TEMA : “EL AMOR A LA
PATRIA COMO MANDATO DIVINO”.
FECHA: MEDITACIÓN Y
PLEGARIA DE FIESTAS PATRIAS 2020
Queridos
alumnos y padres de familia: Al inicio de la Semana donde celebraremos nuestras
Fiestas Patrias, hacemos oración por la Patria que Dios nos ha regalado para
ser sus hijos y custodios.
San
Bernardo de Claraval solía repetir que “la
caridad para ser verdadera debe ser ordenada”, expresiones que el Papa Pio
XII refirió respecto del amor que todo cristiano ha de profesar hacia la Patria
pues –también- la caridad requiere un orden en su práctica: “En el ejercicio de la caridad existe un
orden establecido por Dios, según el cual se debe amar más intensamente y
ayudar preferentemente los que nos unidos con especiales vínculos. Aún el
Divino Maestro dio ejemplo de esta preferencia a su tierra y a su Patria,
llorando sobre las inminentes ruinas de la Ciudad santa” (Summi
Pntificatus 20 Octubre 1939).
PÁRROCO JAIME HERRERA VALPARAISO
Jesús
no sólo amó a todos sin exclusión, sino que en todo momento se supo responsable
por la tierra, historia, tradición, y vida del pueblo en medio del cual asumió
para siempre la naturaleza humana. Si de algo estamos
ciertos es que ello no es casualidad, sino fruto de la plena intencionalidad de
Dios que preparó aquella tierra para ser un día apellidada de santa de
generación en generación.
No
es posible mantener una economía sólida y dinámica si no hay una coherente mirada previa y común de la Patria.
Nos enseña el Señor Jesús que un reino divido se tropieza y no puede avanzar, y
es lo que ha pasado en Chile, donde se
evidencia que los efectos de la pandemia de gripe Corvid-19 sólo vinieron a
acrecentar los graves efectos que ocasiono el estallido violentista pasado, el
nefasto 18-O.
La Patria se edifica no sólo amándola sino sacrificándose por ella, aun al costo de estar postergado y recordar que muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán los primeros, el esfuerzo siempre retribuye con creces, en cambio, la pusilanimidad, orgullo y negligencia suelen acarrear males tan enormes como permanentes.
Actualmente
se suele reverenciar el dictamen de los sentimientos como norma definitiva del
actuar, y de la toma de decisiones, olvidando que lo que se percibe por los sentidos
y sentimientos con frecuencia va cambiando en el tiempo, por lo que una actitud
madura tiende a conjugar los dictámenes de la razón, de la conciencia moral, y
de los sentimientos en una sola realidad, en la cual Dios no puede quedar
relegado como espectador de nuestra vida pues, es el protagonista principal del film de nuestra existencia: ¡En El
somos, nos movemos y existimos!.
Esta
madurez en el ámbito personal ha de impregnarse indeleblemente en la vida
social, de tal manera que como la familia se ve enriquecida con el
crecimiento y madurez de cada uno de sus integrantes, igualmente se requiere
del fortalecimiento de la familia en relación a la grandeza de nuestra Patria.
Como
indicó un mandatario del país del Norte hace seis décadas: “No te preguntes que puede hacer tu país por ti, sino lo que tú debes
hacer por él”. Sin duda, la hipersensibilidad de ser sujetos de derechos
en modo alguno puede asumirse desde una autonomía renuente a los
correspondientes deberes, lo cual, parece constituir el “talón de Aquiles” de las nuevas generaciones, generosas a lo hora
de exigir pero tardíos a la servir.
Ningún
conflicto interno o externo, ninguna enfermedad o pandemia, y ningún rigor de
la naturaleza, de los cuales, sobrada experiencia tenemos, pueden ocasionar
males tan “cósmicos” como los que se
obtienen al debilitar la familia tal como Dios la diseñó,
al postergar a los más débiles como son quienes no han podido participar del
banquete de la vida, pues por tres causales se les ha impedido hacerlo. ¿Creemos
que una sociedad que legaliza el crimen trasladando el cuerpo nonato desde el
vientre de la vida a un excusado y alcantarilla no tendrá una grave repercusión
a nivel personal, familiar y social?
Limitar
nuestros actos morales a los sentimientos conlleva a tener una personalidad inestable donde el instinto
suele dictar la última palabra en el obrar. Si ello lo extendemos a la sociedad
entendemos que la causa del ahondamiento de las divisiones no surge únicamente
de una situación económica cuyo progreso es evidente, pues bien sabemos
cómo era la crudeza de la pobreza hace seis décadas a lo que es ahora, normalmente sucedía que “nacido pobre, muerto pobre”, mas hoy, puede haber un cambio muy importante en lo que
a cuna y tumba se refiere.
Tampoco
el quiebre actual se debe únicamente a una cuestión de edad y experiencia
habida o faltante. En toda época los más jóvenes quisieron ser mayores y los de
edad más avanzada añoraron los años de su juventud. La radicalidad en el
quiebre intergeneracional hunde sus raíces en una doble causa que es primero,
el debilitamiento de la fe y menguada práctica religiosa, y la otra es un la
primacía del sentimiento en el discurso racional, de tal manera que lo que se
presenta como verdad es aquello que sensiblemente se percibe.
En
consecuencia, la educación del
corazón ha de ir de la mano con la
educación de la razón, lo cual, implica
hacerlo “cuesta arriba” considerando
aquello que Su Santidad Benedicto XVI denominó como “dictadura de relativismo”.
Sin duda, un desafío no menor que requiere asumir la misión como una verdadera
vocación, que exige de cada uno un grado eximio de dedicación, entrega
perseverante y acrecentado espíritu de sacrificio, como de un fe sólida para
obtener las gracias venidas de lo alto que son necesarias para hacer bien la
tarea de sintonizar la razón y el corazón.
Quienes
han dedicado sus mejores esfuerzos en vistas a obtener la independencia nacional
haciendo realidad lo que Chile es y será un país en libertad, en todo
momento han ido en la primera línea a la hora del espíritu de sacrificio y de servicio,
no en cuantos se han visto masivamente
llevados por el vicio y desbocada violencia,
olvidando la vocación de
entendimiento y favoreciendo la del enfrentamiento. Ello se ha hecho en virtud
de una organización que a esta hora resulta innegable, y cuya perseverancia sin
duda, no parece haber dejado cabo
suelto.
Nos
vemos -en consecuencia- exigidos a responder desde la convicción de nuestra fe
en Cristo a la doble pandemia del Corvid-19
y del Octubre-18, que a la fecha, han
ocasionado similares efectos : Pobreza, incertidumbre, temor, depresión, y
angustia.
Hay
personas, familias, instituciones, y empresas
que han debido soportar los peores virus de nuestro tiempo, durante los últimos
once meses, lo cual, se cumplirá precisamente el día que celebramos la primera
independencia nacional, que, germinalmente se inicia este día para
desplegarse en aquel lugar donde se alza hoy el templo votivo de Maipú, como
faro mariano de bendición y compromiso.
En
las horas más “cuesta arriba” de la
vida de los hombres y naciones, el acto de implorar a la Virgen ha sido un
recurso al que siempre han recurrido los creyentes porque
han asumido el poder que tiene la oración hecha por medio de la intercesión de
María santísima, que es prontamente atendida por Jesús que como buen hijo, nada niega a su
madre.
Por
esto, así como aconteció en la alborada de la independencia, nuevamente
llegamos a los pies de Nuestra Patrona, la Santísima Virgen del Carmen, para
que asista a quienes tienen cargos de responsabilidad y dirección en la
conducción del país, por aquellos que sobrellevan la misión de enseñar en todos
los ámbitos y niveles, que en su misión de interpretar a Jesús maestro
transmitan aquella única verdad por lo cual si vale la pena vivir, y sin la
cual, no es posible hacerlo buenamente.
Como
católicos sabemos que nada hay más urgente y necesario que podamos ofrecer
al mundo actual que la persona de Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Por
ello, protocolos, diálogos, acuerdos, votaciones solo pueden ser validados
desde las mismas palabras de la Biblia: “En
vano se cansan los albañiles si el Señor no construye la casa” (Salmo
CXXVI, 1), lo cual, explica lo estéril que han resultado tantos
escritos, declaraciones y acuerdos que suelen,
sino de palabra, en los hechos,
dejar fuera a Dios de la vida del creyente en sociedad.
Esto
último lo comprendieron a cabalidad los mejores
hijos de la Patria como son los santos –Juanita Fernández Solar, Alberto
Hurtado Cruchaga y Laura Vicuña Pino- y tantos otros “anónimos” que ya están en el cielo, constituyendo la primera línea virtuosa que puede, por su
ejemplo de vida y poder de intercesión, producir el cambio verdadero que
nuestra Nación requiere.
El
debilitamiento de la fe, el liberalismo de las costumbres, el relativismo como
norma existencial, hacen que el mal haya adquirido un protagonismo en estos
últimos once meses, lo que parece un tiempo interminable,
por esto, tal como acontece en las horas cruciales donde se juega “el todo o nada”, llega la hora de
implorar a Dios que muestre su poder, su verdad, su misericordia puesto que sólo en Él hemos puesto nuestra
confianza, toda vez que “sabemos en quien hemos creído” (2
Timoteo I, 12).
¡Que
Viva Cristo Rey!
SACERDOTE DE VALPARAÍSO CHILE
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