sábado, 20 de enero de 2018

TENDREMOS LOS SACERDOTES NECESARIOS

 RADIO STELLA MARIS / SAN MARCOS III, 13-19.

“Subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó”.  ¡Palabra del Señor!


Los llamó, los instituyó y los envió. Todo nos indica que la iniciativa parte de Jesús, que libremente invita a los que Él quiere.

Hace unos días veíamos a muchos jóvenes postular a diversos centros de educación superior. Habitualmente a los escolares se les pregunta ¿Qué quieres estudiar cuando grande? ¿Qué carrera quieres seguir? ¿A qué te quieres dedicar en el futuro?...También, al menos una vez en la vida es necesario cuestionarse con seriedad, si acaso el Señor desea que optemos por una vida consagrada.

Es verdad que hay múltiples formas de consagración, y que en el fondo todo bautizado está llamado a un particular estilo de vida al servicio del Señor, por lo que en toda ocasión es posible “seguir a Cristo” y “estar a su servicio”…Mas, hay una vocación muy especial como es la vida sacerdotal

La pastoral vocación debe ser “pro activa”, toda vez que reconociendo la carencia de un número suficiente de sacerdotes, a lo largo de nuestra Patria, debemos asumir que la conversión pastoral pasa por tener esta realidad,  asumida como una necesidad de todo católico. Se trata de algo esencial para nuestra vida espiritual y para la vida misma de la Iglesia.

“Sin sacerdote, no hay Eucaristía y sin Eucaristía no hay presencia real de Cristo en el mundo” (Arzobispo Emilio Tagle).  La profundidad de la crisis vocacional presente en modo alguno es capaz de extinguir la llama de la fe que enciende la esperanza en los corazones. Por muy extendidos que sean los males nunca doblegarán la promesa hecha por Jesús a su Iglesia cuando señaló: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (San Mateo XXVIII, 20).

En consecuencia, las vocaciones están…escasas pero vigentes; y las vocaciones vendrán,  Dios mediante,  llenas de generosidad y sobre todo de santidad. Por esto debemos trabajar ahora por que se siembre, se abone, y se cultive el germen de las vocaciones sacerdotales que cumplan el mandato del Señor al momento de ir a la diestra del Padre: “Vayan al mundo entero, bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que yo les he mandado”. (San Mateo XXVIII,  19).

El nombre diverso de cada Apóstol responde a la personalidad distinta que poseían…letrados y analfabetos, audaces y tímidos, aguerridos y ponderados. Un día pedían que cayera fuego sobre los infieles, y luego olvidaban hasta haberlo conocido; por la mañana prometían ir donde quiera que fuese, por la noche apesadumbrados  retornaban alicaídos a sus hogares…Cada uno poseía un historial, que desde el encuentro con Jesucristo, muerto y resucitado,  se transformaba en historia de salvación, proclamando con sus palabras y acciones que “por sus heridas del crucificado hemos sido redimidos” (1 Pedro II, 2).


Cuando el Señor elige y mira a un joven para ser sacerdote, lo hace de manera directa, lo hace de manera permanente, no lo hace “con chanfle” ni con espejo retrovisor, es decir, una vez que se es llamado al sacerdocio, e instituidos como pertenencia suya es para siempre.

Ser muy distinto no implica ser muy distante: Por el estilo de vida de los doce apóstoles sabemos que sólo “dejándolo todo lo siguieron” (San Lucas V, 11) y que incluso un joven que fue llamado por Jesús no quiso desprenderse de lo que creía tenía mucho valor y amarraba su alma….triste siguió en lo suyo y se alejó del Señor.

Por esto, el camino al que Jesús invita en el sacerdocio hoy como ayer es una realidad para toda la vida, y no sólo nos da un sentido nuevo a la vida sino que la plenifica en toda su grandeza cuando,  por medio de la voz y el corazón, por medio de la vida del sacerdote,  el Cristo total se hace presente en los altares de nuestros templos y en los altares de tantas almas amantes de Dios.


Cada vez que escuchemos este relato de la llamada de Jesús a sus Apóstoles recordemos rezar porque: en nuestras comunidades, al interior de las familias, en los colegios, insertos en el mundo laboral  y en los centros de educación superior florezcan las vocaciones al sacerdocio que nuestra Iglesia en Chile con urgencia necesita y que Nuestro Señor quiere conceder. ¡Que Viva Cristo Rey!

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