domingo, 16 de diciembre de 2018

LA VERDADERA ALEGRÍA NO ES UNA MODA


TEMA   : “LA VERDADERA  ALEGRÍA NO ES UNA MODA”
FECHA : HOMILÍA TERCER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO “C”
1.     “Estad alegres porque el Señor está  cerca”.


SANTA MISA LO VASQUEZ 2018
  
Una de las series más vistas en la década del setenta y ochenta fue “La Isla de la Fantasía”, que se desarrollaba en un lugar donde se pagaba para cumplir los sueños. Para ello se creaba todo un ambiente para que los huéspedes-clientes quedasen satisfechos. En la actualidad, salvando las diferencias, con el fin de alcanzar la felicidad se paga de múltiples maneras costos que finalmente terminan hipotecando la dicha anhelada.
La liturgia de este día encierra una pedagogía en oraciones, himnos y ornamentos. La austeridad del color morado propio de este tiempo penitencial de Adviento cede hoy al atenuado color fucsia que resulta de la mezcla del “morado y blanco”, es decir que tiene algo del gozo de la inminente natividad y tiene algo del rigor propio del tiempo penitencial.
El nombre de este domingo es “Gaudete in Domino”, porque la primera frase de la antífona inicial, tomada del apóstol San Pablo señala: “Estad alegres, os lo repito, estad alegres porque el Señor está cerca” (Filipenses IV, 4).
Sin duda,  la invitación a estar alegres es algo permanente en la relación de Dios con sus fieles, por lo que el hecho que la persona pueda experimentar el gozo, no es algo circunstancial, sino que  va de la mano con su misma entidad. La definición propia del hombre en el catecismo está tomada de San Agustín como “Dei capax”, que está capacitado para relacionarse con Dios. De modo complementario, en algunas escuelas de psicología se enseña que es una característica propia de nuestra humana naturaleza la “risibilidad”, la capacidad de alcanzar la alegría.
En la sociedad se suele considerar que es propio del hombre inteligente el poseer un genuino sentido de buen humor, vinculando la inteligencia con la alegría. Es que la verdadera alegría para el creyente es una bendición de Dios, tal como lo recuerda reiteradamente la Biblia. De hecho la palabra “alegría” aparece 269 veces, 206 veces en el Antiguo Testamento y 63 veces en el Nuevo Testamento, lo cual no debe ser visto solo como importante por el número de veces citada sino que ha de considerarse  el momento histórico y salvífico en el cual se le nombra.
Las primeras palabras dichas por el Arcángel Gabriel fueron una invitación a la verdadera alegría: “Alégrate, llena de gracia” (San Lucas I, 26). De inmediato en la localidad de Ain Karen, cuando visita a su prima Isabel la alegría es el común denominador de ese encuentro por esto exclama: “se alegra mi alma en Dios mi Salvador” (San Lucas I, 47)  ante lo cual Juan el Bautista “salta de alegría” en el vientre materno porque Jesús llegaba a su hogar. Seis meses después nacería Jesús, lo cual fue anunciado a los humildes pastores de Belén por voz de los ángeles del Cielo, que a coro cantaron: “Le anuncio una gran alegría. Hoy nos ha nacido el Salvador” (San Lucas II, 10-11)…..!Este Salvador sí que salva!
El anuncio de la venida del Mesías fue, es y será motivo de gran alegría para todo el Pueblo de Dios. La alegría es signo del cristiano, ha de ser la vestimenta de quien verdaderamente se ha revestido de Cristo, no ha de ser el disfraz o la careta de quien por fuera es alegría y por dentro es angustia y desazón.
En medio de este tiempo de Adviento, que es –también- un periodo de conversión,  descubrimos la necesidad de purificar el fundamento de nuestra alegría, toda vez que en la vida actual suele confundirse el “ser feliz” con “pasarlo bien”, el “estar alegre” con “estar reventado”. Según esto, es importante evitar espiritualmente la “distorsión” y  la “evasión” que originan las alegrías falsas de un mundo que quiere caminar como si Dios no existiera.
La distorsión: Siempre encontré entretenido bailar, admirando a los que podían hacerlo con mayor destreza. Desde la primera fiesta que acudí con once años de edad, cursando sexto año básico, hasta la última vez que baile en mi vida que fue en la fiesta de graduación de cuarto año medio, encontraba  que el acto de bailar iba de la mano con “pasarlo bien” y “ser feliz”. Es que cuesta imaginar a dos personas tristes bailando, ¿para qué? Ello no parece tener sentido… ¿Se imaginan a dos personas llorando tristes que digan ¡bailemos!? Eso no pasa…es absurdo.
De modo semejante, la dimensión relacional es propia del baile, por ello se busca a alguien con quien hacerlo, y compartir un ambiente y un ritmo común. Salvo que uno baile ballet lo normal es bailar acompañado, lo cual tiene sentido.  En efecto, el fundamento de bailar es el gozo interior que se hace tan amplio que se exterioriza por medio de gestos rítmicos. Ya el Antiguo Testamento nos habla de ello con el Rey David. La danza y el baile no es enemiga de la fe, por el contrario puede servir para exteriorizar alegría y sentimiento.

Mas, cuando el baile incluye expresiones reservadas al ámbito propio de una vida conyugal, y mezcla en un mismo contexto lo íntimo y lo público, termina desvirtuando lo uno y lo otro cayendo en lo absurdo, en lo burdo. Por ello, el baile y la música fuertemente erotizada imperante  de la actualidad como el trap y el reguetón están condenados a ser una moda pasajera pero no por ello menos nociva por el mensaje disolvente y sexista.
Según esto, al interior de nuestros hogares, y en la medida que podamos hacerlo no seamos cómplices pasivos a la hora de “marcar la cancha”, aplicando el criterio bíblico de “evitar el mal y hacer el bien”, es decir: incentivando bailes entretenidos y alegres y alejando los bailoteos sensuales, especialmente,  en los menores de edad.
La evasión: Recurrir a las drogas y el alcohol para “ser felices” constituye un contrasentido, habida consideración que se termina obteniendo exactamente lo opuesto a lo buscado. El adn de la tristeza es salir del centro hacia el cual avanzamos. Por esto, en el día que celebramos la inminente venida de Cristo, como su ya estuviera en medio nuestro, lo hacemos por medio de la alegría propia de quien ha recibido la gracia bautismal la invitación a ser bienaventurados…el que es santo es feliz, y el verdaderamente feliz lo es porque es santo.
La droga, particularmente la marihuana es nociva por muchas razones. Como estimula por una parte  e inhibe por otra la conducta, los actos voluntarios quedan como hipotecados a su posterior consumo, falseando la verdadera personalidad e incidiendo en nuestra relación con Dios y con el prójimo. El acto de consumir marihuana implica colocarse una máscara no externa, sino interna, por ello,  resulta para todo creyente, una obligación el abstenerse de su uso en toda circunstancia.
Dios nos hizo libres. Dios nos quiere libres, más la droga hace que el hombre no sea verdaderamente libre ni auténtico, transformando su vida en mentira y apariencia. Por esto, el mayor daño del uso de marihuana no ha de considerarse en el plano físico, sino en la vida espiritual. El problema de esta y otras drogas no es principalmente terapéutico sino moral, pues modifica artificialmente la conducta, y en su abuso y dependencia lo hace de manera permanente.

Debemos ser claros en develar el hecho que el uso medicinal de la marihuana es falaz porque al igual que nadie aspira cocaína para paliar un dolor, ni se le recomienda a otro fumar opio, el argumento que la marihuana tiene supuestos fines terapéuticos es falso. Los menores de 18 años que hoy fuman aumentan cuatro veces el riesgo de dependencia para el resto de su vida.
El hecho es exacto: de cada cinco menores que fuman, cuatro de ellos ven disminuida de por vida la membrana que recubre el contacto eléctrico neuronal…en buen chileno: el plástico que recubre el cobre transmisor desaparece corre el riesgo de cortocircuito cerebral. Chile es el país que más droga se consume en ambiente juvenil de América por lo que su legalización constituye un atentado a los derechos humanos de crecer en un ambiente sano.
En Uruguay donde luego de una feroz campaña de comunicación se legalizó la marihuana  aumentó el consumo y el tráfico de droga enormemente ¿Dónde quedaron las voces que dijeron lo contrario? La droga mata la alegría. Hace gente triste, esclava de vicios presentes y futuros. Como católicos debemos oponernos a que en Chile se apruebe su eventual legalización, toda vez que entre las formas de abusar de los menores está llenarlos de drogas para hacerlos vulnerables.
Este Domingo de Laetare, -tercer de Adviento- nos conduzca a  redescubrir “al Dios de nuestra alegría”, que nos concede el gozo doble ya en este mundo, de saber que Jesús pronto nacerá en medio nuestro en un pesebre de Belén, y que al fin de los tiempos volverá para juzgar y reinar para siempre…“No os alegréis de que los espíritus os sometan, alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos” (San Lucas X, 20).
Finalmente, nuestra mirada una vez más se detiene en la Virgen Santísima. Imploramos nos obtenga la gracia de procurar mantenernos firmes en la fe católica, enraizados  en la promesa cumplida del Dios fiel a su  Palabra, evitando los cantos de sirena del mundo actual para el cual la única fidelidad valida parece ser al viento, pues se deja llevar como veleta ante la menor brisa. ¡Que Viva Cristo Rey!

GRUPO TERCERA EDAD PUERTO CLARO
PADRE JAIME HERRERA GONZÁLEZ

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