TEMA : “HACIA UNA ECLESIOLOGIA EUCARÍSTICA”.
FECHA:
TEMA DE FORMACIÓN MES DE ABRIL DEL 2020
1. “Vamos nosotros contigo”.
El
tiempo pascual que hemos iniciado, se extenderá a lo largo de cincuenta días,
culminando con la “Fiesta del día cincuenta” como es Pentecostés, con la venida
del Espíritu Santo. En medio de estas
semanas conoceremos, por medio del
relato de San Lucas, cómo Jesús es
reconocido por los discípulos de Emaús
“en la Fracción del Pan”, lo que evoca –precisamente- la celebración de la Santa Misa. El Señor
escogió un ámbito “eucarístico” para
revelarse a los jóvenes de su Iglesia que comenzaba a crecer en torno al
misterio pascual. Como jóvenes, encumbrados en entusiasmos, retornaban
carizbajos, apesadumbrados por la fuerza de los acontecimientos vividos desde
el fervor del recibimiento aquel domingo
donde tendieron a los pies de Jesús sus propias vestimentas y trenzando palmas
y ramas para unir los vítores de “Hosanna
al viene en el nombre del Señor” al sonido batiente de sus ramos.
VIGILIA RESURRECCIÓN PUERTO CLARO 2020
Enseña
un antiguo refrán, que “la tercera es la
vencida”. Era la tercera vez que se presentaba Jesús a los apóstoles una vez resucitado. El primer
milagro hecho en Caná de Galilea parece encontrar un “eslabón eucarístico” vinculante de todos prodigios realizados en
el hecho que el último milagro de Jesús,
fue el realizado como resucitado en la
multiplicación de los peces.
Tradicionalmente
los Padres de la Iglesia y la enseñanza de la Iglesia ha visto en el signo de
la red la imagen de la Iglesia, en este caso, de una red vacía se pasa, por intervención del
Señor, a una red de pesca abundante (San
Juan XXI, 1-8). .
Podemos
considerar, entre otros aspectos, que la maravilla del milagro fue que lo hizo
Jesús resucitado, el cual, multiplicó aquellos peces que en esa época pululaban
por el Tiberíades, los denominados “bini” (barbo) que median setenta
centímetros llegando a pesar cada uno 6.8 kilos. Es decir, los 153 sumaban una tonelada. ¡Eso es
generosidad!
JÓVENES CONFIRMADOS EN PUERTO CLARO
Sin
duda, este milagro marcó hondamente en
el alma de los apóstoles y la vida espiritual de los primeros creyentes. Sabemos
que los primeros creyentes usaban el distintivo de un pez para indicar su
presencia. En las catacumbas era común su uso, y la catequesis de entonces, es
abundante en el milagro de la pesca milagrosa realizada por Jesús Resucitado.
En
los tiempos de mayor necesidad tenemos “urgencia
de Cristo”, no cancelamos ninguna Santa Misa. Sumamos la opción de quienes
están en sus hogares y deseablemente se unen ahora con más facilidad, toda vez que en sus hogares disponen de mayor
tiempo al no tener que ir a trabajar presencialmente o porque están en
cuarentena total en su ciudad.
La
oración de Cristo es la Santa Misa. Ella no es obra exclusiva de una persona ni
es genialidad inventiva de una comunidad. Todas las oraciones del mundo
elevadas un día y –más aún- todos los días, son “pequeños” en comparación al número de
gracias que devienen de la celebración una sola Santa Misa, porque el
sacrificio de Cristo tiene un valor infinito. ¿Es esencial para nuestra fe, para nuestra piedad, para nuestra vida interior, la participación “presencial” en la Santa Misa?
Salvando
las distancias y diferencias con el país de Norte, un alcalde en Chile sostuvo
recientemente que entre las prioridades y “cosas
importantes” está sacar a pasear a las mascotas. ¡Hay tiempo, lugar, y permiso
para pasear un perro pero, los templos
deben permanecer cerrados, en los lugares de cuarentena total! Entiendo que una
persona carente de fe y educación religiosa seria pueda tener una escala de
valores, principios y prioridades muy desordenados, por lo que debemos rezar
para que ello cambie.
Mas,
en el caso del creyente, y particularmente de un consagrado, independiente del color de su
vestimenta, como miembro de la Iglesia,
está llamado a ser “el cable a
tierra” de la gracia de Dios al mundo, cuya misión incluya en todo
momento, hablar con Dios y hablar de
Dios, siendo el puente que permita transitar
a aquel que se convierte y cree, en
aquella perenne verdad que ha vencido la posibilidad y el relativismo
imperante.
PEGATINAS DETENTE ANTI CORVID -19
Hoy
(lunes) tuve que ir al banco del centro de la ciudad. Había unas cien personas
esperando poder ingresar. Por la tarde, en nuestra ciudad, aunque la ley
permite reuniones hasta cincuenta personas con uso de mascarilla, guantes y
alcohol “gel” (no faltara el que se tome el alcohol), habrá muchos templos silentes, apagados, y hasta por
una doble razón: “el impostergable día
del sacerdote”, que es para el…para sus cosas…por lo que, como
dramáticamente lo experimentan muchos feligreses, en aquellas parroquias donde se suprime la
celebración de la Santa Misa de los lunes por esta “poderosa” razón. Cuando Nuestro Señor dijo: “Yo estaré todos los días” debió haber añadido: “excepto los lunes”.
Somos
creyentes y no debemos entender lo que pasa como simple causa del azar. Siempre
el mundo católico ha visto en las pestes –pandemias- como parte de una
corrección, de un castigo, y una prueba. ¿Cómo es posible que ello suceda? La
respuesta surge leyendo la Biblia, y asumiendo que si el hombre que alza la
mano en contra su padre comete una falta atroz, y a todas luces condenable. ¡Que será hacerlo contra Dios y sus designios!
Ningún
virus es más mortal que el pecado: debemos protegernos del pecado, como lo
leemos en el Nuevo Testamento. Hay tantos que hablan del Dios del Antiguo
Testamento como oponiéndolo al del Nuevo Testamento. …no castiga…no
condena…como que le da lo mismo lo que pase con cada uno y la sociedad en su
conjunto. Es el dios ¡no problem! No
pasa nada sin uno prescinde de Él.
Hay
sacerdotes que al momento de hablar de la pandemia actual se presentan como expertos en profilaxis, es
decir, en todo lo que se refiere al cuidado y prevención, actuando más con el
lenguaje de un “prevencionista de
riesgo” que como el de un sacerdote
pastor que es.
El
hombre en este caso aquejado de una enfermedad (corvid-19) ya no se le invita a
aceptar a Jesucristo y ofrecer su enfermedad. Actualmente se habla de “contención” de las personas. ¿Será que
una persona ahora es un envase para llenar
su “contenido” o una masa para ser
“contenida”?
Lejos
de invitar a tener un espíritu de sacrificio en los momentos difíciles de quien
ha enfermado, o de quienes están llamados a servir al enfermo como ha sido la práctica sistemática de nuestra Iglesia al momento de ayudar al que sufre en
tiempos de epidemias, en la actualidad se percibe una vida eclesial de
repliegue bajo la consigna de obedecer lo que dictamina la autoridad sanitaria.
Incluso
el acompañamiento al enfermo o su visita en el lecho de agonía para administrar
los sacramentos es tenido como un acto “irresponsable”,
digno de condena “social”. Pero, la pregunta fundamental surge de inmediato, y
en parte fue hecha hace unos años, en la
“acontecida” visita del actual Sumo
Pontífice a nuestra Patria, repitiendo lo dicho por San Alberto Hurtado
Cruchaga: “¿Qué haría Cristo en mi
lugar?...¿Que actitud tuvo Cristo con los leprosos de su tiempo…¿Sabía Él que
podía contagiarse y –eventualmente- contagiar a otros?
Entonces,
urge preguntar: ¿Puede un bautizado optar por servir a quien está contagiado de
corona virus aun a costa de su propia salud? Si somos creyentes hemos de procurar actuar
como creyentes, hablar con un lenguaje de creyente…casi “transpirar” como creyente, pero a causa de la debilidad de fe en
la actualidad, con mucha frecuencia la vida del católico no pasa de ser un
simple disfraz que se usa según conveniencia
y convergencia con los criterios del mundo.
La
fructuosa participación en la Santa Eucaristía puede nutrirse de muchos actos
de legítima piedad, pero la Misa no puede suplirse por ninguno de ellos, ni por
todos en su conjunto, toda vez que, la presencia de Jesús en la ella confiere
fuerza y vida a todo lo que la Iglesia hace. Acuñada una frase, frecuentemente
citada del Sínodo Vaticano Segundo, “La
Eucaristía hace Iglesia, la Eucaristía hace Iglesia”, adquiere una
relevancia en la hora actual donde muchos altares y templos permanecen sorprendentemente silenciados.
SACERDOTE
JAIME HERRERA
En
Hillsborough (Inglaterra) en estos días de abril se conmemoraron tres décadas
desde la tragedia que le costó la vida a casi noventa personas en un estadio.
Las personas estaban en la calle guardando la distancia de un metro cada uno.
Eran cientos. Pues bien, ese mismo día aquel país tenía casi 100 mil contagiados
de Corvid 19 y sumaba casi trece mil muertos.
¿Llamó
“irresponsable” alguna persona a los asistentes al homenaje? ¿Clausuró el
evento y detuvo la policía británica
–bastante severa como sabemos- a alguno de los asistentes y organizadores? ¿Algún
medio de comunicación o red social censuró aquel acto conmemorativo? La
respuesta es obvia.
Como
católicos no hacemos un homenaje puramente humano a Dios en la Santa Misa sino
que es Cristo quien renueva de modo incruento en el altar su sacrificio. ¡El
protagonista el Él! Es evidente que la Iglesia no recibió la Sangre de Cristo
para mostrarla al mundo, sino para vivir de Ella, lo cual, se da de manera presencial y no “espacial” como puede ser por medio de
una señal de tv o internet.
Cada
fiel católico –en el que se incluyen los sacerdotes- sabe que en los tiempos de
mayor necesidad se experimenta una “urgencia
de Cristo”, por lo que no cancelamos ninguna Santa Misa,
por el contrario, es el momento de ampliar su celebración con mayor piedad,
frecuencia, fervor, respeto y tiempo.
Si
acaso solemos decir que a causa de la falta de tiempo las misas se abrevian
bajo la muletilla de que sean“cortitas y
fervorositas”… ¡pobre Jesús que paga los platos rotos de nuestras
prioridades! En el presente no parece haber excusa suficiente para no hacer visible el esplendor de una liturgia en la cual, el tiempo se detiene porque Jesús, el mismo
ayer, hoy y siempre, se hace presente.
Nada de prisa en la Misa, pues como señala un santo contemporáneo: “Si la Misa se te hace larga es que tu
corazón es corto”.
Teniendo
claro lo anterior, y sólo implementando lo señalado, sumamos la oración de
quienes están en sus hogares y deseablemente se pueden unir ahora con más
facilidad que en el pasado, toda vez que, en sus casas
suelen tener más tiempo a su libre disposición. Por mucho que sea el
teletrabajo no hay que olvidar que ahora se está en casa, ya no hay excusa para
no elevar en familia la oración en el hogar que incluya: gratitud, reparación,
plegaria, y alabanza. A lo que además, se pueden añadir tantas otras
oportunidades de oración en común como es agradecer los alimentos, rezar el
santo Rosario, consagrar el hogar al Sagrado Corazón un Primer Viernes de Mes.
Las
autoridades civiles –seculares- en algunas partes del mundo, han permitido lo que
quien está llamado a hacerlo, ha sido “la primera línea” al momento de aplicar un
criterio restrictivo, en lo que
se refiere a la vida cultual, a la devoción y piedad, particularmente, en lo referido hacia la Santa Eucaristía.
Dos
ejemplos podemos citar: El Gobernador de Texas (USA) favoreció la celebración
de la Santa Misa al incluir los servicios religiosos como parte de los “servicios esenciales”. Esto implica
asumir que existiendo una oportuna y necesaria norma restrictiva que impide
salir del hogar por causas secundarias (recreación, deportes, arte), sí se
permite hacer cuando se considera algo como necesario bajo el apelativo de “esencial”. Sin duda, la producción,
mantención de servicios y la alimentación son algo “impostergable”, que se
deberá realizar con todos los medios disponibles a la fecha para evitar un
eventual contagio. ¿Un gobernador secular permite lo que algunos pastores han
limitado con prisa?
Como
hijos de la Iglesia sólo podemos tener a Cristo presente en la Eucaristía como
algo esencial, de quien depende nuestra existencia y vida eterna.
!
Que Viva Cristo Rey!
IGLESIA DE CERRO TORO CHILE
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