RADIO STELLA MARIS / SAN MARCOS III,
30-31.
“Vuelve a casa. Se
aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus
parientes y fueron a hacerse cargo de Él, pues decían: “está fuera de sí”.
Se trata de un relato muy
breve, cuya importancia se esconde tras un par de líneas, por lo que no por lo
exiguo deja de tener trascendencia.
Hoy nuestro recuerdo
retorna a la infancia de Jesús, cuando pasados varios días se reencuentra con
sus padres quienes le preguntan ¿Por qué
nos has hecho esto? “! Estábamos muy
preocupados!”…No muy distintas deben haber sido las palabras de los
parientes que “van a hacerse cargo de Él”.
La razón es tremenda: “porque decían esta fuera de si”. En
palabras simples: “Se ha trastornado”.
Las amistades y parientes querían hacerse cargo de quien estaba a cargo de
ellos, no por un momento, no por una tarde, sino en que virtud del misterio de
la Encarnación, al asumir la condición humana sin dejar de ser Dios, El cargo
con nuestra miseria, con nuestros dolores y nuestros pecados con el fi n de
salvarnos.
Sin duda, ayer como hoy
para aquel que carece de una fe arraigada, le parece una locura la proclamación
de las palabras que Cristo pronunció a lo largo de su predicación, desde aquel
discurso programático conocido como Sermón de la Montaña, donde hablo de los Bienaventurados,
entre los cuales incluyó a los pobres de
espíritu, a los que buscan la paz,
a los limpios de corazón, a los que son justos, todo lo cual
resultaba simplemente inaceptable para la religiosidad semita contemporánea al
Señor.
En la actualidad resulta
incomprensible hablar de austeridad, de limitar los gastos, de no endeudarse,
de marginarse de la bancarizacióin, de vivir como si se careciera. Si entonces
se marginaba a los pobres, hoy igualmente se hace porque se les trata con
desconfianza, como ajenos de la vida que uno lleva, con lo cual, el que asuma
la pobreza y proponga como camino de perfección a no dudarlo será tenido como
un “demente”.
Por otra parte, vivimos
pensando cuando se iniciara un nuevo conflicto mundial, por todas partes surgen
sentimientos de enfrentamiento de que son síntoma de una creciente crispación
social: bullyng, pendencias
juveniles, enemistad vecinal. Los que tienen un espíritu pacífico son tenidos
como débiles y necios, y para muchos el buscar que reine la paz no tiene cabida
en la cultura de la desconfianza que se apoya en la fuerza y astucia para
imponerse, en consecuencia quien es pacífico, hoy como ayer, es tenido como un “lunático”.
No menor es tenido como
un “out sider”, un fuera de lugar,
aquel que en este tiempo, como entonces, habla de la santa pureza, de la
castidad, de la virginidad. Basta que uno defienda el celibato eclesiástico
para que sea colocado en entredicho, olvidando que ese fue el estilo de vida
que tuvo Jesús, que vivió San Juan Bautista, que llevó San José Custodio, y que
luego de ser llamados, vivieron todos los apóstoles. Mas, la “limpieza de corazón” se opone al
espíritu suspicaz, desconfiado y celoso, propio de nuestra época, pero presente
también en tiempos de Nuestro Señor.
Finalmente, las
injusticias que claman al cielo en la vida presente no eran mudas en tiempo de
Jesús, porque la naturaleza del hombre herida a causa de las consecuencias del
pecado original hace que tendamos más a ser injustos que justos. Bien lo
sabemos que al interior de nuestra Patria: Mientras no nos vean, mientras no se
den cuenta, aplicamos el axioma de: “hecha la ley, hecha la pillería”, por lo
que la falta de justicia se hacen “con
zapatos de charol y calamorros”, “con
combatas y overoles”. Según esto, quien sea se esmere en ser justo, es
tenido como un personaje “extraño”
ante el cual es mejor alejarse porque no está de acuerdo con nuestro particular
modo de vida.
Todo lo anterior nos
indica que todo aquel que quiera llevar el estilo de vida de Jesús, y sea
radical en sus principios, deberá incluir el alto costo de ser tenido, a los ojos del mundo, como un “necio”
o “loco”, según lo cual recordaremos
que así fue tratado Nuestro Señor, y que las mejores almas de nuestra Patria,
hoy elevadas a los altares, dijeron, en
el caso de Santa Teresa de Los Andes: “Cristo,
ese loco de amor, me ha vuelto loca” y en palabras de San Alberto Hurtado
invitaba a estar “chiflados por el Señor”.
¡Que Viva Cristo Rey!
No hay comentarios:
Publicar un comentario