TEMA : “ID A LOS CRUCES DE LOS
CAMINOS”.
FECHA: HOMILÍA
/ DOMINGO XXVIII° T.O
/ OCTUBRE 2020.
Culminamos hoy el
triduo de parábolas enseñadas por Jesús. Hemos caminado espiritualmente con Jesús
desde Tiro y Sidón, pasando por Cafarnaúm hasta llegar ahora a Jerusalén donde,
en un abrir y cerrar de ojos, el Señor será rechazado y puesto en la Cruz.
Habitualmente cuando
recibimos una invitación de una persona que estimamos, y que detenta un cargo
de responsabilidad, si acaso no podemos
acceder, enviamos una gentil declinación, sea por un medio verbal o escrito.
En este caso, la
parábola nos dice que un rey envió una invitación a sus bodas, lo que por
entonces implicaba no sólo la ceremonia cultual y posterior banquete, sino que
se extendía por varios días debiendo dar alojamiento a cada uno de de los
invitados. Por ello nos sorprende que no
sólo rechazan la invitación sino que maltrataran y asesinaran a los mensajeros.
Dicha invitación se
ubica en la línea del llamado universal a la santidad: a todos y en todo nos
invita. ¡Sin rebajas ni recortes! Nuestra Iglesia acogiendo las enseñanzas de Cristo habla de santidad y perfección, en modo
alguno apunta a un espíritu de buenismo espurio. Ningún hijo del
progresismo no desea un mundo mejor, más el hijo de la Iglesia aspira a la santidad que es la misteriosa participación
de la vida divina, como dice una de las oraciones de la Santa Misa de este día.
El rechazo abyecto del
pueblo elegido no implica que no permaneciera fiel un remanente, aquel “pusillus grex” (San Lucas XII, 32), el cual serviría –como levadura a la masa- para
alcanzar las gracias necesarias para ofrecer, posteriormente, la salvación a todos los pueblos de todos los
tiempos. Ciertamente, aquel rechazo hizo que los demás pueblos tuviesen
oportunidad de ser invitados, formando parte de los comensales, obviamente si
aceptaban y acudían a ella.
Al fin del relato el
Señor Jesús indica en la Parábola que uno de los que acudieron no iba vestido adecuadamente, por lo que sí
importa como una va vestido, toda vez
que en la Santa Biblia la expresión “vestimenta” implica las acciones santas
de las personas (Apocalipsis XIX, 7).
Uno de los invitados llegó con vestimenta propia….es
decir, por “caminos propios”, autónomos,
que priorizaban otros banquetes antes que los del rey, finalmente eran ellos
–los comensales- los que como autoerigidos monarcas decidían lo que querían,
actitud que conlleva la fantasía de sentirse bien pero no de hacer lo que Dios
quiere. Aquella opción implicaría similares consecuencias a las que tuvieron
quienes en el Paraíso terrenal del único fruto prohibido decidieron comer: “Por el pecado de un hombre entró la muerte
en el mundo” (Romanos V, 12).
Es el veneno
espiritual que tiene aroma agradable, buen sabor, pero que mata al instante. Vestirse
de la gracia implica andar con la seguridad de la bendición de Dios, que “luce”, “atrae” y “protege”. Elegir
la vestimenta adecuada denota respeto por el anfitrión, donde no impongo “ni estilo” sino que agradezco la
convocación gratuita, deferente y libre que hemos recibido.
Jesús apunta al
espíritu desconsiderado, que no atiende, no respeta, y no acoge más que lo que
se encierra en su indumentaria, que termina siendo estandarte de una vida
miserable donde sólo hay “llanto y
rechinar de dientes” (v.13). Jesús “vino a los suyos y estos no lo recibieron” leemos en el prólogo de
San Juan en cada Misa de rito extraordinario. Suena al lamento de nuestro mundo contemporáneo obsecuente a la espiral
de un progresismo cuyo enemigo, fue, es y será la Iglesia fundada por Jesús
Sin duda, a lo largo
de este tiempo que viene cada fiel deberá hacer un esfuerzo en procurar recuperar el estado de gracia perdido a
causa de los pecados graves que eventualmente podríamos haber cometido durante
los largos meses de cautiverio que aun padecemos. Cristo en la confesión sacramental nos ofrece aquella “vestidura de salvación” que anunció el
profeta Isaías (LXI, 10), y que es necesaria para poder comulgar tanto
sacramental como espiritualmente.
¿Qué hace no acoger la
invitación? No vi el wasap, no abrí la carta, no miré el mensaje de texto.
¡Quién no ha dado esta respuesta para justificar una negligente desconsideración!
Esto implica que nuestras prioridades y afanes están por el camino opuesto del
que propone Aquel que nos ha invitado con una perseverancia que es capaz de
doblegar nuestra inacción, y encender el más gélido de los corazones.
¿Alguna vez
organizamos un acto donde nadie llegó? Con la mejor disposición y esfuerzo nos
esmeramos en preparar todo para una fiesta, un cumpleaños, una cena, y
prontamente las excusas se multiplican
quedando con toda la mesa puesta. ¿Por qué no llegan? La respuesta generalmente,
salvando excepciones justificadas, es precisa: Porque tuvieron algo más
importante que lo que nosotros programamos. Más simple: Dios muchas veces es el plan “b”,”c” en el menos malo de los casos
puesto que con frecuencia, aquello que
se refiere al Señor Jesús y su Iglesia es
el plan “x-y-.z”. ¿Ese es el
trato que damos a nuestro Dios? ¿Es el valor que damos a la sangre derramada
por Cristo?
Con temor y temblor
vemos que la tentación de postergar a Jesús ha recrudecido en estos meses de
pandemia donde las verdades propias de nuestra fe proclamadas en el Credo son sistemáticamente
negadas por “muchos de los invitados”
al bautismo, en tanto que, los
sacramentos de la vida del cristiano son dejados de lado por diversas realidades
que se consideran “más importantes”. Esto
sucede porque cuando, lo que siempre ha importado, en la actualidad ya no
importa, en el futuro nada importará.
La superficialidad nos
hace abstenernos de “ir al banquete”
al que el Señor nos ha invitado con insistencia, pues recordamos que
prometió estar junto a nosotros “todos los días hasta el fin del mundo”.
Sin duda hemos de distinguir que esa ligereza puede ser más o menos culpable,
considerando los medios con que hemos contado y la generosidad que pusimos en
crecer interiormente.
Sabemos que sólo se
ama lo que se conoce: Nadie se casa para toda la vida con quien no conoce.
Normalmente la decisión de contraer matrimonio pasa por un período más o menos
extenso, en el cual se va descubriendo con quién se quiere vivir para siempre. El
rudimentario conocimiento que mayoritariamente se tiene de las verdades
reveladas por Dios, profesadas con gran
rapidez en cada misa dominical y festiva, lleva al abandono de lo que se cree.
En esto tiene especial culpabilidad el catecismo y la enseñanza religiosa
sistemática que de tanto “aterrizarla”
ha olvidado que debe despegar y volar, con lo cual, sólo se ha formado
“gallinas” y no “águilas” en relación a la fe, celebración y vida.
Lo anterior tiene
implicancias “concretas”, que son
experimentadas al interior de nuestras
comunidades permanentemente: Hace unos meses un encargado de proyectos de la
pastoral social en nuestra diócesis en Valparaíso promovía un “feliz acercamiento” entre el mundo de las parroquias y las
juntas de vecinos, clubes deportivos y diversas organizaciones de la sociedad, incluidos
del denominados “colectivos” de cada “territorio”, en tanto que, para poder “escuchar
el Espíritu de Dios” incentivaba a imitar el “proyecto constituyente” hecho
por algunas naciones de Latinoamérica. Todo parecía sonar muy bien salvo que de
incluir a todos terminaba excluyendo, lo único necesario que es nuestro Buen Dios.
Una debilitada catequesis
suele ser el abono para que las ideologías y el progresismo encuentren el mejor
ambiente para expandir aquellos principios falsos y autoritarios que generan
mayor pobreza, ahondan odiosidades, y sobre todo, fomentan una vida de pecado –lejos
de Dios - como estilo de vida.
Y esto sucede porque
no acabamos de comprender de una vez por todas, que sólo en Cristo están las
respuestas a todas nuestras necesidades e interrogantes, cediendo a la
tentación de mendigar verdades en lo que siempre fue y serán un mero sucedáneo,
una imitación y, una bagatela que aparenta pero no es realmente. Simple y
claro: El jurel tipo salmón, el brillante de zircón, equivalen a esa fe licuada que masivamente se profesa
hoy, que no convence porque no está convencida.
Siempre nos parece que
la certeza y verdad no anidan plenamente en la voz de nuestra Iglesia sino que damos crédito a quien habla más fuerte, en quienes son más
los que hablan y, en cuantos hablan más. El apostolado y testimonio de vida
cristiana hacia el mundo actual será eficaz en cuanto nuestra fe esté marcada
por la fidelidad y el abandono en la gracia que viene del Señor sobre gustos,
planes propios, como los que fueron invitados a una boda y declinaron porque aquel rey no califica en sus
intereses, anhelos y proyectos.
Teniendo presente lo
anterior, que leemos en el Evangelio, no
se detuvo en una declinación cortés y de buena crianza a la invitación, sino
que asesinaron a los mensajeros, Dios no cede en exhortar a llenar su Casa con
nuevos invitados, para lo cual, nos pide salir a los cruces de los caminos que
representan todos los lugares donde nos movemos y existimos. ¡Cómo no creer en
Dios! Si nunca se cansa de extender Su mano providente en cuidarnos y su corazón
permanece palpitante para hacer llegar su gracia al primer pestañar de nuestra
conversión.
En el mundo de las
redes sociales el cruce de caminos se da de manera múltiple. Nada más oportuno
que recordar el ejemplo de vida católica que hoy nos presenta nuestra Iglesia
con motivo de la beatificación de Carlo Karol Acutis Salzano, nacido un tres de
Mayo de 1991 en la ciudad de Londres, que murió luego de padecer una grave
enfermedad a los quince años el día 12
de Octubre del 2006, y que valoraba dar
a Dios el primer lugar repitiendo que “La
Eucaristía es mi autopista para el cielo”, acudía a la Misa diariamente, hacia
adoración al Santísimo Sacramento pues repetía: “Se va al cielo directamente por medio de la Eucaristía”. Para
hacer el bien sacaba su fuerza de su amor a Cristo. Internet no es un medio de
evasión sino de encuentro para dar a conocer a aquella fe que anidaba desde el
bautismo y a lo largo de cada una de las etapas de su vida. ¡Nunca ocultó su fe
por respetos humanos! Fue “frontal” a la hora dar a Dios lo que es de Dios, sin
rebajas ni cobardía, con la consecuencia propia de un alma santa que hoy ha
sido elevado a los altares.
Rezaba el Santo Rosario
diariamente y se consagró a la Virgen. Hablamos de una vida que breve en años
fue plena en amor a Dios. “No quiero ir
al purgatorio quiero ir al Cielo”. Fue capaz de navegar contra el oleaje
del secularismo reinante gracias a su tierna devoción dada a la Virgen María.
Acogió la invitación al banquete de los
santos y sin duda diremos escuchó a Jesús, el Buen Pastor decir:
“Ven bendito de mi Padre al lugar preparado para ti desde toda la eternidad”.
Amén.
¡Que Viva Cristo Rey!
CARLO ACUTIS: “LA EUCARISTIA ES LA AUTOPISTA PARA LLEGAR AL CIELO”
“¿De qué sirve al hombre ganar una batalla si no es capaz de vencer sus propias pasiones?”
“SÓLO LOS QUER HAGAN LA VOLUNTAD
DE DIOS SERÁN VERDADERAMENTE LIBRES”
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