domingo, 20 de septiembre de 2020


TEMA  : “EL AMOR A LA PATRIA COMO MANDATO DIVINO”.

FECHA:  MEDITACIÓN Y PLEGARIA DE FIESTAS PATRIAS 2020

Queridos alumnos y padres de familia: Al inicio de la Semana donde celebraremos nuestras Fiestas Patrias, hacemos oración por la Patria que Dios nos ha regalado para ser sus hijos y custodios.

San Bernardo de Claraval solía repetir que “la caridad para ser verdadera debe ser ordenada”, expresiones que el Papa Pio XII refirió respecto del amor que todo cristiano ha de profesar hacia la Patria pues –también- la caridad requiere un orden en su práctica: “En el ejercicio de la caridad existe un orden establecido por Dios, según el cual se debe amar más intensamente y ayudar preferentemente los que nos unidos con especiales vínculos. Aún el Divino Maestro dio ejemplo de esta preferencia a su tierra y a su Patria, llorando sobre las inminentes ruinas de la Ciudad santa” (Summi Pntificatus 20 Octubre 1939).

PÁRROCO JAIME HERRERA VALPARAISO

Jesús no sólo amó a todos sin exclusión, sino que en todo momento se supo responsable por la tierra, historia, tradición, y vida del pueblo en medio del cual asumió para siempre la naturaleza humana. Si de algo estamos ciertos es que ello no es casualidad, sino fruto de la plena intencionalidad de Dios que preparó aquella tierra para ser un día apellidada de santa de generación en generación.

No es posible mantener una economía sólida y dinámica si no hay una coherente mirada  previa y común de la Patria. Nos enseña el Señor Jesús que un reino divido se tropieza y no puede avanzar, y es lo que ha pasado en Chile,  donde se evidencia que los efectos de la pandemia de gripe Corvid-19 sólo vinieron a acrecentar los graves efectos que ocasiono el estallido violentista pasado, el nefasto 18-O.

La Patria se edifica no sólo amándola sino sacrificándose por ella, aun al costo de estar postergado y recordar que muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán  los primeros, el esfuerzo siempre retribuye con creces, en cambio,  la pusilanimidad, orgullo y negligencia suelen acarrear males tan enormes como permanentes.

Actualmente se suele reverenciar el dictamen de los sentimientos como norma definitiva del actuar, y de la toma de decisiones, olvidando que lo que se percibe por los sentidos y sentimientos con frecuencia va cambiando en el tiempo, por lo que una actitud madura tiende a conjugar los dictámenes de la razón, de la conciencia moral, y de los sentimientos en una sola realidad, en la cual Dios no puede quedar relegado como espectador de nuestra vida pues,  es el protagonista principal del film de nuestra existencia: ¡En El somos, nos movemos y existimos!.

Esta madurez en el ámbito personal ha de impregnarse indeleblemente en la vida social, de tal manera que como la familia se ve enriquecida con el crecimiento y madurez de cada uno de sus integrantes, igualmente se requiere del fortalecimiento de la familia en relación a la grandeza de nuestra Patria.

Como indicó un mandatario del país del Norte hace seis décadas: “No te preguntes que puede hacer tu país por ti, sino lo que tú debes hacer por él”. Sin duda, la hipersensibilidad de ser sujetos de derechos en modo alguno puede asumirse desde una autonomía renuente a los correspondientes  deberes, lo cual,  parece constituir el “talón de Aquiles” de las nuevas generaciones, generosas a lo hora de exigir pero tardíos a la servir.

Ningún conflicto interno o externo, ninguna enfermedad o pandemia, y ningún rigor de la naturaleza, de los cuales, sobrada experiencia tenemos, pueden ocasionar males tan “cósmicos” como los que se obtienen al debilitar la familia tal como Dios la diseñó, al postergar a los más débiles como son quienes no han podido participar del banquete de la vida, pues por tres causales se les ha impedido hacerlo. ¿Creemos que una sociedad que legaliza el crimen trasladando el cuerpo nonato desde el vientre de la vida a un excusado y alcantarilla no tendrá una grave repercusión a nivel personal, familiar y social? 

Limitar nuestros actos morales a los sentimientos conlleva a tener una personalidad inestable donde el instinto suele dictar la última palabra en el obrar. Si ello lo extendemos a la sociedad entendemos que la causa del ahondamiento de las divisiones no surge únicamente de una situación económica cuyo progreso es evidente, pues bien sabemos cómo era la crudeza de la pobreza hace seis décadas a lo que es ahora,  normalmente sucedía que “nacido pobre, muerto pobre”, mas hoy,  puede haber un cambio muy importante en lo que a cuna y tumba se refiere.

 

Tampoco el quiebre actual se debe únicamente a una cuestión de edad y experiencia habida o faltante. En toda época los más jóvenes quisieron ser mayores y los de edad más avanzada añoraron los años de su juventud. La radicalidad en el quiebre intergeneracional hunde sus raíces en una doble causa que es primero, el debilitamiento de la fe y menguada práctica religiosa, y la otra es un la primacía del sentimiento en el discurso racional, de tal manera que lo que se presenta como verdad es aquello que sensiblemente se percibe.

En consecuencia,  la educación del corazón ha de ir de la mano con la educación de la razón, lo cual,  implica hacerlo “cuesta arriba” considerando aquello que Su Santidad Benedicto XVI denominó como “dictadura de  relativismo. Sin duda, un desafío no menor que requiere asumir la misión como una verdadera vocación, que exige de cada uno un grado eximio de dedicación, entrega perseverante y acrecentado espíritu de sacrificio, como de un fe sólida para obtener las gracias venidas de lo alto que son necesarias para hacer bien la tarea de sintonizar la razón y el corazón.

IGLESIA CERRO TORO VALPARAÍSO 

Quienes han dedicado sus mejores esfuerzos en vistas a obtener la independencia nacional haciendo realidad lo que Chile es y será un país en libertad, en todo momento han ido en la primera línea a la hora del espíritu de sacrificio y de servicio,  no en cuantos se han visto masivamente llevados por el vicio y desbocada violencia,  olvidando la  vocación de entendimiento y favoreciendo la del enfrentamiento. Ello se ha hecho en virtud de una organización que a esta hora resulta innegable, y cuya perseverancia sin duda,  no parece haber dejado cabo suelto.

Nos vemos -en consecuencia- exigidos a responder desde la convicción de nuestra fe en Cristo a la doble pandemia del Corvid-19 y del Octubre-18, que a la fecha, han ocasionado similares efectos : Pobreza, incertidumbre, temor, depresión, y angustia.

Hay personas, familias,  instituciones, y empresas que han debido soportar los peores virus de nuestro tiempo, durante los últimos once meses, lo cual, se cumplirá precisamente el día que celebramos la primera independencia nacional, que,  germinalmente se inicia este día para desplegarse en aquel lugar donde se alza hoy el templo votivo de Maipú, como faro mariano de bendición y compromiso.

 

En las horas más “cuesta arriba” de la vida de los hombres y naciones, el acto de implorar a la Virgen ha sido un recurso al que siempre han recurrido los creyentes porque han asumido el poder que tiene la oración hecha por medio de la intercesión de María santísima, que es prontamente atendida por  Jesús que como buen hijo, nada niega a su madre.

Por esto, así como aconteció en la alborada de la independencia, nuevamente llegamos a los pies de Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Carmen, para que asista a quienes tienen cargos de responsabilidad y dirección en la conducción del país, por aquellos que sobrellevan la misión de enseñar en todos los ámbitos y niveles, que en su misión de interpretar a Jesús maestro transmitan aquella única verdad por lo cual si vale la pena vivir, y sin la cual,  no es posible hacerlo buenamente.

Como católicos sabemos que nada hay más urgente y necesario que podamos ofrecer al mundo actual que la persona de Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Por ello, protocolos, diálogos, acuerdos, votaciones solo pueden ser validados desde las mismas palabras de la Biblia: “En vano se cansan los albañiles si el Señor no construye la casa” (Salmo CXXVI, 1), lo cual,  explica lo estéril que han resultado tantos escritos, declaraciones y acuerdos que suelen,  sino de palabra, en los hechos,  dejar fuera a Dios de la vida del creyente en sociedad.

Esto último lo comprendieron  a cabalidad los mejores hijos de la Patria como son los santos –Juanita Fernández Solar, Alberto Hurtado Cruchaga y Laura Vicuña Pino- y tantos otros “anónimos” que ya están en el cielo, constituyendo la primera línea virtuosa que puede, por su ejemplo de vida y poder de intercesión, producir el cambio verdadero que nuestra Nación requiere.

El debilitamiento de la fe, el liberalismo de las costumbres, el relativismo como norma existencial, hacen que el mal haya adquirido un protagonismo en estos últimos once meses, lo que parece un tiempo interminable, por esto, tal como acontece en las horas cruciales donde se juega “el todo o nada”, llega la hora de implorar a Dios que muestre su poder, su verdad, su misericordia  puesto que sólo en Él hemos puesto nuestra confianza,  toda vez que “sabemos en quien hemos creído” (2 Timoteo I, 12).

¡Que Viva Cristo Rey!

SACERDOTE DE VALPARAÍSO CHILE



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