lunes, 16 de diciembre de 2019


TEMA  :        “VER ESTE TIEMPO CON LA MIRADA DE DIOS”.
FECHA: HOMILÍA BENDICIÓN DE ARGOLLAS / MANTAGUA 2019
Queridos hermanos: Al interior del hogar de vuestros padres, y acompañados por la familia, nos reunimos pare implorar la bendición de Dios al momento de comprometerse en el serio camino hacia el Matrimonio. Sin duda, han descubierto  una particular llamada del señor cuya grandeza implica “amarse mutuamente como Cristo amó a su Iglesia” en palabras del Apóstol San Pablo, por esto conviene detenernos un momento en esta realidad tan sublime como que Dios mismo se ha revelado con ese nombre: “Dios es amor” (1 San Juan IV, 8).
Un amor plenamente humano: Mas allá de sentimiento y del instinto es parte de la voluntad libre dispuesto para mantenerse y acrecentarse mediante el caminar juntos en alegrías y dificultades, en medio de todo lo que implica la vida cotidiana.
Para ello,  se prepararán en un tiempo conveniente que junto con el buen pololeo –que es la mejor preparación para un buen matrimonio- que viene a ser un período de “cedazo”…como el que se usa en la cocina,  en el cual,  las imperfecciones son evaluadas en vistas al bien superior de donarse mutuamente en el futuro como esposos.
¿Alguno es una moneda de oro que para todos encierra un valor enorme y carece de imperfección? Ciertamente que no, por ello,  este periodo del noviazgo o compromiso invita a los novios a mirar el horizonte hacia donde encaminan sus pasos,  sabiendo con qué cuentan para darlos, en el plano espiritual,   asumiendo que para forman un hogar y una familia se requiere en el futuro cercano del  esfuerzo mancomunado de ambos.
No se trata sólo ni primero de pensar cómo se levanta un hogar, sino de cómo se erige una familia y un hogar lo cual,  no responde al instinto de un momento ni de una etapa de la vida,  sino que la jalona a toda ella. Por cierto,  es una vocación que involucra a la totalidad de la persona.
Es un amor total: Sin duda,  que el amor entre lo novios y esposos hunde su raíz en el amor de Dios que nos ama sin “ofertas”, “recortes”,  ni “rebajas”. El mundo hoy coloca circunstancias, metas, programas, como pretendiendo que el amor entre bautizados tenga las notas características de la cultura presente como son su finitud que hace tener el compromiso solemne con fecha de vencimiento.
Entre los novios primero  y esposos después,  no se calcula el amor, porque Cristo a quien procuraran presencializar  por vuestro compromiso,   ama a su Iglesia de manera ilimitada y total.
Meditarán seriamente que el compromiso mutuo es realmente para toda la vida en este tiempo que mediará entre ésta celebración y la del santo matrimonio religioso. Recuerden que en la vida son muy acotados los momentos que se promete y jura “para siempre”, y el matrimonio al que aspiran es uno de ellos.
El amor es fiel: La fidelidad es una de las propiedades más hermosas de toda unión que nace desde la mutua vivencia de la fe.  Sin duda,  que  resulta un bien escaso en este tiempo,  donde el debilitamiento de la práctica de la fe en la vida religiosa lleva a la quebradiza realidad,  que evidencia lo excepcional de quien procura ser fiel en cada momento de su vida.
Jóvenes: Esta fidelidad no se improvisa, sino que se educa a lo largo del tiempo por medio del ejercicio de las virtudes. Esa fidelidad en lo pequeño es la mejor base para una vida matrimonial “para toda la vida” sin la cual,  se hace imposible llegar a la meta donde la fe se vista de perseverancia.
Este tiempo permite clarificar si ambos son realmente afines, en el cual,  pueden compartir aquello que es de interés común primeramente el amor a Dios, el amor a la familia –tan numerosa como virtuosa y generosa- y el amor a la Patria.
Cercanos a  celebrar el misterio que marca un antes y después la historia de la humanidad con motivo del advenimiento de Jesús, encontramos que es el “marco referencial” en el cual hoy imploran la bendición del Señor sobre ambos y estos anillos,  llamados  a simbolizar a todos los que los vean que han optado por el compromiso de comenzar a prepararse para la recepción del sacramento del santo matrimonio,  en una fecha concreta toda vez que una invitación general no es invitación real.
Cuando decimos a una persona “ven cualquier día” o “ven cuando quieras” son expresiones de gentileza pero están lejos de ser una invitación porque para ser tal,  se requiere de una fecha específica. Ambos han colocado  una fecha para recibir el matrimonio, lo cual da a esta celebración el marco de un inicio cuyo término, Dios mediante,  ha de culminar cuando digan ¡Si en la Santa Misa de los desposorios.

Para ello,  rezarán a Dios con el fin que les ilumine y fortalezca en la búsqueda más precisa de su voluntad, cuyo cumplimiento es siempre lo mejor porque nadie quiere algo mejor para nuestras almas que aquello que Dios dispone. Si esta oración la hace juntos y acudiendo a la Santa Misa más frecuentemente de lo habitual, mayor serán las bendiciones que Dios les concederá en este tiempo.
Siendo el Adviento un tiempo de esperanza no olvidarán que el camino para el matrimonio pasa por el fiel cumplimento de cada uno de los mandamientos, uno de los cuales tiene una promesa bien exacta: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (San Mateo V, 8).
Recordemos que para iniciar sus enseñanzas Cristo dio a conocer en el sermón de la Montaña su mensaje programático que viene a ser como una síntesis organizada de cada una de sus palabras posteriores. Al inicio de cada enseñanza exclamó: “Bienaventurados” como una llamada a la perfección y una invitación universal a la santidad.
Para esto, la pureza de alma apunta a la rectitud de intención pero igualmente por extensión se entiende que para poder contemplar a Dios se requiere del ejercicio de la virtud de la castidad, tal como lo incluye en su plegaria final el ritual de bendición de novios.
Finalmente, la mirada se dirige a la Virgen en Adviento que avanza a paso firma camino a Belén. Que como Madre y Maestra obtenga del Cielo cada una de las gracias necesarias para que estos jóvenes que se comprometen hoy,  puedan ser mutuamente fieles, vayan creciendo en santidad y perfección cada día, y verán las cosas como las ve Dios desde la vivencia de las virtudes de la piedad, de la esperanza, de la castidad,  y basilarmente de la fe. ¡Que Viva Cristo Rey!

    EN CRISTO CAMINO AL SANTO MATRIMONIO


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