martes, 21 de abril de 2020


TEMA  :  “HACIA UNA ECLESIOLOGIA EUCARÍSTICA”.
FECHA:  TEMA DE FORMACIÓN MES DE ABRIL DEL 2020
1.      “Vamos nosotros contigo”.
El tiempo pascual que hemos iniciado, se extenderá a lo largo de cincuenta días, culminando con la “Fiesta del día cincuenta” como es Pentecostés, con la venida del Espíritu Santo.   En medio de estas semanas  conoceremos, por medio del relato de San Lucas,   cómo Jesús es reconocido por los discípulos de Emaús “en la Fracción del Pan”, lo que evoca –precisamente-  la celebración de la Santa Misa. El Señor escogió un ámbito “eucarístico” para revelarse a los jóvenes de su Iglesia que comenzaba a crecer en torno al misterio pascual. Como jóvenes, encumbrados en entusiasmos,  retornaban  carizbajos, apesadumbrados por la fuerza de los acontecimientos vividos desde  el fervor del recibimiento aquel domingo donde tendieron a los pies de Jesús sus propias vestimentas y trenzando palmas y ramas para unir los vítores de “Hosanna al viene en el nombre del Señor” al sonido batiente  de sus ramos.
VIGILIA RESURRECCIÓN PUERTO CLARO 2020

Enseña un antiguo refrán, que “la tercera es la vencida”. Era la tercera vez que se presentaba  Jesús a los apóstoles una vez resucitado. El primer milagro hecho en Caná de Galilea parece encontrar un “eslabón eucarístico” vinculante de todos prodigios realizados en el hecho que el  último milagro de Jesús, fue el realizado como  resucitado en la multiplicación de los peces.
Tradicionalmente los Padres de la Iglesia y la enseñanza de la Iglesia ha visto en el signo de la red la imagen de la Iglesia, en este caso,  de una red vacía se pasa, por intervención del Señor, a una  red de pesca abundante (San Juan XXI, 1-8). .
Podemos considerar, entre otros aspectos, que la maravilla del milagro fue que lo hizo Jesús resucitado, el cual, multiplicó aquellos peces que en esa época pululaban por el Tiberíades,  los denominados “bini” (barbo) que median setenta centímetros llegando a pesar cada uno 6.8 kilos. Es decir,  los 153 sumaban una tonelada. ¡Eso es generosidad!
JÓVENES CONFIRMADOS EN PUERTO CLARO 

Sin duda,  este milagro marcó hondamente en el alma de los apóstoles y la vida espiritual de los primeros creyentes. Sabemos que los primeros creyentes usaban el distintivo de un pez para indicar su presencia. En las catacumbas era común su uso, y la catequesis de entonces, es abundante en el milagro de la pesca milagrosa realizada por Jesús Resucitado.
En los tiempos de mayor necesidad tenemos “urgencia de Cristo”, no cancelamos ninguna Santa Misa. Sumamos la opción de quienes están en sus hogares y deseablemente se unen ahora con más facilidad,  toda vez que en sus hogares disponen de mayor tiempo al no tener que ir a trabajar presencialmente o porque están en cuarentena total en su ciudad.
La oración de Cristo es la Santa Misa. Ella no es obra exclusiva de una persona ni es genialidad inventiva de una comunidad. Todas las oraciones del mundo elevadas un día y –más aún- todos los días,  son “pequeños” en comparación al número de gracias que devienen de la celebración una sola Santa Misa, porque el sacrificio de Cristo tiene un valor infinito.  ¿Es esencial para nuestra fe,  para nuestra piedad,  para nuestra vida interior,  la participación “presencial” en la Santa Misa?
Salvando las distancias y diferencias con el país de Norte, un alcalde en Chile sostuvo recientemente que entre las prioridades y “cosas importantes” está sacar a pasear a las mascotas. ¡Hay tiempo, lugar, y permiso para pasear un perro pero,  los templos deben permanecer cerrados, en los lugares de cuarentena total! Entiendo que una persona carente de fe y educación religiosa seria pueda tener una escala de valores, principios y prioridades muy desordenados, por lo que debemos rezar para que ello cambie.
Mas, en el caso del creyente, y particularmente de un  consagrado, independiente del color de su vestimenta, como miembro de la Iglesia,  está llamado a ser “el cable a tierra” de la gracia de Dios al mundo, cuya misión incluya en todo momento,  hablar con Dios y hablar de Dios, siendo el puente que permita transitar a aquel que se convierte y cree,  en aquella perenne verdad que ha vencido la posibilidad y el relativismo imperante.
PEGATINAS DETENTE ANTI CORVID -19

Hoy (lunes) tuve que ir al banco del centro de la ciudad. Había unas cien personas esperando poder ingresar. Por la tarde, en nuestra ciudad, aunque la ley permite reuniones hasta cincuenta personas con uso de mascarilla, guantes y alcohol “gel” (no faltara el que se tome el alcohol), habrá  muchos templos silentes, apagados, y hasta por una doble razón: “el impostergable día del sacerdote”, que es para el…para sus cosas…por lo que, como dramáticamente lo experimentan muchos feligreses,  en aquellas parroquias donde se suprime la celebración de la Santa Misa de los lunes por esta “poderosa” razón. Cuando Nuestro Señor dijo: “Yo estaré todos los días” debió haber añadido: “excepto los lunes”.
Somos creyentes y no debemos entender lo que pasa como simple causa del azar. Siempre el mundo católico ha visto en las pestes –pandemias- como parte de una corrección, de un castigo, y una prueba. ¿Cómo es posible que ello suceda? La respuesta surge leyendo la Biblia, y asumiendo que si el hombre que alza la mano en contra su padre comete una falta atroz, y a todas luces condenable.  ¡Que será hacerlo contra Dios y sus designios!
Ningún virus es más mortal que el pecado: debemos protegernos del pecado, como lo leemos en el Nuevo Testamento. Hay tantos que hablan del Dios del Antiguo Testamento como oponiéndolo al del Nuevo Testamento. …no castiga…no condena…como que le da lo mismo lo que pase con cada uno y la sociedad en su conjunto. Es el dios ¡no problem!  No pasa nada sin uno prescinde de Él.
Hay sacerdotes que al momento de hablar de la pandemia actual  se presentan como expertos en profilaxis, es decir, en todo lo que se refiere al cuidado y prevención, actuando más con el lenguaje de un “prevencionista  de riesgo” que como el de un sacerdote pastor que es.
El hombre en este caso aquejado de una enfermedad (corvid-19) ya no se le invita a aceptar a Jesucristo y ofrecer su enfermedad. Actualmente se habla de “contención” de las personas. ¿Será que una persona ahora es un envase para  llenar su “contenido”  o una masa para ser “contenida”?
Lejos de invitar a tener un espíritu de sacrificio en los momentos difíciles de quien ha enfermado, o de quienes están llamados a servir al enfermo como ha sido la práctica sistemática de nuestra  Iglesia al momento de ayudar al que sufre en tiempos de epidemias, en la actualidad se percibe una vida eclesial de repliegue bajo la consigna de obedecer lo que dictamina la autoridad sanitaria.
Incluso el acompañamiento al enfermo o su visita en el lecho de agonía para administrar los sacramentos es tenido como un acto “irresponsable”, digno de condena “social”. Pero, la pregunta fundamental surge de inmediato, y en parte fue hecha hace unos años,  en la “acontecida” visita del actual Sumo Pontífice a nuestra Patria, repitiendo lo dicho por San Alberto Hurtado Cruchaga: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?...¿Que actitud tuvo Cristo con los leprosos de su tiempo…¿Sabía Él que podía contagiarse y –eventualmente- contagiar a otros?

Entonces, urge preguntar: ¿Puede un bautizado optar por servir a quien está contagiado de corona virus aun a costa de su propia salud?  Si somos creyentes hemos de procurar actuar como creyentes, hablar con un lenguaje de creyente…casi “transpirar” como creyente, pero a causa de la debilidad de fe en la actualidad, con mucha frecuencia la vida del católico no pasa de ser un simple disfraz que se usa según conveniencia y convergencia con los criterios del mundo.
La fructuosa participación en la Santa Eucaristía puede nutrirse de muchos actos de legítima piedad, pero la Misa no puede suplirse por ninguno de ellos, ni por todos en su conjunto, toda vez que, la presencia de Jesús en la ella confiere fuerza y vida a todo lo que la Iglesia hace. Acuñada una frase, frecuentemente citada del Sínodo Vaticano Segundo, “La Eucaristía hace Iglesia, la Eucaristía hace Iglesia”, adquiere una relevancia en la hora actual donde muchos altares y templos  permanecen sorprendentemente silenciados.
SACERDOTE JAIME HERRERA

En Hillsborough (Inglaterra) en estos días de abril se conmemoraron tres décadas desde la tragedia que le costó la vida a casi noventa personas en un estadio. Las personas estaban en la calle guardando la distancia de un metro cada uno. Eran cientos. Pues bien, ese mismo día aquel país tenía casi 100 mil contagiados de Corvid 19 y sumaba casi trece mil muertos.
¿Llamó “irresponsable” alguna persona a los asistentes al homenaje? ¿Clausuró el evento  y detuvo la policía británica –bastante severa como sabemos- a alguno de los asistentes y organizadores? ¿Algún medio de comunicación o red social censuró aquel acto conmemorativo? La respuesta es obvia.
Como católicos no hacemos un homenaje puramente humano a Dios en la Santa Misa sino que es Cristo quien renueva de modo incruento en el altar su sacrificio. ¡El protagonista el Él! Es evidente que la Iglesia no recibió la Sangre de Cristo para mostrarla al mundo, sino para vivir de Ella, lo cual,  se da de manera presencial y no “espacial” como puede ser por medio de una señal de tv o internet.
Cada fiel católico –en el que se incluyen los sacerdotes- sabe que en los tiempos de mayor necesidad se experimenta una “urgencia de Cristo”,  por lo que no cancelamos ninguna Santa Misa, por el contrario, es el momento de ampliar su celebración con mayor piedad, frecuencia, fervor, respeto y tiempo.  

Si acaso solemos decir que a causa de la falta de tiempo las misas se abrevian bajo la muletilla de que sean“cortitas y fervorositas”… ¡pobre Jesús que paga los platos rotos de nuestras prioridades! En el presente no parece haber excusa suficiente  para no hacer visible  el esplendor de una liturgia en la cual,  el tiempo se detiene porque Jesús, el mismo ayer, hoy y siempre,  se hace presente. Nada de prisa en la Misa, pues como señala un santo contemporáneo: “Si la Misa se te hace larga es que tu corazón es corto”.
Teniendo claro lo anterior, y sólo implementando lo señalado, sumamos la oración de quienes están en sus hogares y deseablemente se pueden unir ahora con más facilidad que en el pasado, toda vez que,  en sus casas  suelen tener más tiempo a su libre disposición. Por mucho que sea el teletrabajo no hay que olvidar que ahora se está en casa, ya no hay excusa para no elevar en familia la oración en el hogar que incluya: gratitud, reparación, plegaria, y alabanza. A lo que además, se pueden añadir tantas otras oportunidades de oración en común como es agradecer los alimentos, rezar el santo Rosario, consagrar el hogar al Sagrado Corazón un Primer Viernes de Mes.
Las autoridades civiles –seculares- en algunas partes del mundo, han permitido lo que quien está llamado a hacerlo,  ha sido “la primera línea” al momento  de aplicar un  criterio restrictivo,  en lo que se refiere a la vida cultual, a la devoción y piedad, particularmente,  en lo referido hacia la Santa Eucaristía.
Dos ejemplos podemos citar: El Gobernador de Texas (USA) favoreció la celebración de la Santa Misa al incluir los servicios religiosos como parte de los “servicios esenciales”. Esto implica asumir que existiendo una oportuna y necesaria norma restrictiva que impide salir del hogar por causas secundarias (recreación, deportes, arte), sí se permite hacer cuando se considera algo como necesario bajo el apelativo de “esencial”. Sin duda, la producción, mantención de servicios y la alimentación son algo “impostergable”, que se deberá realizar con todos los medios disponibles a la fecha para evitar un eventual contagio. ¿Un gobernador secular permite lo que algunos pastores han limitado con prisa?
Como hijos de la Iglesia sólo podemos tener a Cristo presente en la Eucaristía como algo esencial, de quien depende nuestra existencia y vida eterna.
! Que Viva Cristo Rey!

IGLESIA DE CERRO TORO CHILE




No hay comentarios:

Publicar un comentario