Venimos a hacer retiro para ordenar la vida la cabeza inteligencia, la
voluntad el corazon y ¿Como se hace esto? Para ordenar la vida, como para
ordenar cualquier movimiento, resulta
indispensable conocer la causa final,
porque de otra manera es imposible. Saber hacia donde vamos.
En la bóveda de la capilla Sixtina Miguel Ángel pinto dos manos famosas:
las de Dios, indicando cual es el fin dando el ser, mostrando el fin de la
existencia del hombre y la mano receptiva
de Adán, que recibe el ser de Dios, indicando hacia donde debe dirigir
su vida.
¿Cual es el fin absoluto último?: Es
la gloria de Dios que es darle luminosidad a Dios nuestro Señor, acercar
a los hombres a Dios. Santa Teresa de
Calcuta con su vida, con su obra, indudablemente acerca a los hombres a Dios,
nadie dudaría de ello. Ser luminoso es dar gloria a Dios.
El fin absoluto y ultimo de toda persona es darle eternamente luminosidad
el fin aquí en la tierra es acercar las almas a Dios de ese para que le amen,
para que le sirvan y para que le
conozcan. De ese conocimiento nace el amor. El amor no es ciego. El amor no
anda a tientas.
¿Que significa este conocimiento, este estar sujetos a Dios?. Nosotros
dependemos de Dios. Es una dependencia esencial, absoluta, total, universal, amorosa.
Esencial: Si yo no dependo de Dios yo seria nada.
No podría existir.
Absoluta: Yo no le puedo poner condiciones a Dios
nuestro Señor. Respecto de esta dependencias. Punto final.
Total: Depende mi inteligencia, depende mi
voluntad, depende mi quehacer entero. Nada escapa de El.
Eterna: Siempre dependí de Dios, dependo
actualmente, y dependeré siempre de El.
Amorosa: No dependo simplemente como un esclavo o un siervo, sino como un hijo depende de un Padre
infinitamente bueno. Esto es lo esencial.
Advirtamos que nosotros tenemos una libertad ascética, jurídica, moral, sicológica. Con
esta libertad sicológica nosotros le podemos decir no, yo no quiero sujetarme a
Ti, a Dios: La libertad sicológica
consiste en la facultad de decir si o no a Dios independientemente del valor
moral.
¿Y qué pasa si yo le digo a Dios que no deseo depender de El? Si yo no
quiero depender de quien si debo, terminaré dependiendo de quien no debo. El
alcohólico no quiere depender de Dios respecto del alcohol y se hace esclavo
del alcohol, así el drogadicto, y el ludópata. Un leproso convertido al
catolicismo señaló que “Durante ese
tiempo era un estropajo humano. En un leproso se convirtió, yo era nada”.
El hombre debe sujetarse a la voluntad divina, tiene que sujetarse a Dios,
ahí esta su libertad y su grandeza. Un gran sociólogo italiano, beato, padre de
familia, salesiano y consejero de León XIUII, Guiuseppe Toniolo (7 Octubre
1918) decía: “mi dignidad es darle a Dios
todo lo que tengo, porque yo dependo de El, sin cortapisas ni demoras, sin reticencias”
Ahora nosotros tenemos que pensar: ¿Yo, dependo de Dios realmente? Con esta sujeción humilde, total y plena. ¿Estoy tranquilo en mi
conciencia con Dios” ¿No le niego nada a Dios nuestro Señor?
Advertid que todo está en ser coherente con lo que me dicta mi conciencia
iluminada por la fe. Porque, la santidad consiste en la ecuación perfecta entre la inteligencia
iluminada por la fe y el corazón corroborado con el Espíritu Santo. Cuando hay
una cohesión entre el corazón y la inteligencia, una ecuación, entonces hay
santidad. Evidente que la ecuación absoluta es inasible aquí en este mundo. La
gracia consiste en tender siempre hacia ese ideal.
Para esto necesitamos esta ayuda de Dios nuestro Señor que siempre la
otorga a quien la implora. Un dogma de fe nos dice que: “El hombre no puede de ninguna manera
alcanzar a Dios sin la gracia divina”. De la misma manera “La gracia sola no puede hacer nada si
acaso nosotros no colaboramos”.
Sintetizando para qué vivo: Vengo de Dios que es mi principio. Voy por Dios
que es mi Padre. Voy hacia Dios que es mi fin.
Tengo que decirle a nuestro Señor: ¡Yo quiero hacer tu santa voluntad! ¡Yo
quiero estar contigo! ¡Yo quiero hacer
tu santa voluntad!
Advertir que la perfección consiste en buscar siempre el fin: La ciencia
ascética consiste en la cohesión que hay entre el fin de la vida y la misma
vida. Porque alcanzado el fin ya no se puede exigir más.
La palabra “Ascética” proviene
del verbo griego “asqueo” que
significa “entrenamiento”, “esfuerzo”,
para dominar tendencias desordenadas. En sentido literal significa “pulimiento”, “refinamiento”, y “suavizamiento”. En estricto rigor los
griegos usaban esta palabra para desarrollar las fuerzas dormidas, y obtener la
corona de laureles que se otorgaba al vencedor en los juegos.
La vida del cristiano es una lucha para conquistar el Reino de los Cielos
(San Mateo XI, 12). San Pablo que fue formado a la manera griega utiliza la
figura del pentatlón griego para ejemplificar la batalla espiritual y el
esfuerzo moral. Por la gracia de Dios podemos lograr perfectamente este fin.
La lucha moral consiste ante todo en atacar y eliminar los obstáculos, es decir,
las concupiscencias de la carne, de los ojos y del orgullo de la vida, que son
los efectos del pecado original que sirven para probar al hombre.
A este primer deber, San Pablo lo llama “despojarse
del hombre viejo” (Efesios IV, 22).
El segundo deber, es “revestirse del
hombre nuevo”, según la imagen de Dios (Efesios IV, 24). ¡El hombre nuevo
es Cristo! Es nuestro deber luchar por asemejarnos a Cristo, viendo que El es: “El camino, la verdad y la vida” (San
Juan XIV,6). Debe quedar claro que este esfuerzo es de orden sobrenatural y no
puede ser realizado sin la gracia divina.
Sin vida acética no puede haber vida mística. En la vida mística tenemos
experiencia de Dios porque El se nos muestra, pero para que esto suceda primero
debemos “vaciarnos de nosotros mismos”, tal como enseña el Evangelio: “Quien
quiera seguirme que cargue con su cruz de cada día y se niegue a si mismo. Sin
negación y purificación de uno mismo Dios no puede venir a nosotros. Es como si
alguien nos dice: “si quieres que vaya a visitar tu casa, primero bárrela,
tenla limpia y después iré”.
Si deseamos tener experiencia de Dios, primero tenemos que llevar a cabo un
trabajo y un esfuerzo a vaciarnos de nuestras emociones, de nuestros instintos,
de nuestros deseos, de nuestras ambiciones humanas. En definitiva: ¡hay que
abandonar el ego! Sin esto, no puede haber un a experiencia mística. La vida
ascética es imprescindible para la vida mística. La vida ascética es una vida
en la cual las virtudes dominantes son virtudes adquiridas, y por virtud
adquirida se entienden aquellas que resultan adquiridas de un esfuerzo
personal, acompañado de la gracia que Dios no deja de conceder.
La vida mística es una vida que, por medio de los dones del espíritu Santo,
se remonta sobre los esfuerzos humanos. Es una vida en que las virtudes infusas
la elevan sobre las virtudes adquirida, y el alma se ha de mas pasiva que
activa.
Es semejante comparar entre la vida ascética (en que la acción humana
prevalece), y las vida mística (en que la acción divina prevalece) la misma
diferencia que hay entre un remo y una vela. El remo representa el esfuerzo
ascético, la vela la pasividad mística que se despliega para recibir
fructuosamente la brisa divina.
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