martes, 21 de diciembre de 2021

 

TEMA  :     “MIL AÑOS EN TU PRESENCIA SON UN AYER QUE PASÓ”  (Salmo LXXXIX, 4).

FECHA:       LITURGIA  EXEQUIAL DOÑA LUCÍA HIRIART RODRÍGUEZ DE PINOCHET   2021

Queridos hermanos. Lucía, Augusto Osvaldo, Verónica, Marco Antonio y Jacqueline.

1.     “La vida fue dada para buscar a Dios”.

“E irán los justos a la Vida Eterna”. Con estas palabras Jesús culmina sus palabras al momento de invitar a vivir la caridad fraterna. Son las enseñanzas basilares que el catecismo refiere a la vocación de todo bautizado: “Ser ciudadano del cielo” (Filipenses III, 20).

Para alcanzar esa meta de santidad –querida por Dios- hemos de procurar en todo momento “buscar su rostro” como reza el Salmo (XXV, 8) para lo cual, entendemos que no hay una edad, ni una etapa  o una función ideal, sino que es una búsqueda que va de la mano con cada una de las jornadas de vida que el Buen Dios nos concede en la ilimitada generosidad de su gracia.

En ocasiones, pensamos que si hubiésemos vivido décadas atrás, en otros lugares, si entonces,  andaríamos tras los pasos de Jesús,  mas como creyentes asumimos que son estos los tiempos propicios,  desplegados por Jesucristo,  para la búsqueda incansable de una vida donde las palabras y acciones vayan de la mano no como desconocidas, sino como parte de una vida que porque no ha dejado de buscar, no deja de encontrar.

La vida de doña Lucía Hiriart de Pinochet, ex Primera Dama de la Nación, desde su inicio estuvo marcada por esa inquietud propia del creyente, que ante la persona de Cristo sabe que debe o seguirlo en toda circunstancia y tiempo o abandonarlo y enfrentar su libérrima voluntad. El carácter absoluto que entraña nuestra condición de “Dei Capax” implica finalmente,  una opción que da sentido a toda nuestra la vida. Ahí subyace la fantasía y novedad, donde descubrimos que Dios no cansa ni se cansa. 

Por esto, quien verdaderamente procura buscar a Dios y le encuentra, le parece que el tiempo es breve, que toda una vida es corta, cuando se plantea desde que los años cumplidos aquí son un trampolín para la eternidad. Nuevamente nos ilumina la Santa Biblia: “Mil años en tu presencia, Señor, son un ayer que pasó” (Salmo LXXXIX, 4).

 

MISA EXEQUIAL PARQUE DEL RECUERDO SANTIAGO DICIEMBRE 2021 

Sin duda,  la receta de una “eterna juventud” está en procurar vivir en amistad con Dios, en sintonía fina con cada uno de  sus preceptos, procurando que los impulsos del corazón y las razones de nuestra mente,  palpiten y discurran en los del Sagrado Corazón de Jesús que dijo: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras almas” (San Mateo XI, 29).

Sorpresa tuve el día de mi último cumpleaños cuando recibí un llamado de saludo e invitación de doña Lucia a celebrar la Santa Misa de Campaña en su hogar. Luego de largos meses de confinamiento a causa de la pandemia ella asistió y participó en la Eucaristía, recibiendo –a la vez-  el sacramento de la extremaunción. Estaba muy feliz de poder comulgar nuevamente, centrando su mirada atenta en el recuerdo de cada uno de sus descendientes. Me sorprendió su espíritu joven y alegre a pesar de tener dificultades para desplazarse, aplicando a sus pasos el antiguo refrán italiano que me sea permitido citar: “Chi va piano, va sano, chi va sano, va lontano” (Quien va despacio, va seguro; quien va seguro, va lejos”.

Como creyentes que somos,  asumimos que cada día de nuestra vida está contado por Dios, quien nos creó, nos encamina con su gracia, y nos convoca en el momento de mejor disposición de nuestra alma, particularmente esto se aplica a quien fue reconocida devota del Sagrado Corazón y cobijada bajo el manto protector de la Santísima Virgen con el uso de su escapulario y rezo frecuente del Santo Rosario.


2.  “La muerte fue dada para encontrar a Dios”.

La muerte para un creyente, implica una ganancia. En toda época las almas amigas de Dios al momento de partir de este mundo lo han hecho con mirada limpia, serena, en paz y con un grado no menor de felicidad, puesto que,  como buscaron con ahínco cumplir el programa de vida que Dios les entregó, el hecho de partir,  es asumido como el momento de llegar. ¡Quién mejor que los santos perciben lo que enseña la Sagrada Escritura!: “Mejor es un día en tus atrios, que mil fuera de ellos” (Salmo LXXXIV, 10).  

El Evangelio nos presenta a Jesús que invita a la bienaventuranza  a cuantos han sido fieles en el cumplimiento de sus designios. Para ello, la “carta de presentación” ante el juicio definitivo son el cumplimiento de las obras de misericordia espirituales y corporales: “Lo que hicisteis con el más pequeño de ellos a mi lo hicisteis”.

Actualmente para ingresar a cualquier lugar público se toma la temperatura con un termómetro digital, de modo semejante, para entrar en el Cielo se medirá la “temperatura” de la caridad referida no sólo a los que más necesitan sino a lo que mejor requieren que es el don de la fe en la persona de Cristo.  

Sabemos que el amor a Dios es prioridad permanente en la vida de los mejores hijos de la Iglesia, entre los que rezamos estén nuestros seres queridos que han partido, especialmente doña Lucía Hiriart y su recordado esposo, con quien compartió de manera perseverante durante 63 años el voto hecho ante el Buen Dios el día de su santo matrimonio. Por esto, recordamos las palabras dirigidas a su esposa por el soldado más antiguo del mundo  al dejar las filas tras sesenta y cinco años  en su institución: “a mi querida esposa, vayan mis cariñosos sentimientos de amor y gratitud porque  ha sido para mí fuente inagotable de apoyo y comprensión, en estos 55 años de caminar juntos y sin desmayo, siempre he visto la compañera abnegada, a veces heroica, porque en todos los imperativos que exige la dura vida de las armas en ella he visto la verdadera mujer del soldado, valiente y abnegada”.

Tal compromiso y dedicación no se detuvo en los suyos, sino que además se expandió al resto de la sociedad impulsada por el ejemplo de vida creyente de don Mario Hiriart, un familiar cercano reconocido por la Iglesia como venerable que escribió: “El sentido de nuestra vida es el amor, mediante el amor y para el amor”.

PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ DIOCESIS DE VALPARAÍSO CHILE 

Durante años impulsó, como Primera Dama de la Nación, la creación y perfeccionamiento de sinnúmero de obras de beneficencia como son la Corporación Nacional del Cáncer, el Comité de Jardines Infantiles y Navidad que atendía a niños en edad preescolar, y CEMA Chile apoyando los centros de madres extendidos a lo largo de todo chile donde cien mil voluntarias fueron receptivas de una prolija formación, se transformaron en sujeto de servicio  y transformación en su entorno, aplicando el conocido refrán: “una mano lava la otra”.

En la última oportunidad que celebré Misa en su hogar hace poco, conversando sobre lo que significó aquella obra,  recordaba cómo hubo localidades donde determinados oficios lograron que la dueña de casa, contribuyera con su propio sustento  a remar junto al de su cónyuge en el mantenimiento del hogar. Una obra de promoción de la mujer y madre encomiable e imitable especialmente para nuestros días marcados por la superficialidad, la violencia y el egoísmo.  

Así fue como las manualidades,  que para unos puede constituir un hobby,  en aquel tiempo se transformó en sustento real para las familias, gracias a una labor  hecha con el amor de mujer lleno de creatividad, dedicación, y constancia.

Nuestra partida de este mundo, para transitar hacia lo que es definitivo no admite improvisación, pues,  asumimos que se muere como se vive: ¡Tal vida, tal muerte!  

Por esto,  Jesús hoy nos dice que la carta de presentación para quien llega a las puertas del cielo, son las obras de bien realizadas en el nombre de Jesucristo, en cada una de las modalidades descritas por Jesús y en infinitud de otras que nacen de colocarse tras sus pasos, recordando que lo hecho por cada uno de los más necesitados, el Señor lo asume como algo personal: “a mí me lo hicisteis”.

Como hija, hermana, esposa, madre, abuela y bisabuela, encontramos que doña Lucia Hiriart de Pinochet procuró permear cada etapa y época de su vida con el imperativo de seguir los pasos de Jesús, en oportunidades,  con el gozo de la misión cumplida, en otras con la incertidumbre y temor ante la maldad, de una injusta persecución e ingratitud, en la que no estuvo exenta esa firmeza propia de la mujer de esta tierra bendita en los mil días de tinieblas que no fue óbice para que aquella sonrisa tan característica desde su juventud se mantuviese inalterable hasta sus últimos días, pues su confianza la tenía puesta en el Señor.

La Primera lectura proclamada hoy nos hablaba de las palabras de una mujer y madre que valientemente enfrenta a los poderes de su tiempo. ¿De dónde saca esa fuerza interior? Nada mejor que citar el consabido Boceto a una Madre escrito por un obispo chileno: “Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados. Una mujer que siendo vigorosa se estremece con el llanto de un niño, y siendo débil se reviste a veces con la bravura del león(Mons. Ramón Ángel Jara 28 abril 1888).

PADRE JAIME HERRERA GONZALEZ  /     PADRE RAÚL HASBUN ZAROR 

3.     “La eternidad fue dada para poseer a Dios”.

Si miramos a Jesús en lo alto de la Cruz, nos relata el evangelista San Juan que la Santísima Virgen  “estaba de pie junto a la cruz” (San Juan XIX, 25-27), enseñando a cada uno de los discípulos, que a esa hora a la distancia miraban los acontecimientos del Gólgota, que cumpliría plenamente el mandato dado por nuestro Señor momentos antes de expirar: “Madre, ahí tienes a tu hijo”…por lo que el discípulo que estaba ahí diligentemente “la recibió en su hogar”, en su vida y corazón.

En la segunda lectura el apóstol San Pablo en el Nuevo Testamento, compara la vida del creyente como una carrera, donde nos esforzamos por avanzar para alcanzar un premio, que no es una medalla dada por otros, ni se detiene en el solo logro de un vencimiento personal, sino que tiende a estar con Dios. En la última olimpiada desarrollada  en Japón, una conocida deportista cayó en  medio de la carrera. Más, con diligencia se sobrepuso logrando sobrepasar a otras trece corredoras,  alcanzando el primer lugar.

Muchas veces en la vida podemos  tener la tentación ante una dificultad de quedarnos inmóviles en medio del problema, o de paralogizarnos en la búsqueda de posibles culpables de nuestra desventura o por ira golpear y destruir lo que es nuestro entorno. Al mirar la caída de esa deportista habría sido comprensible condolerse con ella y aceptar que se quedara tendida a causa del dolor, más se puso de pie, salió adelante, y llegó a la meta en primer lugar.

Hermanos: Queridos jóvenes y niños, tanto la deportista citada y aquella por quien hoy rezamos esta Santa Misa, nos enseñan que cuando tenemos claro hacia dónde hay que llegar, que es la meta del creyente llamado a la resurrección, entonces la vida se puede asumir con esperanza, con alegría y con una capacidad de enfrentar  dificultades que para un incrédulo es sorprendente, pero para para el que coloca su vida en Jesús,  entiende que sólo Él es “Camino, Verdad y Vida. 

Seguir sus pasos nos lleva a vivir largos años, seguir sus camino nos lleva a aquel lugar que “ni ojo ha visto, ni oído a escuchado, ni mente ha llegado a imaginar lo que Dios tiene preparado para quienes le son fieles” (1 Corintios II, 9).

Por esta razón, imploramos por intercesión de nuestra Madre del Cielo por el descanso eterno del alma de doña Lucía Hiriart de Pinochet,  Ex Primera Dama de la Nación, que pueda, en virtud del sufragio de nuestra Santa Misa,  escuchar la voz del mismo Señor, y ver el santo rostro de Jesús, que a cada alma bienaventurada le dice al llegar al puerto claro de la salvación: “¡Venid Bendito de mi Padre al lugar preparado para ti desde toda la eternidad” ¡Que Viva Cristo Rey!

Amén.

CEMENTERIO PARQUE DEL RECUERDO EN SANTIAGO DE CHILE

 

 

 

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