jueves, 15 de octubre de 2020


TEMA  : “ID A LOS CRUCES DE LOS CAMINOS”.

FECHA: HOMILÍA  /  DOMINGO XXVIII°   T.O   /   OCTUBRE  2020.

Culminamos hoy el triduo de parábolas enseñadas por Jesús. Hemos caminado espiritualmente con Jesús desde Tiro y Sidón, pasando por Cafarnaúm hasta llegar ahora a Jerusalén donde, en un abrir y cerrar de ojos, el Señor será rechazado y puesto en la Cruz.

Habitualmente cuando recibimos una invitación de una persona que estimamos, y que detenta un cargo de responsabilidad, si acaso  no podemos acceder, enviamos una gentil declinación, sea por un medio verbal o escrito.

En este caso, la parábola nos dice que un rey envió una invitación a sus bodas, lo que por entonces implicaba no sólo la ceremonia cultual y posterior banquete, sino que se extendía por varios días debiendo dar alojamiento a cada uno de de los invitados. Por ello nos  sorprende que no sólo rechazan la invitación sino que maltrataran y asesinaran  a los mensajeros.

Dicha invitación se ubica en la línea del llamado universal a la santidad: a todos y en todo nos invita. ¡Sin rebajas ni recortes! Nuestra Iglesia acogiendo las enseñanzas de  Cristo habla de santidad y perfección, en modo alguno apunta a un  espíritu de buenismo espurio. Ningún hijo del progresismo no desea un mundo mejor, más el hijo de la Iglesia  aspira a la santidad que es la misteriosa participación de la vida divina, como dice una de las oraciones de la Santa Misa de este día.

El rechazo abyecto del pueblo elegido no implica que no permaneciera fiel un remanente, aquel “pusillus grex” (San Lucas XII, 32),  el cual serviría –como levadura a la masa- para alcanzar las gracias necesarias para ofrecer, posteriormente,  la salvación a todos los pueblos de todos los tiempos. Ciertamente, aquel rechazo hizo que los demás pueblos tuviesen oportunidad de ser invitados, formando parte de los comensales, obviamente si aceptaban y acudían a ella.

Al fin del relato el Señor Jesús indica en la Parábola que uno de los que acudieron  no iba vestido adecuadamente, por lo que sí importa como una va vestido,  toda vez que  en la Santa Biblia la expresión “vestimenta” implica las acciones santas de las personas (Apocalipsis XIX, 7).

 

Uno de los  invitados llegó con vestimenta propia….es decir, por “caminos propios”,  autónomos, que priorizaban otros banquetes antes que los del rey, finalmente eran ellos –los comensales- los que como autoerigidos monarcas decidían lo que querían, actitud que conlleva la fantasía de sentirse bien pero no de hacer lo que Dios quiere. Aquella opción implicaría similares consecuencias a las que tuvieron quienes en el Paraíso terrenal del único fruto prohibido decidieron comer: “Por el pecado de un hombre entró la muerte en el mundo” (Romanos V, 12).

Es el veneno espiritual que tiene aroma agradable, buen sabor, pero que mata al instante. Vestirse de la gracia implica andar con la seguridad de la bendición de Dios, que “luce”, “atrae” y “protege”. Elegir la vestimenta adecuada denota respeto por el anfitrión, donde no impongo “ni estilo” sino que agradezco la convocación gratuita, deferente y libre que hemos recibido.

Jesús apunta al espíritu desconsiderado, que no atiende, no respeta, y no acoge más que lo que se encierra en su indumentaria, que termina siendo estandarte de una vida miserable donde sólo hay “llanto y rechinar de dientes” (v.13). Jesús “vino a los suyos y estos no lo recibieron” leemos en el prólogo de San Juan en cada Misa de rito extraordinario. Suena al lamento de nuestro  mundo contemporáneo obsecuente a la espiral de un progresismo cuyo enemigo, fue, es y será la Iglesia fundada por Jesús

Sin duda, a lo largo de este tiempo que viene cada fiel deberá hacer un esfuerzo en procurar recuperar el estado de gracia perdido a causa de los pecados graves que eventualmente podríamos haber cometido durante los largos meses de cautiverio que aun padecemos. Cristo en la confesión  sacramental nos ofrece aquella “vestidura de salvación” que anunció el profeta Isaías (LXI, 10), y que es necesaria para poder comulgar tanto sacramental como espiritualmente.

¿Qué hace no acoger la invitación? No vi el wasap, no abrí la carta, no miré el mensaje de texto. ¡Quién no ha dado esta respuesta para justificar una negligente desconsideración! Esto implica que nuestras prioridades y afanes están por el camino opuesto del que propone Aquel que nos ha invitado con una perseverancia que es capaz de doblegar nuestra inacción, y encender el más gélido de los corazones.

 

 

¿Alguna vez organizamos un acto donde nadie llegó? Con la mejor disposición y esfuerzo nos esmeramos en preparar todo para una fiesta, un cumpleaños, una cena, y prontamente las excusas se multiplican  quedando con toda la mesa puesta. ¿Por qué no llegan? La respuesta generalmente, salvando excepciones justificadas, es precisa: Porque tuvieron algo más importante que lo que nosotros programamos.  Más simple: Dios muchas veces es el plan “b”,”c” en el menos malo de los casos puesto que con frecuencia,  aquello que se refiere al Señor Jesús y su Iglesia es  el plan “x-y-.z”. ¿Ese es el trato que damos a nuestro Dios? ¿Es el valor que damos a la sangre derramada por Cristo?

Con temor y temblor vemos que la tentación de postergar a Jesús ha recrudecido en estos meses de pandemia donde las verdades propias de nuestra fe proclamadas en el Credo son sistemáticamente negadas por “muchos de los invitados” al bautismo, en tanto que,  los sacramentos de la vida del cristiano son dejados de lado por diversas realidades que se consideran “más importantes”. Esto sucede porque cuando, lo que siempre ha importado, en la actualidad ya no importa, en el futuro nada importará.

La superficialidad nos hace abstenernos de “ir al banquete” al que el Señor nos ha invitado con insistencia, pues recordamos que prometió  estar junto a nosotros “todos los días hasta el fin del mundo”. Sin duda hemos de distinguir que esa ligereza puede ser más o menos culpable, considerando los medios con que hemos contado y la generosidad que pusimos en crecer interiormente.

Sabemos que sólo se ama lo que se conoce: Nadie se casa para toda la vida con quien no conoce. Normalmente la decisión de contraer matrimonio pasa por un período más o menos extenso, en el cual se va descubriendo con quién se quiere vivir para siempre. El rudimentario conocimiento que mayoritariamente se tiene de las verdades reveladas por Dios,  profesadas con gran rapidez en cada misa dominical y festiva, lleva al abandono de lo que se cree. En esto tiene especial culpabilidad el catecismo y la enseñanza religiosa sistemática que de tanto “aterrizarla” ha olvidado que debe despegar y volar, con lo cual, sólo se ha formado “gallinas” y no “águilas” en relación a la fe, celebración y vida.

 

 

 

 

Lo anterior tiene implicancias “concretas”, que son experimentadas  al interior de nuestras comunidades permanentemente: Hace unos meses un encargado de proyectos de la pastoral social en nuestra diócesis en Valparaíso promovía un “feliz acercamiento”  entre el mundo de las parroquias y las juntas de vecinos, clubes deportivos y diversas organizaciones de la sociedad, incluidos del denominados “colectivos” de cada “territorio”,  en tanto que,  para poder “escuchar el Espíritu de Dios” incentivaba a imitar el “proyecto constituyente” hecho por algunas naciones de Latinoamérica. Todo parecía sonar muy bien salvo que de incluir a todos terminaba excluyendo, lo único necesario que es nuestro Buen Dios.

Una debilitada catequesis suele ser el abono para que las ideologías y el progresismo encuentren el mejor ambiente para expandir aquellos principios falsos y autoritarios que generan mayor pobreza, ahondan odiosidades, y sobre todo, fomentan una vida de pecado –lejos de Dios - como  estilo de vida.  

Y esto sucede porque no acabamos de comprender de una vez por todas, que sólo en Cristo están las respuestas a todas nuestras necesidades e interrogantes, cediendo a la tentación de mendigar verdades en lo que siempre fue y serán un mero sucedáneo, una imitación y, una bagatela que aparenta pero no es realmente. Simple y claro: El jurel tipo salmón, el brillante de zircón, equivalen a esa fe licuada que masivamente se profesa hoy, que no convence porque no está convencida.

Siempre nos parece que la certeza y verdad no anidan plenamente en la voz de nuestra  Iglesia sino que damos crédito  a quien habla más fuerte, en quienes son más los que hablan y, en cuantos hablan más. El apostolado y testimonio de vida cristiana hacia el mundo actual será eficaz en cuanto nuestra fe esté marcada por la fidelidad y el abandono en la gracia que viene del Señor sobre gustos, planes propios, como los que fueron invitados a una boda y declinaron  porque aquel rey no califica en sus intereses, anhelos y proyectos.  

Teniendo presente lo anterior, que leemos en el Evangelio,  no se detuvo en una declinación cortés y de buena crianza a la invitación, sino que asesinaron a los mensajeros, Dios no cede en exhortar a llenar su Casa con nuevos invitados,  para lo cual,  nos pide salir a los cruces de los caminos que representan todos los lugares donde nos movemos y existimos. ¡Cómo no creer en Dios! Si nunca se cansa de extender Su mano providente en cuidarnos y su corazón permanece palpitante para hacer llegar su gracia al primer pestañar de nuestra conversión.

En el mundo de las redes sociales el cruce de caminos se da de manera múltiple. Nada más oportuno que recordar el ejemplo de vida católica que hoy nos presenta nuestra Iglesia con motivo de la beatificación de Carlo Karol Acutis Salzano, nacido un tres de Mayo de 1991 en la ciudad de Londres, que murió luego de padecer una grave enfermedad  a los quince años el día 12 de Octubre del 2006, y  que valoraba dar a Dios el primer lugar repitiendo que “La Eucaristía es mi autopista para el cielo”, acudía a la Misa diariamente, hacia adoración al Santísimo Sacramento pues repetía: “Se va al cielo directamente por medio de la Eucaristía”. Para hacer el bien sacaba su fuerza de su amor a Cristo. Internet no es un medio de evasión sino de encuentro para dar a conocer a aquella fe que anidaba desde el bautismo y a lo largo de cada una de las etapas de su vida. ¡Nunca ocultó su fe por respetos humanos! Fue “frontal” a la hora dar a Dios lo que es de Dios, sin rebajas ni cobardía, con la consecuencia propia de un alma santa que hoy ha sido elevado a los altares.

Rezaba el Santo Rosario diariamente y se consagró a la Virgen. Hablamos de una vida que breve en años fue plena en amor a Dios. “No quiero ir al purgatorio quiero ir al Cielo”. Fue capaz de navegar contra el oleaje del secularismo reinante gracias a su tierna devoción dada a la Virgen María. Acogió la invitación al banquete de los santos y sin duda diremos escuchó a Jesús, el Buen Pastor  decir: “Ven bendito de mi Padre al lugar preparado para ti desde toda la eternidad”. Amén.

¡Que Viva Cristo Rey! 


     

CARLO ACUTIS: “LA EUCARISTIA ES LA AUTOPISTA PARA LLEGAR AL CIELO”   

“¿De qué sirve al hombre ganar una batalla si no es capaz de vencer sus propias pasiones?”   

 “SÓLO LOS QUER HAGAN LA VOLUNTAD DE DIOS SERÁN VERDADERAMENTE LIBRES”







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