TEMA : “CHILE CON ¿VOTO
DE POBREZA?
FECHA: TEMA DE FORMACIÓN CATÓLICA / NOVIEMBRE 2020.
Precedido por un proceso irregular en muchos aspectos y en un
acto que, a pesar de los entusiastas organizadores, no logró superar que uno de
cada dos votantes acudiese a emitir su opinión a pesar de ser catalogado como
un acto histórico, una nueva era en el mundo de la vida política, el cierre de
procesos con décadas de implementación, cambios sistémicos, y una casi
interminable lista de adjetivos rimbombantes, donde se debe incluir movilización
gratuita y, la más sorprendente generosidad del virus mortal más agresivo en
siglos, con todo, hubo siete millones de chilenos que no votaron, cambiando la
edad de los votantes pero no la apatía ambiental reinante en las últimas décadas en cada proceso
eleccionario.
Ni 30 pesos, ni 30 años ¡Por 30 monedas de plata vendieron a Jesús! |
Durante ocho meses gran parte de los chilenos, de todas las
edades, vimos limitado por razones de salud el ejercicio de reunión y traslado,
pues el poder ejecutivo, asesorado por organismos supuestamente competente, exigió
y propiciaron un confinamiento para evitar contagios. Frecuentemente los
representantes del Colegio Médico Nacional y Regional daban entrevistas en los
Mass Media señalando la gravedad de la pandemia, mas, frente al acto
eleccionario dichos representantes que parecían rivalizar en el número de las apariciones con el primer mandatario y el
ministro de salud, de pronto
desaparecieron, y el virus mortal acogió sus súplicas, y autorizó por un día, con el uso de mascarillas y distancia física
de un metro, poder sufragar con aquella esquiva seguridad que obligó durante meses al más riguroso de los encierros.
¿Habrá que agradecer a San Corvid que tuvo la gentileza de
permitir que la mitad del país pudiese ir a votar? O más bien, ¿Pondremos
atención al justificado temor de contagio de los adultos que habitualmente
sufragaban y que, en esta oportunidad,
constituyen la mitad renuente a este proceso? No hay que olvidarlo: Sólo
uno de cada dos chilenos acudieron a sufragar en la más importante de las
votaciones. Decir que ello es un éxito es de una mediocridad incuestionable,
toda vez que, esa media verdad es una
total mentira. Los datos son precisos:
El Gobierno Militar llamó a votar en un plebiscito en 1988 y lo hizo el 97.5%, en esta ocasión, sólo
el 50.6%. Contra toda inteligencia se argumenta que fue “histórico” porque
sufragaron más personas. El resultado respecto del porcentaje de participación es simplemente mediocre, y
aplicada a una nota como la recibida por un escolar sería un reprobable 3.6.
Cualquier estudiante que llegase ante sus padres y les informase
que recibió nota de 3.6 en el examen decisivo no creo que esperase ser
felicitado, ni estaría orgulloso de su desempeño, ni fundamentaría la fantasía
de su logro en que nunca antes hubo tantos que diesen la prueba, lo único que
podemos concluir en este aspecto es que se trata de una nota roja…aquí y en la
Quebrada del Ají, donde la gente ya no estará tan feliz.
Respecto del ambiente de incertidumbre, algunos analistas centran su mirada en el desempeño de la Bolsa de
Comercio. Como es algo que suele ser sintomático en 1988 el resultado hizo caer
el IPSA en un 17% en tanto que al día siguiente del denominado “Plebiscito
Constitucional” cayó sólo un 2.7% por lo que se debe considerar el volumen y la
estabilidad de la economía de entonces y de nuestros días, de modo especial
porque estamos inmersos en una inédita tormenta viral cuyos efectos no terminan
de ser descubiertos. Lo cierto es que un caso (1988) se da en medio de una economía de despegue y
la otra (2020) se da en una de aterrizaje, en la cual, los indicadores de crecimiento, empleo, deuda
externa, al unísono pregonan una crisis ineludible.
Sin duda los técnicos en materia económica a esta hora deben
hacen muchos informes donde ninguna variable parece quedar al azar.
Simplemente, me parece importante destacar el temor reinante en amplios
segmentos de la población, que no distingue edades ni grupos sociales ni
sectores, ocasiona un estancamiento de la macro y micro economía, lo cual –como
acontece en el mundo deportivo- lleva a olvidar que “la mejor defensa es el ataque”, que en el mundo financiero implica
asumir que el acto de cuidar los recursos en la mano estancan la inversión, por
lo que, la pobreza no sólo no es
derrotada sino que comienza a expandirse, de tal manera que el amanecer
virtuoso que permitió durante las últimas cuatro décadas subir peldaños se va transformando en un
abrupto descenso vicioso que amplifica la pobreza dura, por lo cual, por
ejemplo, aumenta el comercio ambulante, se expanden las tomas de terrenos,
crecen las personas solas en situación de calle, se desata el desempleo
permanente, y emergen múltiples enfermedades asociadas a todo ello.
Nuestra ciudad de Valparaíso, declarada Patrimonio de la
Humanidad, a la cual, el canto avala que “este
puerto amarra como el hambre no se puede vivir sin conocerlo, y no se puede
dejar sin que nos falte”, presenta un nivel de pobreza evidente, el que se
ha acrecentado en estos últimos años, del cual, algo tiene que ver la Pandemia
y Estallido violento, y mucho la deficiente gestión del actual Alcalde Jorge
Sharp cuya naturaleza política es empobrecedora y mediocre.
En estas alturas de expansión del “decrecimiento ciudadano”, sin duda, resulta irrelevante que pueda
lucir más limpia una ciudad (cosa que no pasa) si acaso los turistas ya no
vienen, los cruceros no arriban, las personas no acuden a los servicios por la
violencia imperante, la familia no encuentra lugares de común esparcimiento,
los cuales o están destruidos por el vandalismo o están “tomados por tomados”. Parece interminable el número de oficinas y
empresas que trasladan sus servicios a
ciudades cercanas, trasformando los patrimoniales sitios eriazos en el
reflejo del obligado exilio en busca de seguridad, limpieza, y
aplicación de normativas municipales ajenas a los consabidos y mezquinos
intereses frenteamplistas de un regente patagón.
Sin duda, muy alejado de la búsqueda de crecimiento interior y
vivencia más exacta de la vida de Jesucristo, que hacen religiosos y religiosas
en la profesión de votos, nuestra ciudad de Valparaíso ha hecho desde hace años
un singular “voto de pobreza”, donde
la privación de bienes propios no es consecuencia de un libre acto de renuncia
y entrega generosa, sino del eventual saqueo producto de una ideología
parasitaria y expoliación de bienes debido a una gestión arbitraria y
derrochadora tal como ha sido la implementada en los últimos tres años en el
otrora primer puerto de Chile.
Como creyentes que nos reconocemos, apoyamos nuestra seguridad
en quien no destiñe, no cambia, y permanece como aliado fiel. Jesús, el Señor,
cuya presencia eucarística sostiene nuestra vida día a día viene a nuestros
altares para que, unido a Él, tengamos aquella “vida en abundancia” que se transforma en el anhelado antídoto
contra el virus del pecado e inmuniza contra la tentación.
Por ello, durante los ocho
meses de Pandemia que llevamos, henos procurado celebrar diariamente la
Santa Misa sabiendo de ella nace y hacia ella converge toda la vida de nuestra
Iglesia, particularmente, en un tiempo
donde la apostasía se ha mostrado con mayor crudeza. Es innegable que la
presencia de Satanás se ha expandido en estos meses, toda vez que limitados de
poder comulgar sacramentalmente, las gracias reservadas por Dios en este medio,
no han sido oportuna ni debidamente recibidas causando una desnutrición
espiritual. Tal como el cuerpo físico se debilita al no alimentarlo con las
proteínas necesarias, lo mismo ha pasado
con la vitamina del alma que es Jesús Sacramentado. Según esto, al estar
con las defensas bajas, nuestra Iglesia
Católica ha constatado la irrupción del Maligno que ha hecho trastabillar y
detener a muchos en el camino de la perfección, santidad y virtud.
Siguiendo con el símil del cuerpo, más grave resulta el pronóstico
cuando más tardíamente se realiza, lo que nos lleva a mirar que durante estos
largos meses no han faltado quienes no han echado de menos para nada la
asistencia a la Santa Misa y la comunión sacramental. Se puede olvidar que es
obligación ir a Misa los domingos y fiestas de guardar, se puede olvidar que Jesús
prometió estar “todos los días junto a
nosotros hasta el fin del mundo”, pero si se recuerda con meridiana
precisión respecto del horario de los partidos de fútbol, tenis, y golf. Leo Messi,
Arturo Vidal, Joaquín Niemann, y Rafael Nadal ocupan más tiempo en nuestras
neuronas que el debido recuerdo de lo que hizo, hace y hará Jesús en nuestra
vida.
Lo más dramático de este
extenso tiempo ha sido el desinterés eucarístico, que es un síntoma preciso del
debilitamiento de la fe al interior de nuestra Patria, sobre la cual, se cierne la mayor de las pobrezas que es la
incontrolada extensión del pecado, que en jerga actual podríamos definir como
una pandemia espiritual.
En la Santa Misa vespertina del día lunes 27 de Octubre, en el
Templo Parroquial tuvimos la presencia de diez fieles. Un matrimonio se ubicó
en el lugar habitual de los reclinatorios que tiene cada uno un cojín, los
cuales movieron de su lugar para instalar un parlante y un atril. Durante todo
el tiempo de la pandemia, nuestra mascota parroquial tomó la “costumbre” de
entrar al templo y ubicarse sobre los cojines mencionados. En medio de la
celebración note la intranquilidad de nuestra mascota porque le habían “usurpado”
su lugar ante lo cual, se ubicó en el
mismo lugar donde antes estaban los reclinatorios pero ahora sobre las baldosas
del suelo.
Las migajas que caen de la mesa |
Bastaron unos meses para que nuestra reconocida mascota tomase
el hábito de entrar al templo, ubicarse en un reclinatorio, y salir terminada
la Santa Misa. Como católico hemos
verificado que muchos bautizados –con primera comunión- han “olvidado” casi por completo el hecho de
estar en la Misa con Jesús sacramentado. Siquiera que anhelásemos por costumbre ir a la Eucaristía constituirá
en la hora presente la fuerza emanada de una pequeña llama humeante, más esto, parece ser parte de una ilusión que se diluye
ante el amanecer de la realidad: Cada vez menos se interesan por estar con
Cristo, lo cual, no parte de los fieles
laicos sino que, el drama es que surge por la actitud de quienes debiendo
hacerlo no dan prioridad a la vida
eucarística en el alma y la Iglesia.
Prueba de ello es que con una premura que fue más allá de lo
exigido por la autoridad sanitaria nacional se cerraron los templos -¡casi por
ocho meses!- y, luego, con la implementación de rebuscados protocolos se ha
diferido la apertura de los templos con argumentos que no resisten mayor análisis. Ojala se
sincerasen aquellos que por (de) formación o por descuido en la piedad y devoción, por flojera y comodidad, sostienen que la
vida de la Iglesia no pasa
necesariamente por la Eucaristía, llegando a preguntar ¿Cuántas misas celebró
Jesús en su vida? con el fin de relativizar y depreciar la
necesidad de la centralidad eucarística en nuestra vida espiritual y pastoral actual. Según
esto, nos preguntamos respecto del origen de esta tentación de protestantización de la Iglesia.
Quisiera ver en la “primera línea” de los interesados por la reapertura
de nuestros templos a quien corresponde hacerlo, más constato que se han
adelantado deportistas, artistas, comerciantes, y educadores, como si un bar,
un gimnasio, un motel, o una piscina, fuesen más importante y necesario para
las personas que los templos, relegados “para
el final” porque han sido tenidos, quizás por qué razón, como lugares de
contagio, lo que a todas luces, es falso pues la enfermedad viral se ha
expandido teniendo los templos cerrados al acceso público durante ya varios
meses.
El acto electoral al que acudimos convocó la mitad de los
eventuales ciudadanos con derecho a sufragar. La mesa de votación a la que acudí
a las siete y media de la tarde tenía 324 inscritos y yo fui el número 160.
Pero quien tuvo la gentileza de llevarme hacia el lugar debió hacer una fila para
sufragar de cuatro horas, donde el virus mutó su maldad altamente contagiosa en
bondad inmune. Hoy sigue el toque de queda, y los días domingo permanece
vigente la cuarentena…extraño mal que deja votar y no rezar, extraño mal que
invita votar a los jóvenes y a cuidarse a los adultos, extraño mal que se
expande sólo en los templos y no fuera de ellos; extraño mal que por sólo
veinticuatro horas jugó a las escondidas con el Colegio Médico, los Ciudadanos
Inteligentes y otros.
Como dijo un buen amigo avecindado en el país del Norte: “Chile
hizo voto de pobreza”…y tal como suele repetirse en una broma entre sacerdotes
diocesanos y los miembros de la vida religiosa: “Ellos hacen el voto, y nosotros lo vivimos” ¿Dirán esto las
próximas generaciones por la opción del 39.5% del total de habitantes mayores
de edad con derecho a sufragar?
¡Que Viva Cristo Rey!
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