TEMA :
“MARÍA ES UNA ALEGRIA QUE NO PASA DE LARGO”
FECHA:
MES DE MARÍA / XXI° DÏA / CAUSA DE NUESTRA ALEGRÍA
Una de las virtudes más
apreciadas por todos respecto de las demás personas es la alegría. Una persona
alegre suele atraer y convocar a su alrededor como el imán lo hace con el
metal. Nuestra Madre del Cielo es la “Causa
de la Alegría” porque durante nueve meses tuvo en su vientre virginal a
Jesús, perfecto Dios y hombre, por lo que su vida cambió para cambiar la de
quienes estaban a su alrededor.
En efecto, con una
diligencia no exenta de sacrificio fue hacia la ciudad de Ain Karem a colaborar
con su tía anciana Isabel y Zacarías durante sus tres últimos meses de embarazo
en la espera de San Juan Bautista. Allí llenó de ayuda ese hogar, como también,
lo regó con el bálsamo de la alegría desde un primer momento tal como describe
San Lucas en el Evangelio: “El niño (Juan
Bautista) saltó de alegría cuando llegó la Virgen a ese hogar”. La Virgen llega a ese lugar. A ese hogar, a esa
familia, sólo para colocarse a su servicio y ayudar: es un mundo por conocer,
un lenguaje por aprender, una mirada por encontrar, un sentir por percibir, una
nueva visión de la vida por acoger, una fe por interpretar y un espacio por
explorar…Los tres meses que permaneció allí, lejos de su hogar de Nazaret, con
su presencia transformó aquel hogar vetusto, marcado por el temor y la soledad, en una realidad de esperanza y
gozo porque el Señor Dios estaba en medio de ellos.
De igual modo, con su
perseverancia e intercesión obtuvo que el ambiento de incertidumbre y tristeza
reinante en las bodas de Cana de Galilea se renovara como describe el
evangelista San Juan. La falta de vino haría suspender la fiesta y tener que
enviar a cada uno de regreso anticipadamente a sus lugares de origen, con todo
lo que ello entrañaba. Gracias a las palabras y súplica de la Virgen hacia
Jesús obtuvo la anticipación del primer milagro realizado por nuestro Señor.
La causa de la alegría de
la Virgen tiene su origen en que Dios vive en Ella, por lo que la gracia
recibida es la que le lleva a “contagiar” al mundo con la dicha más permanente
que se puede tener como es ser partícipe de la vida divina, tal como lo dijo
Jesús mismo: “Si alguno me ama, guardará
mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él, y haremos morada en él” (San
Juan XIV, 23).
La Santa Misa desde los
inicios de nuestra Iglesia ha sido motivo de alegría para quienes participan en
ella porque es verdaderamente el encuentro y momento de mayor cercanía con el
señor que podemos tener en este mundo. Jesús
enseñó en el extenso sermón del Pan de Vida: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna, y Yo le
resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y yo permanezco en él” (San Juan VI, 57). La
misma alegría que nos llena estar a los pies de Jesús sacramentado frente a
nuestros altares y sagrarios nos lleva a recordar el gozo de la Virgen, llena
de gracia que es llamada como el “primer
sagrario” viviente, que hizo de aquella peregrinación desde Nazaret a Ain
Karem la “primera procesión”
eucarística, que llevó alegría a todos los rincones de aquel hogar.
De modo semejante la
Virgen María quiere ser “Causa de nuestra
alegría” verdadera porque esta nace de un alma en amistad con Dios, de una
vida conducida por la gracia del Señor
que es capaz de llenar de esperanza y fe los ambientes más fríos y renuentes.
Durante este Mes de María
al hacer buenos y nuevos propósitos de perfección cristiana, al procurar
mantener nuestra alma en estado de gracia permanente, al buscar una conversión
para abandonar los criterios del secularismo y del liberacionismo que tanto mal
hacen a la vida de la Iglesia en sus comunidades y hogares llenándolos de
tristeza, soledad y miseria. Es el Mes de María una oportunidad que el Señor
nos concede cada año para crecer en fe y vivir
en la verdadera alegría que nace de una vida construida en la amistad
con Dios.
Si los amigos verdaderos
son capaces de estar horas juntos en gozo ¡cuánto mas no hemos de estar
nosotros que tenemos a un Dios que ha querido llamarnos “sus amigos” para vivir una alegría fundada en la pureza, la verdad
y el amor. Por tanto, para desterrar toda tristeza tenemos a la Virgen como “Causa de nuestra Alegría” que nos puede
obtener del cielo toda gracia puesto que nada niega un buen Hijo –como Jesús lo
es- a la mejor de las Madres –como María lo es- por lo que con perseverancia
imploremos para nosotros y nuestros hogares el gozo de vivir la fe en cada uno
de los ambientes donde estemos.
Muchas veces hay personas
que nos encontramos deambulan apesadumbradas por el agobio de la vida cotidiana, teniendo fácilmente el camino precioso
para convertir la tristeza en gozo: El Señor Jesús te ama y la Virgen María te
cuida, por ello, Ella es “Causa de
nuestra Alegría”. ¡Que Viva Cristo Rey!
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