DÍA PRIMERO SANTA NOVENA / 9 DE JULIO DEL 2018
VIRGEN
MARÍA: ¡HIJA DEL PADRE!
Iniciamos este día la preparación para la celebración de la Solemnidad de Nuestra Reina y Madre, la Virgen del Carmen, que desde el inicio de la historia patria ha ocupado un lugar principal en la devoción de los creyentes y ha sido un vínculo insustituible de unidad en momentos de mayor dificultad.
La condición de “Hija del Padre” emerge directamente por
un acto de amor de Dios Padre que, llegada la plenitud de los tiempos, viendo
el desvarío de la humanidad, envía a su
Hijo unigénito al mundo con el fin de reconciliar al hombre con Él.
La grandeza sin par del
misterio de la encarnación del verbo, nos hace descubrir la presencia de María
con su Iglesia, que emerge el mismo día que Cristo viene al mundo, se inicia la
Iglesia y la Virgen es reconocida como la hija de Dios Padre, por tanto no se
comprende una Iglesia huérfana de madre porque la Virgen es su Madre desde el
primer instante de vida.
Sin duda la experiencia
que cada uno ha tenido en la condición como hijo nos lleva a mirar cómo Dios Padre ha visto a su hija predilecta…”es la niña querida” del cielo y de la
tierra, que vive consagrada a Él desde su primera infancia, y no dejará de
estarlo hasta el día de su asunción en cuerpo y alma, donde es coronada como
“Reina del Universo”.
En los últimos meses
hemos visto, a interior de nuestra Patria una corriente ideológica que ha
querido imponer una visión reductiva de la grandeza del ser femenino como
opuesto al hombre, a quien se le presenta como un rival que prácticamente hay
que eliminar. De hecho algunas pancartas exhibidas dicen: “mata al macho” lo que se opone a los designios divinos que al
comienzo de creación hizo de la nada al hombre y la mujer a su imagen y
semejanza es decir, muy parecidos a Él. Sin duda, la aversión hacia una supuesta cultura
patriarcal no sólo suele exigir la muerte del hombre sino también de toda
realidad que hable de paternidad y obediencia hacia los padres.
Contra todo lo que suele
ser reconocido en el slogan del denominado “feminismo
profundo”, la debilidad formativa en nuestra realidad social –en general-
es una madre que “manda” y un padre que obedece.
Lo anterior entra en
grave conflicto cuando vemos en el Evangelio que toda la vida de Jesús, a quien
procuramos imitar en sus mismos sentimientos y acciones, hizo el camino de su “realización” el cumplir en todo la
voluntad del Padre que está en los cielos. Aún más, la misión de Cristo fue dar
a conocer al Padre, con quien estaba permanentemente unido: “Yo y mi Padre somos uno”…”Quien me ve a
mí, ve al Padre”.
El cuestionamiento a la
figura paternal actualmente en boga, marca un quiebre con la enseñanza de la
Iglesia y contribuye a que muchos bautizados terminen desfigurando la imagen de Jesucristo que en
todo momento honró a su padre cumpliendo lo que le pedía.
Un
padre que nos invita al crecimiento espiritual por medio del sacrificio,
con las demás virtudes de abnegación, y perseverancia. En la vida sabemos que
las cosas cuestan obtenerlas, y las que más apreciamos son las que más esfuerzo
nos han exigido.
El Padre eterno previendo
desde la eternidad la ruina lamentable de quienes desde Adán se alzaron contra
sus designios permitió que su Hijo Unigénito fuese el Redentor del género
humano. La ruina de la sociedad actual,
marcada por la falta de piedad y violento egoísmo, encuentra en el
desprecio a la paternidad providente una de sus primeras causas. En efecto la
Biblia enseña que quien honra y obedece a sus padres vive largo tiempo: “Honra a tu padre y tu madre para que
prolongues tus días sobre la tierra que tu Dios te va a dar” (Éxodo XX, 12)
, lo cual no sólo se refiere a los años
numéricamente entendidos sino a la satisfacción que hay en vivirlos…no más
años de vida sino más vida en los años…”Honra
a tu padre y a tu madre tal es el primer
mandamiento que lleva consigo una promesa: para que seas feliz y se prolongue
tu vida” (Efesios VI, 1-3 y Deuteronomio V, 16).
La Virgen María vivió
consagrada y obediente a los designios de Dios Padre, descubriendo su mejor
intérprete en la presencia de San Joaquín –su papá- y en Santa Ana –su mamá-
por lo que la Virgen nos puede enseñar con autoridad de lo que Ella vivió
cotidianamente. En circunstancia que el mundo insiste en autonomías,
independencias y libertinajes, la Virgen con su vida con enseña una y otra vez
que Dios Padre no es rival de la humana libertad sino su primer garante.
Los designios de Dios
Padre no son una imposición esclavizante, venida de fuera sino que constituyen la senda
de la libre realización que emerge de la condición de hijos de un Padre que nos
ama y protege permanentemente, tal como la Virgen María vivió su libertad de
hija desde el pleno cumplimiento de todos y cada uno de los mandamientos de
Dios.
PARROQUIA
PUERTO CLARO CHILE
La
Virgen por su obediencia filial nos conduce hacia el Padre:
Cumpliendo el rol dado por Dios de ser “Madre
de Jesús” y teniendo presente que por la sangre de Cristo corría la sangre
de su madre, que al presentarse con las heridas visibles ante el Padre Eterno,
el ADN inscrito en ellas era el de su Madre Santísima, la hija predilecta del Padre
porque cumple una función única –inigualable- de ser aquella que más pronta y
fácilmente con ayuda a llegar al Padre por medio de su Hijo y Dios.
Según esto, la enseñanza
de los mandamientos de Dios y de su Iglesia forma parte del apostolado que todo
bautizado está llamado a realizar en primera persona. La búsqueda del
fortalecimiento de la familia repercute siempre en la solidez de la sociedad,
toda vez que siendo la célula fundamental, con las características propias que tiene
la naturaleza, que fue inscrita por Dios,
confiere a cada uno un carácter insustituible.
Muchas veces hemos
recordado que “el alma del apostolado es
el apostolado del alma”, realidad que al hacerla extensible a la familia
nos lleva a develar la urgencia pastoral de dar a conocer que el proyecto
divino de buscar la santidad de cada
bautizado y de la sociedad pasa por dar a conocer fielmente todo aquello que nuestra Iglesia enseña respecto a la vida
del hombre y de la familia.
Para esto, no son los
libros de sociología, de autoayuda o de sicología los que deben guiar nuestra enseñanza
sino que nuestra seguridad ha de apoyarse en lo que Dios ha dicho en la Sagrada
Escritura y ha hablado por medio de la creación, respecto de lo cual ¡Dios no
puede engañar ni ser engañado!
La Virgen como hija del
Padre es primera e inigualable a la hora de considerar la virtud de la
obediencia, servicio, y cariño atento –hecho piedad- hacia su Padre del Cielo y
sus padres en la tierra, fieles intérpretes del amor de Dios.
En estos días de la Santa
Novena a la Virgen del Carmen recordamos que el primer templo dedicado a la
Virgen María fue el que se erigió en el Monte Carmelo, pues los primeros
cristianos vislumbraron que los paganos solían colocar pergaminos como hijo de
tal persona, más la Virgen por antonomasia puede ser llamada por todos y en
todo tiempo como la “Hija del Dios Padre”.
Con este título se
refería un santo contemporáneo en uno de sus libros: “Dios te salve, María, hija de Dios Padre; Dios te salve, Madre de Dios
Hijo; Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo…! Más que tú, sólo
Dios! (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, número
496)
¡Que Viva Cristo rey!
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