TEMA : “!VENID!
¡MIRAD! ¡ADORAD! HA NACIDO JESÚS”.
FECHA:
HOMILÍA MISA NOCHEBUENA / PUERTO CLARO /
2019.
1.
“No
teman, porque les traigo una Buena Noticia” (San Lucas II).
En
la Noche Santa donde el cielo se une a la tierra nos reunimos para celebrar
nuestra Santa Misa en la cual se hace presente Jesús en nuestro altar para que
tengamos vida en abundancia.
Sin
duda, son horas donde a lo largo del mundo entero se cierne un deseo de reencuentro
entre quienes están distanciados, un anhelo de verdad en quienes caminan en
tinieblas, un deseo de irradiar la paz en medio de cuantos se muestran como
adversarios.
CERRO
TORO VALPARAÍSO CHILE
Ese
espíritu de navidad es como la
campana que anuncia la llegada de Jesucristo al mundo, tal como fue anunciado
desde la antigüedad por el profeta Isaías como henos recordado durante el Adviento: “Una Virgen dará a luz un hijo y le coloca
el nombre de Enmanuel, Dios con nosotros”. A lo largo de la historia del
pueblo de Dios, en todo momento
esperaban la llegada de quien vendría a rescatarlos de la esclavitud, la cual, de tantas maneras ha exigido una nueva
respuesta de parte de cuantos no han dejado de buscar a Aquel que no se ha
dejado de mostrar. Sin duda, que esta noche inicia el tiempo favorable de la
gracia, en medio del cual el mérito y la virtud permiten prepararnos para la
llegada de la plenitud de los tiempo “cuando
todo sea recapitulado en Cristo” en la Parusía.
Para
ambas venidas como verdadero pueblo elegido por Dios y formado por Jesucristo
nos hemos preparado durante las cuatro semanas del adviento, pues el gozo ante
el misterio sublime de Dios en medio nuestro nos llena de valor estando insertos
en un mundo que “avanza en medio de ti
nieblas” que son consecuencia del pecado. Es una realidad que somos parte
del mundo, pero la fe nos exige no permanecer esclavizados a sus criterios y
principios!...”En el mundo sin ser del
mundo” dijo Jesús en la Ultima Cena.
La
invitación a no tener que hacen los ángeles en esta Noche Santa de Navidad
constituye una viva exhortación a confiar en Dios que a todo evento cumple cada
una de sus promesas, y no se deja vencer ni por el transcurso del tiempo porque
es eterno ni se redra por la cerrazón del corazón del hombre que olvida y
reniega de la mano creadora y providente.
IGLESIA
PUERTO CLARO CHILE 2019
La
ofuscación del hombre y la sociedad alejados de la religión, con evidente
avance de incredulidad, no son capaces
de hacer retroceder un ápice la misericordia de Dios que siempre puede más que
nuestro pecado porque todo lo es y todo lo puede.
En
consecuencia, la Buena Noticia para el mundo en estas horas benditas no es “algo que pasa” sino “alguien que viene” para quedarse, por
lo cual, la certeza de nuestra fe no
puede encenderse por unas horas para luego ceder a la gelidez de lo inicuo y del
paso inexorable del tiempo. ¡La verdadera fe no se oxida, no se descompone, ni se corroe! ¡La fe no una moda pasajera!
Si
algo caracteriza la noticia es que
constituye una novedad que hasta entonces permanece como desconocida y que irrumpe en un momento preciso en
nuestras vidas, que viene a modificar lo que estamos haciendo produciendo un
quiebre. Sin duda, la Natividad de
Cristo marca un antes y un después en la historia de todo el mundo y en la vida de cada uno de nosotros,
llamados a ser testigos actualizados de una verdad, de una caridad, y de una
esperanza que sólo puede expandirse por medio de quien cree y en medio del que
cree.
OBISPO PEDRO OSSANDÓN / CHILE
2.
“Una
gran alegría para todo el pueblo”.
Una
de las características de la presencia del Maligno es cuando impera el miedo
(temor) que encierra y asola inhibiendo
la relación con los demás, con la
evidente consecuencia del enfriamiento de la caridad fraterna. Es necesario
asumir que el mal debe ser vencido por la santidad y la gracia, no bastando
-simplemente- con dejar de hacerlo, cosa
que es muy frecuente en nuestra idiosincrasia religiosa, que suele detenerse en evitar lo malo pero no dando
el paso siguiente, al que nos invita
nuestro Dios, en orden a hacer positivamente el bien a los demás: “Está muy bien no hacer el mal pero está muy
mal no hacer el bien” (San Alberto Hurtado
Cruchaga).
Como
fieles católicos no basta con no temer, sino que es necesario hacer obras de
bien, procurando llevar una vida virtuosa, esforzándonos por mantener la
santidad que nuestra alma recibió el día de nuestro bautismo y con la cual
procuramos acceder a la primera comunión donde Jesús Sacramentado vino a
nuestra alma.
Todo
lo anterior nos lleva a iluminar al corazón contemplando las palabras de los Ángeles:
“Una gran alegría ha nacido para todo el
pueblo”, lo cual, para un creyente
que se esfuerza por vivir su fe de manera tan convencida como convincente,
constituye un imperativo el contagiar del gozo de tener a nuestro Dios tan
cerca como está a estas horas en un simple pesebre en Belén. Si Dios está en medio nuestro ¿quién puede
estarlo contra nosotros?
El
temor e incertidumbre a lo largo de nuestra vida puede tomar diversos rostros.
B bien sabe Satanás cómo ocultar su rostro más adverso para que, por medio de
dudas e incertidumbres, ir haciendo vacilar el corazón del hombre tal como lo
hizo a Adán y Eva en el Paraíso terrenal.
En
la actualidad, nuestra Patria vive una
suerte de fragmentación social en medio del cual nadie parece creer a nadie y no
confiar en nadie, esto conlleva que allí donde todos mandan ninguno obedece, imperado
la ley de la selva donde el más fuerte impone su voluntad sobre quienes
generalmente se muestran y permanecen más debilitados. ¿De dónde ha nacido todo
esto? Sin duda, que si el hombre y la
sociedad es capaz de marginar a su creador prontamente lo hará con sus
creaturas, por lo que la primera falta a la caridad es contra Dios y ello no tiene
una consecuencia inocua, por el contrario prontamente un mundo sin Dios se
vuelca contra el mismo hombre.
CONFIRMACIÓN DICIEMBRE 2019
3.
“Encontrarán
un Niño recién nacido envuelto en pañales”.
Entonces,
¿hacia dónde es urgente dirigir en esta Nochebuena nuestra mirada? Hacia el mismo
lugar que encaminaron sus pasos los humildes pastores del pueblo elegido y al
que proviniendo de tierras lejanas acudieron diligentes los Reyes del Oriente –Melchor,
Gaspar y Baltazar-
Cristo
es la respuesta del cielo para nuestro tiempo y el que vendrá, puesto que es la
Palabra definitiva por medio de quien Dios habló de una vez para siempre. En Él
podemos confiar porque antes pasarán los cielos y la tierra a que una sola de
sus palabras no deje de cumplirse en plenitud. Nuestra certeza se funda en la
fe que confía en quien nos ha prometido la salvación luego de avanzar por este
mundo en ocasiones convertido en un “valle
de lágrimas” como reza la oración de la Salve.
El
católico no necesita cerrar sus puños para amenazar ni agredir, no requiere de
alzar la voz para argumentar, no usa de las armas que quitan la vida con
crueldad indescriptible, nuestro camino es acoger a quien busca a Dios, es
mostrar nuestra identidad, aquello que somos y tenemos como un bien deseable
para todos los que están junto a nosotros en el mundo del trabajo, en el mundo
de la educación, en el mundo de la vida
pública, evitando tener un catolicismo de jornadas y circunstancias, casi como
a tiempo compartido.
Nuestra
voz como Iglesia apoya su certeza en Dios que habla, en consecuencia, no
puede equivocar ni equivocarse, asumiendo que la fuerza de la verdad de
Cristo es que es verdad. No necesitamos gritar, insultar, burlarnos, ni denostar
para dar a conocer nuestras convicciones y certezas, equivocándose quienes
piensan que por no marchar, ni gritar, el creyente no exterioriza lo que
siente, por el contrario, es por el camino de la perseverancia en el trabajo
bien hecho, por la constancia en la búsqueda por lo mejor para cada familia día
a día, por el estudio cumplido con espíritu de perfección y sacrificio, es por
donde si mostramos con los hechos que la causa de Cristo nacido en Belén vale
la pena y justifica todo sacrificio. Como una gota de agua perseverante logra
vencer la piedra más compacta, la gracia de ser constantes en nuestra fe
verdadera logrará horadar la cultura más
secularizada y las almas más ciegas.
Ver
a Cristo en el pesebre betlemita “envuelto
en pañales” evidencia la simpleza de una verdad cuyo esplendor cautiva y
convierte a las almas más obcecadas. Es en su fragilidad donde nace nuestra
fortaleza, es en su silencio de donde se funda nuestra voz: ¡Ha nacido Cristo!
Las campanas no callan lo que desde el cielo se nos anuncia: ¡Venid! ¡Mirad! ¡Adorad!
Escuchemos
la invitación de los Ángeles que a nuestra Patria en esta Noche luminosa
cantan: “Gloria a Dios en las alturas y en
la tierra paz a los hombres amados por El”.
¡Que
Viva Cristo Rey!
MISA
OBISPO EN PUERTO CLARO
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