viernes, 3 de diciembre de 2021

TEMA  :  “LA PACIENCIA NACE DEL AMOR”.

FECHA: FRUTO DE LA PACIENCIA /  MES DE MARIA   /  AÑO 2021

Es el fruto que nos permite vencer la tristeza y el desánimo cuando nos vemos ante una situación que se presenta como inevitable y permanrente. Hay dos modos de enfrentar lo que se hace cuesta arriba: abatirnos o enfrentarnos. En el plano de la defensa personal existe una técnica que permite usar las fuerzas del agresor como parte de la propia defensa, de modo parecido podemos sacar provecho –por medio de la paciencia- en circunstancias muy adversas.  

Ante una sociedad crecientemente renuente a sufrir y la negación a esperar,  la virtud de la paciencia parece no tener posibilidad alguna de ser promocionada. Se expresa en quien conduce un auto, en quien hace una fila, y en quien llama por celular y no le contestan en cuatro segundos. Es una realidad, y no necesitamos hacer una encuesta para verificarlo.

San Pablo nos enseña que debemos esforzarnos por  tratar a los demás “con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros con amor” (Efesios IV. 2).

SACERDOTE DIOCESANO VALPARAÍSO 2021

La paciencia como fruto del Espíritu Santo es la misericordia de Dios hecha tiempo en nuestra vida cotidiana, ante la cual,  no hay prisas ni  tardanzas, premuras ni demoras, porque puestos en las manos de Dios que dirige nuestros pasos, solo resulta relevante permanecer confiados en Él, por lo que “nada te turbe y nada te espante, sólo Dios basta. Dios no se muda” (Santa Teresa de Ávila) ¡Dios no cambia!

Paciencia y misericordia: Existe una vinculación muy estrecha entre el perdón y la paciencia, porque nuestro Dios tanto espera cuanto perdona, tal como lo vemos en la parábola del Hijo Pródigo con la figura paterna que hipoteca el tiempo en razón del retorno de su hijo menor, por lo que el fruto del Espíritu Santo de la paciencia participa en  parte del sabor de la eternidad porque no se funda en una realidad cronológica sino en el ámbito cualitativo de nuestro Dios.

La paciencia no se mide por cuanto tiempo somos capaces de esperar sino en cuánto somos capaces de perdonar y de amar. Dios ha esperado de nosotros, dándonos una nueva oportunidad cada día para convertimos y cambiar de vida no instalándonos en un mundo alejado de sus mandamientos sino abriendo un abanico de posibilidades por medio de muchos caminos que su gracia dispone para bien de quien procura mejorar,  mantenerse, y crecer como católico.

PARROQUIA PUERTO CLARO DICIEMBRE 2021

Paciencia y pruebas: Como creyentes vemos a nuestro  Buen Dios como un Padre que se ha revelado plenamente en la persona –tan divina como humana- de Jesucristo, que es la palabra definitiva de lo que Dios dice al mundo. Es Jesús quien cambia aquellas realidades que para el mundo secularizado resultan inevitables e insuperables,  como posibilidades  y purificaciones.

En efecto, así como la nobleza de un metal se verifica por medio del fuego, de modo semejante vemos que los dones del Espíritu Santo develan un crecimiento interior en cada creyente al ser capaz de saber esperar en circunstancias adversas, las cuales a pesar de su persistencia, de su masividad, de su carácter inesperado, no son capaces de horadar la fidelidad pues sabiendo en quien un día hemos confiado nos queda la fuerza interior.

Paciencia y fidelidad: Desde el día de nuestro bautismo el Señor nos invita a identificarnos en Él por medio de un estilo de vida que participe –por gracia del cielo- de aquellos atributos divinos como son su: veracidad, bondad belleza, voluntad, justicia e inteligencia. Entre ellos, la fidelidad, por la cual,  el pueblo de Dios supo esperar a pesar de tantas vicisitudes como nos lo relata el Antiguo Testamento. Si vivimos con Dios en el corazón ¿cómo no vamos a actuar cómo Él ante los demás?

La paciencia es capaz de lograr aquello que el simple entusiasmo queda a mitad de camino en el ámbito de la mediocridad. Como fruto del Espíritu Santo la paciencia tiene un carácter  más permanente, tal como la fidelidad se verifica en el tiempo. Por tanto, así como la fe se fortalece creyendo, la paciencia crece esperando.

La Virgen María supo vivir del fruto del Espíritu Santo de la paciencia a lo largo de toda su vida, invitándonos a seguir cada uno de sus pasos. Por lo cual, ejerce su rol de mediadora universal de toda gracia enseñándonos a tener paciencia ante los males que nos hagan con la misma medida que Dios la ha usado con nosotros al momento de serles infieles a su gracia.  Ante los demás procuremos desear tratarles con similar paciencia a la que Dios ha tenido de nosotros: “La paciencia nace del amor” (1 Corintios XIII, 4).   

¡Que Viva Cristo Rey!

PARROCO JAIME HERRERA VALPARAISO 2021 


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