miércoles, 25 de diciembre de 2019


TEMA  :     “!VENID! ¡MIRAD! ¡ADORAD! HA NACIDO JESÚS”.
FECHA: HOMILÍA MISA NOCHEBUENA / PUERTO CLARO /  2019.
1.        “No teman, porque les traigo una Buena Noticia (San Lucas II).
En la Noche Santa donde el cielo se une a la tierra nos reunimos para celebrar nuestra Santa Misa en la cual se hace presente Jesús en nuestro altar para que tengamos vida en abundancia.
Sin duda, son horas donde a lo largo del mundo entero se cierne un deseo de reencuentro entre quienes están distanciados, un anhelo de verdad en quienes caminan en tinieblas, un deseo de irradiar la paz en medio de cuantos se muestran como adversarios.

CERRO TORO VALPARAÍSO CHILE

Ese espíritu de navidad es como la campana que anuncia la llegada de Jesucristo al mundo, tal como fue anunciado desde la antigüedad por el profeta Isaías como henos recordado durante el Adviento: “Una Virgen dará a luz un hijo y le coloca el nombre de Enmanuel, Dios con nosotros”. A lo largo de la historia del pueblo de Dios,  en todo momento esperaban la llegada de quien vendría a rescatarlos de la esclavitud,  la cual,  de tantas maneras ha exigido una nueva respuesta de parte de cuantos no han dejado de buscar a Aquel que no se ha dejado de mostrar. Sin duda, que esta noche inicia el tiempo favorable de la gracia, en medio del cual el mérito y la virtud permiten prepararnos para la llegada de la plenitud de los tiempo “cuando todo sea recapitulado en Cristo” en la Parusía.
Para ambas venidas como verdadero pueblo elegido por Dios y formado por Jesucristo nos hemos preparado durante las cuatro semanas del adviento, pues el gozo ante el misterio sublime de Dios en medio nuestro nos llena de valor estando insertos en un mundo que “avanza en medio de ti nieblas” que son consecuencia del pecado. Es una realidad que somos parte del mundo, pero la fe nos exige no permanecer esclavizados a sus criterios y principios!...”En el mundo sin ser del mundo” dijo Jesús en la Ultima Cena.
La invitación a no tener que hacen los ángeles en esta Noche Santa de Navidad constituye una viva exhortación a confiar en Dios que a todo evento cumple cada una de sus promesas, y no se deja vencer ni por el transcurso del tiempo porque es eterno ni se redra por la cerrazón del corazón del hombre que olvida y reniega de la mano creadora y providente.

IGLESIA PUERTO CLARO CHILE 2019 

La ofuscación del hombre y la sociedad alejados de la religión, con evidente avance de incredulidad,  no son capaces de hacer retroceder un ápice la misericordia de Dios que siempre puede más que nuestro pecado porque todo lo es y todo lo puede.
En consecuencia, la Buena Noticia para el mundo en estas horas benditas no es “algo que pasa” sino “alguien que viene” para quedarse, por lo cual,  la certeza de nuestra fe no puede encenderse por unas horas para luego ceder a la gelidez de lo inicuo y del paso inexorable del tiempo. ¡La verdadera fe no se oxida, no se descompone,  ni se corroe! ¡La fe no una moda pasajera!
Si algo caracteriza  la noticia es que constituye una novedad que hasta entonces permanece como desconocida  y que irrumpe en un momento preciso en nuestras vidas, que viene a modificar lo que estamos haciendo produciendo un quiebre. Sin duda,  la Natividad de Cristo marca un antes y un después en la historia de todo el  mundo y en la vida de cada uno de nosotros, llamados a ser testigos actualizados de una verdad, de una caridad, y de una esperanza que sólo puede expandirse por medio de quien cree y en medio del que cree.

OBISPO PEDRO OSSANDÓN /  CHILE



2.     “Una gran alegría para todo el pueblo”.
Una de las características de la presencia del Maligno es cuando impera el miedo (temor)  que encierra y asola inhibiendo la relación con los demás,  con la evidente consecuencia del enfriamiento de la caridad fraterna. Es necesario asumir que el mal debe ser vencido por la santidad y la gracia, no bastando -simplemente- con dejar de hacerlo,  cosa que es muy frecuente en nuestra idiosincrasia religiosa,  que suele detenerse en evitar lo malo pero no dando el paso siguiente,  al que nos invita nuestro Dios, en orden a hacer positivamente el bien a los demás: “Está muy bien no hacer el mal pero está muy mal no hacer el bien” (San Alberto Hurtado Cruchaga).
Como fieles católicos no basta con no temer, sino que es necesario hacer obras de bien, procurando llevar una vida virtuosa, esforzándonos por mantener la santidad que nuestra alma recibió el día de nuestro bautismo y con la cual procuramos acceder a la primera comunión donde Jesús Sacramentado vino a nuestra alma.


Todo lo anterior nos lleva a iluminar al corazón contemplando las palabras de los Ángeles: “Una gran alegría ha nacido para todo el pueblo”, lo cual,  para un creyente que se esfuerza por vivir su fe de manera tan convencida como convincente, constituye un imperativo el contagiar del gozo de tener a nuestro Dios tan cerca como está a estas horas en un simple pesebre en Belén.  Si Dios está en medio nuestro ¿quién puede estarlo contra nosotros?
El temor e incertidumbre a lo largo de nuestra vida puede tomar diversos rostros. B bien sabe Satanás cómo ocultar su rostro más adverso para que, por medio de dudas e incertidumbres, ir haciendo vacilar el corazón del hombre tal como lo hizo a Adán y Eva en el Paraíso terrenal.
En la actualidad,  nuestra Patria vive una suerte de fragmentación social en medio del cual nadie parece creer a nadie y no confiar en nadie, esto conlleva que allí donde todos mandan ninguno obedece, imperado la ley de la selva donde el más fuerte impone su voluntad sobre quienes generalmente se muestran y permanecen más debilitados. ¿De dónde ha nacido todo esto? Sin duda,  que si el hombre y la sociedad es capaz de marginar a su creador prontamente lo hará con sus creaturas, por lo que la primera falta a la caridad es contra Dios y ello no tiene una consecuencia inocua, por el contrario prontamente un mundo sin Dios se vuelca contra el mismo hombre.

CONFIRMACIÓN DICIEMBRE 2019

3.     “Encontrarán un Niño recién nacido envuelto en pañales”.
Entonces, ¿hacia dónde es urgente dirigir en esta Nochebuena nuestra mirada? Hacia el mismo lugar que encaminaron sus pasos los humildes pastores del pueblo elegido y al que proviniendo de tierras lejanas acudieron diligentes los Reyes del Oriente –Melchor, Gaspar y Baltazar-
Cristo es la respuesta del cielo para nuestro tiempo y el que vendrá, puesto que es la Palabra definitiva por medio de quien Dios habló de una vez para siempre. En Él podemos confiar porque antes pasarán los cielos y la tierra a que una sola de sus palabras no deje de cumplirse en plenitud. Nuestra certeza se funda en la fe que confía en quien nos ha prometido la salvación luego de avanzar por este mundo en ocasiones convertido en un “valle de lágrimas” como reza la oración de la Salve.


El católico no necesita cerrar sus puños para amenazar ni agredir, no requiere de alzar la voz para argumentar, no usa de las armas que quitan la vida con crueldad indescriptible, nuestro camino es acoger a quien busca a Dios, es mostrar nuestra identidad, aquello que somos y tenemos como un bien deseable para todos los que están junto a nosotros en el mundo del trabajo, en el mundo de la educación,  en el mundo de la vida pública, evitando tener un catolicismo de jornadas y circunstancias, casi como a tiempo compartido.
Nuestra voz como Iglesia apoya su certeza en Dios que habla, en consecuencia,  no puede equivocar ni equivocarse, asumiendo que la fuerza de la verdad de Cristo es que es verdad. No necesitamos gritar, insultar, burlarnos, ni denostar para dar a conocer nuestras convicciones y certezas, equivocándose quienes piensan que por no marchar, ni gritar, el creyente no exterioriza lo que siente, por el contrario, es por el camino de la perseverancia en el trabajo bien hecho, por la constancia en la búsqueda por lo mejor para cada familia día a día, por el estudio cumplido con espíritu de perfección y sacrificio, es por donde si mostramos con los hechos que la causa de Cristo nacido en Belén vale la pena y justifica todo sacrificio. Como una gota de agua perseverante logra vencer la piedra más compacta, la gracia de ser constantes en nuestra fe verdadera  logrará horadar la cultura más secularizada y las almas más ciegas.
Ver a Cristo en el pesebre betlemita “envuelto en pañales” evidencia la simpleza de una verdad cuyo esplendor cautiva y convierte a las almas más obcecadas. Es en su fragilidad donde nace nuestra fortaleza, es en su silencio de donde se funda nuestra voz: ¡Ha nacido Cristo! Las campanas no callan lo que desde el cielo se nos  anuncia: ¡Venid! ¡Mirad! ¡Adorad!
Escuchemos la invitación de los Ángeles que a nuestra Patria en esta Noche luminosa cantan: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres amados por El”.
¡Que Viva Cristo Rey!

MISA OBISPO EN PUERTO CLARO 



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