TEMA : “DIOS AMA COMO PADRE CON ENTRAÑAS DE MADRE”
FECHA:
CHARLA FUNDACIÓN PRO VIDA VIÑA DEL MAR 2023
“Tan
compasivo como es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus
hijos” (Salmo CIII, 13).
Como este texto,
podríamos citar otros 58 que refieren directamente a Dios con el nombre y
figura paterna, lo cual demuestra la riqueza para nuestra vida espiritual al
momento de profundizar en esta revelación de Dios como un Padre.
Dio ha capacitado al
hombre para que por medio de la razón natural conozcamos a Dios por sus obras.
El obrar sigue al ser, por lo que todo lo que realizamos de alguna manera tiene
la huella y manifiesta lo que uno es. Así, desde una escultura, una pintura,
una composición musical, o una obra literaria, pasando por una simple carta y
hasta un mensaje de wasap, todo ello da a conocer lo que subyace en cada
persona. Por las obras podemos percibir algo de quien las hizo.
Semejante acontece
respecto de Dios que en la creación se revela y da a conocer. Mas, el
entendimiento humano queda limitado ante la grandeza del misterio revelado por
lo que requiere de una “auxilio eficaz” que
libremente Dios concede.
Toda manifestación de
Dios de sí mismo tiene como centro a Jesús, la segunda persona de la Santísima
Trinidad. Desde el Génesis al Apocalipsis debemos leer la revelación escrita
desde la persona anunciada y presente que es Cristo. Centrar nuestra fe en la
persona divina de Jesús que es la palabra definitiva de Dios al mundo.
¿Para qué se muestra Dios
al hombre? Para hacerle consorte, es decir,
estar unido, vinculado, asociado, a la
naturaleza divina, según lo cual, puedan “conocerle”, “amarle” y
“responderle” desde una condición filial de hijos (adoptivos) en el Hijo
Unigénito.
En un texto muy hermoso
de San Ireneo de Lyon se refiere a la pedagogía divina manifestada para acostumbrar al hombre a los designios
divinos: “ El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del
hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios
a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre” (Adversus haereses 3,20).
La revelación
tiene como fin y plenitud a Jesucristo: Dios Padre “nos habló por su Hijo”
(Hebreos I, 1-2). El Catecismo es claro a este respecto, lo cual tiene efecto a
futuro: “En Él lo dice todo y no habrá
otra Palabra que esta” (número 65).
Si hablamos
de una “pedagogía divina” entendemos
hay unas etapas de la revelación de Dios, donde se manifiesta de modo gradual. De
las obras creadas pasó a darse a conocer con quien tendría una relación
personal por medio de la gracia.
Ese vínculo
no se perdería a causa de la gravedad del pecado original. Dios movió a nuestros
primeros padres (Adán y Eva) a la esperanza
de la salvación, cuidando de la humanidad de modo permanente,
Alianza con Noé: Inicio de
la denominada “economía de salvación”
con los hombres agrupados según países, lengua, clanes” (Génesis X, 5). La
Biblia nos muestra que grado de virtud y santidad pueden obtener los que
obedecen a Dios. Abel (Génesis XIV,
18); Melquisedec como figura de
Cristo (Hebreos VII,3); Job (Ezequiel XIV,14).
Todos ellos esperan que sea “el Mesías
Cristo quien junte a los hijos dispersos” (San Juan XI, 52).
Alianza
con Abraham: Para ser padre de una muchedumbre Dios
eligió a Abrahán. Un Dios y un pueblo elegido, desde el cual bendeciría a todo
el mundo (Génesis XII, 1). Será la raíz donde serán injertados los paganos
hechos creyentes (Romanos XI, 17-24). Los patriarcas, profetas y demás
personajes bíblicos son venerados como “santos” por toda la liturgia
eclesiástica.
Alianza
con Moisés: Dios hace un pacto con su pueblo liberándolos de la
esclavitud de siglos en Egipto. Entregó el Decálogo como parte de la promesa,
buscando el bien de su pueblo elegido. Es decir, Dios se muestra como un Padre
providente.
Alianza
con Profetas: Dios da forma a su pueblo que espera la
salvación. Los profetas exhortarán a la fidelidad, llamarán a una conversión
(Ezequiel XXXVI), invitarán a todas las naciones (muy distinto a la actitud timorata
de muchos creyentes en nuestro tiempo), son aquellos que viven una pobreza
desde la humildad (Sofonías II,3), sostienen la esperanza verdadera, muy
distinta al entusiasmo pasajero.
Alianza
con mujeres: Estas conservaron viva la esperanza de la
salvación de Israel (Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester).
La Virgen María es la plenitud de la fidelidad femenina del Antiguo Testamento,
en Ella se realizan las promesas cumplidas de Dios Padre (San Lucas I, 38). Al
leer la Biblia entera descubrimos que es imposible no reconocer el papel
protagónico que tienen la mujer en la revelación de Dios, al punto que la vida
del Verbo Encarnado se sostiene en la vida de su madre –la Virgen María- desde
el inicio.
En forma posterior, María
es decisiva en diversas etapas de la vida de Jesús. Belén, Egipto, Nazaret,
Caná, el Gólgota. Todo ello nos refiere de la Virgen, que como Madre verdadera
está en todo momento presente en la vida de su Hijo y Dios.
Ninguna revelación
privada puede pretender superar, corregir o aumentar lo hecho y dicho por
Jesús. Sí, hay momentos donde Dios ha
permitido que para vivir mejor lo revelado en una época precisa, se da una
señal que la Iglesia reconoce presente en el sentido de fe manifiesto en la
Iglesia.
Dios
se muestra como un Padre (Catecismo 232 a 267).
El día de nuestro
bautismo fuimos incorporados como hijos de Dios y de la Iglesia en el nombre
del Padre, Hijo y Espíritu Santo”. Sin duda, la Trinidad es el misterio central
y basilar de la fe católica, del cual emerge y converge toda enseñanza de la
Iglesia. Por ello, saludar con la asignación a Dios Padre es el primer gesto
que tenemos honrando a Dios como todopoderoso y creador de todo.
Dios Padre realiza su
designio amoroso de creación, redención
y santificación por las misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo.
Respecto de la paternidad
de Dios esta es reconocida en el pueblo
de Israel como Creador del mundo (Deuteronomio XXXII, 6). Se suelo destacar a
Dios como “Padre de los vulnerables”, especialmente los huérfanos y viudas que
eran muy débiles en la vida social de oriente en general e Israel en particular
(Salmo LXVIII,6).
La Biblia por dos razones
habla de Dios como Padre: Dios es inicio
de todo, autoridad de todo, y del mismo modo es bondad y solicitud hacia sus hijos. Aquí conviene detenerse
literalmente en las palabras del Catecismo de la Iglesia que indica: “Esta ternura de Dios puede ser expresada
también mediante la imagen de la maternidad (Isaías LXVI, 13 y Salmo CXXXI, 2)
que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y
su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los
padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el
hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles
y que pueden desfigurar la imagen de la maternidad y de la paternidad. Conviene
recordar, entonces, que Dios trasciende la distinción humana de los sexos. No
es hombre ni mujer, es Dios. Trasciende también la paternidad y la maternidad
humana (Salmo CXXVII, 10). Aunque sea su origen y medida (Efesios III, 14).
Nadie es Padre como lo es Dios” (número 239).
La fidelidad de Dios hace
que la imagen dl amor de Dios como Padre sea “entrañable“ o “visceral”
tal como indicó hace un tiempo el actual Romano Pontífice el Jueves 22 del 03
del 2018: “Este es el amor de Dios, como el de la madre: Dios no se olvida de
nosotros, nunca, no puede, es fiel a su
Alianza. Esto nos da seguridad, tanto que de nosotros podemos decir, pero mi
vida es muy fea, estoy en esta dificultad, soy un pecador, una pecadora. Pero,
Él no se olvida de ti, porque tiene ese amor visceral y es Padre y madre: eso
es todo”.
Ciertamente, Dios nos ama entrañablemente, y esta verdad hace que un motivo muy antiguo como fruentemente usado sea el pelícano. Un antiguo texto del siglo segundo narra que para evitar que sus crías mueran de hambre, ante la falta de comida, es capaz de herir su pecho con su propia boca y les alimenta con su propia sangre. Los primeros cristianos vincularon a Cristo con el signo del pelícano, el Divino Redentor que ofrece su propia vida para rescatar a cada uno de nosotros de la muerte que es el pecado, y nos alimenta con su propio Cuerpo y su propia Sangre en la Eucaristía (Gálatas II, 20).En la i,agen del “pelícano” se muestra el mensaje de Cristo, que se da a sí mismo por los hermanos (San Juan XV, 3): “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Por ello se encuentra esta imagen en muchos lugares de culto cristiano y manuales de catequesis. San Agustín dice en el comentario del Salmo CI y Santo Tomas de Aquino lo hace en Adorote Devote mostrando a Jesús como “Pelicano pie”, imagen de amor “entrañable” como el de madre hacia sus hijos.
PADRE JAIME HERRRERA GONZÁLEZ
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