MES DE LA CARIDAD FRATERNA / AÑO
DE LA MISERICORDIA.
La oración por los
difuntos forma parte del itinerario de
quien quiere alcanzar la santidad. El misterio de la Comunión de los santos
lleva a tener un mismo sentir un mismo pensar y luego, un mismo vivir,
lo cual se realiza perfectamente durante la celebración de la Santa Misa, en la
cual se une la Iglesia Triunfante de los Bienaventurados que ya están gozando
definitivamente de la visión beatifica en el cielo, la Iglesia Purificante, de
las almas que sabiendo su condición de
salvadas no pueden acceder aun al cielo permaneciendo en el tiempo de
“purificación pre-celestial”, y la Iglesia
Peregrinante, que es aquella de los bautizados que permanecen inmersos
en el tiempo del mérito, la conversión y la gracia.
OBRA DE MISERICORDIA |
A lo largo de la Santa
Misa, en medio de la oración personal de
cada creyente (santo Rosario, Vía Crucis, Corona de la Divina Misericordia), y
en la vivencia de las obras caridad fraterna, incluido el ofrecimiento de la
castidad, se percibe de manera misteriosa pero real la realización de la
exhortación del Señor: “Que todos sean
uno”, permitiendo el intercambio de bienes espirituales entre
quienes ya están en el cielo, entre quienes se purifican para entrar a él, y
entre quienes un día anhelamos llegar a él.
El Antiguo Testamento
invita a ofrecer “oraciones y sacrificios
expiatorios” por los difuntos con el fin de ser liberados de las ataduras
del pecado (2 Macabeos XII, 46). La Iglesia nos
pide que con la séptima Obra de Misericordia Espiritual: “A los Fieles Difuntos
del Purgatorio llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de
Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (Job
I, 51)
¿Por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas hechas por los muertos les
lleven un cierto consuelo? “No dudemos,
pues en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por
ellos” (Catecismo de la Iglesia, número 1032).
Cada oración hecha por ellos se multiplicará abundantemente con la gratitud
y por medio de las gracias obtenidas por aquellas almas que rescatemos del
purgatorio a fuerza de la oración perseverante, confiada y humilde.
Por lo demás, siempre
será fecunda nuestra oración por los difuntos pues aun en el caso que el
alma de nuestros seres queridos ya esté en el cielo, la misericordia de Dios,
que es ilimitada, concede fecundidad a
nuestra oración entregando los méritos de ella a un alma que la necesita, y
eventualmente estará “eternamente” agradecida del beneficio obtenido.
Ofrecer
la Santa Misa y penitencias por los difuntos: En
el día del aniversario de su muerte, en el aniversario del natalicio, en el
aniversario del bautismo. El mejor recuerdo que se puede hace por un alma en el
purgatorio es procurar “rescatarlo”
de ese lugar por medio de la oración cuya eficacia está prometida por el mismo
Jesucristo: “todo lo que pidan a mi Padre
con fe os será concedido”, añadiendo luego que “donde dos o más se reúnan en mi nombre allí estaré yo en medio
vuestro”.
Ofrecer
Misas Gregorianas: Consisten en treinta misas de
aplicación exclusiva por el difunto. Ello debe hacerse en espíritu de penitencia,
especialmente para adviento y cuaresma, procurando unir la penitencia, la oración
y la limosna con la solicitud de Misas Gregorianas. Ciertamente que: “Ofrecer el Sacrificio (de la Misa) por el
descanso de los difuntos es una costumbre observada en el mundo entero. Por
eso, creemos que se trata de una costumbre enseñada por los mismos Apóstoles.
En efecto, la Iglesia Católica la observa en todas partes; y si ella no creyera
que se les perdonan los pecados a los fieles difuntos, no haría limosnas por
sus almas, ni ofrecería por ellas el sacrificio (de la Santa Misa) a Dios” (San
Isidoro de Sevilla, Sobre los oficios eclesiásticos, 1).
Obtener
indulgencia por los difuntos: A lo largo del año
actual (Jubileo
de la misericordia) se puede obtener indulgencia por las
almas en el purgatorio. Ademes, hay momentos y lugares donde permanentemente se
puede obtener dicha indulgencia plenaria (Catecismo de la
Iglesia, número 1479): Vía Crucis de Viernes Santo, Bendición
Papal Urbi et Orbe del Domingo de
Resurrección, Celebración de una Primera Misa de un neo-sacerdote, entre
otras.
Según lo anterior “debemos ayudar a los que se hallan en el
purgatorio. Demasiado insensible sería quien no auxiliara a un ser querido
encarcelado en la tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que
está en el purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo y
las de allí” (Santo Tomás de Aquino, Sobre el Credo,
5, 1. c.p.73).
ORAR POR LAS ALMAS EN EL PURGATORIO |
Oración
por las Almas del Purgatorio: “! Señor Jesús, por el amor de la agonía que Tú soportaste durante el
temor a la muerte en el Huerto de Getsemaní, en la flagelación y coronación, en
el camino al monte Calvario, en tu crucifixión y en tu muerte, ten piedad de
las Almas del Purgatorio y especialmente de aquellas que están totalmente
olvidadas! Líbralas de sus amargos dolores, llévalas hacia Ti y envuélvelas con
tus brazos en el Cielo. Señor, concédeles el descanso eterno y brille para
ellas la luz que no tiene fin”. ¡Que viva Cristo Rey!
No hay comentarios:
Publicar un comentario