martes, 30 de mayo de 2023

TEMA  : “DIOS AMA COMO PADRE CON ENTRAÑAS DE MADRE”

FECHA: CHARLA FUNDACIÓN PRO VIDA VIÑA DEL MAR 2023

“Tan compasivo como es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos” (Salmo CIII, 13).

Como este texto, podríamos citar otros 58 que refieren directamente a Dios con el nombre y figura paterna, lo cual demuestra la riqueza para nuestra vida espiritual al momento de profundizar en esta revelación de Dios como un Padre.

Dio ha capacitado al hombre para que por medio de la razón natural conozcamos a Dios por sus obras. El obrar sigue al ser, por lo que todo lo que realizamos de alguna manera tiene la huella y manifiesta lo que uno es. Así, desde una escultura, una pintura, una composición musical, o una obra literaria, pasando por una simple carta y hasta un mensaje de wasap, todo ello da a conocer lo que subyace en cada persona. Por las obras podemos percibir algo de quien las hizo.

Semejante acontece respecto de Dios que en la creación se revela y da a conocer. Mas, el entendimiento humano queda limitado ante la grandeza del misterio revelado por lo que requiere de una “auxilio eficaz” que libremente Dios concede.  

Toda manifestación de Dios de sí mismo tiene como centro a Jesús, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Desde el Génesis al Apocalipsis debemos leer la revelación escrita desde la persona anunciada y presente que es Cristo. Centrar nuestra fe en la persona divina de Jesús que es la palabra definitiva de Dios al mundo.

¿Para qué se muestra Dios al hombre? Para hacerle consorte, es decir,  estar unido, vinculado, asociado, a la  naturaleza divina, según lo cual, puedan “conocerle”, “amarle” y “responderle” desde una condición filial de hijos (adoptivos) en el Hijo Unigénito.

En un texto muy hermoso de San Ireneo de Lyon se refiere a la pedagogía divina manifestada para acostumbrar al hombre a los designios divinos: “ El Verbo de Dios ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre” (Adversus haereses 3,20).

 

La revelación tiene como fin y plenitud a Jesucristo: Dios Padre “nos habló por su Hijo” (Hebreos I, 1-2). El Catecismo es claro a este respecto, lo cual tiene efecto a futuro: “En Él lo dice todo y no habrá otra Palabra que esta” (número 65).

Si hablamos de una “pedagogía divina” entendemos hay unas etapas de la revelación de Dios, donde se manifiesta de modo gradual. De las obras creadas pasó a darse a conocer con quien tendría una relación personal por medio de la gracia.

Ese vínculo no se perdería a causa de la gravedad del pecado original. Dios movió a nuestros primeros padres (Adán y Eva)  a la esperanza de la salvación, cuidando de la humanidad de modo permanente,

Alianza con Noé: Inicio de la denominada “economía de salvación” con los hombres agrupados según países, lengua, clanes” (Génesis X, 5). La Biblia nos muestra que grado de virtud y santidad pueden obtener los que obedecen a Dios. Abel (Génesis XIV, 18); Melquisedec como figura de Cristo (Hebreos  VII,3); Job (Ezequiel XIV,14). Todos ellos esperan que sea “el Mesías Cristo quien junte a los hijos dispersos” (San Juan XI, 52).

Alianza con Abraham: Para ser padre de una muchedumbre Dios eligió a Abrahán. Un Dios y un pueblo elegido, desde el cual bendeciría a todo el mundo (Génesis XII, 1). Será la raíz donde serán injertados los paganos hechos creyentes (Romanos XI, 17-24). Los patriarcas, profetas y demás personajes bíblicos son venerados como “santos” por toda la liturgia eclesiástica.

Alianza con Moisés: Dios hace un pacto con su pueblo liberándolos de la esclavitud de siglos en Egipto. Entregó el Decálogo como parte de la promesa, buscando el bien de su pueblo elegido. Es decir, Dios se muestra como un Padre providente.

Alianza con Profetas: Dios da forma a su pueblo que espera la salvación. Los profetas exhortarán a la fidelidad, llamarán a una conversión (Ezequiel XXXVI), invitarán a todas las naciones (muy distinto a la actitud timorata de muchos creyentes en nuestro tiempo), son aquellos que viven una pobreza desde la humildad (Sofonías II,3), sostienen la esperanza verdadera, muy distinta al entusiasmo pasajero.

 

Alianza con mujeres: Estas conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel (Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester). La Virgen María es la plenitud de la fidelidad femenina del Antiguo Testamento, en Ella se realizan las promesas cumplidas de Dios Padre (San Lucas I, 38). Al leer la Biblia entera descubrimos que es imposible no reconocer el papel protagónico que tienen la mujer en la revelación de Dios, al punto que la vida del Verbo Encarnado se sostiene en la vida de su madre –la Virgen María- desde el inicio.

En forma posterior, María es decisiva en diversas etapas de la vida de Jesús. Belén, Egipto, Nazaret, Caná, el Gólgota. Todo ello nos refiere de la Virgen, que como Madre verdadera está en todo momento presente en la vida de su Hijo y Dios.

Ninguna revelación privada puede pretender superar, corregir o aumentar lo hecho y dicho por Jesús. Sí,  hay momentos donde Dios ha permitido que para vivir mejor lo revelado en una época precisa, se da una señal que la Iglesia reconoce presente en el sentido de fe manifiesto en la Iglesia.

Dios se muestra como un Padre (Catecismo 232 a 267).

El día de nuestro bautismo fuimos incorporados como hijos de Dios y de la Iglesia en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo”. Sin duda, la Trinidad es el misterio central y basilar de la fe católica, del cual emerge y converge toda enseñanza de la Iglesia. Por ello, saludar con la asignación a Dios Padre es el primer gesto que tenemos honrando a Dios como todopoderoso y creador de todo.

Dios Padre realiza su designio amoroso  de creación, redención y santificación por las misiones divinas del Hijo y del Espíritu Santo.

Respecto de la paternidad de Dios esta es reconocida  en el pueblo de Israel como Creador del mundo (Deuteronomio XXXII, 6). Se suelo destacar a Dios como “Padre de los vulnerables”, especialmente los huérfanos y viudas que eran muy débiles en la vida social de oriente en general e Israel en particular (Salmo LXVIII,6).

 

 

 

La Biblia por dos razones habla de Dios como Padre: Dios es inicio de todo, autoridad de todo, y del mismo modo es bondad y solicitud hacia sus hijos. Aquí conviene detenerse literalmente en las palabras del Catecismo de la Iglesia que indica: “Esta ternura de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (Isaías LXVI, 13 y Salmo CXXXI, 2) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la maternidad y de la paternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios trasciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Trasciende también la paternidad y la maternidad humana (Salmo CXXVII, 10). Aunque sea su origen y medida (Efesios III, 14). Nadie es Padre como lo es Dios” (número 239).

La fidelidad de Dios hace que la imagen dl amor de Dios como Padre sea “entrañable“ o “visceral” tal como indicó hace un tiempo el actual Romano Pontífice el Jueves 22 del 03 del 2018:  “Este es el amor de Dios, como el de la madre: Dios no se olvida de nosotros, nunca, no puede, es fiel  a su Alianza. Esto nos da seguridad, tanto que de nosotros podemos decir, pero mi vida es muy fea, estoy en esta dificultad, soy un pecador, una pecadora. Pero, Él no se olvida de ti, porque tiene ese amor visceral y es Padre y madre: eso es todo”.

Ciertamente, Dios nos ama entrañablemente, y esta verdad hace que un motivo muy antiguo como fruentemente usado sea el pelícano. Un antiguo texto del siglo segundo  narra que para evitar que sus crías mueran de hambre, ante la falta de comida, es capaz de herir su pecho con su propia boca y les alimenta con su propia sangre. Los primeros cristianos vincularon a Cristo con el signo del pelícano, el Divino Redentor que ofrece su propia vida para rescatar a cada uno de nosotros de la muerte que es el pecado, y nos alimenta con su propio Cuerpo y su propia Sangre en la Eucaristía (Gálatas II, 20).En la i,agen del “pelícano” se muestra el mensaje de Cristo, que se da a sí mismo por los hermanos (San Juan XV, 3): “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Por ello se encuentra esta imagen en muchos lugares de culto cristiano y manuales de catequesis. San Agustín dice en el comentario del Salmo CI y Santo Tomas de Aquino lo hace en Adorote Devote mostrando a Jesús como “Pelicano pie”, imagen  de amor “entrañable” como el de madre hacia sus hijos.                                                                                                                                                                                  

                                                                                                                                                        PADRE JAIME HERRRERA GONZÁLEZ








No hay comentarios:

Publicar un comentario