miércoles, 20 de diciembre de 2023

 

TEMA   :  “ SERÉ BIENAVENTURADA PARA TODAS LAS GENERACIONES”

FECHA : MES DE MARÍA / DÍA DÉCIMO SEXTO / DIGNA DE VENERACION

El acto de veneración se tributa a una persona que sobresalle en alguna virtud o característica. El acto de honrar a la Virgen en modo alguno se opone a la acusación que suele hacer el mundo evangélico en orden a culpar al católico de rendir “adoración a una persona”. Mas, el primer precepto indica que hemos de “adorar a Dios sobre todas las cosas”, y luego en el libro del Deuteronomio se explicita en vistas a no hacer figuras lo cual, tenía un sentido de prevención para evitar la idolatría a cosas, tal como se hacía con frecuencia en los pueblos de Medio Oriente.

En efecto, los egiptólogos cuentan hasta 1400 figuras adoradas de los cuales nueve son los principales; griegos tributaban adoración a doce dioses que gobernaban el mundo desde el Olimpo,  en tanto que en Mesopotamia había culto idolátrico a catorce dioses, para evitar la tentación de idolatría tan extendida por entonces, existió la normativa de no hacer figuras lo cual, incluso el mismo Dios dará luego prescripciones de confeccionar figuras de ángeles que custodien el arca y de una serpiente para que  eviten morir en medio del desierto.

El acto de rendir culto y tener veneración por alguien, en este caso la Virgen María nunca constituye un  pecado, porque nada tiene que ver con darle Adoración. Los católicos solo adoramos a Dios, a la Virgen expresamos un amor preferencial y único por ser sólo Ella la única Madre de Dios,

 La Santa Biblia cuenta y ensalza en siete ocasiones diversas hazañas hechas por Dios por medio de quienes fueron fieles a Él. Muchas veces leemos elogios a quienes vivieron santa y obedientemente a los mandamientos de Dios. El libro de Proverbios señala que la mujer que teme a Dios “merece  alabanza, cántenle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en público” (XXXI, 30-31).

A lo largo de su vida nuestro Señor no ocultó su cariño y obediencia hacia su Madre, al punto que leemos que por ello será “ensalzada de generación en generación”. Si nuestra santidad consiste en pareceremos cada día mas a Jesús en sus sentimientos y acciones, y sabiendo que Él vivió “obediente en todo a su padre y madre”, los cristianos veríamos  mutilado nuestro seguimiento a Jesús si acaso prescindimos de tributar el debido reconocimiento a la Virgen por medio de nuestra devoción.

San Gabriel de la Dolorosa, un religioso pasionista escribió en sus propósitos personales: “Ningún día pasará sin que ofrezca flores de virtud que puedan coronar la cabeza virginal de mi Madre”. La oración Inicial de cada día del más, nos recuerda que las mejores flores, las que la Virgen más agradece, son el ejercicio perseverante de aquellas virtudes gratas a los ojos de María nuestra Madre. Estos días son un período de conversión donde podemos hacer propósitos de vida para crecer y mejorar en muchos aspectos: en nuestra vida espiritual, en el apostolado, en la vida escolar, en la vida familiar, y en el mundo laboral. Si buscamos, siempre encontraremos algo que mejorar.

Un signo característico de este tiempo es colocar flores junto a la imagen de la Virgen Santísima, como signo visible de cariño y reconocimiento:  “Quisiera ser una flor, una flor sobre el altar, para poder así sobre tu corazón reposar, oh flor del cielo, María, con tu hijo divino, haz que yo sea siempre una flor en tu jardín(antiguo canto italiano).

El Catecismo de la Iglesia enseña que los católicos damos “culto de adoración” solo a Dios, reconociendo su grandeza, su bondad, su eternidad. Como hay un solo Dios, existe solo una forma de culto que se llama “adoración”, y a nadie más se le da, lo que implica estar a su servicio y ser obediente a todos sus preceptos sin excepción, teniendo a Dios como lo primero en todo.

Hay una segunda forma de veneración, que sólo se dirige a la Virgen María, que es digna de ser reconocida como “llena de gracia” y “bendita entre todas las mujeres”. Este acto de culto mariano se llama “culto de hiperdulía”, palabra que significa “más que de simple dulía”, lo cual,  hace mención a la excelencia y perfección de la Virgen sobre el resto de los santos. Rendimos un respeto profundo y tributamos gran admiración por las obras que Dios hizo en Ella, por lo cual se cumple la promesa hecha en orden a que “todos la llamarán bienaventurada”. Hiper (sobre todo), doulos (hacerse siervo) recuerda las palabras la Virgen Santísima  al Arcángel Gabriel: “He aquí la esclava del Señor”.

Y la tercera forma de culto es el tributado a los santos denominado “Dulía”, que es reconocer la gracia de Dios en la vida de los mejores hijos de la Iglesia que son los santos y beatos, a quienes mostramos reconocimiento y cariño especial como ejemplos de santidad y en cuanto intercesores eficaces en el Cielo.

¡Que Viva Cristo Rey!









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