundada por Cristo  fuera de la cual no hay salvación, evitando con ello, andar buscando originalidades y novedades, como ofreciendo un producto de consumo más…pues, de ceder a esa tentación se termina cayendo en una “espiritualidad de supermercado”, con un “credo a la carta” de cada  cliente. Este tipo de testimonio por no ser veraz es carente de mártires e infecundo en la vida pastoral:  ¡La crisis actual se llama “infidelidad!.
En El Santo Evangelio vemos la presencia de todos los apóstoles, destacándose la figura de Simón Pedro, de Santiago y Juan. La escena se desarrolla en el Lago Genesaret, donde llevaban largas horas de esfuerzo por pescar sin conseguir nada.
Habían invertido tiempo (una noche entera) , personas (todos los apóstoles) , bienes (se enredaron las redes), y todo era un real fracaso. Sus esfuerzos eran estériles: “No hemos pescado nada” (San Lucas V, 5), hasta que el Señor subió a la barca con ellos, lo cual no les debe haber parecido inicialmente muy agradable.
                                                PÁRROCO PUERTO CLARO
Estaban agotados y sin más, les pidió que se alejan de la orilla, donde estaban arreglando las redes para el trabajo del día siguiente. Con todo, se “sentó y puso a enseñar a la gente”, mientras ellos algo incomodos, sorprendidos y molestos le escuchaban. Luego de un tiempo les vuelve a hablar y les dice: “remen mar adentro para pescar”.
Es indudable que cualquier persona que vea interrumpido su trabajo, y con el cansancio de toda una jornada sin fruto alguno, responderá con alguna ironía o pesadez a quien, sin ser pescador les dice cómo y cuando tienen que hacerlo, por esto el Apóstol Simón Pedro le dice a Jesús: “Hemos pasado toda una noche bregando y no hemos pescado nada”.
Sólo cuando Jesús esta con ellos, y hacen lo que les dice obtienen fecundidad en sus trabajos, del mismo modo a pesar de estar tanto tiempo pasando noches de incertidumbre y sequedad espiritual apoyándonos en la persona de Cristo regresaremos a nuestra orilla con la embarcación llena de peces, es decir, con el fruto de la obediencia que siempre redita más lo imaginado y deseado.

Imploremos a la Santísima Virgen María que nos obtenga del cielo la santa perseverancia en estos tiempos donde el Señor como un día invito a Isaías a anunciar sus designios recibiendo como respuesta: “Aquí estoy, envíame”, como San Pablo tiene la certeza de “no haber predicado en vano”, podamos decir –también-  en este tiempo, en el aquí y ahora de la verdadera evangelización, con el Apóstol San Pedro: “En tus Palabra echaremos las redes nuevamente”.

¡Que Viva Cristo Rey! 


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